Sobre la nacionalidad de Cristóbal Colón
Orwell, en una fórmula
elemental dijo que “quien
controla el pasado controla el futuro”. La imposición organizada
de un discurso histórico es un viejo hechizo del poder y una de las más
potentes agresiones a la identidad y la libertad del individuo, por eso la política y la historia
en occidente parecen
tener fronteras de niebla. El 20 de
mayo de 1506 murió Cristóbal Colón
en Valladolid. En 1544 sus restos
fueron trasladados a Santo Domingo. Para los italianos Cristoforo Colombo, nació
en Génova, y lo ven como italiano, Cristóbal Colón para los españoles se naturalizó
español. Para hablar sobre este tema me referiré al artículo
publicado por José María Lancho en ABC.es, hoy.
Mucho se ha escrito sobre
la nacionalidad de Cristóbal Colón. El enfoque propuesto por el abogado e historiador José María Lancho
se ciñe a
los actos propios del Almirante y al alcance que tuvieron en el derecho
castellano. La españolización de Colón fue
una preocupación continua para el Almirante, casi una obsesión y en todas sus
negociaciones con los Reyes Católicos, en las que no dejó nada al azar. En Castilla, desde las
Cortes de Alcalá de 1348 y la pragmática de 1369 del rey Enrique II en las
Cortes de Toro, los oficios, prelacías y beneficios del Reino estaban reservados
exclusivamente
para los naturales. Sin naturalización Colón no podía adquirir legalmente las condiciones
ni los Reyes cumplirlo. A finales del siglo XV esa cualidad era una cosa bastante
distinta del hecho de haber nacido en uno u otro lugar. Américo Vespucio,
cosmógrafo que dio su nombre al nuevo continente, no cejó hasta obtener una
cédula de naturalización y hacerse castellano.
En el caso de Colón
la
condición legal de castellano está exhaustivamente trazada en un haz de
documentos jurídicos que parten de las Capitulaciones de Santa Fe, documento básico que recoge las garantías reales a las
propuestas de Colón y que tenían, como uno de sus efectos jurídicos
fundamentales, que naturalizaban, en todo caso, a Colón como castellano. El
tipo de ennoblecimiento de Colón tenía efectos directos en esa naturalización y
él mismo se preocupó en que no dieran lugar a duda alguna. Se puede rastrear,
incluso en la actualidad, reminiscencias del efecto naturalizador de los
títulos nobiliarios en el derecho histórico hispánico. Los títulos de Colón no
eran meramente honoríficos sino que suponían funcionalmente la sujeción directa
y el reconocimiento como Señores a los Reyes de Castilla de una forma
incompatible con cualquier otro vínculo soberano o respecto de cualquier otra
nación.
Asimismo, y aún más
importante, lo fue la solicitud y adquisición del cargo de almirante, y no
porque le convirtiese en una suerte de general supremo de la marina de los
Reyes Católicos, Cristóbal Colón no mandaba sobre Galcerán de Requesens o Juan de Lezcano,
verdaderos lobos de la guerra del mar de las coronas de Castilla y Aragón.
El título de Almirante tenía
importancia jurídica por otro aspecto aún más relevante: se trataba de un
oficio de la casa de Corte, que es regulado en la Segunda Partida en el Título
IX del Rey Alfonso X y describe una vinculación orgánica con el Reino y con la
casa del rey, todo ello mucho más importante para Colón que establecerle “caudillo de todos los
navíos que son para guerrear” del rey, pues pertenecer a su casa era el
elemento básico para que Colón formalizara su naturaleza en estos Reinos y
pudiera ostentar los cargos de virrey y gobernador y gozase los beneficios y
privilegios o capacidad para dictar justicia.
El proceso no se detuvo
hasta lograr una identificación de las armas de Colón con las castellanas. Entre mayo y junio de
1493, los Reyes Católicos le premiaron con una real provisión de «acrecentamiento» de armas,
de forma que Colón pudiese ostentar las armas del Reino de Castilla y León con ligeras diferencias, y se le permitiría
a él mismo
modificar a
motu proprio su escudo para hacerlo coincidir con las armas del Reino. Con
todos los matices que afectan a toda pretendida grandeza humana, la grandeza de
Cristóbal Colón es enorme y su dimensión histórica tan evidente, que lo fue
incluso para él mismo; no podemos olvidar que, Colón es uno de los pocos
personajes de la historia que pudo escoger su patria, y efectivamente, Colón, pudiendo
escoger cualquier patria, escogió la española. Hasta aquí, el artículo
resumiendo lo publicado por José María Lancho en ABC.es, hoy 8 de enero del
017
Lo cierto es que Colón
hablaba y escribía en castellano, que era la lengua culta de la época. Ya
conocía la lengua en su Génova natal, él no hablaba ni escribía en italiano y no escribía en portugués, vivió la mayor parte de su vida entre
Huelva y Valladolid, y en la Vía de la Plata, se identificó con los castellanos
y con los españoles en general, o en otras palabras, eligió vivir donde mejor
se encontraba. Uno no es de donde nace ni de donde pace, sino de donde se
identifica y Colón se identificó con Castilla, donde vivió la mayor parte de su
vida. Lo mismo le ocurrió a Américo Vespucio quien nació en Florencia, por
tanto fue un comerciante y cosmógrafo florentino, quien se naturalizó
castellano en 1505, o con el Greco que nació en Creta, pasó por Italia y se
identificó con Toledo. Así existen unos cuantos ejemplos más que no necesitan demostración.
Lo importante del descubrimiento del Nuevo Mundo, no es únicamente el lugar de
nacimiento de su descubridor, sino la decisión de emprender la conquista de América,
en una empresa que fue castellana y española a lo largo de los siglos XV XVI y
XVII.
Mississauga, 8 de enero del
2017
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