domingo, 8 de enero de 2017

Sobre la nacionalidad de Cristóbal Colón


Sobre la nacionalidad de Cristóbal Colón

Orwell, en una fórmula elemental dijo que quien controla el pasado controla el futuro. La imposición organizada de un discurso histórico es un viejo hechizo del poder y una de las más potentes agresiones a la identidad y la libertad del individuo, por eso la política y la historia en occidente parecen tener fronteras de niebla. El 20 de mayo de 1506 murió Cristóbal Colón en Valladolid. En 1544 sus restos fueron trasladados a Santo Domingo. Para los italianos Cristoforo Colombo, nació en Génova, y lo ven como italiano, Cristóbal Colón para los españoles se naturalizó español. Para hablar sobre este tema me referiré al artículo publicado por José María Lancho en ABC.es, hoy.

Mucho se ha escrito sobre la nacionalidad de Cristóbal Colón. El enfoque propuesto por el abogado e historiador José María Lancho se ciñe a los actos propios del Almirante y al alcance que tuvieron en el derecho castellano. La españolización de Colón fue una preocupación continua para el Almirante, casi una obsesión y en todas sus negociaciones con los Reyes Católicos, en las que no dejó nada al azar. En Castilla, desde las Cortes de Alcalá de 1348 y la pragmática de 1369 del rey Enrique II en las Cortes de Toro, los oficios, prelacías y beneficios del Reino estaban reservados exclusivamente para los naturales. Sin naturalización Colón no podía adquirir legalmente las condiciones ni los Reyes cumplirlo. A finales del siglo XV esa cualidad era una cosa bastante distinta del hecho de haber nacido en uno u otro lugar. Américo Vespucio, cosmógrafo que dio su nombre al nuevo continente, no cejó hasta obtener una cédula de naturalización y hacerse castellano.

En el caso de Colón la condición legal de castellano está exhaustivamente trazada en un haz de documentos jurídicos que parten de las Capitulaciones de Santa Fe, documento básico que recoge las garantías reales a las propuestas de Colón y que tenían, como uno de sus efectos jurídicos fundamentales, que naturalizaban, en todo caso, a Colón como castellano. El tipo de ennoblecimiento de Colón tenía efectos directos en esa naturalización y él mismo se preocupó en que no dieran lugar a duda alguna. Se puede rastrear, incluso en la actualidad, reminiscencias del efecto naturalizador de los títulos nobiliarios en el derecho histórico hispánico. Los títulos de Colón no eran meramente honoríficos sino que suponían funcionalmente la sujeción directa y el reconocimiento como Señores a los Reyes de Castilla de una forma incompatible con cualquier otro vínculo soberano o respecto de cualquier otra nación.

Asimismo, y aún más importante, lo fue la solicitud y adquisición del cargo de almirante, y no porque le convirtiese en una suerte de general supremo de la marina de los Reyes Católicos, Cristóbal Colón no mandaba sobre Galcerán de Requesens o Juan de Lezcano, verdaderos lobos de la guerra del mar de las coronas de Castilla y Aragón. El título de Almirante tenía importancia jurídica por otro aspecto aún más relevante: se trataba de un oficio de la casa de Corte, que es regulado en la Segunda Partida en el Título IX del Rey Alfonso X y describe una vinculación orgánica con el Reino y con la casa del rey, todo ello mucho más importante para Colón que establecerle caudillo de todos los navíos que son para guerrear” del rey, pues pertenecer a su casa era el elemento básico para que Colón formalizara su naturaleza en estos Reinos y pudiera ostentar los cargos de virrey y gobernador y gozase los beneficios y privilegios o capacidad para dictar justicia.

El proceso no se detuvo hasta lograr una identificación de las armas de Colón con las castellanas. Entre mayo y junio de 1493, los Reyes Católicos le premiaron con una real provisión de «acrecentamiento» de armas, de forma que Colón pudiese ostentar las armas del Reino de Castilla y León con ligeras diferencias, y se le permitiría a él mismo modificar a motu proprio su escudo para hacerlo coincidir con las armas del Reino. Con todos los matices que afectan a toda pretendida grandeza humana, la grandeza de Cristóbal Colón es enorme y su dimensión histórica tan evidente, que lo fue incluso para él mismo; no podemos olvidar que, Colón es uno de los pocos personajes de la historia que pudo escoger su patria, y efectivamente, Colón, pudiendo escoger cualquier patria, escogió la española. Hasta aquí, el artículo resumiendo lo publicado por José María Lancho en ABC.es, hoy 8 de enero del 017

Lo cierto es que Colón hablaba y escribía en castellano, que era la lengua culta de la época. Ya conocía la lengua en su Génova natal, él no hablaba ni escribía en italiano y no escribía en portugués, vivió la mayor parte de su vida entre Huelva y Valladolid, y en la Vía de la Plata, se identificó con los castellanos y con los españoles en general, o en otras palabras, eligió vivir donde mejor se encontraba. Uno no es de donde nace ni de donde pace, sino de donde se identifica y Colón se identificó con Castilla, donde vivió la mayor parte de su vida. Lo mismo le ocurrió a Américo Vespucio quien nació en Florencia, por tanto fue un comerciante y cosmógrafo florentino, quien se naturalizó castellano en 1505, o con el Greco que nació en Creta, pasó por Italia y se identificó con Toledo. Así existen unos cuantos ejemplos más que no necesitan demostración. Lo importante del descubrimiento del Nuevo Mundo, no es únicamente el lugar de nacimiento de su descubridor, sino la decisión de emprender la conquista de América, en una empresa que fue castellana y española a lo largo de los siglos XV XVI y XVII.

Mississauga, 8 de enero del 2017

 

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