España había alcanzado su mayor unidad y extensión territorial cuando sometidos a Carlos V, estaban Flandes, Alemania, Hungría, Portugal, Nápoles y Sicilia, y el Nuevo Mundo con las ricas tierras de América. Estos detalles de geoplitica sucederán en medio de los llamados Siglos de Oro de la literatura española.
El siglo XVII fue muy peculiar en España, ya que gobernarían los Austrias menores, y en muchos aspectos hubo una especie de “medievalización” de la vida española. Felipe III (1598-1621) heredaría un gran imperio en bancarrota, con una gran enemistad con Inglaterra y los Países Bajos. En 1600, el duque de Lerma era el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Este duque, de nombre Francisco de Sandoval y Rojas, se había enriquecido manejando el tráfico de influencias, corrupción y venta de cargos públicos (“politico” pues!), y decidirá trasladar la Corte española a Valladolid; y pasa a ser seis años más tarde cuando regresará a Madrid.
Felipe III firmó la paz con Inglaterra en 1604 y una tregua con los Países Bajos entre 1609 y 1621, además, expulsará de la Península a los moriscos en 1609, y esto, de gente que generalmente trabajaba en el campo, empobrecerá la agricultura y comercialmente al país. España gobernada por Felipe II, Felipe III y Felipe IV este último hasta 1665 y entonces es cuando aparecería el Barroco español. Ya en las postrimerías del Barroco les tocará a Felipe III y Felipe IV perder una por una todas las tierras europeas con los graves problemas, religiosos, y políticos, que conllevaba aquel descalabro.
Carlos II (1665-1700) aparece como el último de los Austrias menores, y hereda el trono a los cuatro años, por lo que lo regenta su madre Mariana de Austria, con una junta de notables. Carlos II fue un rey débil y enfermizo, apodado el Hechizado. Continuas guerras con Francia conducen a la decadencia de España ante el poderío de aquella nación y Carlos II sin descendencia, nombra como heredero a Felipe de Anjou, futuro Felipe V, nieto del francés Luis XIV, lo que dio origen a la Guerra de Sucesión española.
El Barroco en medio de estos tiempos complicados, se caracteriza por un pesimismo intelectual; se vive en medio de la disolución de los ideales renacentistas y de la soberanía de España en el mundo, con el desengaño que esto implicaba y que llevaría a poetas y escritores a ser pesimistas con una toma de conciencia sobre la condición humana creando novelas picarescas demostrativas de aquella época de desigualdades sociales.
La literatura española del Barroco se enmarca desde las obras iniciales de Góngora y Lope de Vega, en la década de 1580, hasta el siglo XVIII cuando llega a su cénit con Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo, y los dramaturgos Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de Alarcón. Sin embargo, el siglo más característico del barroco literario español es el XVII, con la producción poética de Quevedo, Lope de Vega y de Luis de Góngora y Argote.
Luis de Góngora y Argote (1561-1627) fue el poeta y dramaturgo del Siglo de Oro, reconocido como máximo exponente de una corriente literaria que más tarde se denominaría gongorismo o culteranismo y veremos como géneros mezclados conviven en Góngora; desde la poesía lírica de estilo sublime hasta romances y letrillas satírico burlescas, que se hacen populares entre el público.
El teatro barroco español configura una escena popular que ha perdurado como producción clásica para el teatro futuro. Los dramas filosóficos de Calderón de la Barca, de los que es ejemplo sobresaliente La vida es sueño, suponen un cénit en la producción dramática española y, como toda la literatura barroca, se inscribe en una época de esplendor que recibe el nombre genérico de Siglo de oro.
Luis de Góngora y Argote nació en la casa de su tío Francisco Góngora, racionero de la catedral, hijo del juez de bienes confiscados por el Santo Oficio de Córdoba, don Francisco de Argote, y la dama de la nobleza Leonor de Góngora. Luis va a ser el primogénito de esta unión matrimonial padre y madre de otros tres hijos. Don Francisco quedó pobre obteniendo sólo una modesta concesión de alimentos que contrastaba vivamente con una asombrosa riqueza espiritual.
El padre de Góngora se había licenciado en Salamanca, pretensión que albergaba para su primogénito, y era un gran erudito, poseedor de una importante biblioteca que él valoraba en más de quinientos ducados. Luis estudió en la Universidad de Salamanca, tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral cordobesa, donde fue amonestado por acudir a diversiones profanas y componer versos satíricos. Desde 1589, viajó en diversas comisiones de su cabildo por diferentes regiones de España.
En su juventud, Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico. También numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y romances burlescos. Ándeme yo caliente / y ríase la gente. / Traten otros del gobierno / del mundo y sus monarquías, / mientras gobiernan mis días / mantequillas y pan tierno, / y, las mañanas de invierno, / naranjada y aguardiente, / y ríase la gente.
En 1603 Góngora se enemistó con Quevedo, a quien acusó de imitar su poesía satírica bajo pseudónimo. Quevedo escribió contra el mal gusto de las sátiras que el ingenio cordobés exhibía entonces contra la suciedad del río Esgueva que atravesaba la ciudad muy superpoblada. En 1609 regresó a Córdoba y empezó a intensificar la fuerza estética y el barroquismo de sus versos. Géneros mezclados conviven en Góngora; desde la poesía lírica de estilo sublime hasta romances y letrillas satírico burlescas, que se hacen populares entre el público mientras Quevedo cultiva los poemas metafísicos y morales más trascendentes, al tiempo que escribe sobre asuntos de carácter bajo y va este ejemplo: Gracias y desgracias del ojo del culo.
A lo largo de su vida, Góngora escribiría perfectos sonetos sobre todo tipo de temas (amorosos, satíricos, morales, filosóficos, religiosos, de circunstancias, polémicos, laudatorios, funerarios), auténticos objetos verbales autónomos por su intrínseca calidad estética y donde el poeta cordobés explora distintas posibilidades expresivas del estilo que está forjando o llega a presagiar obras venideras, como las Soledades. “Descaminado, enfermo, peregrino, / en tenebrosa noche, con pie incierto, / la confusión pisando del desierto, / voces en vano dio, pasos sin tino. / Repetido latir, si no vecino, / distinto oyó de can siempre despierto, / y en pastoral albergue mal cubierto / piedad halló, si no halló camino”.
Entre 1610 y 1611 Góngora escribió la Oda a la toma de Larache y en 1613 el Polifemo, poema en octavas que parafrasea un pasaje de Las metamorfosis de Ovidio. Ese año divulgó en la Corte su poema las Soledades, que desató una gran polémica y le creó una legión de seguidores, llamados poetas culteranos así como enemigos entre conceptistas como Francisco de Quevedo y los clasicistas como Lope de Vega. Soledades, el poema realizado en 1613 en silva de versos endecasílabos y heptasílabos se inició como un proyecto que sería dividida en cuatro partes: “Soledad de las riberas”, “Soledad del yermo”, “Soledad de los campos” y “Soledad de las selvas”.
Luis de Góngora acumuló importancia debido a la utilización de muchos géneros literarios, porque sus obras suponen un cambio en la literatura española y por los distintos estilos y tendencias que utiliza. Se encuentran modernas ediciones como la realizada en 1921 por el francés Raymond Foulché Delbosc “Obras poéticas de Góngora” luego las ediciones de 1943 por Juan Millé Giménez y su hermana Isabel. Crítica de sus poemas Soledades estudiados por Dámaso Alonso, La lengua poética de Góngora y otras ediciones de sus obras mas importantes.
Luis de Góngora fallecería en 1627 y sus restos fueron trasladados en 1858, dentro de la misma capilla en el muro de la derecha en la que contiene algunas palabras en latín, escritas por Luis María Ramírez de las Casas para el año 1864. Los restos del extraordinario poeta y dramaturgo español se encuentran en el cementerio de la Mezquita-Catedral en la Capilla de San Bartolomé de Córdoba, fundada en el siglo XII que luego paso a ser propiedad de la familia Fernández de Córdoba. Todos los años se celebra en esa capilla el día feriado más cercano al 23 de mayo, una misa en su nombre, acto religioso que reúne a mucha gente, un acto cultural que ha sido organizado por la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. En el año 1993 sus restos fueron colocados en una nueva urna de mármol como muestra de honor y respeto para su lugar de reposo.
Maracaibo, martes 21 de noviembre del año 2023
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