Mary Anning (1799-1847) fue la primera mujer paleontóloga reconocida como tal. En realidad, ella fue una coleccionista y comerciante de fósiles inglesa, quien hizo importantes hallazgos de los lechos marinos del período Jurásico en la localidad inglesa Lyme Regis donde vivía. Su trabajo a principios del siglo XIX dio un cambio en la manera de entender la vida prehistórica y la historia de la Tierra.
Mary Anning nació en la ciudad inglesa de Lyme Regis situada en Dorset, Inglaterra. Su padre, Richard, era un ebanista que completaba sus ingresos mediante la búsqueda de fósiles en los yacimientos costeros cerca de Lyme Regis y la venta de sus hallazgos a los turistas. Se trasladó a Lyme desde Colyton en Devon y se casó con María Moore, conocida como Molly, el 8 de agosto de 1793 en Blandford. En Lyme, la pareja se radicó en una casa construida en el puente de la ciudad y asistía a la Iglesia congregacional local, donde todos sus hijos fueron bautizados.
Como religiosos disidentes, los Annings se enfrentaron a la discriminación legal y social. Poco después de su matrimonio nació una hija a la que llamaron Mary. Fue seguida por una segunda hija, Martha, que falleció al poco tiempo, y luego por un hijo Joseph, en 1796. En 1798 su segundo hijo, Henry, murió en la infancia y la hija mayor, Mary, accidentalmente murió quemada viva, posiblemente al tratar de alimentar el fuego con virutas de madera. Cuando otra hija nació el mes de mayo siguiente, se le dio el nombre de su hermana muerta, Mary.
En 1800, cuando tenía 15 meses de edad, se produjo un acontecimiento extraordinario. Anning se encontraba en los brazos de una vecina, Elizabeth Haskings, junto con dos amigas bajo un olmo viendo un espectáculo al aire libre, cuando un rayo cayó sobre el árbol. Las tres mujeres fallecieron en el acto, pero el resto de espectadores se dieron cuenta de que la niña estaba aún con vida y la llevaron rápidamente a casa. Un médico local consideró su supervivencia como milagrosa y durante años los miembros de su comunidad atribuirían la curiosidad, inteligencia y viva personalidad de la niña con el incidente.
El matrimonio Anning tuvo por lo menos cuatro hijos más: Henry, 1801; Percival, 1803; Elizabeth, 1804; y Richard, 1809. Todos murieron durante la infancia, sobreviviendo sólo Joseph y Mary. Cuando Richard Anning murió en 1810 a los 44 años, probablemente de tuberculosis, la familia Anning se quedó sin medio de subsistencia y tuvo que solicitar ayuda a su parroquia. Tanto Mary como su hermano Joseph acompañaban a su padre en ocasiones cuando iba en busca de fósiles en los acantilados cercanos para venderlos, y después de su muerte comenzaron a recoger fósiles a tiempo completo para ganarse la vida.
El coleccionismo de fósiles se encontraba en boga a finales del siglo XVIII y principios del XIX, era un pasatiempo similar a la filatelia, pero gradualmente se fue transformando en una ciencia. Un número mayor de turistas de las clases altas y medias visitaban Lyme Regis, que se había convertido en un popular destino costero. Al igual que su padre, Mary y Joseph Anning montaron una mesa de curiosidades cerca de la parada de la diligencia en una posada local para vender su mercancía a los turistas. Joseph realizó un importante hallazgo de un cráneo de ictiosauro en 1810 y Mary encontraría un esqueleto al año siguiente, y así forjaron relaciones con la comunidad científica interesada en los fósiles, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de la familia.
Los hallazgos de Mary Anning corresponden al primer esqueleto de ictiosauro en ser identificado correctamente y los primeros dos esqueletos de plesiosauros, así como el primer esqueleto de pterosaurio encontrado fuera de Alemania y algunos fósiles de peces importantes. Sus observaciones más importantes sobre los fósiles de belemnites, al demostrar que contienen sacos de tinta fosilizada y de que los coprolitos, conocidos como piedras bezoar en esa época, son heces fosilizadas. El geólogo Henry de la Beche pintó Duria Antiquior, la primera escena sobre el tiempo profundo que tuvo gran difusión, y se basó en los fósiles que Anning había encontrado, y hasta vendió copias en su beneficio.
El sexo y la clase social de Anning le impidió participar completamente en la comunidad científica británica de principios de siglo XIX, dominada por caballeros ricos anglicanos, y de que no fuera citada en absoluto en sus contribuciones. Aunque llegó a ser conocida en los círculos de geólogos de Gran Bretaña, Europa y América, tuvo dificultades financieras durante la mayor parte de su vida.
En un artículos de 1823 del Bristol Mirror sobre la compra de un esqueleto de ictiosauro encontrado por Anning para el Bristol Institute, incluía la siguiente reseña sobre su obra: Esta perseverante mujer ha ido día sí día también durante años en busca de restos fósiles de importancia cada marea, durante varios kilómetros sobre los acantilados de Lyme, que arroja masas que son su objetivo inmediato, ya que sólo éstas contienen las valiosas reliquias de un mundo antiguo, que debe ser arrebatado en el momento de su caída, con el riesgo continuo de ser aplastadas por los fragmentos que caían de vez en cuando o ser destruidas por el flujo de la marea: a su esfuerzo debemos casi todos los excelentes especímenes de ictiosauro de las grandes colecciones.
Mary Anning en 1826, a los 27 años, ahorró suficiente dinero con el fin de comprar una casa con un gran ventanal de cristal que daba a la calle a modo de escaparate y fundar una tienda llamada Almacén de fósiles Anning. La tienda tenía en aquel entonces un excelente esqueleto de ictiosauro en exposición. Geólogos y coleccionistas de fósiles de Europa y de América visitaron a Anning en Lyme para adquirir especímenes. El geólogo George William Featherstonhaugh, adquirió fósiles para el recién inaugurado Liceo de Historia Natural de Nueva York en 1827. El Rey Federico Augusto II de Sajonia en 1844 y compró un esqueleto de ictiosauro para su vasta colección de historia natural. El médico y asesor del Rey, Carl Gustav Carus, le pidió a Anning que le escribiera su nombre en su cuaderno, ésta añadió «soy famosa en toda Europa».
La educación de Anning era limitada. Aprendió a leer durante los domingos gracias a la iglesia congregacional y los textos que leyó durante su niñez eran en su mayor parte escritos religiosos de los llamados disidentes, no anglicanos, pero con el fin de aprender lo máximo posible sobre fósiles, Mary leía tanta literatura científica como era capaz y a menudo copiaba a mano laboriosamente artículos que tomaba prestado de otros. También diseccionaba animales como peces y sepias para entender mejor la anatomía de los fósiles con los que trabajaba. En realidad, el sexo como la clase social de Anning le impidió participar completamente en la comunidad científica británica de principios de siglo XIX, dominada por caballeros ricos anglicanos, y de que no fuera citada en absoluto en sus contribuciones. Aunque llegó a ser conocida en los círculos de geólogos de Gran Bretaña, Europa y América, tuvo dificultades financieras durante la mayor parte de su vida.
En 1830, debido a la crisis económica en Gran Bretaña, que redujo la demanda de fósiles. Anning estaba teniendo dificultades financieras de nuevo. Georg Scharf tenía una impresión litográfica a partir de su pintura en acuarela que retrataba la vida en un Dorset prehistórico basado en los fósiles que Anning había encontrado. De la Beche vendió copias de la litografía a colegas geólogos y otros amigos ricos y le donó el dinero recaudado. En diciembre de 1830 Mary hizo otro gran hallazgo: el esqueleto de un nuevo tipo de plesiosaurio, que se vendió por £200. Anning cambió también su asistencia de la Iglesia congregacional local, donde había sido bautizada a la iglesia anglicana. Anning sufrió otro revés financiero grave en 1835 cuando perdió la mayor parte de sus ahorros de toda la vida, alrededor de £300, en una mala inversión. Preocupado por su situación financiera, su viejo amigo William Buckland convenció a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia y el gobierno británico decidió concederle una pensión.
En marzo de 1847 Anning murió de cáncer de mama, a los 47 años de edad. Su trabajo se había reducido durante sus últimos dos años de vida a causa de la enfermedad. Tras su muerte, su amigo Henry de la Beche, presidente de la Sociedad Geológica de Londres, escribió un panegírico, tal honor sólo era concedido a los miembros fallecidos y Anning fue, no solo la primera persona que los recibió sin pertenecer a la asociación, sino también la primera mujer a quien fueron dedicados.
Londres, domingo 7 de agosto del año 2022
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