ESCRIBIR EN LA HABANA.
Novela premiada
en 1994 en la Bienal de Literatura “José Rafael Pocaterra” del Ateneo de
Valencia en Venezuela, en una “edición especial” con 812 citas como pie de
páginas.
Los “pie de
páginas” en las novelas, es un tema que suscita polémicas: ¿Novela o antinovela?,
hemos tocado
Este aspecto de
la novelística y propuesto su discusión en la Escuela de Letras de la Universidad del
Zulia(LUZ), y la invitación aún continúa vigente a la espera de que algún día se
pueda organizar dicho foro.
Para llamar nuevamente la atención de quién pueda interesarse en este tema, regresaré a un escrito ya colocado en este blog hace casi un año y medio, sobre el cual nadie nunca hizo ningún comentario, y que se refiere a los "pie de páginas" y las novelas.
A estas alturas, finalizando el mes de mayo del 2014, todavía nadie se estimula lo suficiente para ir sobre las 812 referencias de la novela, y los profesores de la Escuela de Letras de LUZ, que recibieron la novela de regalo, como el Premio Nobel, parecen haber hecho mutis por el foro...
Como me diría mi amigo Eduardo ( coeditor de la 3ra edición de la novela...
Cest la vie!
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martes, 29 de enero de 2013
Para hablar de los pie de páginas
Sin pretender hacer como lo que propuso
Cortazar con Rayuela, donde el lector tenía que ser capaz de escapar al dictado
del autor y utilizar la llamada “estética de la recepción” para decidir el
orden de como leer su obra, la 3ra edición de “Escribir en La Habana” con 812 referencias
ubicadas como “pie de páginas”, espera por su lectura para ser evaluada. Esta
edición, podrá verse como una grotesca agresión contra el sencillo lector de
novelas ante la desmesura de quien debería ejercer con cierto recato el llamado
oficio de escribir. No obstante, debo revelarles que la intención velada del
escritor al acometer lo que puede parecer un exabrupto, intentaba despertar el
interés de los lectores para que fuesen ellos mismos quienes decidieran, cada
uno y por su propia cuenta, eso sí, con intuición de lector inteligente, la
manera como cada cual abordaría su lectura.
Hay algo que sintáxticamente todos debemos recordar
sobre las notas de pie de página,
y es que ellas constituyen literariamente, la manera más común de incluir
anotaciones al texto. Ofrecen información adicional que puede ser de interés
para el lector y que no se ha podido insertar de manera fluida en un texto
corriente, y sabemos que ellas deberán ser un complemento del texto cuando son
estrictamente necesarias. También es muy cierto que no se debe abusar de estas
notas puesto que al hacerlo, el lector puede sentirse presionado ya que
exagerar con ellas, puede ser sencillamente un signo de pésimo estilo
literario. Acepto que incluir 812 notas como pie de páginas en una novela,
constituyó un experimento, bastante
abusivo y evidentemente difícil de pasar por alto y podría estar de acuerdo con
que este caso raya en la exageración.
Es algo bien sabido que las notas en pie de páginas en
general constituyen un problema cuando ellas se encuentran presentes en una
novela. Cito la opinión de Jon Edgard
Martin, un escritor norteamericano experto en novelas sobre la antigua Grecia,
quien ha insistido en que, “la magia de la ficción es
sagrada en una novela, y quien la rompe precisamente en la propia novela es su
nota a pie de página, la novela corre el riesgo de que el lector no vuelva a
engancharse, se aturda, se desinterese y se desentienda de la historia”. Voy a citar también a un
catedrático
y politólogo
español, Rafael del Águila Tejerina
(1953 - 2009), especialista en
Teoría Política, quien en una de sus obras más sobresalientes "Sócrates
furioso: el pensador y la ciudad", ensayo que fue finalista del premio Anagrama
del año 2004, hizo este agudo comentario sobre los pie de páginas. “… Tener que leer un pie de página es como tener
que bajar las escaleras para abrir la puerta mientras estás haciendo el amor”.
Precisamente por estas razones y otras habíamos propuesto
hacer una reunión que bien pudiera ser denominada “conversatorio” en la cual
los lectores que se hayan atrevido a leer la novela, puedan ser reunidos para
escuchar y discutir opiniones sobre la 3ra edición de “Escribir en La Habana. Esta
propuesta hecha ante la
Escuela de Letras de la Universidad del Zulia,
ha estado precedida de la lectura de la novela por varios profesores de
literatura y acercarla a los estudiantes a través de una edición digital en
discos compactos, no obstante, quizás el impacto pareciera ser demasiado fuerte
puesto que la idea todavía no terminar de cuajar. En lo personal, yo confío en
que durante una reunión promovida para los fines propuestos, los lectores
seguramente podrán plantearse, casi como
un reto, las opciones de cómo se puede abordar la lectura de esta novela en esa
situación tan particular. La necesidad de saber como deberá abordarla el lector
y cuales pueden ser sus dificultades para hacerle frente a la lectura de la
misma es para mi un enigma y sigo esperanzado de que las autoridades de la Escuela de Letras acepten
la idea. Siento que los resultados, sin ánimo de ser peyorativo, deberá
depender de que la novela cuente con “lectores inteligentes” y en esta premisa
estoy centrando mis expectativas, pues siento que serán éstos los lectores que
sabrán sacarle provecho al texto. También confío que de esta discusión puedan
hallarse caminos interesantes sobre como abordar esta obra.
Sin
querer descargar las culpas sobre el lector, quiero recordar como Enrique Vila
Matas en “Dublinesca”, decía: “sueño con un día en que la caída del hechizo del best-seller
dé paso a la reaparición del LECTOR CON TALENTO y se replanteen los términos
del contrato-moral entre el AUTOR y el PÚBLICO”. Vila Matas expresa su la opinión diciendo que, “si se le exige TALENTO a un ESCRITOR, también debe
exigírsele al LECTOR”. Él insistió
en que sin llamarse a engaños, “el viaje de
la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de
emoción inteligente”… Finalmente expresó como en su opinión “Las mismas habilidades que se necesitan
para ESCRIBIR, se necesitan para LEER”.
Hablando
de afirmaciones tajantes, puedo citar aquí a nuestro Director de la escuela de
Letras de LUZ, el poeta Carlos Ildemar Pérez
quien en su libro “La mano de obra”, ha
afirmado: “que la historia de la
literatura no es más que la historia del lector”. Interesante aseveración ésta, pues quizás, en ese mismo sentido, lo que
él argumenta para los lectores de poemas, siento que debe valer para los
lectores de narrativa. Por ello, nuevamente debo citarlo en otra de sus
aseveraciones en “La mano de obra”. “Para
cortar por lo sano, quisiera señalar que estoy convencido de que no existen
poemas buenos ni malos, existen lectores y poemas. A los lectores si que se les
puede, y debe por desconfianza, reunir en excelentes, mejores, regulares y
pésimos, etc, etc”.
Uno de los detalles que han interesado
sobre la novela “Escribir en La
Habana” es si acaso puede considerársele como una novela
histórica, por cuanto los sucesos que se narran, para la época cuando fue
presentada y premiada ( Bienal José Rafael Pocaterra, del año1994 ), se
hallaban en el contexto de un fenómeno socio político del que poco o nada, que
no fuese literatura panfletaria se escribía en aquellos días, y me refiero al
fenómeno tan cacareado ahora, de La Revolución Cubana.
En estos años, ya la segunda década del siglo XXI, este comentario puede sonar
a disparate, pero a comienzos de la década de los 90, lo que aquí afirmo fue un
hecho cierto, de allí que los lectores iniciales de la novela “Escribir en La Habana”, insistían en la interpretación y ubicación
política del autor, quien neófito en esas lides literarias siempre insistió en
que una novela es fruto de la imaginación y que no tenía que ver nada con la
política. Recuerdo estos hechos por cuanto mi última novela publicada, la
séptima intitulada “El año de la lepra”, así como en “La peste loca” del año
1978, tiene un trasfondo político, sin que por ello deje de ser un ejercicio de
imaginación.
Orhan Pamuk (Estambul,1952) escritor turco
galardonado con el Premio Nobel de Literatura
en 2006
ha dicho: “El reto de la novela histórica
no es producir una imitación perfecta del pasado, sino relatar la historia con
algo nuevo, enriquecerla y cambiarla con la imaginación y la sensualidad de la
experiencia personal.” Julian Barnes, (Leicester,
1946), novelista británico
cuyas novelas e historias cortas han sido vistas como ejemplos del posmodernismo
literario ha señalado también como, “…Inventamos historias para tapar los hechos
que no conocemos; conservamos unos cuantos hechos verdaderos y alrededor de
ellos tejemos un nuevo relato”. Finalmente debo volver sobre las enseñanzas
de mi buen amigo, el escritor Eduardo Liendo quien expresaba que el escritor
está obligado a ser testigo de su época.
Me he
desviado del tema original sobre la posibilidad de discutir ampliamente el tema
de los pie de páginas en la 3ra edición de la novela “Escribir en La Habana” y conservo la
esperanza de que este año 2013, la
Escuela de Letras de LUZ organizará la reunión con docentes y
estudiantes, llámese “conversatorio”, mesa redonda o una sencilla reunión para
intercambiar ideas y esperemos que de sus frutos.
Maracaibo, 29
de enero del año 2013
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