sábado, 26 de abril de 2025

Humphrey Bogart


En 1940 Estados Unidos parecía salir, por fin, del largo período en el que se hallaba sumido en sombras desde el crack de la bolsa de Nueva York. Para entonces, el programa de reformas puesto en marcha por Roosevelt, a través del “New Deal”, había perdido su impulso inicial, y la corrupción volvía a extender sus tentáculos por todo el país, cuando el presagio de una segunda guerra mundial dejaba poco espacio para la esperanza o el optimismo que la recuperación económica parecía prometer.

Era el ámbito cinematográfico, donde The Roaring Twenties (1939) y High Sierra estrenada en España como El último refugio,, o Su último refugio en México y Altas sierras en Argentina (1941) parecían haber escrito el epitafio definitivo del cine de gángsteres y particularmente del personaje protagonista de este cine-negro y no se divisaba otro arquetipo que pudiera sustituirlo en la pantalla.

Los tiempos de Contra el imperio del crimen (1935), no daban para formular denuncias del tipo de la Furia (1936). Ambos filmes, habían cumplido una determinada función que ya había desaparecido bajo un futuro incierto y justo en la mitad de esta encrucijada cinematográfica, John Huston, acababa de participar como coguionista de El último refugio, cuando recibió la oferta para llevar a las pantallas El halcón maltés.

La novela de Dashiell Hammett ya había sido objeto de dos adaptaciones anteriores -El halcón (The Maltese Falcon, 1931; dirigido por Roy del Ruth) y Satan Met a Lady (1936; con William Dieterle como director)- con sendos fracasos de taquilla. George Raft y Geraldine Fitzgerald no aceptaron los papeles principales de la película, y Humphrey Bogart y Mary Astor ocuparían sus puestos. John Huston levantara vuelo con El halcón maltés, inaugurando así el período clásico del cine negro (https://surl.li/lohjmf).

La trama de la narración -que sigue fielmente (salvo en su desenlace) el texto original de Hammett- gira alrededor de la búsqueda de la preciada estatuilla, engarzada de joyas, que da título al filme y en la que participan personajes tan diversos como un detective -Sam Spade (Humphrey Bogart)-, una aventurera -Brigid O'Shaughnessy (Mary Astor) y un grupo de delincuentes: Kasper Gutman (Sidney Greenstreet), Joel Cairo (Peter Lorre) y Wilmer Cook (Elisa Cook, jr.). 

Humphrey DeForest Bogart (1899–1957). Fue el mayor de los tres hijos del matrimonio del cirujano angloholandes Belmont DeForest Bogart (1867-1934), y la artista gráfica Maud Humphrey (1868-1940), directora gráfica de la revista The Delineator y sufragista militante; como ilustradora muy reputada. Humphrey se hizo actor de cine y teatro estadounidense quien se  caracterizaría por el estilo cínico y moralmente dudoso de muchos de sus personajes. Bogart, de elegancia perpetua, con un eterno cigarrillo siempre entre sus dedos, era un galán poco convencional es recordado hoy en lapesteloca.

La vida de Humphrey cambió cuando, en el internado de la Academia Philips  de Massachusetts, conoció a su amigo William Brady, hijo del productor de teatro William A. Brady, quien lo animó a hacerse actor de teatro. Al no encajar en la Academia y fue expulsado, aunque todas estas cosas parecieran estar relacionadas con el desapego hacia el destino que se había delineado para él.

En la primavera de 1918 se alistó en la Marina para combatir en la I Guerra Mundial y fue destinado como marinero al buque USS Leviathan. En 1918 el barco fue atacado por submarinos y un torpedo lo alcanzó, sin lograr hundirlo. De regreso desde Europa, encontró a su padre enfermo y su acaudalada familia casi estaba arruinada. Su carácter ya se había configurado tras el paso por la Marina y se convirtió en un liberal. Tras su servicio naval, trabajó como vendedor de bonos, y se unió a la Reserva de la Guardia Costera.

Desde 1922 (su primera aparición en el escenario en la obra The Ruined Lady) hasta 1935  hizo pequeñas intervenciones en escenarios y en algunas películas y al menos 17 producciones de Broadway, con papeles secundarios románticos o juveniles en comedias de salón. En 1930 su residencia habitual ya era Hollywood y cabe destacar su aparición en Tres vidas de mujer (Three on a Match1932), película que tuvo una gran repercusión en su carrera y contribuyó a sacarle del anonimato. En 1935 actuó en la obra de teatro El bosque petrificado, cuya posterior versión como filme fue todo un éxito que precisamente le permitió participar en El halcón maltés (1941), dirigida por John Huston.

Su primer papel romántico con Ingrid Bergman en Casablanca (1942)(https://surl.li/zncrrx) le valió su primera nominación en los Premios Óscar. El personaje lo consolidó como un actor que usualmente interpretó personajes fríos, pero a su vez sentimentales y decisivos. En 1945 en la filmación de Tener y no tener, conoció a Lauren Bacall, con quien contrajo matrimonio poco después. En 1951 obtuvo el Premio Óscar al mejor actor por su interpretación en The African Queen junto a Katharine Hepburn.

En apenas cuatro años (1944-1948) Bogart enlazó cuatro obras maestras del cine negro, todas ellas coprotagonizadas por Lauren BacallTener y no tener (To Have and Have Not, 1944), Al borde del abismo / El gran sueño (The Big Sleep, 1946), La senda tenebrosa (Dark Passage, 1947) y Caayo Largo / Huracán de pasiones (Key Largo, 1948). Pero la que destacó realmente fue El tesoro de Sierra Madre (The Treasure of the Sierra Madre, 1948), un nuevo trabajo con su descubridor, el director John Huston.

Amante del mar, Bogart compró el Santana, un yate de vela de 55 pies (17m) al actor Dick Powell en 1945. En el mar encontraba el refugio que necesitaba: pasaba unos treinta fines de semana al año en el agua, con una afición particular por navegar alrededor de Isla Santa Catalina (California).

Bogart llevó una poco saludable vida de fumador y bebedor compulsivo como cofundador y miembro del grupo de actores juerguistas que Lauren Bacall bautizó como Rat Pack. Tal vez por ello falleció prematuramente en 1957 en Hollywood, devastado por la metástasis de un cáncer de esófago. En el momento de su muerte pesaba solo 36 kg. Tenía 57 años recién cumplidos pero aparentaba más mayor. Ya que su amigo Spencer Tracy, a quien se lo encomendó la viuda Bacall, estaba demasiado afectado, John Huston fue el que pronunció el elogio fúnebre. Él mismo no se tomaba nunca demasiado en serio, al contrario que su trabajo. Había recibido el mejor regalo de todos, el talento. El mundo entero lo reconoció, la vida le dio todo lo que soñaba y más; no debemos sentir pena por él, sino por nosotros que lo perdimos. Es absolutamente insustituible. Nunca habrá otro como él.

Maracaibo, sábado 26 de abril del año 2025

 

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