Este nombre sofisticado le pertenece a una especie de “gato” madrileño, que habitó en el área de la capital de España hace más de 15 millones de años. El animal tenía el tamaño de un lince, y poseía, una mordida poderosa que le permitía matar presas mayores que las especies actuales. Este era un animal carnívoro y se está descubriendo en estos tiempos del siglo XXI.
Hace 15,5 millones de años, eran los tiempos del Mioceno Medio y el clima era bastante más cálido que el actual y donde ahora se encuentra el intercambiador de la estación madrileña de Príncipe Pío, vivía el Magerifelis peignei una especie de pequeño felino que hasta ahora la ciencia desconocía. Durante el Mioceno temprano, existieron una gran cantidad de anficiónidos que migraron desde Eurasia hasta Norteamérica. Esos taxones pertenecen a la subfamilia Amphicyoninae. El primero en aparecer fue Ysengrinia, seguido de Cynelos y de Amphicyon. Este flujo de anficiónidos, acompañados por ungulados y pequeños mamíferos, indican un gran intervalo (desde 23 hasta 16,5 Ma) de intercambio de fauna entre Eurasia y Norteamérica en el Mioceno Inferior
Este “gran gato” habitaba en un paisaje dominado por amplias praderas salpicadas de frondosos bosques, poblados por rinocerontes (Hispanotherium matritense) y mastodontes. Existían osos de tres metros de altura y superdepredadores como los anficiónidos, conocidos como lobos gigantes que daban buena cuenta de los rumiantes, bóvidos, jabalíes y caballos de tres dedos que poblaban la región.
Allí, sin embargo, también vivieron otras especies carnívoras, pequeños felinos muy raros de encontrar en el registro fósil y cuyos lazos de parentesco apenas se conocen. Hasta ahora, en efecto, apenas si se disponía de algunos dientes y fragmentos aislados de huesos de estos animales, hasta el año 2007 cuando la cosa cambió.
Durante las obras de mejora del intercambiador madrileño, salieron a la luz varios fósiles, entre ellos una mandíbula perfectamente conservada que pertenecía a un pequeño felino del que no se tenía noticia, un 'gato' prehistórico que un equipo de investigadores del Museo de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), acaba de asignar no sólo a una nueva especie, sino a todo un género desconocido hasta el momento.
El hallazgo fue publicado en la revista 'Journal of Vertebrate Paleontology', y Gema Siliceo, coautora del estudio, declararía que: “ recuperamos una mandíbula prácticamente completa que conservaba casi todos sus dientes en condiciones excepcionales. Lo más sorprendente es que tenía un diminuto segundo molar inferior (M2), un diente ausente en todos los félidos vivos y fósiles excepto en Proailurus, el primer félido conocido en el registro fósil, procedente de yacimientos de hace 25 millones de años, mucho más antiguos que el de Príncipe Pío”.
El nombre de, Magerifelis peignei, se debe tanto a la ciudad de Madrid (fundada por los árabes como Myrit, Magerit traducido al castellano de la época) y también al paleontólogo francés Stéphane Peigné, quien colaboró durante años con el equipo hasta su fallecimiento en 2017.
Recordemos, como una curiosidad, que muchos (aunque no todos) los madrileños reciben el nombre de 'gato' desde que en el año 1085, durante el asalto de Mayrit por parte de Alfonso VI, uno de los soldados consiguió trepar por la muralla y cambiar la bandera mora por la cristiana con la única ayuda de una daga. Por tal motivo, recibió el apodo de “el gato” que hoy ostentan todos los madrileños y madrileñas que sean por lo menos de tercera generación.
El Magerifelis peignei fue descrito en 2024 a partir de siete fósiles del Mioceno medio de España y Francia, y posee una masa corporal estimada en 7,61 kg. Este nuevo felino era de un tamaño parecido al de los linces actuales, aunque, según escriben los paleontólogos, poseía una mandíbula “más grande que la de Felis silvestris”, lo que le permitía generar una mordida fuerte con la que matar presas relativamente grandes, mayores de las que cazan hoy en día otros felinos de tamaño similar.
Después de encontrar el fósil holotipo (05/101/2/3622) en el yacimiento paleontológico de Príncipe Pío, en Madrid, España. Otros fósiles ya conocidos, procedentes de Francia, fueron reasignados a la nueva especie. Todos los fósiles conocidos de Magerifelis son hemimandíbulas, con o sin varios dientes intactos. Se describió que la especie tenía un diente canino inferior relativamente pequeño, con un segundo premolar ausente o muy reducido, un tercer y cuarto premolar presente, un primer molar presente y un segundo molar también presente pero reducido.
Se muestran los huesos de unas mandíbulas, del Museo Paleontológico de Alemania. El Amphicyon giganteus era una especie europea que vivió desde principios del Burdigaliense hasta principios del Langhiense, aproximadamente desde 20.4 a 15.9 millones de años con posible material de Namibia. La especie fue descrita por primera vez en 1884 por Kaup. En Portugal se encontró una muestra de Iberotherium rexmanueli zbyszewskii con marcas de dientes de A. giganteus.
El felino que vivió en la zona donde se sitúa la actual ciudad de Madrid hace alrededor de 15,5 millones de años, en el Mioceno Medio, ha podido conocerse ahora, gracias a la descripción que se ha hecho a partir de una mandíbula (ver) que fue recuperada en 2007 en el yacimiento paleontológico que fue descubierto durante las obras de mejora del intercambiador de transportes de la estación madrileña de Príncipe Pío. Al igual que los gatos modernos de tamaño similar, Magerifelis probablemente se alimentaba de roedores, aves, lagomorfos y de pequeños mustélidos, todos los cuales han sido registrados en el yacimiento de Príncipe Pío.
En palabras de Manuel Salesa, primer firmante del artículo, “además de esta resistencia a la tensión los músculos responsables de la mordida poseen áreas de inserción muy desarrolladas, indicativo de masas musculares relativamente más grandes que las de otros felinos de talla similar”.
Jesús Gamarra, por su parte, a quien le toco la tarea de reconstruir el aspecto de la especie, afirma que “no es frecuente tener una pieza tan completa sobre la que trabajar para reconstruir una especie fósil, así que ha sido una experiencia muy estimulante”.
El paleoartista Mauricio Antón, también miembro del equipo, informaría que fue gracias al uso de CT Scan (tomografía computerizada), “que hemos podido estudiar la morfología interna de estos dientes y observar que el m2 (segundo molar inferior) poseía una raíz relativamente grande”.
Por último, tal y como señala Jorge Morales, también coautor del estudio, “es de vital importancia preservar el impresionante patrimonio paleontológico que atesora Madrid, uno de los más importantes de España, y que proporciona datos imprescindibles para conocer la evolución de muchos grupos de mamíferos”.
NOTA: Parte de esta información fue tomada de un trabajo de José Manuel Nieves, periodista del diario español ABC.
Maracaibo, viernes 15 de marzo del año 2024
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