lunes, 20 de junio de 2022

De la música en Los Andes.

 De la música en Los Andes.

Hace unos días relataba en el blog como como en 1950 regresamos a vacacionar en los Andes y estando en La Puerta, ciudad del Estado Trujillo se produjo un terremoto en “el Tocuyo de Lara”. Esta pequeña ciudad que había sido un enclave muy importante en los años de la Colonia, recientemente la mencioné en el blog (https://bit.ly/3u3dOPF) sobre el trágico final de von-Huttem y fue siempre un sitio a detenerse dejando atrás las ciudades andinas para salir de la carretera trasandina y viajar hacia el centro y las otras regiones de Venezuela.

 

Existían cosas de mi historia familiar, que para aquellos días y hasta muchos años después, para mí, serían absolutamente desconocidas. El Tocuyo fue la ciudad donde habían nacido mis antepasados por vía materna, don Fernando Tamayo de Gómez de Lucerna y Juana Paula Escalona, padres de Lorenzo Tamayo Escalona mi bisabuelo casado con Amalia de La Madriz y Ribas, los padres de Lorenzo Fernando Tamayo de la Madriz (1858-1939) mi abuelo materno, quien se casaría en San Cristóbal con María Cecilia Filomena Albina García Galavis mi abuela. 

 

Pero venía a conversar sobre algo que desde aquella vacación andina pasó a convivir conmigo, y lo tengo al alcance de mi subconsciente, allí, siempre está, muy presente y puede parecer extraño, pero no es otra cosa que: la música. En mi casa había muchos discos de música clásica, y la escuchábamos en aquellos discos de pasta de “larga duración”, también estaba el piano, pero resultó y aconteció que, en aquella vacación, iba a conocer los registros musicales de la rockola del hotel Guadalupe de La Puerta.



 

Era la época de “La múcura”, un porro colombiano de Toño Fuentes que repetía pegajosamente que la múcura estaba en el suelo y mamá no puedo con ella y aunque se la llevara a la cabeza no podía con “la mucurita de barro”… En la rockola del hotel comenzaría entonces a escuchar decenas de canciones y de registros musicales desde porros y cumbias colombianas, a guarachas caribeñas, sentidos boleros y melodiosas voces de cantores poco conocidos para mí…

 

Sin saber cómo ni por qué, se me grabó en la memoria y la recodé por muchos años una canción que decía “sin saber cómo ni porqué se ha casado Pachito Eché”. Ahora me entero de que la canción de Pachito Eché que sonaba a diario en la rockola del hotel, fue compuesta por un veterano compositor colombiano, Axel Tovar (1907-1975) quien estaba hospedado en Medellín con su orquesta y fue dedicada a Francisco Echeverri, el industrial antioqueño dueño del hotel donde se alojaba Tovar quien al no tener como pagar la cuenta le ofreció que le compondría una canción para saldar la deuda. Tovar fue un señor que abarcó todos los géneros musicales colombianos e interpretaba diez instrumentos, por ello fue considerado uno de los músicos más completos e integrales del siglo XX en su patria, ejecutante de instrumentos como el violín, guitarra, piano, viola, clarinete y flauta, le valieron un lugar como concertino en la orquesta sinfónica de Colombia. 

 

Recuerdo que oí por vez primera en un disco de 45 a Jorge Negrete –conocido mío en las películas del Cine Landia- entonando aquello de voz de la guitarra mía al despertar la mañana. Era el Landia uno de aquellos cines de Maracaibo, sin techo con sillas de madera donde la gran mayoría de sus películas eran mexicanas. No sé cuántas veces siendo niño ví “Allá en el Rancho Grande”, la película de 1936 donde Tito Guizar disputa con Lorenzo Barcelata cantado toda una pendencia coral que en 1952 repetirían, con otra letra, Jorge Negrete y Pedro Infante en “Dos tipos de cuidado”, de manera que a través de las películas reconocía la diferencias entre la voz de Jorge Negrete, Pedro Infante o de Miguel Aceves Mejía.

 

Igualmente, decía que me tocó la suerte de escuchar una buena cantidad de boleros románticos cuya música y el recuerdo de sus letras se quedarían incrustados en mí memoria. Tuve la oportunidad de escuchar cantando por primera vez a Daniel Santos y a Toña La Negra. A Daniel Santos, no creo haberle oído andar preguntando por su desaparecida “Linda”, pero el registro de su voz es irrepetible allí estuvo y me quedó el recuerdo; me imagino que en los discos de 45 cantaría también temas del maestro Pedro Flores (https://bit.ly/3iOo2hG) quizás Irresistible o Prisionero del mar; no estoy seguro.

 

Cuando escuché a Toña La Negra, en esos días no sabía que era mexicana de Veracruz con ancestros haitianos quien se daría a conocer cantando “Enamorada” un tema de otro jarochoAgustín Lara, el músico y poeta, ya revisado en este blog (lapesteloca) en junio del 2019 (https://bit.ly/35Psbxz) donde decía que el compositor orgullosamente se presentaba como jarocho y mexicano, quien también produjo para Toña temas como “Lamento Jarocho”, “Veracruz”, “Oración Caribe” en la década de los 30 cuando con “Vereda tropical” “Angelitos negros”, “Lágrimas de sangre”, “Diez años” y “Cenizas”, Toña se haría famosa.

 

Con La Sonora Matancera en aquella rockola, recuerdo a una señora que sabrosamente cantaba “Juancito Trucupey” y no era otra sino Celia Cruz, quien decía: “Juancito Trucupey me dijo que tiene una fiesta formá, pa tocar con su tambora allá por la madrugá… Juancito Trucupey muchacho, es un hombre popular a veces, Ay Juancito Trucupey compadre, es un hombre populá, tu líder”.  No podía saber más de esa historia sino hasta ahora, gracias a la nube de internet que me informó como Juancito Trucupei, era el apodo de un famoso tamborero dominicano a quien el compositor dominicano Luis Kalajajjj y su conjunto típico de Sibao le dedicó una canción con su nombre la cual como decía antes, fue popularizada por Celia Cruz en los años 50 con la orquesta Sonora Matancera.

 

Finalmente estoy convencido de que fue en la rockola del hotel Guadalupe donde volví a tropezarme con la canción “Nocturnal”, probablemente en la voz de Pedro Infante y era una hermosa melodía que ya conocía, porque era el tema que ponían antes del inicio de las películas en el cine teatro Estrella donde íbamos a ver “las series”, que ya no pasaban en el Landia; pero escuchábamos “Nocturnal” en la voz de Alfredo Sadel quien inolvidablemente cantaba “A través de las palmas que duermen tranquilas la luna de plata se arrulla, en el mar tropical…”  la canción del músico compositor mexicano José Sabre Marroquin.

 

Con estas elucubraciones, o como sería igual, podría llamarlas, lucubraciones, le pongo punto final a un repaso de recuerdos musicales que desde la edad de 10 años se quedaron en mi memoria gracias a la rockola de hotel Guadalupe de La Puerta en el Estado Trujillo.

Maracaibo, lunes 20 de junio del año 2022

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