Santiago Ramón y Cajal recibió un premio Nobel y hasta hoy perdura como el único premio en ciencias de la Academia Sueca que ha sido otorgado a quien era cien por ciento español; el otro científico español con un Nobel, es Severo Ochoa, quien trabajaba en Estados Unidos y compartía su nacionalidad de origen en Venezuela con la de adopción, cuando le fue concedido el galardón pues obviamente el bioquímico asturiano nunca habría dispuesto en España de los medios y del entorno necesarios para desarrollar su trabajo. Pero, esa dificultad tan evidente, como tantas otras hasta más duras, no fueron nunca un impedimento para Ramón y Cajal.
Recordemos que en 1869 su familia se trasladó a Zaragoza, donde su padre había ganado por oposición una plaza de médico de beneficencia y fue nombrado profesor interino de disección, de manera que ya en 1873 Santiago se licenció en Medicina en la Universidad de Zaragoza. Asignado a la sanidad militar (1874), fue destinado a Cuba como capitán médico de las tropas coloniales, y allí contrajo malaria y tuberculosis. A su regreso a España, en 1875, fue nombrado ayudante interino de anatomía de la Escuela de Medicina de Zaragoza.
En 1877, se doctoró por la Universidad Complutense de Madrid; por esa época, habría de ser Maestre de San Juan quien le iniciaría en las técnicas de observación microscópica. Cajal sería nombrado director de Museos Anatómicos de la Universidad de Zaragoza en 1879, y más tarde Catedrático de Anatomía de la de Valencia (1883), donde destacó en la lucha contra la epidemia de cólera que se desencadenó en la región valenciana.
Parte del mérito de Ramón y Cajal consistió en ver algo inédito donde otros ya habían mirado. En 1888, mientras estudiaba al microscopio las “mariposas del alma”, como llamaba a las neuronas de sus preparaciones, “observó que en el árbol de prolongaciones de un tipo de neuronas llamadas piramidales las ramas no eran lisas, sino que estaban cubiertas de diminutas espinas”.
Ramón y Cajal propuso que estas espinas funcionaban como conexiones entre esas prolongaciones neuronales, llamadas dendritas, y los axones, los cables que lanzan el impulso desde el cuerpo de la neurona. Por tanto, las espinas dendríticas actuarían como receptores en la transmisión nerviosa. “No le creyeron”…“Los neurohistólogos de su tiempo, sobre todo alemanes, decían que sus dibujos solo eran interpretaciones artísticas de la realidad”. Ramón y Cajal hizo famoso su grito de guerra: “puestos a tenacidad, a los aragoneses que nos echen alemanes”...
En 1920 Cajal (https://tinyurl.com/yzhr84yd) renunció a la dirección del Instituto Nacional de Higiene y el rey Alfonso XIII autorizó la fundación del Instituto Cajal de Investigaciones Biológicas, que quedaría instituido dos años más tarde y al que Cajal tras abandonar la docencia universitaria dedicaría sus esfuerzos hasta su muerte. Todavía de este período (1933) sería la publicación, en del trabajo titulado «Neuronismo o reticulismo», en la revista Archivos de Neurobiología, aportación que se considera su testamento científico.
La investigación en el campo de las espinas dendríticas continúa revelando hallazgos y se ha señalado que dormir después el aprendizaje estabiliza las espinas recién formadas para consolidar la memoria, un mecanismo que explica por qué el sueño ayuda a fijar los nuevos conocimientos. Posteriormente, un grupo de investigadores italianos (Pagani et al., 2021) publicaron un artículo en la revista Nature Communications en el que señalan que hay un exceso de sinapsis en la corteza cerebral de las personas con autismo y un estudio en la revista The Journal of Neuroscience hace años identificaba un gen cuyos defectos provocan una sobreabundancia de espinas dendríticas, otro fenómeno descrito como característico del autismo. Aunque las mutaciones en CTNND2 relacionadas con el autismo son muy raras, la identificación de este gen en relación con el trastorno supone una pieza más en el rompecabezas que supone el autismo para los investigadores.
Pero hoy quiero aprovechar al mencionar nuevamente en el blog a don Santiago Ramón y Cajal (https://tinyurl.com/2eedmsyu) para poder hablar brevemente sobre otro importante anatomista español, don Aureliano Maestre de San Juan (1828-1890) quien nació en Granada en 1828. Estudió medicina en Granada y Madrid, licenciándose en 1847. Ejerció la medicina y la cirugía hasta que, en 1860, ganó por oposición la cátedra de anatomía de la Facultad de Medicina de Granada. La influencia de la escuela francesa fue muy intensa al principio, hasta que asumió los principios de la escuela alemana encabezada por Rudolf Virchow.
Antes de centrarse en la histología publicó varios trabajos sobre problemas médicos. En 1849 tradujo el tratado anatómico de Joseph E. Pétrequin. en 1856, en la revista El Siglo Médico describiría el cuadro clínico y anatomopatológico como una falta total de los nervios olfatorios con anosmia. En 1872 publicó el Tratado de anatomía general... precedido del conocimiento y manejo del microscopio, de la preparación y conservación de objetos micrográficos.
Maestre de San Juan se presentó a las oposiciones a la cátedra de segundo año de anatomía. No las ganó, pero logró impresionar, a Rafael Martínez Molina, quien era el verdadero creador del Instituto Biológico y defensor de las teorías histológicas de Charles Robin, hecho que, unido a su prestigio, hizo que se creara la primera Cátedra de Histología en la Facultad de Medicina de Madrid, en 1873.
A Maestre se le debe también la fundación de la Sociedad Histológica Española en 1874 que supo ser integradora de los esfuerzos de los cultivadores de la disciplina y afines. En 1879 publicó el Tratado de histología normal y patológica, precedido de un resumen de técnica histológica.
Lamentablemente Aureliano Maestre en 1888 sufrió un accidente de laboratorio que lo dejó ciego. Un año y medio más tarde (1890) moría en Alicante casi olvidado y en la pobreza.
Maracaibo, miércoles 6 de septiembre del año 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario