Antonio García-Bellido fue influyente científico español, fallecido el 10
de noviembre a los 89 años nos hablaría de cómo las conversaciones entre
células controlan el espacio y señalaría que cuanto sabemos hoy sobre la
biología de los seres vivos tiene su origen en una serie de descubrimientos que
se llevaron a cabo entre los años sesenta y setenta del siglo pasado.
La
estructura
del ADN demostró el mecanismo de la herencia de
caracteres de padres a hijos y abrió el camino para entender la acción de los
genes. Con la clonación de sapos y ranas se demostró que la información
genética, escrita en el ADN, no se pierde en la transformación de la primera
célula en el conjunto que es un ser vivo y aprendimos las reglas básicas de
cómo los genes contribuyen a esa transformación. La mayor parte de estos
estudios se llevaron a cabo o su epicentro en Oxford, Cambridge, Boston y Nueva
York, pero la última se dio en el Madrid
de los años setenta con el trabajo de Antonio
García-Bellido (1936-2025), con la mosca del
vinagre.
Reconocido mundialmente, al margen de varios
premios, entre ellos el Príncipe de Asturias, Antonio García-Bellido ha
permanecido anónimo para el público en España y ahora, su fallecimiento ha
servido para recordar que hace unos años Francisco
Mojica, fue el descubridor de CRISPR, pero ya sabemos
que nadie es profeta en su tierra. Antonio García-Bellido, no pasaba
desapercibido para sus colegas y estudiantes ya que con fuertes rugidos
expresaba sus dudas y sus preguntas pues era un apasionado con la ciencia, y
sus intuiciones sobre los seres vivos, siempre estuvieron en sus pensamientos y
contribuyó al desarrollo de la ciencia en España formando varias generaciones
de estudiantes, impulsando a colegas, a nuevas aventuras e inspirando a otros
desde el extranjero.
Nacido en
Madrid en una familia de gran tradición
humanística, García-Bellido sintió gran interés por la
biología. Con un ejercicio autodidacta su primera pregunta era siempre: “¿Qué
has leído?”. Para él la ciencia era parte de un gran conjunto cultural con
raíces en la curiosidad individual. En la España de la Guerra Civil lo que
había de ciencia se reducía a una veneración, más religiosa que de contenido,
a Santiago
Ramón y Cajal. García-Bellido se formó en la
biblioteca de su padre, desde donde se trazó el plan de entender la fisiología,
las capacidades constructoras de las células y la genética, en ese orden,
Comienza
una tesis con Eugenio Ortiz sobre
una mutación en Drosophila, la mosca del vinagre. Visita Cambridge
y Zúrich para aprender fisiología, pero intuye que el secreto se esconde en la
genética. Dijo en alusión al ovillo utilizado por el héroe Teseo para escapar
del laberinto del Minotauro en la mitología griega: “La genética es el hilo de
Ariadna que nos ayuda en el laberinto de nuestras preguntas biológicas”.
Con esta idea, en 1968, después de doctorarse aterriza en Caltech, California,
donde tendrá lo que llamo la revelación de su vida.
Se va a EE UU con las moscas en la maleta y una vez
allí, comienza a escudriñar los resultados del experimento y empieza a
entender, como lo que observa es que dependiendo de la edad de marcaje, las
células ocupan más o menos territorio cosa que no lo hacen al azar, sino
siguiendo reglas espaciales de colonización. En Caltech, trabajando con Ed Lewis ―futuro
premio Nobel por su trabajo sobre el papel de los genes en el desarrollo―
empezará a entender que los genes permiten a las células leer esas reglas y que
los genes que hacen este trabajo son especiales, y él los llama “selectores”
porque seleccionan lo que hacen las células.
De
regreso en Madrid, monta un laboratorio en el CSIC de la calle Velázquez con la
ayuda de su esposa María Paz Capdevila y tiene la suerte de que sus tres
primeros estudiantes Morata, Ripoll y Santamaria,
son brillantes y sus apellidos se unen a García-Bellido en una serie de
artículos que atraen la atención en el extranjero. En 1975 su grupo se muda al Centro de
Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, del que García-Bellido
donde su laboratorio se convierte en una suerte de meca de la disciplina que ha
fundado.
Entre microscopios y moscas, analizaban y discutían resultados y se
exportaba ciencia bajo la batuta de García-Bellido, se crearon cimientos muy
sólidos que hoy siguen dando sus frutos en entendimiento del desarrollo de los
seres vivos. Los estudiantes y colaboradores de los años ochenta y noventa
recordarán que García-Bellido ejercía de pontífice de la nueva biología del
desarrollo proponiendo nuevos experimentos, cuestionando resultados y pidiendo
claridad, pero siempre provocando,
estimulando, pidiendo ir más lejos en el entendimiento de los hechos.
Así era
Antonio, un autodidacta con una pasión por la ciencia que trae a la
memoria aquella
visión de Ortega y Gasset sobre la ciencia en
España: “fanfarrona, atrevida, irá ganando la certidumbre a brincos […]. Ciencia
bárbara, mística y errabunda”.
Maracaibo, lunes 1 de diciembre del año 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario