Hace ya
unos años que escribí unos comentarios, cuando lo cierto era que necesitaba saber
qué había sucedido con aquello ya perdido en una especie de maraña neuronal,
tanto que me pareció una vez que era un sueño, sin saber si era algo que yo
mismo viví o cómo fue que acaso lo destruí. Alebrestado por el aguardiente,
entre nubes, quizás era humo, ¿cómo saberlo? Todos se reían, y siempre había
como una mota difusa que nos envolvía, una especie de bruma, mientras ellos se
carcajeaban. Creo en realidad que no entendía casi nada…
Entonces
fue cuando decidí regresar. Me fui en un autobús, de esos que hacen viajes
largos, no tan caros, un pasaje baratón. El bus decía algo como "Expresos
Cordillera", y fueron muchas horas de viaje… ¿Para despertar en Cabudare?
Abrir los ojos en el Vigía, o quizás fue en Agua Viva. Yo llevaba una mona
imbricada en otra… ¿O era la mona la que cargaba conmigo? Nos tolerábamos. Sentía
la lengua como una cotiza. ¡No supe si en un momento me cambiaron de autobús!
Por distraerme al bajarme a beber, y pelaba bola… ¡Claro! Pero había que
hacerlo. Después estaría más atento, eso pensaba yo, carterita en mano, así
era. ¡Oño! La sed es una vaina seria, la sed, es algo insaciable…
En
Motatán estábamos, cuando se bajaron todos del bus, a miar me figuro yo. En eso
andaba yo también, cuando escuché retumbar un trueno. ¡A la verga, va a llover!
Me lo dije, y escuché clarito… Usté stá
en San Rajael pero nosiocupe quevaser una lloviznita no más… Al oído me
susurraba un vejete tocado con un sombrerito de paja y lo sentí mascando chimó.
Escupía y chispeaba de sepia el mundo circundante. Noté como el escupitazo se
arropaba en la arena… ¿Busté quierechimó?
Yo me estremecía. Debo haberme dormido porque desperté sediento. Miré el
paisaje y ya no estaba en el autobús. ¿Aonde fui a dar?
¿Unos michitos? Creí entender que todavía
estaba en SanRajel y le sonreí aliviado. Le pasé el brazo, y él y yo, ambos encorvados,
nos fuimos juntos, y caminamos unos cuantos pasos. El hombre del sombrerito de
paja me ofreció de su chimó que yo comencé a mascar y a escupír, sin vergüenza
alguna. Muy pronto llegamos a un sitio, que me pareció una pulpería, de paredes
muy verdes, y al entrar, pude verla, lucía gorda una gran rockola, parpadeante,
en el mero medio de una pared chispeada de quien sabe que...
A pesar del frío y la llovedera, fluía cálida la música. Parpadeaba lanzando colores, amarillo y especialmente un color fucsia... Calentaba su murmullo como si fuera un reverbero y allí entibiándose, en una pequeña mesa estaban dos mujeres, una más gorda que la otra, ambas con mucho colorete, como la rockola en realidad, la fémina más repuesta era inmensa, se me antojó que era una masa de manteca entalcada de olor luciendo dos chapas bermejas, la otra era morena de pelolacio. Con la rockola parecían ser parte del colorido mientras la música emergía vibrando en tibia ondas desde la máquina.
Las vi
levantarse y ellas se meneaban con la corriente musical…y si me dices que tu
amor me esperará, tendré la luz que mi sendero alumbrará… Me suena, me dije… La rockola gemía ahora, desesperadamente…
y vooolveré, como ave que retorna a su nidal… Trepidaba dándole
color al ambiente… Al final, diría que me trataron bien, en el sitio aquel. Con
cariño, supongo yo, puesto que más caña no podíamos beber… ¿Pasaron varios días?
¡Vaya a saber usted! Al final me señalaron mi rumbo, todos me decían que cogiera
camino, que era mi destino…
Se me va diendo hasta Mérida, derechito quepayaés paondebusté
va. ¿Sí? ¡Coñu! ¿Tendré que pasar el páramo? Lo pensé… “en escarpines” y
hasta risa me dio. Ande mi chumpito,
así me decían, y me hacían carantoñas, y yo me reía. Ellas a gritos y con
sentimiento me despedían, pero yo me les regresé por otra puerta. ¡Ja!
Volvía a la música…Yo sufro lo indecible porque me mata... Jaramillo
sentado en una esquina estaba punteando la guitarra. Tu carita de pena mi dulceamor…Tenía una pata puesta sobre una
silleta y me miró de reojo sin dejar de darle a las cuerdas.
Yo, de
lo más orgulloso estaba de haber dado la media vuelta, y nuevamente le sonreía
a mi sorprendida gordinflona mientras pensaba… ¿Cómo coños me voy ahora? Que
se llena de angustia mi corazón... ¡Era pacojer palco! Las ficheras me
hacían ojitos y Julio berreaba otra vez: Tu carita de pena mi dulce
amor... Inenarrable era la vaina aquella. Indescriptible, no hay
palabras para echar el cuento... Me duele tanto el llanto que tú
derramas... El tipo allí fajao, punteando su guitarra mientras iba
sufridamente cantando, y mientras tanto yo pensé que más bien, yo debería
estar, extasiado en mis recuerdos, contemplando la lluvia
caer, y es que desde la mera puerta veía el chispear en el piso y eso como
que me dio más sed…
Afuera
lluvia y adentro, yo, con una vía abierta, lo que llaman la tripa cañera
alborotada, pero insistían… El camino se
le hará carretera, vea, la vía se anda, ya no más parranda, el andar se hace
trasandino, después de la noche mire que llegará el día. ¡Qué buena jaiba aquella!
El viejito del chimó estaba del carajo, fino estaba, pero quizás andaba hablando
mucha paja. ¡No sea pingo vea! Busté debe
llegar a Mérida… ¡Nosiaterco! Pensaba… ¡En escarpines pasaré por el pico! Váyase por el Vigía. En pico e zamuro
estaré. Véngase compañero, ¿concañebrio?,
¿otro palo?...
Sonreído,
muy reído en realidad, Julio brindaba para seguir la farra mientras se afincaba
en su guitarra. Me salió verso sin esfuerzo… Julio estaba arrancando con amor
cobarde. Pude hasta reconocer la letra, aquella era de momento su canción. Yo
no quiero que nadie sepa la historia… ¿Ido pal Vigía? ¡Pa Mérida, vea! Tan lejana está… los
crueles desengaños que me dejó… Cataratas de lluvia comenzaban a caer
afuera, se desprendía un aguacero de los mil demonios. ¿Otro palo? Esperando
la muerte como regalo… Julio sonriendo me miraba y cantaba, de
ese amor tan cobarde que así mintió…
De
pronto estaba en el sitio. Me hallé lejos de SanRaja y del Vigía, y yo mismo me
decía… ¿Y que será esta mierda? Estaba en el sitio, el propio sitio y sin
embargo habría de esperar. Es que de pronto me encontré en una oscurana, con un
diluvio del carajo, una vaina lavada de eternidad ¡oralepués! Luego: silencio
en la noche y mucho frío. Después de la lluvia ya había descendido la neblina y
yo estaba helado mientras escuchaba mil chirridos… ¿Eran grillos? Había luces
de cocuyos alrededor, pero era un silencio total y pensé. ¿Será cuando muere la
noche? La oscuridad me apaciguaba. ¡Respiraba puro miche!
En un
total silencio. ¿Otro trago?, del bolsillo trasero salía el frasquito… ¿Más
caña? Me da pena…¡Ah bendita carterita! Penas y penas y penas… Rockolas
malditas de luces fosforescentes, el disco negro siempre girando y ese guiñar
persistente, ese pestañear intermitente, interminable, inminente, como una pena,
inclemente. ¿Una pena de amor?, Amorcito corazón… ¿Coño, me
iré a infartar? Las arterias se lavan con aguardiente, tranquilo, no pasa
nada, no me quieras matar corazón… ¡No desmayes corazón! Estaba acercándome al momento de la
verdad, viviendo la noche fatal, noche decisiva, noche
de agonía, helado y entre la neblina, noche muerta para mí… ¿Soñar?, morir,
¿Dormir?, noche muere junto conmigo…
Muerto
de frío, estaba, como un polo, y el agua chorreándome, congelado, yo temblaba,
castañeteaban mis dientes, entumecido, ensopado, agua flotando en el aire y
enchumbando mis zapatos, ¿tenía zapatos?, encharcado, los dedos
engarrotados. Si las copas traen consuelo… Esto me decía.
Sabía que tenía que ahogarlas. Allí en mi desespero, y dentro de mi cabeza,
escuché de nuevo su voz. Algo me decía sorbiendo las palabras, quedamente… decí
por Dios que te han dao que estáis tan cambiao, y yo volteaba, y me
sacudía, y no sabía qué hacer. Todo era como una consecuencia.
Aullaba
afónico en medio de aquella noche densa, buscando la luna, y me preguntaba si
acaso, ¿seguía siendo un salvaje? Recordé al rey Licaón… ¿Asesino? ¿Para complacer
a quién?, ¿a Zeus? No, yo no… Estas cosas supongo que me las susurraba mi
inquilino. Él se reía por lo bajito, chillona, pero casi silente, sibilante,
percibía su voz burlona, yo debería invitarlo a beber, esto me dije. ¡Así se
acabará esto! Pensé entonces que me veía cual Saturno de Goya, estaba casi a
punto de devorarlos… Beber, era mejor así, ya no importaba nada más, como con
el Licaón de Acadia, mis descendientes, penarían por mis culpas, seremos
también hombres lobos, todos, cubiertos de pelos y con garras. Aullé de nuevo,
estaba tristemente afónico, tan solo emitía un rugido lúgubre y prolongado, un
aullido apagado que se extinguió en la densa negrura de aquella noche
empantanada…
Hasta
aquí este viajecito tomado como un extracto con retazos de pestes locas…
Hoy en Maracaibo un día
miércoles 16 del mes de abril en el año 2025
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