martes, 10 de octubre de 2023

Los astrocitos glutamatérgicos


Cuando a los 36 años Santiago Ramón y Cajal, viviendo en Barcelona el año 1888 estudiaba en su microscopio rodajas de cerebros humanos, procedentes de los cadáveres del vecino Hospital de la Santa Cruz, demostró que el cerebro está organizado en células individuales que son las neuronas principales protagonistas del pensamiento.

Hace unos días, el neurocientífico italiano Andrea Volterra quien les ha relatado la historia de Cajal a sus alumnos de la Universidad de Lausana (Suiza), anunciaría el descubrimiento de “un nuevo tipo de célula” en el cerebro humano.

Entre los 86.000 millones de neuronas, con billones de puntos de comunicación entre ellas que el investigador español demostró eran entidades independientes. Las neuronas están rodeadas por otra familia de células, las gliales, que actúan como soporte. Glía, en griego, significa “pegamento”, el “glue” del inglés y una de estas células es el astrocito. El equipo de Volterra ha detectado un nuevo tipo de célula que no pertenece ni a la categoría canónica de neurona ni a la de astrocito. Son “células híbridas”.
Las neuronas se envían mensajes con sustancias químicas, sobre todo con glutamato, una molécula compuesta por cinco átomos de carbono, nueve de hidrógeno, uno de nitrógeno y cuatro de oxígeno: C₅H₉NO₄. Este proceso es imprescindible en el pensamiento abstracto humano. El equipo de Volterra ha detectado un nuevo tipo de célula que no pertenece ni a la categoría canónica de neurona ni a la de astrocito. Se consideran “células híbridas, y la neurocientífica Liset Menéndez de la Prida del Instituto Cajal, en Madrid explica en detalle que es “un descubrimiento trascendental”. 

La información entre neuronas es rápida, del orden de unos pocos milisegundos, hasta las decenas de milisegundos si se da entre varias neuronas en cadena (polisinapsis). En cambio, los astrocitos pueden llegar a tardar del orden de segundos en transmitir información. Estos“astrocitos glutamatérgicos” representan a una subpoblación de astrocitos que poseen parte de la maquinaria molecular de las neuronas para liberar glutamato.

El descubrimiento de Andrea Volterra “sacude los cimientos de la neurociencia”, porque cuestiona el conocimiento actual sobre cómo funciona el cerebro y cómo se desarrollan sus trastornos. Su estudio, fue publicado el miércoles 4 de octubre en la revista Nature, muestra que los astrocitos glutamatérgicos se concentran en regiones del cerebro implicadas en la memoria. En una de ellas, en el hipocampo, una de las áreas más inestables en el inicio del alzhéimer. “Por eso tenemos sospechas fundadas de que nuestras células podrían estar implicadas”, explica Volterra.

El equipo también ha observado que los astrocitos glutamatérgicos desempeñan un papel en un circuito que controla los movimientos y está alterado en el Párkinson: la vía nigroestriada de la dopamina. “Todavía no hemos estudiado la distribución de estas células en otras regiones del cerebro. Lo que averigüemos orientará nuestras futuras investigaciones. Por ejemplo, si encontramos concentraciones altas de estas células en la corteza prefrontal, inmediatamente estudiaremos su papel en la toma de decisiones y su alteración en la esquizofrenia”, expone Volterra. El trabajo de Volterra sugiere la existencia de nueve clases de astrocitos, que se sumarían a más de un centenar de tipos de neuronas.

Marta Navarrete otra neurocientifica aplaude el nuevo estudio, pero cree que los astrocitos glutamatérgicos son más bien un subtipo de astrocitos, no un nuevo tipo de célula. “Los astrocitos se conocen desde tiempos de Cajal. Siempre se había pensado que estas células dan de comer a las neuronas y son su soporte estructural, pero ahora se está viendo que son mucho más importantes. Intervienen en el proceso de memoria y aprendizaje, en el miedo, en todas las emociones superiores que un ser humano puede tener”, señala Navarrete, también del Instituto Cajal.

Otro investigador español, Alfonso Araque, actualmente en la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), en el año 1999, abandonó el tópico del beso entre dos neuronas y postuló el concepto de “sinapsis tripartita”, en el que los astrocitos también tienen un papel fundamental. Navarrete, es discípula de Araque, y recuerda que todavía hay resistencias a este planteamiento. “La idea de que hay tipos de astrocitos especializados en determinadas funciones no está aceptada en la comunidad científica. No se termina de aceptar que pueda haber más células (además de las neuronas) que estén muy involucradas en el procesamiento de información”, lamenta Martha. 

El nuevo descubrimiento del equipo de Andrea Volterra añade todavía más complejidad al inconcebible cerebro humano.

Maracaibo, martes 10 de octubre del año 2023

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