ASTRÓNOMOS, MARCIANOS
Y CANALES EN DOS PLANETAS...
Clyde William
Tombaugh nació en
Illinois, Estados Unidos, el 4 de febrero de 1906. Desde muy joven se dedicó a
estudiar astronomía y comenzó a trabajar en el Observatorio Lowell, en Arizona.
Su principal interés y motivación era descubrir el llamado «Planeta X» y
terminaría por ser el descubridor del planeta Plutón en 1930. Por las irregularidades que
presentaba la órbita de Neptuno tras ser descubierto en el año 1846, los
astrónomos se volcaron a la búsqueda de un noveno planeta en el sistema solar.
Percival Lowell y William Pickering habían teorizado sobre la existencia de un
cuerpo celeste de gran masa próximo a Neptuno y que posiblemente estuviese
alterando su órbita, lo cual explicaría ciertas irregularidades en su
trayectoria. Percival Lowell
(1855-1916) lo llamó planeta X cuando comenzó a buscarlo en 1905. En 1930 (14
años después de la muerte de Lowell), el astrónomo Clyde Tombaugh (1906-1997)
del Observatorio Lowell, en Arizona (Estados Unidos) creyó descubrir el astro
que provocaba en la órbita de Neptuno a semejantes irregularidades, y lo llamó
Plutón.
Percival Lowell (13 de marzo de 1855 – 12 de noviembre
de 1916) era un aficionado a la
astronomía convencido de que existían canales artificiales en Marte, y fundador
del Lowell Observatory en Flagstaff (Arizona). Se había graduado en 1876 con menciones
en matemáticas en la Universidad Harvard. En 1894 se desplazó a Flagstaff,
Arizona, donde construyó un observatorio que permanece activo en nuestros días,
el Lowell Observatory.1 Desde 1902 hasta su muerte fue profesor no residente
del Instituto tecnológico de Massachusetts (MIT). Estuvo interesado en la
astronomía desde 1877, cuando supo del
informe que Giovani Schiaparelli había hecho en Italia sobre la geografía de
Marte, con la existencia de canales, unas líneas de miles de kilómetros longitud. Lowell interpretó
esas estructuras como construidas por los habitantes de aquel planeta para
transportar el agua de las zonas polares a las áridas tierras del ecuador, y
produjo dos libros: Marte y sus canales (1906) y Marte como morada de vida
(1908). Hoy sabemos que dichos canales
no eran construcciones artificiales sino efectos ópticos.
Ray Bradbury se consolidó como escritor con sus “Crónicas
marcianas”, novela publicada en 1950, es ahora un clásico de las letras
norteamericanas, con su estilo rico, inmediato y conmovedor, que le ha valido
el apelativo de poeta de la ciencia ficción. Bradbury narra la crónica de la colonización de Marte
por parte de una humanidad que huye de un mundo al borde de la destrucción. Los
colonos llevan sus deseos más íntimos y el sueño de reproducir en el Planeta
Rojo una civilización de perros calientes, cómodos sofás y limonada en el
porche al atardecer, pero llevan de equipaje los miedos ancestrales, el odio a lo diferente, y
las enfermedades que diezmarán a los marcianos. Bradbury en la década de los
cuarenta, se traslada al futuro para explorar la naturaleza humana con deslumbrantes
e intensas historias de nostalgia e idealismo que son un canto contra el
racismo, la guerra y la censura. En el prólogo de la obra, Jorge Luis Borges
dice como Bradbury :"Anuncia con
tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta
rojo -que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con
ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar
por la arena".
Percival Lowell, durante el verano y el otoño de
1896, pasó un tiempo dedicado al estudio del planeta Venus. Un día cualquiera
de finales de otoño descubrió una extraña mancha con radios delgados sobre la
superficie del planeta, creyó descubrir algo que curiosamente sólo él veía y
fue criticado por los resultados, y aunque en 1902, parcialmente pensó en un posible problema de
óptica, rápidamente volvió a escribir con confianza intolerante sobre su gran
observación de Venus. Cien años después
en el 2003, un de artículo de William
Sheehan y Dobbins Thomas, “Los rayos de Venus, una explicación de la
ilusión“,señala que Lowell había convertido su telescopio en un oftalmoscopio y
lo que Lowell estaba observando en la superficie de Venus era su propia retina.
Los radios eran sus delgados vasos sanguíneos… La Mariner 4 mostró lo que había
en Venus; una superficie desierta, sin atisbo de vida. En 2003, la Mars Odyssey
detectó, por primera vez, pequeñas partículas de agua helada, confirmadas «in
situ» algunos años después por la misión Phoenix. Sin embargo, Lowell sin
saberlo sospechó lo que se cree ocurrió en Marte miles de millones de años
antes, cuando el agua fluía en abundancia hasta que algo ocurrió y sigue siendo un misterio para los geológos
planetarios entenderlo pero ahora lo que queda es un poco de hielo en los
casquetes polares y una pequeña cantidad de vapor de agua en su atmósfera.
Clyde William
Tombaugh habíamos dicho que era un astrónomo
estadounidense que descubrió el planeta enano Plutón en 1930 y Venetia Burney era una niña británica que tenía
dos pasatiempos: la astronomía y la mitología. Cuando se enteró que en Estados
Unidos habían descubierto al famoso «Planeta X», que habían estado buscando por
tanto tiempo, pensó que un buen
nombre para el nuevo planeta podía ser «Plutón». Gracias a su
perseverancia, consiguió que alguien enviara un telegrama al Observatorio Lowell
haciendo la sugerencia y a Tombaugh el nombre le pareció fantástico, por dos razones,
por continuar la tradición de nombrar a los planetas como figuras mitológicas y
porque podría ser un modo de hacer honor
al fundador del Observatorio y principal motivador para la búsqueda del
«Planeta X», Percival Lowell. Clyde William
Tombaugh falleció el 17 de enero de 1997, y en el año 2006 aproximadamente una
onza de sus cenizas fueron enviadas al espacio en la misión New Horizons, junto
a una sonda que rastreó el planeta Plutón por primera vez en la historia, el 14
de julio del 2015 y tras dejar atrás Plutón, la sonda probablemente sobrevuele
uno o dos objetos del cinturón de Kuiper.
Maracaibo, 31 de agosto del 2016
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