sábado, 12 de abril de 2014

Seguna parte del Capítulo 12 de "El año de la lepra"




El año de la lepra
 Jorge García Tamayo, 2011
Capítulo 12
(Segunda parte )



…Cuando tú viajabas con Mamaina hasta San Cristóbal, en un recodo del camino desde donde ya divisabas las torres blancas de las iglesias y los techos de las casas, con sus tejados ocres y nacidos con parásitas por efecto de la permanente lluvia, tú volteabas a mirar hacia la montaña para ver la casona blanca con la chimenea y el trapiche de paredes amarillas, allá, detrás, desprendiendo motas de humo gris, y era aquel el sitio que una vez tu abuela tuvo la desafortunada idea de señalarte como el hogar de Renata y de tus hermanitas, donde habitaban con el protector y poderoso Don Heliodoro. Con árnica y yodo Mamaina hubo de curar varias veces tus raspaduras y moretones que resultaban una rutina desde que en el sexto grado algunos compañeros comenzaron a fastidiarte con la conseja de que eras hijo de Don Hilarión el cura párroco y tuviste que soportar algunos comentarios terribles que decían barbaridades sobre tu abuela y sobre Renata, hasta llegar al extremo, cuando decidiste no querer asistir más a la escuela parroquial. Mamaina intervino para hablarte con claridad meridiana cuando te expresó pausadamente su opinión: Omarcito, me tienes a mí, tu abuela, y sabes bien que Renata te adora; esto te debe bastar. Es lo que debes saber y es la única verdad que existe. Así que cuando venga el Demonio a tentarte con cuentos y habladurías, y la gente malvada que no te quiere bien te quieran ensuciar el alma con calumnias y otras cochinadas, entiende que ellos solo desean tu perdición; es el Maligno quien anda detrás de ellos y de Satanás es de quien deberás cuidarte, por eso debes rezar mucho, reza hijo mío y estudia bastante para que puedas llegar a ser un hombre de bien. Aquellas palabras de Mamaina no terminaban de satisfacerte pues te parecía que siempre andaban en la misma tónica, sin mayores aclaratorias y te dejaban inerme contra la maledicencia ajena. Siempre había quien murmurase e hiciera chistes sobre las relaciones entre Don Hilarión y las dos beatas de Táriba. Rememorarás Omar que fue justamente el cura párroco quien logró para ti la beca para que pudieses iniciar el bachillerato lejos de Mamaina y del ambiente de tu pueblo y así fue como saliste de Táriba y fuiste confinado interno en un Liceo Monástico Militar entre montañas muy verdes en la lejana población de La Grita. Tu destino estaba planificado para que antes de finalizar el cuarto año pudieses pasar directamente al Seminario.
…Recordarás Omar la época del despertar de tus sentidos como un proceso que se dio presto y explosivo, con interminables noches de insomnio en la cama 12 del dormitorio donde compartiste con otros adolescentes el primer año de tu internado en La Grita. Ellos dormían a pierna suelta mientras tú, durante meses añoraste a tu abuela, y seguías elucubrando cosas sin sentido de las que de pronto te arrepentías para regresar en las noches a tus ensoñaciones sobre algunos de los reveladores comentarios, inventados o no, pero, que te llenaban de dudas. Muy pronto comenzaste a escuchar disparatadas aventuras de tus compañeros, seguramente ficticias pero esclarecedoras para ti quien desconocías la existencia del ignoto y oscuro mundo del sexo. Allí escuchaste de muchas situaciones zoofílicas y de insólitas aventuras prostibularias de las que se jactaban algunos muchachos de los años superiores y varios de tus compañeros de curso, quienes de lo más solícitos intentarían darte lecciones. Tú luchaste denodadamente durante meses para alejar las tentaciones, pero eran inevitables, especialmente por las noches, en la oscuridad fría del dormitorio, cuando pensabas en Mamaína y en Renata y comenzarías a imaginarlas conviviendo con Don Hilarión, tu mentor, quien de cura beatífico con apariencia andrógina inicialmente, terminaba transformándose en un engendro satánico con aspecto de macho cabrío quien se regodeaba con sus dos mujeres haciéndoles cosas como las que te contaban tus amigos, antes inimaginables para ti. Estos sueños o delirios en la penumbra del dormitorio te mantenían despierto hasta el amanecer hasta un momento cuando luego de largos períodos de mortificaciones y de esfuerzos místicos, decidiste que no valía la pena rezar tanto y por el contrario captaste como solo conciliabas el sueño después de saciar tus deseos. La primera ocasión para volver a Táriba fue desechada por ti mismo, y decidiste pasar tus vacaciones en La Grita con algunos compañeros en la casa de uno de tus mejores amigos. Ya en el segundo año te sentías un conocedor de todas las situaciones y con cinco amigos, todos se convirtieron en un grupo con poder para negociar con los nuevos, y con los de los años superiores. Estos negocios, muchas veces sobre literatura no lícita, o sobre cigarrillos y con mayores dificultades algunas veces hasta lograron llegar a comerciar hierba, te llevaron a conocer a Humberto Feleizola un alumno del tercer año cuya influencia haría que la vida cambiara para ti. Convencido de que Satán arañaba con sus garras y compenetrado con un par de compañeros de tu dormitorio quienes estaban aficionados a diversos tipos de juegos sexuales, no resististe la curiosidad y te hiciste parte vital del grupo. Es fácil que recuerdes Omar como te sentiste tranquilo en la seguridad de que la confesión limpiaba tus faltas, que eran al fi n y al cabo, solo unos juegos que se daban en la silenciosa oscuridad del dormitorio, los cuales por lo demás no tenían porqué hacerle ningún daño a nadie. Con Humbertito Feleizola las cosas fueron diferentes. Al finalizar el segundo año ya estabas convencido de que no era una simple amistad lo que había florecido entre ambos. Al rubio y atlético joven quien sabía todo sobre el mundo del arte y de la música, le encantaba conversar contigo, y tú, comenzaste a aprender a seguirle la corriente y también a hacerle caso al querer verlo como un hermano mayor, o quizás a buscar en él la figura paterna que no habías tenido. No tardaste mucho tiempo en comenzar a entender que era algo más que cariño ese deseo de estar con él todo el tiempo y a dejarte controlar psíquica y físicamente por él. Estuviste en Táriba finalmente en vacaciones para pasar al tercer año y allí sería don Hilarión quien habría de bendecirte y decirte “ego te absolvo” cuando le confesaste algunos de tus pecados veniales, ocultándole los que sabías eran tuyos muy personales, los de tus andanzas con Humbertito, y lo hiciste ex profeso para luego reír solo para ti, al escucharle decir como sería él mismo quien iba a asegurarte el futuro y arreglaría tu situación ya que con toda seguridad al pasar al cuarto año ingresarías al Seminario Diocesano. Emocionado regresarías a La Grita y antes de volver al internado tendrías la oportunidad de pasar una semana en la finca de los Feleizola. Parecían ambos convencidos de que existía entre los dos algo casi sagrado, pero al volver a las clases, tu ya conocido historial de amores con un alumno del último año fue pronto mal digerido por tus viejos amigos y compañeros de dormitorio quienes celosos decidieron dilacerar aquella traición. Reportarían tus actividades nocturnas a la Dirección del internado y tan solo sería la providencial intervención de don Hilarión, la que logró que en diciembre te trasladasen directamente al Seminario capitalino, conmutando así la sentencia de expulsión por lo que debería ser la reorganización de tu vida al ingresar por la senda del bien ya que tras recibir el perdón, deberían abrirse para ti las esperanzas de retomar tu puesto entre quienes estarían para llevar a las ovejas al redil y facilitarles como poder ascender al Reino de los cielos.


***

Debo ser yo, Arístides Sarmiento quien relate la curiosa historia personal de Silvester Korzeniowski. Lo hago por cuanto él llegó a nuestra “ciudad de fuego” desde hace ya más de un quinquenio por una iniciativa del doctor Itriago y mía. Así pues, en cierta forma me siento involucrado en casi todo lo relativo a su existencia al ser yo partícipe de sus proyectos de investigación. Por otra parte me parece que estoy llamado a esclarecer cualquier sombra de duda que sobre el profesor Korzeniowsk se quiera plantear, en particular en lo relativo a los hechos acaecidos a finales del año 2011 en Maracaibo en los que se halló involucrado nuestro más brillante investigador. Sin más preámbulos comenzaré por referirme escuetamente a su infancia. Es un hecho notorio que Silvester desde muy niño, emigró con su familia judeopolaca a la ciudad de Kobrin la cual al caer bajo la égida germana sería convertida en un gueto. Las condiciones de la familia fueron empeorando a medida que nuevos contingentes de prisioneros judíos se incorporaban a la ciudad hasta el año 1942, cuando a Silvester, ya de 10 años, con sus padres y sus tres hermanos, Abraham el mayor, Hanna su hermanita y Enoc el menor, le tocó ser testigo presencial de la ejecución de cientos de judíos por los alemanes. Muchos prisioneros fueron enviados a campos de exterminio, así como también algunos fueron fusilados por las tropas soviéticas como había sucedido ya desde el año 1940 en la matanza de Katyn. La masacre de BronnaGora fue presenciada por Silvester desde antes de darse la dispersión y desaparición de su familia. Tras un levantamiento dentro del gueto, él logró escapar y sobrevivió en los extensos territorios de bosques y lagos que ahora pertenecen a Belarus y que en aquellos años todavía eran territorio polaco invadido por las tropas alemanas y asediado por el ejército soviético. La suerte favoreció a Silvester y a otros muchachos escapados del geto al encontrarse con Kopel Kopanistky, un judío ruso de 18 años quien dirigía bandas de jóvenes armados ocupados en hostigar a las tropas alemanas. En 1943 los partisanos de Kopel se incorporaron formalmente al movimiento Armia Krajowa el cual terminaría por ser disuelto a finales del año 43 cuando Silvester con un grupo de las desarticuladas brigadas de Kopanistky decidieron escapar hacia el sur. En la primavera del año 1944, los muchachos dirigidos por Kopel cruzaron parte de Checoslovaquia y por los montes Cárpatos penetraron en territorio magiar hasta arribar a las afueras de Budapest. El 19 de marzo de 1944 cuando las tropas alemanas invadieron Hungría, el Primer Ministro Miklós Horthy ordenó la detención de Ferenc Szálasi y aprovechó la simultánea penetración de las tropas soviéticas en el territorio húngaro para fi rmar un armisticio entre Hungría y la Unión Soviética. Silvester con Kopel y 12 jóvenes partisanos que habían sobrevivido a las vicisitudes de cruzar Checoslovaquia, y arribar a la frontera de Hungría lograron esconderse en la periferia de Buda. Habitaron durante varias semanas en alguna de las casas destruidas en las afueras de la ciudad, hasta cuando Kopel logró hacer contacto con el doctor András Joséf, conocido como “el Dr Fisch” quien luchaba en la clandestinidad y sostenía una secreta red de “hogares sionistas”. En aquellos días, los alemanes lanzaron la Operación Panzerfaust sobre Budapest, y mientras agentes secretos germanos secuestraban al hijo de Horthy forzándolo a deponer el gobierno y abdicar, el 3 de noviembre Ferenc Szálasi fue nombrado Primer Ministro y jefe de Estado. Aún cuando ya la mayoría de la población judía de Budapest había sido enviada a campos de concentración, con Szálasi como aliado de Alemania, se incrementó su persecución y deportación de los aún residentes en aquella ciudad en ruinas. Guarecidos en las viviendas marginales de las estrechas calles de Buda, Kopel y 5 de los jóvenes expartisanos lograron acercarse hasta el refugio del Dr Fish quien mantenía escondidos en los sótanos de un asilo psiquiátrico abandonado a una docena de niños sobrevivientes de familias judías desaparecidas. Allí se refugió Silvester con otros huérfanos a quienes Kopel dejó en las manos del rabino András para no volver a aparecer. Nunca más supieron de él. Los puentes sobre el Danubio habían sido destruidos por los bombardeos, y Buda, se hallaba separada físicamente de Pest, donde se había establecido una concentración de judíos protegidos, en un recinto denominado El Ghetto Internacional de Pest, para resguardar y dar cobertura diplomática a una pequeña parte de la población judía. No obstante, durante esos meses del gobierno de Szálasi, la SS actuaba impunemente y desde Budapest Eichmann deportaría más de 50.000 judíos especialmente durante el invierno enviándolos a la frontera austriaca para construir fortificaciones que intentaban detener el avance soviético. No sería sino hasta el 13 de febrero del año 1945 cuando finalmente las tropas soviéticas penetrarían en Budapest. Gracias el doctor Frigyes Görög quien se encargó del Comité Nacional de ayuda para los niños judíos, Silvester salió del refugio del Dr Fish para llegar hasta el geto de Pest donde sería ubicado en un listado de niños judíos huérfanos refugiados y listos para salir de Hungría vía Yugoselavia, con destino a Palestina. El año 1946 se decidiría su destino al ser enviado a través de Zagreb para hacerse a la mar en Dubrovnik. En esa ciudad amurallada, cuyo nombre era Ragusa también conocida como la Atenas del Adriático, su suerte habría de cambiar. Adoptado como un hijo por la familia del doctor Ángelo Cohen, un médico quien recetaba a sus enfermos y asistía diariamente al hospital de Ragusa donde luchaba para emular a sus ídolos Ignacio Semmelwis y Louis Pasteur, se quedaría Silvester para vivir en su casa cuidado por su esposa Simona y sus dos hijas ya adolescentes quienes lo
estimularían para que se incorporase a aprender un oficio al cumplir el rol de ayudante del doctor Cohen. Todas estas sentidas y en ocasiones trágicas peripecias en la vida de Silvester Korzeniowsk las conozco en detalle porque hace muchos años que él personalmente me las relató y tuve buen cuidado de apuntar muchos nombres de sitios y de personas pensando que serían importantes si alguna vez su pasado regresaba y se inmiscuía en su plácida vida en estas regiones tropicales. Afortunadamente esto nunca aconteció. Es decir, quizás hasta el final…
Nadja Kovac nació en las afueras de Zagreb en el invierno del año 1938, su padre tenía una pequeña granja en el campo donde vivía con su mujer y tres hijos. Nadja fue la primera niña en aquella familia de campesinos croatas, muy católicos. Desde siempre, un ambiente hostil acompañaría a la niña como consecuencia de la guerra y curiosamente éste pareció estar relacionado con su condición religiosa. Por ser croatas y católicos practicantes, paradójicamente no se hallaban en una situación de paz y de amor. La presión que el gobierno regional, comandado por serbios religiosamente ortodoxos, ejercía sobre los campesinos croatas se hizo insostenible y los Kovac terminarían por perder su casa y su tierra. Nadja vería como las posesiones de su padre fueron confiscadas para resignarse toda la familia a vivir en las zonas marginales de Zagreb. Durante la invasión de Alemania, su familia comenzaría a ser diezmada, inicialmente fallecería uno de los hermanos y tuvieron que emigrar todos a pueblos vecinos. La invasión alemana a los territorios de Yugoslavia, fue cruel, especialmente con los judíos pero también fue valientemente rechazada por el pueblo quienes repelerían a las fuerzas de ocupación en las ciudades. En una de estas escaramuzas moriría el padre de Nadja. La persecución en los pueblos les llevó a las montañas. Allí, la resistencia partisana organizada y dirigida por Josip Broz Tito mantendría una confrontación armada permanente hasta que al fi nal de la guerra y apoyado por el partido Comunista, Tito consolidaría La República Popular Federal de Yugoslavia. En 1945 sería elegido primer ministro de esa nación. Nadja escapó de las zonas de guerra logrando con su madre y dos de sus hermanos menores emigrar hacia el sur. A las calamidades de la guerra se le sumarían enfrentamientos con algunos grupos de judíos ya perseguidos por los nazis y con los bosnios por diferencias con su religión musulmana. Finalmente, escapando, Nadja con su madre y sus hermanos llegarían a Dubrovnik durante el invierno del año 1949. Ese año se desataría una epidemia de escarlatina en Zagreb y el doctor Angelo Cohen con su joven ayudante Silvester Korzeniowsk viajarían hasta la ciudad capital para atender algunos de los más de 3.000 casos de pacientes febriles. Los cultivos de los estreptococos que realizaba el doctor Cohen dieron mucho que hablar puesto que en esa época se ensayaba por primera vez la aplicación del descubrimiento del profesor Alexander Fleming, un hongo para combatir a los cocobacilos responsables de la escarlatina. La penicilina había sido preparada en forma cristalina en los Estados Unidos y desde 1943 comenzaba a exportarse a Europa. Cuando Silvester y su padre adoptivo regresaron a Dubrovnik ya la decisión de que el joven debería estudiar medicina en Italia, estaba tomada. Silvester había desarrollado unas habilidades increíbles sobre diversos temas médicos y también era un apasionado por las historias que su padre adoptivo le relataba sobre la cacería de los microbios. El doctor Cohen le recomendaría entusiasmado que estudiara formalmente medicina, de tal modo que activó sus contactos para ayudar al muchacho. El doctor Angelo Cohen movilizó algunos amigos en diversas organizaciones sefarditas, y éstos decidirían llevar a Silvester por mar hasta Venecia y desde allí a Padova, donde habría de matricularse en la facultad de Medicina de aquella famosa Universidad. Nadja y su madre regresaron desde Dubrovnik a Zagreb en 1950. La joven reanudaría sus estudios en esa ciudad. En 1954 Nadja de 16 años emigraría a Italia con su madre. Para la época uno de sus hermanos menores había fallecido y la señora Kovac trabajaba para mantener a Nadja y a Nicolai haciendo bordados multicolores en pañoletas que vendía a determinados comerciantes. Inicialmente vivieron en Venecia y luego se trasladaron a Florencia. Nadja hizo algunos trámites para intentar inscribirse en La Escuela de Arte de la Universidad de Zagreb al año siguiente, pero no lo conseguiría. Finalmente se mudaría con su madre desde la población de Lucca a la ciudad de Padova donde la joven comenzaría a trabajar en un café cercano a la Universidad. Nadja sentía que tenía que ayudar a su madre, quien parecía haber comenzado a perder la vista. Silvester conocería a Nadja en 1955, cuando ella era una rubita mesera de 18 años en el café La Taverna, un sitio frecuentado por los estudiantes de medicina donde se cenaba y se bebía cerveza por un precio muy reducido. Tras unos meses de galanteo y sueños que para el estudiante de medicina eran tórridas pesadillas, Nadja accedió a salir con él y meses más tarde terminarían viviendo juntos en una buhardilla donde Silvester estudiante ya del tercer año de medicina continuaba apasionado por el tema de los microbios soñando quizás con poder dedicarse por entero a la bacteriología.


***

Muy temprano en la mañana del día sábado 4 de diciembre, el profesor Arístides Sarmiento llamó por teléfono a Víctor Pitaluga. Arístides había dormido mal. Le costó conciliar el sueño, probablemente estaba preocupado después de que el presbítero Omar Yagüe Oliva dejara su casa casi a las dos de la madrugada. Le vio partir en su auto y se quedó en la puerta mentalmente regresando a todo cuanto había sabido esa noche, no solo sobre el problema moral o psicológico del cura, también sobre los hallazgos de Zacarías y sobretodo le mortificaba pensar en lo que Pitaluga y sus amigos veterinarios pudiesen encontrar en la isla. El profesor sabía que Brinolfo y Sergio con seguridad acompañarían a su joven investigador. Víctor Pitaluga era su estrella, la esperanza de la continuidad hacia el futuro de las líneas de investigación ya profundizadas por experto microbiólogo Silvester Korzeniowski. Después de que él y Korzeniowski se negaran a recibir ayuda de los investigadores de la Universidad de Columbia, Arístides sabía que sus pares gringos estaban en una carrera contra el tiempo y presentía que Silvester y Víctor en el bioterio de La Cañada de Urdaneta estaban lo suficientemente adelantados como para resolverlo todo en un par de meses. Para el año 2012, ya habían decidido que los resultados los presentarían en el Congreso Internacional de Microbiología en Atlanta. La gente del CDC se quedará boquiabierta. Esto le había dicho a Silvester un par de días antes, y ahora temía por Víctor al escuchar como el teléfono repicaba sin que nadie tomase la bocina. Víctor respondió. Estaba en la ducha y no escuchaba, le dijo a su jefe. Arístides brevemente le advirtió sobre lo peligroso que podía ser la incursión que pretendían llevar adelante en la noche y le sugirió a su joven investigador que le parecía preferible “abortar el plan”. Eso le dijo pero Víctor no quiso darle oídos a su advertencia. Ya casi estamos de salida, le explicó al profesor. Olvídese, pues tomaremos todas las precauciones necesarias, nadie se va a enterar. Cuando Arístides le habló sobre los túneles, Víctor le dijo que ya Rubén le había dado todos los detalles y que él prefería pensar que no eran reales, pero que al día siguiente, ya regresarían para contarle todo cuanto hubiesen encontrado. Finalmente Arístides se tranquilizó a escuchar que Ruth no les acompañaría, ella tenía que hacer la necropsia de un par de cachicamos que seguramente morirían el mismo día sábado, o tal vez el domingo en la mañana. Están agonizando. Esto le dijo Víctor a su jefe antes de despedirse.


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A las 10 de la mañana del sábado 4 de diciembre, todavía Omar Yagüe Oliva no parecía tenerlas todas consigo. A pesar de dos pepas de Benzodiazepina que se tragó con agua al llegar en la madrugada desde la casa del profesor Sarmiento, había tardado varias interminables horas en conciliar el sueño. Ahora despertaba sin poder precisar si su mortificación mayor era el dolor de cabeza, o era Cheo su dolor de cabeza que le mortificaba y en ese conciliábulo interno andaba cuando decidió levantarse, darse un baño y llamar por teléfono a su atormentador “socio”. Pero José Luís Ortega, alias “Cheito”, no aparecía ni en sus celulares Nokia y Motorola, ni tampoco en su fl amante Blackberry. Comenzó a desesperar ante la imposibilidad de localizarlo. Era como que si él estuviese desaparecido, e indudablemente, pensaba Omar, ese demonio se me está escondiendo. El presbítero Omar vivía en una pequeña casa de la Urbanización “El Naranjal” desde hacía ya unos cinco años. Fue cuando Cheo decidió que era mejor que el párroco, se mudase de la casa parroquial a una urbanización pequeña y más tranquila y le ofreció una vivienda de dos habitaciones que había recibido poco antes como herencia de un tío suyo ya fallecido. La casita casi que ni se veía, oculta tras una tupida cerca de cayenas rojas y amarillas. Cheo, para la época argumentó que mudarse era una necesidad impostergable para Omar, puesto que en su parroquia, los feligreses y sobretodo los vecinos ya organizados en Consejos Comunales, no le dejaban vida al cura. La casa del difunto tío, les permitía a ambos poder descansar y escapar de las obligaciones y compromisos parroquiales que permanecían siempre alborotados en el sector donde había residido Omar durante casi dos décadas. Por otra parte, gozaban de una increíble tranquilidad, los vecinos nunca habían interactuado con quienes entraban y salían aparentemente sin horarios preestablecidos, por lo que la casita de “El Naranjal” era para Omar su “sancta sanctorum” y más musicalmente hablando para Cheo era el “Hernando´s hideaway” de ambos. La necesidad de esa huída, que les llevaba a encapsularse y apartarse “del mundanal ruido” le decía Omar a Cheo, que era aquella una condición necesaria para protegerse de la envidia y la maledicencia de quienes andaban tras sus siempre exitosos y productivos proyectos, los mismos que habían hecho de él casi una mítica fi gura como el empresario religioso más pujante de la región. Esa, la de “El Naranjal”, sería la dirección que Cheo Ortega le daría al moreno y gordo Germán Pinilla la tarde de ese mismo día sábado, para que pudiese buscar y ubicar con calma la otra mitad de la “boloña verde” que habría de valer para que en la noche se diese la negociación perfecta con los hombres del cartel que habría de cuadruplicar los billetes norteamericanos, los de un verde limón.


***

CONVERSACIÓN TELEFÓNICA entre Cheo Ortega y el General Alcides Henares (X) el día sábado 4 de diciembre a las 9:30 am

–Coño Alcides, te llamo para informarte que el Omar, como que nos quiere cagar la jaula.
–X… –¡Si güón!, cuando ya teníamos la verga papita, ha venido este carajo con que, que si tú, y que si yo, y no se que más vergas, como si esta mierda fuera una marisquera de amiguitos, ¡que cagada!, y es que ya lo que consigue con esas güevonadas es sacarme la piedra.
–X… –Sí, sí.
 –X… –Pero es que ¡a que a estas alturas del partido!, ¿cómo se va a poner el hijoeputa a formarme peos?, ¡a mí!, como si antes no hubiésemos acordado nada, ¡somos socios, verga! Yo te lo he dicho…
–X… –¡Ah verga sí!, de bola que sí, es que…
–X… –Verga vino a formarme semejante peo, porque le removí los cobres, por esa huevoná, como si la boloña no fuera de ambos, y pa mí que es como que no cree que la vaina va, el gran carajo ahora como que no sabe o es que no cree que la movida es de pinga.
–X… –Ya sé Alcides, sí, ya lo sé. Es que yo tuve que explicarle que…
–X… –Ajá, Ummhú…
–X… –Mierda, y con todo ya listo, ¡que cagada!, yo no sé que culillo le ha entrado a ese güevón…
–X… –Sí coño, sí. Pero Alcides es que…
–X… –Verga sí, pa mí que el marico está cagao, como que ahora se quiere echar patrás, miedo a las narcovainas dice él, pero yo se lo repetí, no se puede poner ahora con vergas raras…
–X… –Hoy mismo es que me doy de cuenta que, que siento que Omar está de verdá tratando de salirse, y pa mí que lo que está es recagao.
–X… – ¡No Alcides, no!, pero…
–X… –Ajá, así es.
–X… –Es un peligro sí.
 –X…–De bola, pero y ¿qué vamos a hacer entonces con ese idiota? –…
–X… –Sí Alcides, sí, pero ya va…
–X… – ¡No coño no!, es mejor esperar…
–X… –Si Alcides, pero, ¡verga Alcides!, tampoco se puede…
–X… –Tranquilo que yo puedo hablar con él otra vez.
–X… –Bueno puede ser buena idea, eso de la vigilancia, sí, es que…
–X… –¿El gordo Pinilla?
–X… –Coño Alcides, pero cuidao, ve que nos podemos complicar más. Ve que esas vainas no pueden hacerse a lo loco.
–X… – Bueno, sí, el gordo…
–X… –Yo hablo con él, ese coñoemadre, sí claro que él es capaz de sacarle la mierda a cualquiera…
–X… –Sí, si a cualquiera…
–X… –¡Ya va!, pero…
–X… – ¿Qué parezca un atraco?
 –X…–Limpio e bola lo puede dejar. Yo le hablo, sí…
–X… –Será lo mejor. Ajá…
–X… –Yo mismo llamo a Pinilla.
X –… –Si, no hay vergas, es mejor que resuelva, si, pero temprano…
–X … – ¡Ajá!, yo lo mantengo en su casa.
–X… –Que me espere, si…
–X… –Sí, ¡mierda!, pero yo te llamo, sí.
–X… –Dame hasta esta noche, temprano sí, solo así, te juro que antes de las nueve te informo, con seguridad…
–X… – ¡Verga sí¡ Yo te aviso Alcides, ¡coño!
–X… –No podemos precipitarnos, tranquilo, que pa mañana tendremos todo listo, gracias a la boloña…
–X… –Como una maquina de multiplicar, sí, de bola. Hasta la noche, sí…
–X… –Te aviso pues, está bien…

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