domingo, 15 de mayo de 2016

Los Enhinger



LOS ENHINGER

A propósito del interesante artículo del Dr Angel Rafael Lombardi Boscan "Venezuela, colonia de Alemania" publicado recientemente en Facebook por "Criterio de Lectores" 13/ 05/ 2016, regresé a unas páginas de mi novela "La Entropía Tropical" (Ediluz Eds 2003) sobre el mismo tema y lo repaso aquí, brevemente, en "lapesteloca.blogspot.com" y por tweeter para Uds.

...mi señor y amigo el capitán Don Alonso de Ojeda, le dio a la laguna y a la población levantada sobre las aguas por aquellas extrañas criaturas, el nombre de San Bartolomé, para recordarles a todos,  que fuera un 24 de agosto del año de gracia de 1499, cuando anclamos ante las casas construidas sobre estacas hincadas en la tierra del fondo de la laguna do se mecían continuamente las canoas y cuyo acompasado movimiento era seguido por el vaivén de los penachos de las palmeras en la costa de arena blanca...
... y en las cartas dibujadas por el maestre Juan de la Cosa y por micer Vespucio, me tocó perseguir el curso de las líneas que ellos iban creando, detalle por detalle, con todas las irregularidades de la costa pedregosa, los márgenes de las tierras arenosas, la confluencia de las aguas de ríos y de manglares y la tierra y el cielo siempre limpio, hasta marcar allí, ante el horizonte, el golfo de Venecia y un tanto mas allá el poblado de Maracaybo y todo el contorno de una inmensa laguna imposible de circunvalar totalmente porque habíamos de regresar hasta el cabo de La Vela para zarpar hacia La Española...
...y quisiéranlo o no, era un decir del común, nadie lo dudaba, los Fugger de Alemania habían depositado cientotreintamil florines para garantizar las obligaciones del soberano, de su majestad, el melancólico joven que recientemente era el nuevo rey de España y el emperador de Alemania.   Más cierta aún era la especie de que el poder económico de Los Fugger tenía una oposición muy grande por parte de la Casa de los Welsers, la de los ricos Belzares, señores banqueros de la misma ciudad de Baviera, empeñados en lograr el apoyo del joven soberano.  Y en tanto que Los Fugger se enfrascaron en empresas políticas, los Welsers recibirían el contrato de la Capitanía de Venezuela en tierras del Nuevo Mundo...
... de esta manera fue como Jorge Enhinger y su primo Ambrosius, con Enrique Sayler fueron gratificados por el rey y ellos recibirían todo el poder para hacer esclavos, levantar fortalezas, rescatar el oro de las tierras, descubrir y conquistar y poblar ciudades, sin dar el quinto sino solamente un diezmo por toda arroba de oro que pudiesen atesorar en el término de diez años...

... y fue precisamente por ese entonces, cuando su serena majestad, el muchacho del rostro prognático, el joven Don Carlos, les otorgara plenos poderes a Los Belzares para que gobernasen aquella provincia del Nuevo Mundo, en los remotos tiempos cuando La Pequeña Venecia del Coquivacoa  ya le había cedido su nombre a toda la Capitanía General.  Y habría de llegar a la ciudad de Coro como representante de los banqueros germanos micer Ambrosius Enhinger, y en aquella ciudad cabeza del Obispado de la región él hubo ordenado los oficios religiosos y tras empaparse de la vida y padecimientos de los pobladores de la ciudad decidió marchar hacia Maracaybo para establecer su cuartel general y desde allí lanzarse a la búsqueda del oro...

... seguramente que fue también en aquel entonces cuando escuchó Ambrosius Enhinger de boca de algunos indios la historia del país de los Chibchas, los salvajes que fundían el oro en fraguas especiales, quienes tenían su reino en las serranías, más allá de unos picachos nevados, al oeste de Maracaybo.  Sería en ese entonces cuando micer Ambrosius tomaría la decisión de partir hacia el sudoeste y adentrarse en la selva y cruzar montañas y ríos porque estaba seguro de que iba en pos de algo muy grande, iba persiguiendo un imperio dorado fuera de la comprensión de quienes le rodeaban, algo jamás soñado por sus amigos allá lejos, los que habitaban el mundo civilizado, quienes vivían cruzando la mar océana, en su patria ...

...sudoroso, Ambrosius recapitula sus andanzas a través de la intrincada selva, vadeando ríos, chapoteando en las ciénagas, aguijoneado por nubes de mosquitos en las orillas del caudaloso Magdalena, y el dolor de aquella flecha que le atraviesa el cuello de un lado a otro es espantoso, pero respira y suda frío y piensa en serpientes y en los indios que se acercarán de nuevo y en tantos hombres como ha visto caer en su peregrinación, su búsqueda infructuosa, su obsesionante ciudad del oro, mas él no la ha visto nunca, tal vez oculta entre la enmarañada selva, detrás las montañas, desde los fríos páramos, nunca ha vislumbrado un destello dorado, y escupe sangre, el alemán pelirrojo maldice en silencio, guturalmente sus ronquidos semejaban los estertores de una fiera herida de muerte. Tres días después,  su cuerpo se ha hinchado por el veneno de la flecha, tres días después todavía se retuerce de dolor pero ya ha dejado de gritar micer Ambrosius quien agoniza como un condenado...
AMBROSIUS
Había nacido en Ulm, a orillas del Danubio y venía desde Santo Domingo en aquella nao micer Ambrosius Enhinger el día ocho de septiembre del año 1529, cuando decidió desembarcar en la costa occidental del golfo, en una plácida playa bordeada de palmares cerca de los linderos que dibujara  Juan de la Cosa en sus cartas, los que aparecían como las tierras a la entrada del lago de Coquivacoa. Y Ambrosius Enhinger exploró las riberas del lago y decidió levantar una pequeña fundación al lado de la ranchería de los indígenas, la misma que conociera mi capitán Don Alonso de Ojeda cuando descubriéramos el lugar casi treinta años atrás. Ambrosius Enhinger, nombrado Adelantado en Venezuela por su majestad Carlos V rey de España y emperador de Alemania, dueño y señor de aquel territorio que se extendía desde Maracapana hasta el cabo de la Vela en la Guajira, Enhinger el alemán pelirrojo que vio transcurrir su infancia ante las aguas del Danubio, Enhinger uno de los aguerridos conquistadores de los Welser o Belsares, el arrojado micer Ambrosius, el temido capitán Enhinger, hizo edificar varias casas para proteger a las mujeres y los infantes que acompañaban su expedición, y se mostró alarmado micer Ambrosius cuando observó el trato que los indígenas varones les dispensaban a sus mujeres, y defendió airadamente a las indígenas del lugar, y quiso prohibirles el ejecutar los duros quehaceres que sus maridos les requerían, y sacudió de sus chinchorros a los indios quienes reposaban sonrientes, conversando y bebiendo chicha fermentada en medias taparas, descansando de sus labores tradicionales de caza y pesca.

Transcurrirían diez años cuando ya muerto el Adelantado Jorge Spira, vendría a ser el Señor Obispo Rodrigo de Bastidas en su condición de nuevo gobernador de Venezuela, él precisamente, habría de ser quien le daría a Pedro de Limpias la orden de acabar con todos los indios del sector. Mas esta parte oscura y triste de la historia no había acontecido aún, cuando los indígenas de la ranchería de Maracaybo comenzaron a entender a micer Ambrosius y a quererlo y a plantear ante él las calamidades que se les venían encima, entonces el alemán pelirrojo transformó las edificaciones mayores en un hospital pues el clima ardiente y las aguas contaminadas habían enfermado a una buena parte de sus gentes, y dispuso que se tratase bien a los enfermos aunque fuesen indígenas. Desde ese entonces,  Enhinger no dejaba de pensar en la ciudad del oro e indagaba sobre su paradero, preguntaba por las rutas para llegar hasta ella, averiguaba entre los pobladores de aquellas tierras bordeadas de palmeras quienes habitaban en casas sobre las aguas de la laguna que los indios llamaban Coquivacoa, la misma que Don Alonso de Ojeda y Américo Vespucio descubrieran a la entrada del golfo de Venezuela, pero solo historias inverosímiles escuchadas por algunos indígenas a los ancianos de la tribu logró extraer de ellos micer Ambrosius, relatos confusos sobre ciudades en lejanos y montañosos parajes, señalados siempre hacia el sur, o hacia el brumoso y relampagueante poniente ignoto. Después de la masacre de Pedro de Limpias, con el correr de los años, vendrían Don Alonso Pacheco en 1569 y Pedro Maldonado en 1564 para refundar otra vez un poblado y unas casas y una iglesia, sobre el mismo sitio donde  dejara micer Ambrosius a sus hombres y mujeres enfermos antes de irse desesperado a buscar la ciudad del oro, estas cosas son las que dice la historia sobre los orígenes de la ciudad del fuego junto al lago de cristal. Así un mal día decidió micer Ambrosius Enhinger  seleccionar cientochenta hombres de armas y dejar aquellas tierras para internarse en las montañas y serranías hacia el sur y hacia el oeste. Cuando partieron, él esperaba llegar al menos hasta los fértiles valles de la región de Upar. Micer Enhinger y sus hombres cruzaron los valles y se aproximaron hasta las riberas del gran Magdalena el año de 1531 pero los zancudos y las fieras, las diarreas y las fiebres, en aquel calor sofocante ya había diezmado a más de la mitad de la expedición. Fue entonces cuando enrumbaron hacia el sur adentrándose entre montañas hasta el páramo de Rivachá donde micer Ambrosius atacado por los indios habría de morir tres días después de ser flechado en el cuello.  Y no sería sino muchos años después, quizás la mañana del día veintiséis de junio de 1607 cuando los españoles lograsen dominar a los caribes que poblaban la laguna y las inmediaciones de Maracaybo. El capitán Urtiazola tras las dunas esperaba la señal y en la oscuridad de la noche cercó a la tribu de los indios zaparas por orden de su jefe el capitán Don Pedro Maldonado y tras la señal fue un solo griterío y humo de mosquetes y sangre hasta la salida del sol. Desde ese triste momento, culminarían las guerras con las tribus indígenas de la gran laguna.

Maracaibo 15 de mayo de 2016

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