domingo, 16 de abril de 2017

Nuevamente, la magia de la escritura de Robert Luis Stevenson




Nuevamente, la magia de la escritura de Robert Luis Stevenson

En lapesteloca.blogspot.com el 9 de abril del 2016 (bit.ly/1qfErNc) me referí a la manera de escribir del Robert Louis Balfour Stevenson (1850-1894) y tomaré una expresión de Carlos María Domínguez (escritor, editor y periodista argentino) al decir sobre Stevenson, que “sus textos tienen la dirección de una flecha”(Páginas de espuma, 2013, Madrid). Señalaba antes, que no es posible olvidar al Quijote de Cervantes en el siglo XVI ni a los viajes de Gulliver de Swift en 1726, o al Cándido de Voltaire en 1759, y de cómo los novelistas franceses del siglo XIX Víctor Hugo, Dumas, Balzac, Flaubert, Stendall y Zola, todos se aplicaban a escribir usando un realismo de contenido social que mostraba la comedia humana para revelar las miserias y convencionalismos de aquella época. No obstante Stevenson resultó ser un fenómeno dentro de la literatura inglesa, y si bien algunos han creído que como dijera Borges, que su fama se vio disminuida por el hecho de haber escrito libros para niños, la novela inglesa estaba en su apogeo con las historias románticas de sir Walter Scott (Ivanhoe, Quintin Durward) y el realismo de William Thackeray (Barry Lyndon, La feria de las vanidades), y escritores vitorianos como Dickens quien del puritanismo pasaba a una novela definidamente social (Oliver Twist, David Copperfield) imbuidos en la idea de escribir mostrando las realidades de aquella época sombría en Inglaterra. 

La prosa de Stevenson pareciera encerrar un mensaje oculto, y nace, aflora, de los mismos personajes creados por él, quien decía sobre la estructura de su narrativa: “Cada cosa debe ir en su lugar correspondiente en una narración, todos los detalles deben complementarse mutuamente, como las notas musicales”. Nacido en Edimburgo un 13 de noviembre de 1850 en una familia de constructores de faros y bajo el rigor calvinista de su abuelo paterno, su salud fue siempre muy precaria, como la de su madre Margaret Isabella Balfour (1830-1897) quien lo protegería y crearía para el niño enfermo un mundo de fantasía con lecturas de historias y teatrillos de cartón donde daba rienda suelta a la imaginación apoyada por su niñera Alison Cunningham, “Cummy”, quien impresionaba al niño en medio de su calvinismo austero de los relatos bíblicos con sus historias y leyendas truculentas que le provocaron pesadillas por las noches. Stevenson llegaría a comprender que los relatos populares no eran las realidades monstruosas de la vida, “no eran fieles a lo que los hombres ven, eran fieles a lo que los lectores sueñan”-

En un ensayo, Stevenson quien era amigo del poeta Edmund Goose, del dramaturgo William Archer y del escritor Henry James, contradecía la tesis de este sobre “la suprema importancia de la verdad para el novelista”, señalando que “la verdad nos parece una expresión de alcance muy discutible, no solo en el quehacer del novelista sino también en el del historiador”...”La vida es monstruosa, ilimitada, absurda, profunda y áspera; en comparación con ella, la obra de arte es ordenada, precisa, independiente, racional, fluida y mutilada. La vida se impone por la fuerza como el trueno; el arte seduce al oído en medio de los ruidos, infinitamente más ensordecedores de la experiencia”. La genialidad de Stevenson quedó plasmada en dos grandes novelas, La isla del Tesoro y El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde. La isla del tesoro, su primera novela fue publicada por entregas semanales en la revista Young Folks entre octubre del 1881 y enero de 1882; cuando se publicó como libro, su éxito fue arrollador. Tres años después repitió con Jekyll y Hyde y vendería 40.000 ejemplares en seis meses y 10 años después solo en los estados Unidos llevaba 250.000 ejemplares vendidos.

Maracaibo, 16 de abril de 2017

1 comentario:

Hector Pons dijo...

Obras que acompañaron nuestros años mozos, afortunadamente. Recuerdo un LP con una version de la isla del tesoro, precursor de los audio libros, oí ese disco cientos de veces. Aun puedo recordar la voz del capitán Silver.