domingo, 31 de agosto de 2025

Taras maraqueras


Este artículo es una copia infiel de otro ya publicado en abril del año pasado (2024) por lo que pido a quien lo haya leído: que lo re-lea, porque como hemos venido diciendo, la re-lectura es necesaria e importante.

Supongo que mis asiduos lectores ya saben lo que es “tener un tinitus constante”, un run-run o mejor un chirrido que desde hace años viene llenando mis silencios, un “ruidito”, por decirlo cariñosamente- que una vez describí de esta manera: cual si estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito, cuajado de chicharras, las cigarras, que chirrían, con una sonoridad brillante” (https://bit.ly/2XsnnY8), esplendorosa diría yo, y es que lo he dicho antes (andamos en una de re-repetidera) que quizá de allí viene mi costumbre de sostener perenemente, un hilo musical, en la mente. Es por eso que he insistido, en que “el cantar tiene sentido” y cantando, por diversas naciones he ido, cada vez que he podido… (https://bit.ly/2z16JW4) y aunque rime con “jodido” surge el “de León”, que no es Oscar sino Fray Luis, con aquello de los pocos sabios “quenelmundo han sido”… 

Tener grillos es algo personal, mucho-muy personal -para decirlo usando el argot mexica- y es, pues más aun, cuando están “en la cabeza”. Esos grillos habitualmente son cosas de “tarados”; grilletes existían en La Rotunda de Nereo Pacheco, pero estos grillos son otra cosa, muy diferente, si, aunque, “¡Eco!”… ¿A poco? ¿No dizque era de unas “taras” de lo que íbamos a hablar? Maraqueras: sin una -i- porque así sí que“cargaríamos la jaula”. Quizás el regresar “tiniqueteando”, me obligarán entonces e igualmente, a estar pensando, y con frecuencia, solo a mi mente llegan letras de poesías, -rimando- o tal vez, pos quizás, las de algún corrido mexicano…

Pos recordé, que sí, ya varias veces lo había cantado, el tan mentado… La historia triste de un ranchero enamorado, o la triste historia del mero mero, borracho jugador y parrandero, y me imaginé otra vez estar en una casa en San Antonio de los Altos, con un amigo colombiano, los dos, cantando a duo... Mexicanísimos nos veíamos, Gerzaín y yo, cual si fuésemos cuates… ¡Como hermanos! “Pistola en mano se le echaron a montón. Estoy borracho les gritaba y soy buen gallo”… A poco, pero venga le cuento y vea, me diría Gerzain si acaso fuese caleño… ¿Pero, no? ¡Gua, pos no!

Zoológicamente… -¡Anjá…Como que ya vamos a entrar en el asunto!- Las antiguamente denominadas “taras maraqueras” (y a los remotos recuerdos de mi infancia me remito) hace rato (me lo informo Julita) que sé que ellas corresponden a locusta migratoria, y me entero igualmente, de que las últimas grandes plagas de langosta en el norte de África se sucedieron, en los años 1987 y 1993… ¿Y a mí qué? Pero es que yo, las “taras maraqueras” que recuerdo son muy maracaiberas. Conste que no es –pa que rime- con “era”. Todas me remiten a mis años de infancia y las revivo, como un asunto ya muy lejano, por allá por la década de los 40 del pasado siglo XX. ¡Que morcilla! Diría cualquiera.

No son “mentirijillas” pero, les miento… Adviértoles que tengo “licencia de novelista” para mentir sin perder la decencia- es pésima costumbre, ciertamente y a duras penas yo -perezrevertinamente hablando-la acato sin cumplirla, (https://tinyurl.com/4ka33pbp) porque como siempre, casi todo ya todo ha sido dicho…

Ya casi, suponía yo ilusionado, que resuelto estaba el rollo de “los grillos”, y lo de mi tinitus igualmente, pero al reexaminar las langostas africanas, al fin y al cabo, son insectos y yo vengo y me entero de que en esa familia Gryllidae existen casi un millar de especies, y además, les llaman los ortópteros, y llegan a medir hasta de 3 cm de largo, con su cabeza grande, y antenas largas, con alas anteriores duras y tienen sus patas posteriores listas para saltar. Se sabe que el sonido que producen lo hacen para el cortejo, y lo consiguen frotando las alas entre sí, y es tan característico… ¿De dónde sale eso de “Locusta”? ¿Será acaso el nombre de alguna maracucha? Noup…Cuentan que era una esclava que contrató Agripina y dizque era una experta en preparar venenos…Aquí si que cabe un “Te lo juro pana”… ¡Na guará!

Esa historia de Agripina (la madre de Nerón de quien dijera hace ya unos cuantos días la brillante periodista Sebastiana, que “el nuestro” parecía iba a hacer con el país lo que Nerón hizo con Roma, e imaginé al tipo envuelto en una sábana, lucía como un fardo, pero sostenía una lira e iba, cantando… ¿Odas?, no me… Un Peter Ustinov cualquiera entonando… “¡Ohh ardientes llamas!, ¡Ohh flama divina!” ¿A dónde vamos?, sí… ¡Quo vadis! Pensé en un Petronio tipo Leo Geen, y en el propio Ustinov-Nerón diciéndole, “una lágrima por Petronio y otra por mí”… Grotesca analogía, ver al tipo envuelto en aquella sábana, dispuesto a cantarle a su país inflamado, o más incendiado que la actual “Madre patria”… 

Pero regreso a la esclava de la Antigua Roma, cuyo nombre significa ‘langosta’ en latín, quien era nada mas y nada menos que la envenenadora de confianza al servicio de Agripina, la madre de Nerón quien, en realidad  terminaría envenenando a Claudio, y a su hijo, Británico, fruto del anterior matrimonio del emperador con Mesalina, y así todas estas circunstancias hicieron de Locusta una de las más antiguas asesinas en serie de la historia hasta que el senado romano se rebeló contra de Nerón, y Locusta fue sentenciada a muerte… Pues señores ¡Cest la vie!… Locusta migratoria se denominan estos saltamontes o langostas y yo, por mi cuenta las he asociado para distraerlo a ustedes, con los grillos, los pequeños, saltamontes (que no son los del Kun Fu) si los de mis recuerdos lejanos, de cuando niño…  

Pude conocer las “taras maraqueras” como me las mostraría mi padre, y era el apodo para quienes eran realmente “las langostas”, cuando él nos relataba que eran aquellas mismas responsables de verdaderas nubes de estos insectos que en su infancia y juventud, llegaron en ocasiones a volar sobre Maracaibo causando estragos en la vegetación. Así que las “taras maraqueras” siempre fueron para mí los mismos bichos voladores de “las 7 plagas de Egipto”, las de los 10 mandamientos de DeMille con el faraón encarnado en Yul Brynner como lo mostraba la TV en la Semana Santa, pero para mí, las “taras maraqueras” seguían siendo aquellos temibles, colorados saltamontes, como el que se ve en la foto (ver).

Lo cierto es que “las taras maraqueras” no son tan antiguas como para pensar que solo existían en las escenas bíblicas y aparecían como una de “las siete plagas”. En el año 2020 se describieron grandes brotes de estas langostas en África oriental y en Asia sudoccidental, y en concreto en la región del Mar Rojo, como para recordarnos el Nilo y las tierras faraónicas. Allí, aquí, y en todos esos ámbitos, la FAO ha sabido monitorizar el combate frente a “la langosta del desierto”, creando las necesarias alertas a través de un eficiente servicio de información, el DILS-por sus siglas en inglés- que actúa climatológica, temperatura y la ubicación de las langostas en los diferentes países.

En el norte de África sucedieron grandes plagas de langosta en los años 1987 y 1993. Las langostas llegarían a zonas de Marruecos, de Argel, y se extenderían hasta Cabo Verde y creo que una vez recordé en este blog (lapesteloca) como estando en Fuerteventura, la gran isla Canaria cercana al Sahara occidental, presenciamos una plaga de langostas migratorias, las también conocidas como “langosta africana” que llegó como si fuese “la calima” y en la vecina isla de Lanzarote cubrió el cielo de la isla y nos tocó en suerte presenciar aquel fenómeno ya que estábamos asistiendo a una reunión de patólogos en Fuerteventura, y pudimos ver como volaban miles de estos insectos sobre el cielo de la isla.

Las langostas del Sahara, recuerdo haber (https://tinyurl.com/4ka33pbp) relatado que son “catiras” -güeras- les diría un cuate mexicano- (y les muestro su foto), para volver a plantear si acaso la razón de este color amarillento sea posiblemente mimetismo con las arenas del desierto o si caso estarán tostadas por el sol… Las langostas originales del Sahara, eran “catirrucias” y definitivamente no son las que ya conocía como las “taras maraqueras” en mi lejana infancia, de aquí, de Maracaibo cuando al llegar volando “hacían su agosto” con la escasa verde vegetación local…

Maracaibo, se acabó agosto, un domingo 31 del año 2025

 

sábado, 30 de agosto de 2025

De la memoria y el teatro

 Hace unos días que desperté muy temprano y comencé preocupándome… A mis casi 86 años, no podía recordar el nombre de un actor de teatro a quien había admirado reiteradamente y en medio de la mera madrugada, no me llegaba su nombre ni su apellido y… ¡Era que, no podía ser!…  ¡Si lo había visto actuar, varias veces! Sucedería todo aquello en mi exilio capitalino y de eso ya… ¡Uf! Hace ya cerca de 30 años, pero, no poder recordar ni su nombre… Umhm, me preocupaba…

No me quedó más remedio que levantarme, temprano para ir a revisar mis libros sobre el teatro y sobre Cabrujas, y al abrir sus páginas… ¡Ya está!… ¡Rayos, ni por este su nombre tan teatral lo recordaba! Era, Fausto Verdial… Pensé entonces que tendría algún recorte de prensa y entre las páginas lo hallé, uno breve, con la noticia del estreno de su obra teatral Los hombros de América, la cual había dirigido precisamente José Ignacio…

Como actor de cine, vimos a Fausto Verdial en la película El día que me quieras (1986), escrita por José Ignacio Cabrujas y Sergio Dow, protagonizada por Jean Carlo Simancas y dirigida por el mismo Dow​. Vería también a Fausto, actuando en Una noche oriental (1986) escrita por José Ignacio Cabrujas y Miguel Curiel.​ También recuerdo a Fausto en el cortometraje El atentado a Rómulo Betancourt(1984), de Marte Televisión, original de Cabrujas, con la dirección de Humberto Morales, y protagonizada por Gustavo Rodríguez.​ En La empresa perdona un momento de locura(1978), escrita por Rodolfo Santana, dirigida por Mauricio Walerstein, la película fue protagonizada por Simón Díaz. Igualmente en Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia(1977), escrita por Gustavo Michelena y dirigida por Alfredo Anzola,​ con la actuación de Fausto Verdial junto a Víctor Cuica el saxofonista protagonista.

En series de televisión, Fusto Verdial actuaría en La hija de Juana Crespo (RCTV, 1977), escrita por José Ignacio Cabrujas y Salvador Garmendia y protagonizada por Mayra Alejandra, José Luis Rodríguez y Jean Carlo Simancas. Fausto Verdial trabajó dirigiendo su obra, la Telenovela de RCTV (1981) Mi hijo Gabriel, escrita por él y por Pilar Romero.​ Fausto Verdial escribió varias obras de teatro y dejó un legado que aún hoy se sigue presentando en las principales salas de Venezuela. Los hombros de América de 1991, Todos los hombres son mortales dijo Simone de Beauvier ; Y las mujeres también;  Que me llamen loca, presentada en 1993, 1994 y 1995 en el Teatro Las Palmas en Caracas, escrita por Fausto Verdial y dirigida por José Ignacio Cabrujas.

Ahora me entero de que Fausto Verdial, dejó, una herencia de afectos verdaderos y por intermedio de sus piezas teatrales un legado de consejos destinados a exaltar la utilidad del amor en el fiero combate contra la soledad. He sabido también que el público pide una y otra vez sus obras y las aplaude en las salas donde se exhiben; con la productora Carolina Rincón y el director, actor, Héctor Manrique, hace poco estuvo en el Ateneo de Caracas con Todos los hombres son mortales e igualmente ¡Y…las mujeres también! Estas comedias de Fausto Verdial que se estrenaron en 1994, ahora se han repuesto. En ellas logró plasmar el melodrama de cuatro generaciones de hombres y mujeres con las emociones y necesidades afectivas de muchos patéticos personajes que intentan engañarse para al final caer rendidos siempre esperando tener mejor suerte en la semana próxima o cuando la situación cambie. El espectáculo más conmovedor de sus melodramas es quizás el masculino, los “machos solitarios”, como lo que José Ignacio Cabrujas mostró en su obra Acto cultural.

Fausto le recordaría al público, que el tiempo pasa y que los seres humanos envejecen, y se acercan más hacia la imparable muerte biológica. Todos los hombres son mortales, muestra ocho personajes que pertenecen a la golpeada y vituperada clase media venezolana, cuya meta es tener una familia formal y su parejita de hijos, pero sus problemas que no son económicos solamente, sino también generados por diferencias socio culturales donde todos están condenados de antemano y si acaso medio se salvan los más jóvenes, por inexperiencia o ignorancia, y donde las mujeres con más fortaleza para superar amargas situaciones, sobreviven por esa especial amistad que desarrollan entre ellas.

Me quedé un rato, hojeando páginas y anclado en mis recuerdos, examinaba unos recortes de prensa sobre José Ignacio, publicados en enero de 1989 en el Papel Literario de El Nacional, sobre su ciudad, Caracas, para él, “la ciudad escondida”, y luego, otro fragmento de papel periódico me habló de lo que años más tarde, en octubre de 1995 escribiría el propio Fausto Verdial en una breve reseña titulada “José Ignacio”, donde con gran cariño recordaba cuando en los ensayos de “El día que me quieras” le pedía: “contener la emoción Verdiales, no se rebase”… Es que él, Fausto, era así: incorporado en Pío, en Cosme Paraima y en Arístides Lander, Fausto se emocionaba y así con su recuerdo perpetuaba la memoria de su entrañable amigo y mentor, José Ignacio. Habrán de pasar los años, y la vida continuará, pero el tiempo seguirá perpetuando en los actores y actrices de teatro a sus personajes, como sucede con Purificación Chocano y Matilde Ancizar que siguen fundidas en Tania Sarabia.

Al regresar nuevamente la memoria de José Ignacio, a través de Fausto, quisiera hacerlo usando las palabras de Ibsen, quien en octubre del 95 recordando a Cabrujas, lo hacía desde la memoria de Zabalita, el personaje de Vargas Llosa en “Conversación en La Catedral” quien decía de los eunucos y los fariseos que vivían siempre juzgando si algo quedaba inconcluso, como es común ver, que así sucede en este país donde “cada quien se defiende como mejor puede”.

Para finalizar, el 12 de enero de 1995, José Ignacio escribiría algunas reflexiones que siempre valdrá la pena recordar“Los venezolanos somos admiradores de los mitos, porque no entendemos nuestra historia”… “Hemos asociado la palabra vida, palabra hermosa, y la llegamos a confundir con viveza, pensamos que estar vivos es hacer una picardía”… …“Francis Bacon decía que no hay peor cosa que considerar sabios a los pícaros. Latinoamérica, Venezuela, el Caribe, han tenido siempre la necesidad de mirarse a sí mismos, de expresarse en un icono” ... 

José Ignacio Cabrujas, escribió alrededor de 500, artículos publicados en los periódicos El Nacional y El Diario de Caracas. Durante el último decenio de su vida cultivó con particular éxito el género de la sátira política y durante algún tiempo fue parte de la revista El sádico ilustrado. Cabrujas publicó: Profundo 1971, Acto Cultural 1976, El día que me quieras 1984, El Americano Ilustrado 1986, Sagrado y Obsceno, publicados por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela y por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano El pez que fuma, guion cinematográfico adaptación de la obra de teatro, estas dos últimas escritas junto a Román Chalbaud.

En ese sentido, quizás es preferible escuchar directamente a Cabrujas en el El Nacional del sábado 28 de octubre del 95, donde se recogiera su “recuerdo intacto”, así: “Amar es una tarea ansiosa, agobiante. Amar es un estrés: esto lo dice popularmente Erich Frohm y lo refrenda mi desdichada vida”…        “Era yo, Maestro Maza, un hombre de onda vieja, un renegado sentimental del marxismo-leninismo, teoría que jamás comprendí ni usé  de manera experta como no fuera para escribir consignas y disfrazarlas de teatro “luminoso”, pero teoría al fin, elevación al fin, que habilitó mis peores años, no tanto por sus planteamientos, en su mayoría enigmáticos, sino por sus conclusiones esperanzadoras, aquellas que alentaban a “los parias de la tierra” y prefiguraban un mundo hermoso, benignamente lógico, y de nosotros mismos: todo de todos, todos estudiados y bajo cobijo, todos felices”.        “Yo, desde los doce años y cuidado si desde los once, tenía en mi cabeza la perspectiva de una totona inconclusa y mis actos, circunstancias y emprendimientos pugnaban por alcanzarme esa totona, fuese la que fuese y estuviera donde quisiese”…      “Tengo a Armando Reverón por grande y por mejor que El Greco, no solo al contemplar alguno de sus cuadros y sentir un disfrute íntimo, sino al entender de manera precisa que jamás en toda su caótica existencia solicitó este orate, no por rebelde sino por atareado o aconsejado de mono, un subsidio del Conac, una dadiva del gobernador Milbelli, o una intermediación del General Gómez a fin de adquirir lienzos, calzoncillos u óleos”.

En Maracaibo, el sábado 30 de agosto del año 2025

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Obligado replay …


Apoyado en dos breves frases, “La abominable generación del 28” de José Ignacio Cabrujas y “Desgraciado el país que necesita héroes” de Bertolt Brecht, Lorenzo García Tamayo nos demostraría ya en 2017 “la razón del no ser” de nuestra concepción democrática del país que tenemos gracias a la equivocada visión monárquica, absolutista y centralizada sobre el poder que nos rige, parasitado por el clientelismo corrupto de siempre con los mismos seres que medran alrededor del soberano de un “Estado” que puede darse lujos porque se sabe inmerso en el negro excremento del demonio (Pérez Alfonzo dixit). “¿Cómo puede ser que la riqueza natural de un país perpetúe la pobreza de la mayoría de sus habitantes?” Se preguntaba Moisés Naím en el diario El País de España el año 2009 y su explicación era muy sencilla: … “Debido a “la maldición de los recursos naturales”. El artículo de mi hermano Lorenzo, publicado en este blog en octubre de 2017 -hace ya “la pelusa” de ocho años- lapso que según la sabia letra de Enrique Cadícamo en “Por la vuelta” desvela cruda y repetitivamente nuestra tragedia ciudadana.


“La frase del título, “la abominable generación del 28” probablemente para algunos con cariz de anatema, es de Cabrujas.  Estoy convencido que, tanto en el teatro como a través de su trabajo ensayístico, la personalidad angustiosa y tremebunda de José Ignacio, le impidió encontrar una respuesta de advertencia al origen de tal repugnancia. Tal vez nunca la buscó porque no la necesitaba, o más aún presumo, porque terminó siendo para él, enigmática. Cabrujas no vivió ni soñó el idilio satánico que hoy vegeta en las castas políticas que ultrajan la República. Y a pesar de que JAC conoció (1937-1995) la aventura de Chávez, presagió con benevolencia y cierta candidez, un futuro promisor. ¿Se equivocó? De ninguna manera. Solo ignoraba el origen de las abominaciones. La República Venezolana adolece de una malformación congénita. La heredamos del Imperio Español a través de la Capitanía General de Venezuela. Y por obra y gracia de sus héroes, de sus caudillos y de sus líderes mesiánicos, ha ido en aumento creciente como si se tratase del ADN republicano. Ha logrado insertarse mórbidamente en anodinos e ignaros actores políticos, e igual que ayer,  ocupan hoy similares espacios de poder.  

 

Un pueblo que necesita héroes, es digno de compasión. Hemos arrastrado por más de doscientos (200) años esa herencia abominable. Siempre hemos sido así. Nunca fuimos algo. Hemos sido por siempre algo inconcluso, muy cercano a la utopía. Eso somos. Indios, negros, españoles, mestizos, mantuanos, oligarcas y revolucionarios; pero, por sobre todas las cosas, inmensamente pobres y carentes de libertad. Nuestras constituciones, absolutamente todas desde 1811 a nuestros días, han estado inspiradas en ese adefesio malformado, que por herencia recibimos de Reyes, Líderes Mesiánicos, Caudillos y Cogollos, de cuyo yugo aún, no hemos podido zafarnos.

 

Las contradicciones en un texto constitucional son inadmisibles (¿abominables?). Por eso, cuando digo que existe una malformación desde el origen, destaco el principio de la inadmisibilidad razonada, para concluir afirmando con certeza, estar frente a una Farsa Continuada, que terminó siendo hecha costumbre. Pero vamos a referirnos solamente a las dos (2) últimas, la de 1961 y la de 1999, como auténticas Farsas ContinuadasBasta una tilde o una coma, para cambiar el sentido de una frase. Eso es bien sabido. No voy a entrar en consideraciones de interpretación y/o subjetividades constitucionales, porque además de no ser experto ni abogado, lo relevante es demostrar el origen y las causas del porque aún después de más de dos (2) siglos, la República Venezolana sigue “sin levantar cabeza”. ¿Qué heredamos como abominación? En esencia, un país monárquico. “Reyecitos” tropicales, en mula, corcel, tranvía, vapor o más recientemente en jet, heredaron un poder absolutista, por obra y gracia de cartas magnas contradictorias de principio a fin. El Presidencialismo, inserto como está en nuestras constituciones, es  absolutamente contrario a la de un Estado Federal Descentralizado, tal y como lo consagran nuestras dos (2) últimas constituciones. No podemos ser esto, afirmando lo contrario. A postre como resultado se cae en el campo de la galimatía y los absurdos.

 

Como ilustración sencilla, cito los artículos 142, 157 y 158 de la constitución actual, que contradicen la autonomía federal de los Poderes Públicos Estadal y Municipal ante el Poder Nacional. Y el 226 y 236, que expresan sin duda alguna, el hecho cierto de que recaiga en un solo ciudadano la autoridad como JEFE de Estado (por consiguiente, de la República), como único y plenipotenciario Administrador de la Hacienda Pública. Es decir, amo y señor del presupuesto total de la Nación. O lo que es lo mismo, de siempre, el presupuesto nacional (hoy traducido en la astronómica suma de miles de millones de dólares) ha sido manejado al leal saber y entender de un solo hombre (de partido), en concordancia con un “puñado” de políticos, que disponen desde un cogollo, el reparto clientelar burocrático de todos los bienes de la Nación.

 

Además de ello y como si fuera poco, el Presidente, que es el Comandante de la Fuerza Armada Nacional, puede vía decreto con fuerza de Ley, hacer lo que le dé la gana. (Así es ahora, pero así era antes también). Eso, no solo no debe seguir siendo así. Sino que es el origen y el mal de todas nuestras desgracias como República. Un modelo de Estado tan dado a la “maña” y las “corruptelas”, no puede seguir funcionando de esa manera. El principio absolutista del Presidencialismo, es el puntal más fuerte del Estado de Poder Centralizado y totalmente opuesto al Estado Descentralizado.  De tal manera que estampar esas dos opciones, la de que somos una República de Estado Federal Descentralizado, para luego en el mismo texto constitucional, enunciar y gravar exactamente lo contrario, es por decir lo menos, abominable. 

 

Esa herencia patológica, hoy se repite torpemente y la vemos reflejada de manera ostensible, en el lenguaje común de todos los dirigentes, luchadores sociales y líderes políticos venezolanos. No es casualidad. Se trata de una consecuencia que deriva de la naturaleza ignara del barro que los moldeó, e irremisiblemente los arropa. Lo más triste es, que la exhiben con ingenua arrogancia. Se caracteriza por la improvisación e inmediatez en sus discursos. Piezas retóricas, concebidas siempre desde una perspectiva histórica, plagada de pecados y errores que enuncian como anatemas, pero sin ofrecer soluciones. Y esto, lo de no tener respuestas a largo plazo con soluciones efectivas, y no efectistas como es y ha sido siempre su costumbre, sucede así, porque simplemente no las tienen. Es decir, las ignoran, porque no las saben, o llanamente las desconocen. 

 

Toda esta ignorancia generalizada, es la parte más aguda del problema que nos aqueja como país, porque ha sido la causa principal que destruyó la República y que en este momento trágico, ahora nos impide rehacerla. Aquel país rural que vio nacer y crecer la abominable generación del 28,  la que sucumbió sin encontrar una fórmula eficaz y no pudo ni tuvo capacidad suficiente para organizar una sociedad libre e independiente de líderes y cogollos, continuó en la oscurana hasta que a finales de la primera mitad del siglo XX,  de la mano del presidencialismo y los cogollos de siempre, con la abundancia petrolera; se convirtió en un país rico e importador; ensamblador; y fortuitamente productor, a expensas de subsidios y ayudas gubernamentales. Así, poco a poco nos fuimos labrando una economía no competitiva, no sustentable, inmensamente rica, y totalmente improductiva.

 

No es tiempo de analizar lo que no sucedió, es tiempo de entender porque no ha sucedidoLa etiqueta que distingue a los politiqueros ignaros, es el cortoplacismo. Siempre ha sido así. Populismo y demagogia. La figura presidencial obra como membrana osmótica. Como un enmantillado cobertor, que arropa basura y virtudes en un mismo saco, bajo la tutela clientelar y hegemónica del cogollo centralizado. Todos vamos siempre al matadero de las promesas improvisadas, los cantos de sirena que pregonan soluciones inmediatas, y distribuyen a discreción del cogollo y las cofradías “buchonas”, bajo la egida del amo y señor del Estado de Poder Centralizado, el inmenso recurso del presupuesto nacional. ¿Y el País? ¿El País?....que se joda!  Y no me vengan con eufemismos legales falso-democráticos. Siempre ha sido así. ¿Saben por qué? Porque el dinero alcanzaba para mucho, aunque la planificación a largo plazo, se fuera viniendo a menos año tras año. Hemos siempre mantenido la mirada enfocada en la riqueza petrolera. Tenemos problemas, problemitas y problemones. SI. Pero tenemos petróleo, y como si fuera poco, tenemos un Papá Estado, encarnado en la figura del Presidente, andando y desandando el país, de la mano del Cogollo.

 

Mientras la globalidad en investigación y desarrollo; los avances de la ciencia y la tecnología;  la transición energética hacia las renovables; la eficaz aplicación de la sustentabilidad del desarrollo como plataforma de progreso; los novedosos, dinámicos y eficientes sistemas que hoy se están utilizando en la formación de educados y educandos; el reacomodo exitoso sobre la huella ecológica; y un largo camino por recorrer en el mediano y largo plazo, que no vayan orientadas hacia la búsqueda de esas soluciones absolutamente probadas, que  funcionan a la perfección en otras latitudes, y las mismas y otras más, no sean rigurosamente implementadas como políticas de Estado, en un solo conjunto y no de manera parcial o sectorizada. Todo lo que digan, ofrezcan y hagan nuestros políticos de vieja data, y esto lo digo no por la edad cronológica, sino por la herencia recibida, es decir, “malformados” o “deformes”, será en vano. Tiempo perdido.

 

¿Y tú que propones? es la frase manida de los politiqueros de oficio, cuando se les pone el dedo en la llaga. Al buen entendedor pocas palabras, o como decía nuestro primo Ernesto, que oiga quien tenga oídos…

 

Replay hoy en Maracaibo, un viernes 29 de agosto del 2025

 

jueves, 28 de agosto de 2025

Escritores…

 

Los escritores, usando el término como sinónimo de autores, pueden producir material de varios géneros, ficticios o no, pero el escritor es quien usa la palabra escrita en diferentes estilos, para crear cuentos, novelas, poesía, obras de teatroguionescanciones y ensayos con la finalidad de comunicar sus ideas a través de la literatura. 

El propósito del escritor consiste en saber narrar con visos de veracidad y con precisión sensaciones, e ideas, que pasan por su mente, algo que no es tan fácil ya que el lenguaje es muy exigente. Por deslumbrantes que resulten las ideas o las imágenes en la mente, hay que pasarlas por el tamiz del lenguaje universal, con estrictas reglas y múltiples matices… No es fácil y cada uno debe inventarse su manera personal de hacerlo…

          El mejor “órgano de control” de la escritura es la reescritura (https://surl.li/emwqxi) hace tan solo unos días que comentábamos este hecho, y señalábamos como Flaubert afirmaba que  “Escribir significa reescribir”. Si bien es cierto que han existido escritores muy prolíficos, quisiera en esta ocasión, conversar sobre las particulares maneras de enfocar el trabajo literario en algunos de ellos.

Dostoievski escribía día y noche, en cambio T. S. Eliot sólo un par de horas al día: “He descubierto que más de tres horas no funciona. Como mucho pulo un poco el texto. Cuando me he pasado de las tres horas, nunca he producido cosas satisfactorias. Es mejor dejarlo ahí y dedicarse a otra cosa”. Virginia Woolf pensaba que escribir era casi siempre “una hazaña de prodigiosa dificultad” y ella sabía de los innumerables obstáculos que impiden el trabajo del escritor. Eso sin contar con la indiferencia con la que el mundo acogerá sus escritos.

          Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura, autor de cuatro novelas de unas mil páginas cada una, y de otras cuatro de tamaño normal, de cinco novelas cortas, unos treinta relatos, una obra de teatro y varios volúmenes de Diarios, además de incontables artículos, ensayos, conferencias, discursos, alocuciones radiofónicas y una copiosa correspondencia con otros escritores destacados. - reconocía escribir con una lentitud pasmosa. Su regla básica era adentrarse en un terreno conocido desde “el orden y la simplificación”, y reconocía que: “Un escritor es una persona para quien la escritura es más difícil que para otras personas”.

          Isabel García Adánez, fue traductora al español de La montaña mágica, y comentaría una vez que: “Thomas Mann hacía con el idioma cosas dificilísimas como si fuera lo más natural”… “Podía escribir frases de más de quince líneas, pero que en alemán se pueden leer con toda naturalidad. No hay impostación en su voz, hay una fascinante claridad”. Sin embargo, esa claridad le costaba mucho esfuerzo. Parece mentira que dijera en serio esto, un escritor con tanta experiencia y al que se le presupone una lógica facilidad para escribir…

Stefan Zweig experimentaba un extraño placer cuando suprimía líneas de sus escritos. Cierta vez su esposa notó que se levantaba de la mesa de trabajo visiblemente satisfecho, por lo que le preguntó si había tenido alguna inspiración feliz y Zweig le respondió: “Si, he conseguido tachar un párrafo entero, y así he logrado una transición más rápida”. Atribuía los elogios a su rapidez de expresión no “a una vehemencia íntima”, sino a su “método de excluir todo lo secundario y superfluo”. “Si domino alguna forma de arte, es la de renunciar, pues no me lamento cuando, de mil páginas escritas, van a parar ochocientas a la papelera, y sólo doscientas quedan como esencia destilada”.

Raymond Carver Jr. (1938-1988) cuentista y poeta estadounidense, quien es considerado como uno de los escritores más influyentes en la literatura norteamericana del siglo XX, en una ocasión explicaba… “La primera redacción la hago a mano, con soltura, casi con prisa. Luego escribo a máquina y ya cambio algunas cosas. Añado, quito. Hago dos o tres redacciones y entonces le paso el borrador a Tess, que me da su opinión. Luego entrego la copia mecanografiada a una señora que tiene una computadora personal. A la mañana siguiente ella me trae el texto impreso. Hago más correcciones, hago cortes, a veces radicales, y se lo devuelvo. Ella vuelve a escribirlo y así varias veces, cinco, diez. He llegado a hacer treinta redacciones de un relato. Con una poesía incluso más.”

Al preguntarse por qué escribía, Fernando Pessoa respondía, por boca de su heterónimo Bernardo Soares…“Porque, predicador como soy de la renuncia, no aprendí todavía a llevarla a cabo plenamente (…) Tengo  que escribir como si cumpliera un castigo. Y no hay mayor castigo que el de saber que lo que escribo resulta enteramente fútil, fallido e incierto”.

Gabriel García Márquez señalaba que su maestro fue Hemingway. La lección que aprendió del narrador norteamericano fue ésta: “El descubrimiento de que el trabajo de todos los días sólo debe interrumpirse cuando ya sabes cómo reanudarlo al día siguiente. No creo que se haya dado nunca un consejo mejor para escribir. Es, ni más ni menos, el remedio absoluto contra el fantasma más temido por los escritores: la agonía matutina ante el papel en blanco”.

El propio Hemingway en París era una fiesta, narró de un modo magistral su jornada de escritor parisiense. Por lo general escribía en una cafetería, pero durante una temporada solía alquilar una habitación de hotel bien calefaccionada, y mientras escribía comía mandarinas o castañas asadas. Subía a la habitación con una idea en la cabeza, trabajaba toda la tarde desarrollándola, escribiéndola una y otra vez hasta que surgía otra idea. Cuando aparecía esa nueva idea, Hemingway dejaba de escribir. Cerraba el cuaderno y salía, muy contento, a dar una vuelta por París; sabía que hasta el día siguiente ya no debía pensar en esa idea, para que el subconsciente trabajara por él. Leía, caminaba, hacía gimnasia, y se acostaba con su mujer.

Mario Vargas Llosa

, tras reconocer que siempre había tenido mucha dificultad para escribir, (“supuestamente”-digo yo, quien escribe en este blog”-), incluso tratándose de textos breves, y que, por ejemplo, los artículos periodísticos le llevan mucho más tiempo, además, debiendo rehacerlos cuidadosamente, en una ocasión dijo que cuando se inició en la escritura sentiría cada vez “más inseguridad, más dudas, más incertidumbres e incluso más miedo ante la obra por hacer”. Luego afirmaría que tan solo con los años conseguiría volverse más crítico y meticuloso. También Paul Auster negaba que escribir fuese algo placentero. “Es un trabajo duro y se sufre mucho. Por momentos uno se siente inepto: la sensación de fracaso es enorme y eso significa que no hay sentimiento de satisfacción o de triunfo”. Pero el problema se agrava si no escribe, ya que entonces se siente perdido y que su vida carece de sentido.

Philip Milton Roth (1933-2018) escritor estadounidense de origen judío, conocido por sus novelas, reconocería que su larga y prolífica carrera literaria se redujo a “poner las frases del revés”, a darles la vuelta. Luego tomaba un té y volvía a voltearlas. A continuación, se tumbaba en el sofá y pensaba. Se levantaba, las tiraba a la papelera y comenzaba desde el principio. “Y, si dejo esta rutina durante un día, me desespero de aburrimiento y por cierta sensación de pérdida de tiempo”.

Franz Kafka confesaba que el ritmo de su vida estaba organizado exclusivamente con vistas a escribir: “Si experimenta cambios, lo hace para adaptarse lo mejor posible al escritor, porque el tiempo es corto, las fuerzas son escasas, la oficina es un espanto, la habitación es ruidosa, y hay que salir del paso con artificios, cuando no se puede hacer con una buena vida recta”. Un periodista que entrevistó a Ian McEwan se sorprendió por la vida que llevaba el autor de Expiación, con esposa e hijos, té y costumbres semanales, en contraste con sus historias crueles, e inquietantes. “Si te crees en el mito romántico del poeta que se acuesta a las cinco de la madrugada, borracho y con cinco o seis mujeres a la vez, puedes hacer lo que sea menos escribir”. Así ironizaría Ian McEwan quien finalizaría afirmando que: Flaubert decía que habría que “vivir como un burgués y escribir como un loco”.

Maracaibo, el jueves 28 de agosto del año 2025

miércoles, 27 de agosto de 2025

¿Nos hacemos viejos de repente?

 

¿Nos hacemos viejos de repente o en cómodas cuotas?… La biología explica por qué resulta que no es así, no es de repente, y tampoco envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia…  La edad biológica, y no la cronológica, tiene sus claves… Pero… ¿Cómo funciona? De esto vamos a hablar hoy en lapesteloca.

Siempre habíamos creído que el envejecimiento era un proceso lento y progresivo, casi como si los años nos fueran apagando poco a poco, inexorablemente, y así lo recogían los manuales y revisiones médicas recientes, que hablan del envejecimiento biológico, en su modo más simple, como “alteraciones lentas y progresivas de la función física que empiezan en la madurez y concluyen con la muerte”. Esta imagen del tiempo –o la metáfora de un goteo constante de pérdidas– sigue dominando nuestra forma de entender la vejez, pero, estos estudios recientes revelan que no envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia y esta hipótesis desafía décadas de modelos lineales y abre la puerta a una nueva manera de entender los cambios biológicos asociados al tiempo.

Durante varios años, los investigadores siguieron de cerca la evolución molecular de más de un centenar de personas adultas, analizando hasta 135.000 moléculas distintas de cada voluntario.   Esta nueva visión del envejecimiento a saltos se apoya en un trabajo publicado en 2024 en la revista Nature Aging. Se trata del mayor estudio longitudinal multiómico realizado hasta ahora sobre envejecimiento humano, y lejos de encontrarse con un continuo suave de transformaciones, observaron un patrón interesante: casi todos los grandes cambios bioquímicos que acompañan al envejecimiento se concentran en dos momentos concretos de la vida adulta, aproximadamente a los 44 y a los 60 años.

Nuestras moléculas –y por tanto, nuestras células y órganos– parecen mantenerse estables hasta que, en condiciones normales, se producen transformaciones profundas y sincronizadas en muchos sistemas corporales… ¡Y ojo! Estos picos no se deben a un único tipo de molécula, sino que ellos afectan a proteínas, metabolitos, lípidos, citoquinas, factores hormonales e incluso patrones epigenéticos, todos a la vez y todo esto da respaldo biológico a la sensación tan extendida de que, en ciertos momentos, uno «se hace mayor de repente» y nota un bajón físico o mental de golpe.

Esta idea no es completamente nueva. En 2019, ya se había publicado en 'Nature Medicine' un extenso análisis de proteínas en sangre que señalaba tres grandes “picos” de envejecimiento fisiológico: a los 34, los 60 y los 78 años. El nuevo estudio realizado en 2024 es más completo al analizar otros tipos de moléculas, además de proteínas y se ha logrado precisar los dos saltos más intensos que ya se habían señalado anteriormente: uno en la mitad de la vida adulta, alrededor de los 44 años, y el otro posterior, en torno a los 60.

 

Al analizar muchas más moléculas y tipos diferentes, este trabajo se centra en los dos saltos donde los cambios son más globales en el organismo, aunque no descarta que pueda haber otros más adelante. En el primer salto, que suele llegar antes de los cincuenta, se desencadena una cascada de cambios en el metabolismo de grasas, se alteran las vías de procesamiento del alcohol y la cafeína, y se modifican proteínas fundamentales para el corazón, los músculos y la piel. Cuando llega el segundo, cerca de los 60 años, se acelera el deterioro de funciones inmunitarias y renales, se altera el metabolismo de la glucosa y aumentan los procesos celulares vinculados al envejecimiento y al riesgo de enfermedades crónicas.

 

Estos saltos no distinguen entre hombres y mujeres, ni dependen del contexto reproductivo, como la menopausia. Aunque se observa cierta variabilidad entre individuos en el momento y la intensidad de los cambios, los patrones generales parecen responder a mecanismos comunes de la biología humana. Nos preguntaremos por las causas moleculares de estos cambios… Tendremos que decir que, si bien aún no se conoce con exactitud el porqué de los saltos, sí se han detectado algunos de los mecanismos implicados. Una de las hipótesis más estudiadas propone que, al alcanzar cierto umbral de células envejecidas, podría desencadenarse una reacción en cadena que acelere el deterioro de los tejidos.


Además, la epigenética -las “marcas” que regulan a los genes- también sufre reconfiguraciones masivas en esos periodos, lo que va a provocar la activación o inactivación de cientos de genes, de golpe. Por último, en esos momentos críticos se detectan alteraciones coordinadas en moléculas clave del metabolismo energético, como NAD⁺, carnitinas y ácidos grasos. Todos estos cambios sugieren una posible disfunción mitocondrial, ya que las mitocondrias son los orgánulos encargados de producir la mayor parte de la energía celular y participan en múltiples procesos de envejecimiento. Todo esto, que puede sonar abstracto o lejano, pero resulta que tiene implicaciones muy concretas en nuestra vida diaria.

 

El impacto práctico de todo esto que hemos descrito, es enorme. Por un lado, ofrece una explicación convincente a esa sensación que expresamos diciendo que “de repente me siento mayor”, y por otro, señala que esos momentos críticos pueden ser ventanas de oportunidad para intervenir y prevenir. Si sabemos que nuestros sistemas biológicos van a someterse pronto a un gran cambio, podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante esos periodos clave.

 

Aunque aún quedan muchas cuestiones pendientes… ¿Será posible identificar las causas y mecanismos detallados del tercer salto alrededor de los 78 años que sugería el estudio de 2019? El conocimiento de estos patrones nos permitiría mirar el envejecimiento con otros ojos y a medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con precisión cuándo está a punto de producirse un salto biológico individual.

Finalmente, ahora que ya sabemos que nuestra vida no es solo una lenta cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por momentos de cambio profundo, el secreto para envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo. Este artículo se basa en datos publicados originalmente por Francisco José Esteban Ruiz, Profesor Titular de Biología Celular, de la Universidad de Jaén, España, en “The Conversation.

 

Para lapesteloca en Maracaibo, el miércoles 27 de agosto del año 2025