lunes, 31 de julio de 2017

Un pueblo y un General, olvidados…




Un pueblo y un General, olvidados…

En este convulsionado panorama actual, me referiré a un pueblo del Zulia, que se ha ido relegando al olvido y como siempre las razones pueden achacársele a motivaciones políticas, e igualmente quiero hablar a un prócer de nuestra independencia de quien igualmente poco sabemos, quizás porque era extranjero pero hoy puede servir para recordarle a las Fuerzas Armadas como nuestros verdaderos libertadores derramaron su sangre luchando contra los tiranos, igual como los jóvenes que caen asesinados diariamente desde hace meses por manifestar en las calles del país. El pueblo es Quisiro y el militar era el General Carlos Luis Castelli.

En “Tripticos” mi libro de los 39 relatos, nunca editado (a pesar de varios intentos) hay uno de ellos (Rabia) que se inicia así: “Una polvareda gris se eleva creando remolinos desde la tierra, se acumula en forma de arena fina sobre los visillos de las ventanas, en el quicio de las puertas, entre las grietas del cemento pulido, sobre los hilos de los chinchorros, en los flecos y en las cabuyeras, en el fondo mismo de las amarillentas hamacas. Gime y susurra cálido el vaho del viento. Los chamizos son bolas reticulares que saltan y vuelan como fantasmales esqueletos vegetales, van rebotando elásticos, ruedan alocados sobre la tierra seca y agrietada queriendo escapar entre las bocanadas grises de polvo caliente. A lo lejos, entre una y otra estertorosa expiración, se dejan ver las casas terrosas de Quisiro. Pueblo soleado, pleno de viento y soledad, de gentes que madrugan para el rudo trabajo en los arrozales. Sus habitantes no existen, no se ven ya, nadie se mueve entre las casas, tan solo un hálito de fuego y gres se retuerce creando tolvaneras para dispersarse como lluvia de fina arena cubriéndolo todo. Al final del día, con el silencio del atardecer, vendrá la noche y solo entonces cesará el viento. En medio de la calma, si acaso hay luna llena, se verán merodear los perros y en la oscuridad se escucharán desde lejos sus ladridos, o trémulos aullidos. Desde el interior de las habitaciones caldeadas, muy quedamente, susurradas, las historias sobre espantos y espíritus nacerán de las agrietadas cavernas sin dientes de arrugadas ancianas. Ellas esculcarán los socavones de la memoria para rememorar los tiempos de la guerra federal y la llegada de los hombres a caballo, con él al frente, bigotudo, enteco, de pómulos salientes, el general del pueblo soberano... Así era Quisiro el nefasto día cuando en el solar de la casita de Chinca Soto se metió el perro aquel”...

El nombre de Quisiro supuestamente hace honor a una india llamada Quisire... En realidad Quisiro comenzó como un hato o estancia en la llamada “Ciénaga Dana” en el para entonces Cantón de Casicure, donde vivía  Juan Bautista Oberto quien para el año de 1753 comenzó la formación de un pueblo que tomaría el nombre de Quisiro. Ese Cantón Casicure pertenecía a la Provincia de Coro, pero luego, la parte donde estaba Quisiro se llamó “Parroquia Democracia” y en 1856 pasó a formar parte del Cantón Altagracia de la Provincia de Maracaibo, nombre que fue solicitado por los mismos pobladores quienes además le cambiaron el nombre a “Municipio Faría”, en honor al coronel Francisco María Faría (1791-1838). Entre los primeros pobladores de Quisiro se cuentan Pedro Alexandrino de Matos, Francisco Pérez de Naba, Francisco González de Lira, Justo Matos, Melchor Romero, Juan Silgueiro, Silvestre Faría y Juan Valarino de Lira. En 1848 Maracaibo se rebeló contra el presidente José Tadeo Monagas tras el llamado Asalto al Congreso, y se decidió apoyar a Páez, quien dirigía el alzamiento contra el gobierno en todo el país. Monagas dominaría la rebelión, y Páez se refugió en Curazao, mientras las escuadras derrotadas en oriente se dirigieron hacia Maracaibo, donde serían derrotadas el 17 de diciembre de 1848 en Quisiro por las tropas del gobernador al mando del coronel Carlos Luis Castelli. Casi 20 años después, Quisiro fue el sitio de la reunión entre Venancio Pulgar, Jorge Sutherland y Ezequiel Zamora en marzo de 1863 con motivo del movimiento federalista, por cierto que el 20 de marzo de ese mismo año, Maracaibo se declaró independiente.

De origen italiano, Carlos Luis Castelli conoció al Libertador en Haití en 1815 y desde entonces lo siguió en su lucha por la independencia de Venezuela, estuvo en la ruta de Clarines, en los triunfos de Barcelona, en la toma de las dos Guayanas (1817). Pasó a las Antillas y en 1818 regresó a Angostura, en compañía del Batallón Británico. Ascendió en 1820 a teniente coronel y recibió la "Estrella de los Libertadores". Se distinguió en la Batalla de Carabobo (1821) con el Batallón de Bravos de Apure, recibiendo elogios del mismo Bolívar. Después del destierro y muerte del Libertador en 1830, sufrió persecuciones por su apoyo fiel a Bolívar y volvió a Italia, pero en 1844 regresó a Caracas con el cargo de "Cónsul en Venezuela del Reino de Cerdeña" y apoyó el primer gobierno de Monagas en 1848 quien lo ascendió a General. En 1850 Castelli se hizo ciudadano venezolano. José Tadeo Monagas nombró a Carlos Luis Castelli como "Ministro de Guerra y Marina" en 1858. Su última acción fue evitar la guerra civil entre Monagas y Julián Castro durante la llamada Revolución de Marzo. Castelli murió en Caracas en 1860, en parte a causa de las heridas sufridas en combate, sus restos fueran colocados en el Panteón Nacional de Venezuela en 1876.

Quisiro fue una región arrocera por casi un siglo, desde 1870 y el arroz que se cultivaba en toda esa área tanto en Quisiro, como en El Jajatal y Las Verdes era de muy buena calidad. Quisiro fue reconocido como uno de los mejores productores de arroz del mundo por expertos japoneses, chinos, tailandeses, alemanes y dominicanos, donde una hectárea sembrada de arroz producía hasta 4.000 Kg., de la gramínea mientras que en otros estados productores del país como Guárico, Cojedes y Portuguesa solo llegaban a producir de 1.500 a 2.000 Kg., cuando más. Esto duró hasta 1967, ¡casi 100 años!, pero el cultivo  lo tuvieron que abandonar por falta de ayuda y protección de los organismos oficiales, pues no hubo más agua para cultivar el arroz, especialmente después que los vecinos del San Félix desviaran el cauce del río Cocuiza, que marca la actual frontera con el estado Falcón. Ahora, ya… “Sus habitantes no existen, no se ven ya, nadie se mueve entre las casas, tan solo un hálito de fuego y gres se retuerce creando tolvaneras para dispersarse como lluvia de fina arena cubriéndolo todo”...

Maracaibo 31 de julio del año 2017

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