Es una expresión conocida que “quien controla las papas, domina el mundo”
y su origen tiene implicaciones geopolíticas que nos ha enseñado la historia
desde hace siglos. Hoy resulta que no lo sabíamos, pero hace nueve millones de años, hubo un cruce
natural entre la patata y el tomate… Esta es una increíble verdad que ha sido
desvelada por un equipo liderado por un grupo de científicos chinos.
“Las patatas, al nutrir a poblaciones en rápido crecimiento, permitieron
que un puñado de naciones europeas dominasen la mayor parte del mundo entre
1750 y 1950”, argumentaba McNeill. Sabemos igualmente que Irlanda era a
comienzos del pasado siglo XX un país muy pobre. De ocho millones y medio de
habitantes en el siglo XIX, se redujo a tres millones comenzado el siglo XX.
Las plagas que habían diezmado la producción de patatas, fuente de alimentación
para toda la Gran Bretaña, provocarían hambruna y muerte de manera que
llevarían al exilio a millones de irlandeses quienes emigrarían en principio a
Norteamérica.
Según la tesis del historiador
William McNeill, tratar de entender los entresijos genéticos que
controlan el tamaño y los componentes de la patata es un asunto clave en la
geopolítica mundial, una razón más que suficiente para que en China se hayan volcado en la investigación de la patata. Conocíamos una historia social para la patata, pero su origen seguía siendo
un enigma, hasta ahora, cuando un equipo internacional de científicos ha anunciado
una sorprendente revelación: la patata
es hija del tomate.
El genetista chino Sanwen Huang, líder de la investigación en
el Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen ha dicho una verdad estremecedora: “Por fin hemos resuelto el misterio”. Su equipo ha analizado el
intrincado ADN de unas 60 especies emparentadas de patatas y ha descubierto que
la patata se originó hace unos nueve millones de años a partir de un cruce
natural en Sudamérica entre una mata de tomate y una etuberosum,
una planta de apariencia similar a la patata pero sin sus característicos
tubérculos comestibles.
Huang y sus colegas subrayan que fue
aquella mezcla genética la que permitió la aparición de estos engrosamientos
subterráneos de los tallos, que funcionan como un almacén de nutrientes de la
planta y hoy son un alimento básico
para más de 1.000
millones de personas. Una patata de 170 gramos aporta 135
kilocalorías, la mitad de la cantidad diaria de vitamina C
recomendada e incluso cuatro gramos de proteínas con todos los aminoácidos
esenciales.
El genetista Zhiyang Zhang
piensa que el parentesco recién descubierto puede resultar chocante para una
persona ajena a la agricultura, y se explica :“Tal vez sorprende porque el tomate y la
patata que compras en el supermercado son bastante diferentes. Sin embargo, lo
que comemos en realidad son los frutos de la tomatera y los tubérculos
subterráneos de la planta de la patata, y es normal que dos órganos distintos
tengan una apariencia tan diferente, pero las plantas en sí son las mismas ―sus
hojas y sus flores, por ejemplo― son similares”. Así reflexiona Zhang,
primer firmante del estudio.
La planta de patata se parece todavía
más a la de etuberosum, pero los análisis genéticos revelan que es más
cercana a la tomatera. “A nosotros
nos ha sorprendido que la patata sea descendiente del tomate”, reconoce
Zhang, quien también es miembro del Instituto de
Genómica Agrícola de Shenzhen, un gigantesco centro de investigación
con 500 trabajadores dependiente del Gobierno chino. Se
muestra aquí (ver) una planta de etuberosum, sin tubérculos, y otra de
patatas a la derecha.
Los autores subrayan que aquel
innovador tubérculo, o sea el órgano lleno de nutrientes hoy llamado patata, surgió en un momento clave, en
pleno levantamiento
de la cordillera de los Andes. Aquellas
nuevas plantas, dotadas de engrosamientos subterráneos en sus tallos, eran
capaces de adaptarse a los climas fríos de las montañas andinas. Colonizaron
ecosistemas variopintos y protagonizaron una “diversificación explosiva”, en palabras de Huang, Zhang y sus
colegas. Según sus cifras, hay más de un centenar de especies silvestres de
patata. Hace 10.000 años, los habitantes de los Andes domesticaron una de ellas
y abrieron el camino hacia la patata moderna.
El equipo de Huang y Zhang recuerda
que ya se han creado plantas híbridas de patata y tomate. Los investigadores mencionan un estudio de
1978, firmado por la genetista española Marisol
Sacristán, fallecida en 2023 a los 87 años. La científica, de la
Universidad Libre de Berlín, y otros dos colegas lograron combinar de manera rudimentaria una planta de tomate
cherry y otra de patatas, hace casi medio siglo. “La capacidad existe. Y, ahora que sabemos que están tan tan tan relacionadas,
en un futuro podríamos tener plantas que den tomates y patatas, pero para eso
todavía queda, hace falta entender mejor el proceso”, opina Prat.
Los tubérculos podrían aportar la
energía al próximo imperio mundial. “China
se ha volcado con la patata al 100% y nos va a barrer a todos. Se han dado
cuenta de que es un cultivo superproductivo: con poco terreno recoges muchas
patatas. Para el trigo, en cambio, necesitas campos enormes. Si ahora mejoramos
la calidad de las patatas, haciendo, por ejemplo, que tengan más proteínas,
será un superalimento”, argumenta Prat. China ya es el mayor productor mundial de patatas, con una superficie cultivada
de 50.000
kilómetros cuadrados, equivalente al área de países enteros, como Costa Rica y Eslovaquia.
Una decena de instituciones chinas han colaborado
en el nuevo estudio, que se publica este jueves en la revista
especializada Cell.
También han participado otros siete centros de Canadá, Estados Unidos, Alemania
y Reino Unido. Los autores agradecen la ayuda de la científica colombiana Susy Echeverría, que dedicó su doctorado
en el Imperial College de Londres a intentar entender por qué la familia de las
patatas y los tomates es tan diversa y por qué algunos de sus miembros han tenido
tanto éxito al colonizar diferentes ecosistemas en el planeta.
“El punto más interesante no es tanto
cuándo se originó el grupo de las papas, sino cómo”, considera Echeverría,
que destaca que el desarrollo de los tubérculos surgiera de una combinación de
genes procedentes de linajes distintos. Si William McNeill tenía razón y la
historia se repite, quien entienda estos enigmáticos entresijos genéticos de la
patata dominará el mundo.
Maracaibo domingo 24 de agosto del año 2025
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