Vladímir Maiakovski poeta de la revolución rusa
El escritor español Juan Bonilla fue el ganador del Premio Bienal de
Novela Mario Vargas Llosa del año 2014 por “Prohibido
entrar sin pantalones” (Seix Barral Biblitoeca Breve). En su novela, Bonilla destaca la
figura del poeta Vladímir Vladímirovich Maiakovski, una de las figuras más carismáticas de la
vanguardia rusa. Nueva York, Londres, París, Moscú y México son algunos
de los escenarios de la novela, en la que el escritor se adentra en la vida de
un personaje contestatario que vivió con una intensidad desbordante su
apasionada relación amorosa con Lily Brik, permitida y alentada por su marido.
Mayakovski, nacido Baghdati, Georgia, en 1893, comenzará siendo un
rebelde que recitaba en cabarets y en circos, interesado en el cine. Poco
a poco Vladimir irá ganando la fama que lo llevará a consagrarse, al triunfar la
Revolución bolchevique, comoun gran poeta nacional. En 1915 publicó el libro de poemas La nube con pantalón y un año después, La flauta-columna vertebral. En el mismo
año de la Revolución Rusa son las premoniciones de El hombre (1917), en la que colaboró redactando consignas
revolucionarias. Más adelante, se desbordará hacia diferentes manifestaciones, empezando
con la poesía periodística, esto es la poesía puesta al servicio de la
Revolución. Entre los años 1923 y 1925, Maiakovski junto a Aleksandr Ródchenko
creó una agencia de publicidad donde editarían poesías, y literatura panfletaria y revolucionaria. Escribió obras de teatro,
guiones cinematográficos, canciones para el Ejército Rojo y para las
instituciones del Estado obrero. Mayakovski participó en las batallas teóricas de los
formalistas, compuso el "Manifiesto Futurista Ruso" y diseñó gran cantidad de afiches. Considerado el poeta de la Revolución, a partir de 1923 y hasta 1928 trató
de congregar en torno a la revista Lef, fundada por él, a toda la vanguardia
artística soviética, a pesar de las críticas de los estamentos del nuevo orden.
Exaltación de la figura de Lenin es el poema V. I. Lenin (1923-1924), y los éxitos de la URSS fueron cantados
por el poeta en obras como Octubre (1927)
y ¡Bien! (1927). Mayakovski criticó
acervamente el creciente aparato burocrático soviético con comedias como La chinche (1929) y El baño, que estuvieron precedidas en 1922 por Los sedentes. Problemas políticos y personales, agravados por el
fracaso de sus obras, podrían ser para algunos los motivos que explicarían su suicidio, pese
a ello, tras su muerte, no tardó en ser reconocido por su valor literario como el fundador de la
poesía soviética. Con la muerte de Lenin y la llegada de Stalin al poder, las
circunstancias llevarán a Mayakovski a convertirse en un rebelde y padecerá la
persecución de los escritores oficiales, quienes lo tacharán de pequeño burgués. En
su novela, el escritor español Juan Bonilla, utiliza la peripecia vital de Mayakovski,
desde su irrupción en el futurismo y sus controvertidos amores hasta su suicidio para reflexionar acerca
de las relaciones entre arte y poder.
Juan Bonilla afirmaría sobre su personaje, que era, “esa especie de espejo que me permitía reflejar su época. Luego, esa
historia de amor que vivió con Lili Brick, que estaba casada con el crítico
Osip Brick, y en tercer lugar, el tránsito de la nada a la nada pasando por el
todo. Alguien que empieza de la nada, que por circunstancias históricas pasa a
ser el propagandista de Lenin, y luego vuelve a la nada cuando Stalin llega al
poder. La única manera de contarla fue a través de una novela y no un ensayo
biográfico. Inventarme una voz de alguien que estuvo ahí”. Estas cosas las diría el escritor
español en la oportunidad de ganar la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, cuando señalaría que el suicidio fue uno de sus actos más entendibles. “Era un poeta que creía en la juventud, en el amor, en la revolución.
Cuando la energía le falla, cuando lo traicionan, termina con su vida. La labor
de chivato del régimen es la que no entiendo. Que denunciara a compañeros, que
escribiera artículos en contra de sus colegas cuando estaba en el poder. En
esos años fue un miserable moralmente. Envidio su energía, esa especie de
certeza de saber que él mismo debía ser su propia obra”.
De Vladímir Maiakovski, Juan Bonilla rescató “esa idea revolucionaria y peligrosa de que el arte no es nada si no
salta a la vida, si no influye en la vida de los demás. Que tiene que ocupar
las plazas de la ciudad, los lugares públicos”. Esta idea contrasta con la
imagen que tiene el ámbito literario en esta época, en que los artistas
tienden a sentirse seres privilegiados que intentan convivir en ghettos separados de los demás. Prohibido entrar sin pantalones es una gran novela que nos actualiza
sobre una impresionante historia, por demás bien conocida por quienes vivimos en estos tiempos donde los crueles designios de los políticos pueden sin rubor alguno vida y obra de poetas y artistas. Como
siempre sucede a lo largo de la historia, a Vladimir Maiakovski, la canalla oficial y semioficial le
salieron al paso, y el 14 de abril de 1930, se disparó una
bala en el corazón.
Maracaibo, 3 de junio de 2016.
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