martes, 30 de agosto de 2016

Astrónomos, marcianos y canales en dos planetas...





ASTRÓNOMOS, MARCIANOS Y CANALES EN DOS PLANETAS...



Clyde William Tombaugh nació en Illinois, Estados Unidos, el 4 de febrero de 1906. Desde muy joven se dedicó a estudiar astronomía y comenzó a trabajar en el Observatorio Lowell, en Arizona. Su principal interés y motivación era descubrir el llamado «Planeta X» y terminaría por ser el descubridor del planeta Plutón en 1930. Por las irregularidades que presentaba la órbita de Neptuno tras ser descubierto en el año 1846, los astrónomos se volcaron a la búsqueda de un noveno planeta en el sistema solar. Percival Lowell y William Pickering habían teorizado sobre la existencia de un cuerpo celeste de gran masa próximo a Neptuno y que posiblemente estuviese alterando su órbita, lo cual explicaría ciertas irregularidades en su trayectoria. Percival Lowell (1855-1916) lo llamó planeta X cuando comenzó a buscarlo en 1905. En 1930 (14 años después de la muerte de Lowell), el astrónomo Clyde Tombaugh (1906-1997) del Observatorio Lowell, en Arizona (Estados Unidos) creyó descubrir el astro que provocaba en la órbita de Neptuno a semejantes irregularidades, y lo llamó Plutón.


Percival Lowell (13 de marzo de 1855 – 12 de noviembre de 1916) era  un aficionado a la astronomía convencido de que existían canales artificiales en Marte, y fundador del Lowell Observatory en Flagstaff (Arizona). Se había graduado en 1876 con menciones en matemáticas en la Universidad Harvard. En 1894 se desplazó a Flagstaff, Arizona, donde construyó un observatorio que permanece activo en nuestros días, el Lowell Observatory.1 Desde 1902 hasta su muerte fue profesor no residente del Instituto tecnológico de Massachusetts (MIT). Estuvo interesado en la astronomía desde  1877, cuando supo del informe que Giovani Schiaparelli había hecho en Italia sobre la geografía de Marte, con la existencia de canales, unas líneas de miles de kilómetros longitud. Lowell interpretó esas estructuras como construidas por los habitantes de aquel planeta para transportar el agua de las zonas polares a las áridas tierras del ecuador, y produjo dos libros: Marte y sus canales (1906) y Marte como morada de vida (1908).  Hoy sabemos que dichos canales no eran construcciones artificiales sino efectos ópticos.


Ray Bradbury se consolidó como escritor con sus “Crónicas marcianas”, novela publicada en 1950, es ahora un clásico de las letras norteamericanas, con su estilo rico, inmediato y conmovedor, que le ha valido el apelativo de poeta de la ciencia ficción. Bradbury  narra la crónica de la colonización de Marte por parte de una humanidad que huye de un mundo al borde de la destrucción. Los colonos llevan sus deseos más íntimos y el sueño de reproducir en el Planeta Rojo una civilización de perros calientes, cómodos sofás y limonada en el porche al atardecer, pero llevan de equipaje los  miedos ancestrales, el odio a lo diferente, y las enfermedades que diezmarán a los marcianos. Bradbury en la década de los cuarenta, se traslada al futuro para explorar la naturaleza humana con deslumbrantes e intensas historias de nostalgia e idealismo que son un canto contra el racismo, la guerra y la censura. En el prólogo de la obra, Jorge Luis Borges dice como Bradbury :"Anuncia con tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta rojo -que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena".
   
Percival Lowell, durante el verano y el otoño de 1896, pasó un tiempo dedicado al estudio del planeta Venus. Un día cualquiera de finales de otoño descubrió una extraña mancha con radios delgados sobre la superficie del planeta, creyó descubrir algo que curiosamente sólo él veía y fue criticado por los resultados, y aunque en 1902,  parcialmente pensó en un posible problema de óptica, rápidamente volvió a escribir con confianza intolerante sobre su gran observación de Venus.  Cien años después en el 2003,  un de artículo de William Sheehan y Dobbins Thomas, “Los rayos de Venus, una explicación de la ilusión“,señala que Lowell había convertido su telescopio en un oftalmoscopio y lo que Lowell estaba observando en la superficie de Venus era su propia retina. Los radios eran sus delgados vasos sanguíneos… La Mariner 4 mostró lo que había en Venus; una superficie desierta, sin atisbo de vida. En 2003, la Mars Odyssey detectó, por primera vez, pequeñas partículas de agua helada, confirmadas «in situ» algunos años después por la misión Phoenix. Sin embargo, Lowell sin saberlo sospechó lo que se cree ocurrió en Marte miles de millones de años antes, cuando el agua fluía en abundancia hasta que algo ocurrió  y sigue siendo un misterio para los geológos planetarios entenderlo pero ahora lo que queda es un poco de hielo en los casquetes polares y una pequeña cantidad de vapor de agua en su atmósfera.

Clyde William Tombaugh habíamos dicho que era un astrónomo estadounidense que descubrió el planeta enano Plutón en 1930 y Venetia Burney era una niña británica que tenía dos pasatiempos: la astronomía y la mitología. Cuando se enteró que en Estados Unidos habían descubierto al famoso «Planeta X», que habían estado buscando por tanto tiempo,  pensó que un buen nombre para el nuevo planeta podía ser «Plutón». Gracias a su perseverancia, consiguió que alguien enviara un telegrama al Observatorio Lowell haciendo la sugerencia y a Tombaugh el nombre le pareció fantástico, por dos razones, por continuar la tradición de nombrar a los planetas como figuras mitológicas y porque podría ser un modo de  hacer honor al fundador del Observatorio y principal motivador para la búsqueda del «Planeta X», Percival Lowell. Clyde William Tombaugh falleció el 17 de enero de 1997, y en el año 2006 aproximadamente una onza de sus cenizas fueron enviadas al espacio en la misión New Horizons, junto a una sonda que rastreó el planeta Plutón por primera vez en la historia, el 14 de julio del 2015 y tras dejar atrás Plutón, la sonda probablemente sobrevuele uno o dos objetos del cinturón de Kuiper.

Maracaibo, 31 de agosto del 2016

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