sábado, 6 de agosto de 2016

Otrso mundos y paradojas irreales de la literatura




OTROS MUNDOS Y PARADOJAS IRREALES DE LA LITERATURA

Víctor Bravo dijo que Borges, como lo hiciera Lewis Carroll había creado un campo narrativo de juego, especie de vértigo de combinaciones y desplazamientos, de inversiones y rupturas de límites, donde se refutaba lo real prefigurándose otros mundos, que emergen de un fondo de paradojas y de laberintos. Según Bravo, Borges como Carroll, aprendería que podemos ser soñados por otros, que es posible invertir la causalidad y que la paradoja puede crear mundos distintos, extraños, aunque estén íntimamente ligados a las presuposiciones lógicas del mundo.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) escribió un conocido poema: “¿Y si durmieras? ¿y si en sueños, soñaras? ¿y si en el sueño fueras al cielo, y allí cogieras una extraña y hermosa flor? y si, al despertar... tuvieras esa flor en la mano?” Jorge Luis Borges en Otras inquisiciones escribió un texto titulado "La flor de Coleridge" donde trata uno de sus temas favoritos: la creación literaria como conjunto limitado de imágenes y de formas que se despliegan en una serie infinita de versiones diferentes, dentro de las cuales se confunden el original y la copia, o mejor aún, no existe ni uno ni la otra, sin atreverme a concluir con la consabida frase de “sino todo lo contrario”.  Más adelante JLBorges se refirió a una novela que Wells bosquejó en 1887 y reescribió siete años después, en el verano de 1894. La primera versión se tituló The Chronic Argonauts, la definitiva, The Time Machine”. Herbert George Wells, en esa novela, continúa en la antiquísima tradición literaria de ir sobre la previsión de hechos futuros. El protagonista de Wells, viajará físicamente al porvenir, y desde allí regresará rendido y maltrecho, un “volver con la frente marchita”, con las sienes encanecidas, desde una remota humanidad habitada por especies que se odian, por ello lo que nos trae del porvenir es una flor marchita. “Esa flor ya no retoña” pensará cualquier melómano, pero Borges, más acertado, afirmaría sobre este hecho, que, tal es la flor futura, la contradictoria flor cuyos átomos ahora ocupan otros lugares y no se combinaron aún”…    


Henry James dejó inconclusa una novela titulada The Sense of the Past la cual aparece cómo una variación de The Time Machine. “El sentido del tiempo, de Henry James es una obra inacabada, según la opinión de expertos y ha apasionado a la crítica por estar oscurecida por detalles autobiográficos, por lo que también ha sido considerada como su testamento. Henry James revive su propio pasado en el personaje de Ralph Pendrel, un historiador americano, quien a partir del retrato de un joven antepasado inglés, emprende una fantástica inmersión en el tiempo y regresa al pasado siglo XVIII. El nexo entre lo real y lo imaginativo, en este caso no es una flor, es un retrato que misteriosamente representa al protagonista quien fascinado se encuentra con su antepasado de 1820, un ser obsesionado por el futuro, mientras que el historiador de 1910 se encuentra sumido en el pasado y esta situación lleva a que ambos personajes se crucen en una especie de doble viaje en direcciones opuestas a través del tiempo, así el vínculo entre las épocas se rompe, y el historiador corre el peligro de encontrarse encerrado en el pasado, sin posibilidad de retorno, de manera tal que Henry James creó un regressus ad infinitum. James fue amigo de Wells quien posiblemente desconocía el texto de Coleridge, él si lo conocía y además admiraba el texto de su amigo Wells, de manera que puede aquí validarse la doctrina de que todos los autores son un autor, aunque finalmente Borges concluya opinando sobre este tema que tales hechos descritos son insignificantes ya que la literatura es lo esencial, y no los individuos.

El 6 de diciembre el año pasado (2015) en un texto “Sobre la lectura y la relectura en la literatura” publicado en lapesteloca.blogspot.com, se me ocurrió tocar el tema de la literatura y las premoniciones, al referirme a la novela de Paul Auster “La noche del oráculo” donde el autor hablaba de la literatura como premonitora de acciones futuras. En la novela de Auster, Sydney Orr recordará haber conversado sobre un poeta quien escribió sobre un niño ahogado, a quien unos meses después se le ahogó su hija. El personaje Sydney, para quien era absurda la relación entre lo escrito y la realidad, explicaba lo sucedido diciendo que “vivimos en el presente, pero el futuro está siempre en nosotros”. En la misma novela, Auster inventará a Nick Bowen, otro personaje, supuestamente creado por el escritor ficticio Sidney Orr, y quien se obsesiona con la lectura del manuscrito de una novela inédita de una autora famosa en los años veinte, novela que se titula “La noche del oráculo”. Lemuel Flagg, es en esa novela un moderno Tiresias (famoso vidente de la mitología griega). Flagg soldado en la Primera Guerra Mundial, quedó ciego cuando explotó un mortero en su trinchera, y desde ese momento, adquirió el don de la profecía. Tal como se decía en la mitología de Tiresias, quien por insistir en que la mujer disfrutaba en el sexo más que el hombre, logró enfadar a Hera, que lo dejó ciego y aunque nada pudo hacer. Zeus para rectificar la crueldad de Hera, pero el supremo del Olimpo compensaría a Tiresias dándole el don de la clarividencia. Esta cualidad que en la novela de Auster caracteriza a Lemuel Flagg, lo convierte en un personaje famoso. Cuando Flagg regresa a la Gran Bretaña conoce a Bettina Knott su futura esposa, pero antes de que se celebre la boda, tiene una visión en la cual Bettina lo traicionará antes de que acabe el año, lo que induce en Flagg en una obsesión vertiginosa a decidir suicidarse… Paul Auster, creador de Sidney Orr y éste a su vez inventor de Nick Bowen, quien a su vez lee una novela y es seducido por su protagonista Lemuel Flagg, todos se encuentran en una cadena de paradójicas consecuencias que no son más que ficciones literarias sin sustento real alguno, pura imaginación, como tiene que ser y en particular es, una característica resaltante en el escritor Paul Auster.


Para no perder la costumbre cinéfila, va un afiche de The Time Machine (La máquina del tiempo), película del año 1960 dirigida por George Pal, basada en la novela de H. G. Wells The Time Machine (1895), protagonizada por Rod Taylor, Alan Young, Yvette Mimieux y Sebastian Cabot.  El año 2002 se hizo un nuevo film, dirigido por Simon Wells, biznieto de HG Wells, el cual es en realidad un remake de la película de ciencia ficción de 1960. The Time Machine y fue protagonizada por Guy Pearce, Jeremy Irons, Orlando Jones y Samantha Mumba. Hay que mencionar también el film Time After Time dirigido por Nicholas Meyer en 1979, con música de Miklós Rózsa con el título en español de “Escape al futuro” y protagonizado por Malcolm McDowell en el papel de H. G. Wells y David Warner como Jack el Destripador. Finalmente “Time After Time” fue el título de es una canción escrita por Cyndi Lauper y el músico Rob Hyman que fue muy popularizada en la década de los 80.
   

Maracaibo, 06 de agosto de 2016

No hay comentarios: