Secuenciando el genoma del caballito de mar
Debido a su
especial morfología, el caballito de mar demuestra cómo los cambios genéticos
pueden llevar a cambios evolutivos en rasgos distintivos. El caballito de mar (género Hippocampus),
podría pasar fácilmente por un animal mitológico fruto de la
imaginación humana. La forma de su cuerpo es única. Un pez con cabeza de
caballo, sin aleta pélvica, que nada verticalmente, con placas óseas de arriba
a abajo y sin dientes. Un grupo
internacional de científicos ha conseguido secuenciar el genoma de este
bellísimo animal, en concreto, el caballito de la especie cola de tigre. Los resultados, publicados en la revista "Nature
", (se muestra la portada del
número del año pasado con esta información) son relevantes para desvelar
qué ocurrió durante su evolución para terminar convertido en una criatura tan
singular.
Numerosas
características únicas evolucionaron en los caballitos de mar dentro de un corto
período de tiempo. Carecen de dientes porque varios
genes que contribuyen a su desarrollo y que están presentes en muchos peces y también en los seres humanos,
se perdieron en ellos. No los
necesitan por la forma especial en la que consumen su comida. En lugar de masticar a
su presa, la chupan con la enorme presión que pueden generar sus largos
hocicos. Lo mismo se aplica a la pérdida
de los genes que contribuyen al sentido del olfato: los caballitos de mar
cazan visualmente y tienen muy buena vista: sus ojos se pueden mover de
forma independiente el uno del otro. Por lo tanto, el sentido del olfato
parece jugar un papel menor. La cola
prensil les permite permanecer inmóviles aferrados a algas o corales. Especialmente
destacable, es la pérdida de las aletas pélvicas que, en términos
evolutivos, comparten el mismo origen que las piernas humanas. Un gen importante, tbx4, responsable de esta función, se
encuentra en casi todos los vertebrados, pero no en el genoma del caballito de
mar. Para probar la función de este gen, los investigadores lo desactivaron con
el nuevo y revolucionario método CRSPR en peces cebra, que generalmente se usan como modelo genético, y comprobaron cómo, en efecto, perdían sus aletas
pélvicas.
Eso es lo
que han perdido, pero los científicos también detectaron duplicaciones de
genes durante la evolución de los caballitos de mar. En esta especie animal
es el macho quien se ocupa del desarrollo de los huevos. La hembra usa su
ovopositor para insertar los huevos maduros dentro de la bolsa incubadora del
macho, en donde son fertilizados. Esta bolsa denominada marsupium, permite
diferenciar externamente los sexos, se transforma facilitando nutrientes a los
embriones, los que en unas tres semanas estarán preparados para afrontar por sí
mismos la aventura de su vida. Cuando se
duplica un gen, la copia puede cumplir una función completamente nueva. Y estas
pueden ser las que provocan el embarazo masculino en estos
animales. Estos genes nuevos pueden regular el embarazo, por ejemplo, mediante
la coordinación de la eclosión de los embriones dentro de la bolsa de la cría
del macho. Una vez fraguado el embrión, los genes adicionales se activan. Los
autores del estudio suponen que estos genes contribuyen al proceso por el que
las crías dejan la bolsa incubadora del macho.
Además de
los genes, hay otros elementos que influyen en la evolución, y estos son los reguladores
genéticos, segmentos del ADN que controlan la función de los genes. Algunos
de ellos apenas cambian con el paso del tiempo, ya que cumplen importantes
funciones. Sin embargo, varios de estos elementos inmutables y aparentemente
cruciales, faltan en
los caballitos de mar, como los que influyen en el desarrollo típico del
esqueleto de los peces y los seres humanos. Esta es probablemente una de las
razones por las cuales el esqueleto del caballito de mar es increíblemente
diferente. Por ejemplo, carece de costillas. En cambio, su cuerpo está blindado
con placas óseas que añaden resistencia y una mejor protección de los
depredadores. Las secuencias del genoma sugieren que la pérdida de la secuencia
reguladora correspondiente llevó a esta osificación. Son miméticos, y,
según la especie, capaces de desarrollar largos filamentos de piel, o cambiar su
color, para confundirse entre las algas de su
entorno. [ ]Esta estrategia de camuflaje es
vital para su supervivencia, ya que, al ser muy lentos de movimientos, no
pueden huir eficazmente de sus predadores. Los caballitos de mar se han
encontrado en estómagos de grandes peces pelágicos,
tales como el atún, la castañeta
roja, el pez dorado, o de
cangrejos y aves de mar.
Su cola prensil rizada les permite
camuflarse y permanecen inmóviles aferrados a algas o corales.
Mississauga, 12 de enero del 2017
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