PARACELSO
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus
von Hohenheim nació en Einsiedeln cerca de Zürich (Suiza), en 1493. Su casa familiar que aún
se conserva, estaba situada junto al río Sihl. Su madre murió durante el parto
o poco después del nacimiento de su único hijo. Su padre, era Guillermo
Bombasto de Hohenheim, quien ejercía la medicina y ya viudo, se haría acompañar
por el niño en sus visitas diarias y, en sus ratos libres le enseñaría los
rudimentos del latín y de la ciencia de las plantas. En la región minera de Carintia, Thophrastus de 9 años se irá con su
padre quien actuará como ingeniero de minas a las órdenes de Sigmundo Füger en
una de las importantes minas y de las fundiciones de la poderosa familia Függer
de Alemania donde igualmente ejercería la medicina. Cuando era un adolescente,
Theophrastus
fue
enviado al monasterio de los benedictinos de San Andrés en
Levanthal, donde conocería al obispo Eberhard Baumgartener quien tenía fama de
ser un gran alquimista. El interés por la naturaleza, y especialmente aquellos
aspectos relacionados con la mineralogía y con la alquimia se potenciarían en
él y, posiblemente con los conocimientos de medicina popular se irían
desarrollando en este joven características muy particulares, para quien
escogería para sí el nombre de Paracelso, dicho en latín, Paracelsus, que
significa “igual o mejor que Celso”, un médico romano del siglo I. Su formación
la complementaría Johannes Trithemius, abad del monasterio de San Jorge en
Wüzburg, ciudad a la que se trasladó al abandonar la casa paterna. Este monje
benedictino, era famoso en la época en que accedió a tomar a Paracelso como
discípulo. Humanista, buen conocedor de los clásicos, bibliógrafo apasionado,
polígrafo excéntrico, creador de extraños métodos para aprender idiomas
extranjeros y adelantado de la criptografía, fue una de
las figuras más destacadas de la alta magia erudita del Renacimiento europeo. Este
abad, sospechoso de artes diabólicas para la Inquisición, sería quien le
introdujo a su joven discípulo en el estudio de la cábala, la alquimia y la
astrología, así como en la lectura de autores como Pico de la Mirándola,
Platón, Plotino y Hermes Trimegisto.
Su maestro, moriría en 1516 pero un año antes
Paracelso había dejado ya la ciudad de Würzburg para dedicarse durante varios
años, a viajar por todo el continente aprendiendo de los barberos de aldea y de
las brujas las recetas tradicionales y los remedios populares. Se dice que
llegó en sus viajes hasta Escandinavia y al Medio Oriente, y que en
Constantinopla habría profundizado en los secretos herméticos y habría entrado
en contacto con la filosofía de los hindúes. En 1522 estaba ejerciendo la cirugía, aunque
salvo excepciones, las dos profesiones de médicos y barberos estaban separadas,
Paracelso estaba en contra de la idea que tenían entonces muchos médicos de que
la actividad manual debía estar relegada a los estratos inferiores. Se cree que
llegó a doctorarse en la Universidad de Verona y durante esos años se dedicó al ejercicio de la profesión, atendiendo en el camino a
todo aquel que requería sus servicios. Quiso ejercer como médico en Salzburgo,
pero tuvo muchos problemas por su actitud en contra de la medicina profesional.
No obstante, su fama le reportó una amplia clientela y bastantes discípulos,
sin embargo a corto plazo sus ideas chocarían con las de colegas, amigos, estudiantes,
hasta sus pacientes por lo que tuvo que huir hacia Estrasburgo donde no
encontraría problemas, ya que era el lugar del liberalismo y la reforma.
Sus numerosos éxitos
terapéuticos, empezaron a darle una sólida reputación, mezcla de admiración y
recelo, que no le abandonaría durante su vida y que alcanzó su apogeo cuando se
trasladó a Basilea en 1526, acudiendo al requerimiento de sus servicios
profesionales por parte de Frobenius, que era entonces una personalidad
políticamente muy influyente, amigo personal y editor de Erasmo y a quien parece que salvó de la amputación de
una pierna. Allí conoció también a Erasmo. Fue propuesto más tarde para que
ocupara la plaza de médico municipal de Basilea, lo que le permitía dar clases
en la Universidad. De nuevo chocarían sus ideas con las autoridades académicas y
publicaría un manifiesto en el cual expresaba su disconformidad con la medicina
hipocrática y galénica. Siguió dando clases basándose en su experiencia y junto
a la cama de los enfermos. Frente al latín utilizaba la lengua vernácula y
admitía entre sus alumnos a barberos cirujanos. Frobenius murió y su
impopularidad fue en aumento. Finalmente, ante sus desplantes, fue expulsado y
tras una serie de incidentes abandonaría la ciudad en 1528.
Paracelso hablaba abiertamente de los cuatros
reinos de la naturaleza como: Fuego, Aire, Agua y Tierra como lo hacían los
antiguos. En su laboratorio no faltaban los artilugios propios de un gran alquimista, como crisoles,
balanzas, alambiques, fuelles, etc. Definía así a un verdadero médico "Aquel que puede curar enfermedades es
médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegas, ni las escuelas
superiores pueden crear médicos. Pueden conferir privilegios y hacer que una
persona que no es médico, aparezca como si lo fuera pueden darle permiso para
matar, pero no pueden darle el poder de sanar… “El verdadero médico no se jacta de su habilidad ni alaba sus medicinas,
ni procura monopolizar el derecho de explotar al enfermo, pues sabe que la obra
ha de alabar al maestro y no el maestro a la obra… El que no ha nacido para
médico, nunca lo será. El médico debe ser leal y caritativo. El egoísta muy
poco hará en favor de sus enfermos. Conocer las experiencias de los demás es
muy útil para un médico, pero toda la ciencia de los libros no basta para hacer
médico a un hombre, a menos que lo sea ya por naturaleza. Sólo Dios da la
sabiduría médica".
Su vida habría de continuar por los mismos derroteros: constantes
viajes, éxitos y fracasos. A los cuarenta y ocho años murió en Salzburgo el 24
de septiembre de 1541. En su lápida se lee la siguiente inscripción: “Aquí
yace Felipe Teofrasto Bombast von Hohenheim. Famoso doctor en Medicina que curó
toda clase de heridas; la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias
enfermedades del cuerpo, con ciencia maravillosa. A la edad de 34 años, fue nombrado profesor
de medicina de la universidad de Basilea, quemó públicamente las obras de
Galeno y Avicena diciendo: “en las correas de mis zapatos hay más sabiduría que
en todos éstos libros.”
Maracaibo, 12
de mayo del año 2016
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