El año de la lepra
Jorge
García Tamayo, 2011
Capítulo 12
Con la partida de Ruth hacia la
capital, tras la muerte de su madre dejé de visitar a los Romero. Rubén se
había marchado a estudiar en los Estados Unidos y yo volví a caer en mis
tempranos conflictos existenciales. Había abandonado el Derecho para estudiar
solamente Letras, por lo que estaba consciente de que las perspectivas de ganar
dinero cuando me graduase no eran muy halagadoras. Me tracé como meta, la
búsqueda de horizontes que quizás me abrirían una carrera como escritor, así
que me inicié con la escritura de historias cortas sobre personajes comunes,
logré un espacio semanal en uno de los diarios locales y más en serio redacté
algún ensayo sobre la literatura en general. La lucha mía personal estaba
planteada en lograr donde publicar. Por otra parte, busque compartir mis
inquietudes con algún ser que me pudiese tomar en cuenta seriamente. Si hubiese
sido bebedor creo que me habría transformado en un borrachín, lo digo porque
fueron bastante los tropiezos y en aquellos meses cuando tuve que lidiar con un
par de compañeros en situaciones similares, pensé en aquello de “somos burros
del mismo pelaje, nos juntaremos para rascarnos”, puesto que algunos lidiaban
con problemas personales difíciles, problemas con chicas o con mujeres ya
mayores, cuyos desasosiegos llegaron a inspirarme temor y afortunadamente me
valieron para crear algunos personajes de mis breves narraciones, algunas de
ellas, por cierto, por allí han sido publicadas más como ejercicios narrativos
que como verdaderos cuentos. La literatura se transformó para mí en un credo y
leyendo y garrapateando cuartillas, durante varios años, mientras era
estudiante y más tarde, los que pudieran parecer de bohemia siento que en medio
de la desesperanza y la irresolución los disfruté ad libitum. Es posible que
todas estas cosas, hayan hecho de mí un tipo con más cerebro e imaginación que
un hombre de acción y con gran arrojo personal, y esto lo pensé especialmente
cuando me tocó enfrentar situaciones reales, esas que son comunes para
sobrevivir, como pagar una renta y comprar comida con un exiguo salario. Me
hacían mucha falta los consejos de Carmen Luisa. ¡Cuanto me hubiese ayudado
para adquirir cierto grado de seguridad en mi trato con las mujeres! Acepto que
mis intentos de conquistar a jóvenes féminas durante mis estudios y en
ocasiones después, fueron fallidos, no creo que haya sido por mi físico, no soy
un Adonis, pero tampoco era un adefesio, pero así fue como marcharon las cosas
para mí. Llegó el momento de tomar una trascendental decisión y, luego de
pensarlo y madurarlo durante varios años, me lancé a la aventura de la
conquista de la pequeña Ruth, a corto plazo y resultó ser casi como la captura
de el vellocino de oro y para rematar la jornada con nuestro regreso a una
Itaca de fuego, retorno éste que transformó mi vida, y la de ella también, en
un oasis casi paradisíaco, que solo comenzó a ensombrecerse, y así lo asumo,
cuando comencé a ser asediado por el demonio de los celos.
Retazos del diario de Ruth
4 de marzo, 2002: Querido diario, ya contigo no es
aquella, mi vieja relación diaria, la de mis situaciones, ya no sé si escribo
para mí, o para ti, y si algunas veces me falta tiempo y dejo pasar los días y
hasta transcurren semanas antes de regresar a ti, debo confesarte que en
ocasiones me ha provocado dejarte tranquilo, definitivamente. Pero no te
abandonaré de nuevo, es una promesa. Las cosas, podría decirse que andan bien,
por un lado, en el trabajo con el profesor Korzeniowski, que es algo
subyugante, estoy aprendiendo cada vez más. El manejo de los animales y los
experimentos con la cuantificación de los bacilos de lepra, con datos
novedosos. Me da la impresión de que estamos encima del mycobacterium
leprae una bacteria que no es cultivable y de allí las dificultades para su investigación. El examen de la
respuesta en los diferentes hospederos tiene que ser la manera lógica de
comprender como funciona la bacteria, de conocer su genoma y de cómo los
proteosomas crearán los mecanismos de resistencia microbiana que deben existir
para diversas cepas. Éstas variables estarán dentro de cada bacteria y
dependerán del genoma de las mismas. Creo que eso lo estamos percibiendo cada
vez con mayor claridad. Hemos comenzado trabajando con las almohadillas
plantares de ratones y a estos los estamos sometiendo a diversos procedimientos
para alterar su respuesta inmune. Todas estas ideas las ha venido madurando mi
admirable maestro, el gran Silvester Korzeniowski. En medio de estas razones de
trabajo, están las noticias de las cosas que nos suceden en el país, ¡un
desastre!, con todos sus alborotos. En la capital, la plaza de Altamira es un
foco de disturbios, allí se están reuniendo muchos militares que han decidido
renunciar a sus
cargos antes de continuar acatando las ideas del
presidente. Creo que sus promesas de perdón y de bondad que él ha expresado no
se ven muy claras. Como me gustaría que pudiésemos trabajar en paz y publicar
nuestros resultados pronto.
9 de abril, 2002: Querido diario, ya esto no es un
diario, parece más bien un parte de guerra. ¡¡Que locura!! Desde el pasado mes
de marzo comenzaron a desertar varios militares, ellos se agruparon en la plaza
de Altamira de Caracas, y por las noches la gente iba a ese sitio donde se han
organizado, hasta vigilias. La gente reza para que las cosas cambien. No sé si
esto servirá de algo, papaíto piensa que lo que hace falta es gente con
guáramos y él opina que los militares hacen mal en desertar. A pesar de la
inestabilidad política que existe desde que comenzó este año, se han reiniciado
las marchas, sobretodo en la capital, la gente marcha, llenan las autopistas y
las calles ya casi todos los fines de semana, cientos, a veces miles de
personas que no están de acuerdo con lo que está haciendo el gobierno. Casi
como una consecuencia de
estas cosas el presidente, nada más que anteayer, el día
7, despidió a los gerentes de PDVSA. Lo hizo de una manera cruel, yo diría que
fue grotesca e irreverente, por la televisión, como si fuese él un referí de un
juego, tocaba un pito como si estuviese en un partido de football y gritaba,
¡fuera! Tan solo dos días han pasado desde que el presidente despidió a los
gerentes de PDVSA. Rubén está muy preocupado, él esta sindicado en su trabajo
como ingeniero petrolero, y parece que sus opiniones son contrarias a los
intereses de algunos políticos que siguen líneas de una nueva gerencia. Rubén
está muy bien formado y ocupa un alto cargo en la industria petrolera pero no sabe
si a él también lo quitarán de su posición. Es mi hermano mayor, ya casado y
con hijos, mis sobrinos lindos, se preparó muy bien en los Estados Unidos,
tiene miles de cursos, para mi él es un súper experto en petróleo, y está mal
pues se siente en una situación muy inestable. Se han intensificado las marchas
y se está convocando a un paro General y a una gran marcha para el 11 de este
mes. Mi trabajo en el laboratorio continúa increíblemente interesante, cada vez
vamos a cosas más complejas sobre los bacilos de Hansen. Hay cosas nuevas que
estamos conociendo sobre el corynebacterium leprae.
Víctor ha regresado de la capital, y de inmediato aunque todavía no es
oficialmente, ya sabemos que ingresará en el personal del Instituto que conduce
el profesor Sarmiento. Él se ha incorporado también al trabajo de investigación
con el profesor Silvester Korzeniowski. A mi me ayuda en los experimentos con
los cultivos de los bacilos en las almohadillas plantares de los ratones.
Brinolfo ha logrado desde finales del año pasado un cargo en el ICLAM, su
trabajo es sobre la contaminación del Lago Coquivacoa y los peces. Brino me
cuenta que hay mucha gente y poco trabajo, cosas de la política, el director ya
no es un científico, es un militar. Alejo no quedó en la secretaría del Colegio
y eso lo ha golpeado, estaba muy seguro, no se si fue la política que
intervino, pero perdió. Ha reiniciado sus dudas sobre Víctor y mi trabajo. Es
algo que no quiero comentar, pero aunque me parece una tontería, en el fondo me
preocupa, por él, es decir, por ambos. Está escribiendo de nuevo sus historias,
relatos cortos les llama él y yo creo, lo siento, me parece que estas absurdas
mortificaciones pueden entorpecer su labor creativa. Yo lo incentivo, cuando
quiere me deja que lea sus manuscritos, pero algunas veces anda como un
cascarrabias. 15 de abril, 2002: Escribo muy brevemente para resumir una
verdadera tragedia nacional. Es para no creer lo que nos está sucediendo. En la
capital, hace unos días tan solo, el 11 de este mes, hubo una gran
manifestación pública, millones de personas avanzaron hasta el palacio
presidencial y hubo una matazón, dicen que fueron francotiradores, pero fue
algo horrible, dantesco, disparos y muertos se sucedieron y una podía ver por la TV como iban matando a la
gente. Tipos disparando sus armas contra quienes manifestaban, militares
disparando como no lo habían hecho desde el Caracazo, era algo increíble, muy
triste y se veía todo por la televisión. Al anunciarse que el presidente había
renunciado, aparecieron unos militares y unos tipos que parecían banqueros, enfluxados, y decidieron montar un nuevo gobierno pero
tan solo unos días después, ya el 13, otros militares se alzaron también y
trajeron de vuelta al presidente quien apareció en la tele con un crucifijo en
la mano ofreciendo perdonar a todos. Rubén con su mujer y sus hijos se vinieron
desde Lagunillas y están viviendo en la casa grande.
20 de julio, 2002: Sergio se comprometió con Zulay. Desde
finales del año pasado ya eran novios formales y piensan casarse en unos meses.
Bueno, eso dicen ellos. Es que las cosas no andan muy bien. Después del golpe
de Estado, todavía hay quien dice que no fue tal golpe y siguen creyendo que
todo fue una maniobra, un “autogolpe”, sobretodo, está el tema de la Renuncia, que no es la de
Andrés Eloy Blanco, más bien otra que dijo un militar del alto mando, “se le
solicitó, la renuncia la cual aceptó”, pero después, reapareció y aquí lo
tenemos, como si nada hubiese acontecido y una tal “Comisión de la verdad”, no
se concreta, de tal manera que parecemos vivir de puras mentiras. Rubén está atravesando graves problemas en su trabajo.
Alejo ha comenzado de nuevo con las peleas al saber que trabajamos juntos
Víctor y yo, por más que le explico que es todo su imaginación y que no hay
nada entre nosotros. Me asusta solo pensar en proponerle ir a la capital de
nuevo para completar la maestría que dejé pendiente y en la cual el profe
Korzeniowski cree que podré ayudar a plantear alguna de sus locas teorías sobre
la respuesta de cultivos de células de Dasypus ante los bacilos. Ya veremos,
pero dudo que Alejo me acepte la idea.
16 de septiembre, 2002: Un día ocurrió algo tan
espeluznante que llegué a pensar que el mundo se acabaría pues se tendría que
desatar una guerra atómica y toda la humanidad habría de perecer en cuestión de
días. Se produjo un atentado terrorista en las torres gemelas de Nueva York, el
día 11, hace cinco días y ya sabemos todos que fueron terroristas árabes, lo
que parece querer decir que El Islam le está declarando la guerra al mundo
cristiano. No se, pero ahora que han transcurrido varios días, y el mundo
todavía no reacciona ante el horror de lo que este crimen ha significado.
Parece una crueldad pero hay quienes ven con beneplácito que a los Estados
Unidos les esté sucediendo algo así y esa actitud, a mi en particular me parece
fatal, me suena a fanatismo, a odios reconcentrados, a reconcomios que se basan
seguramente en equívocos, o en ideas aupadas por quienes solo tienden a crear
maldad y desgracias para todos en este mundo. Para hablar de algo menos cruel
querido diario, Eusebio está modificando la casa, eso le entusiasma, pero en el
fondo veo que su intención es alojar a Rubén y a Mayra y sus hijos, puesto que
ya está en una situación ambigua, como si no pudiera hacer nada en su trabajo.
El presidente no ha modificado en mucho su conducta agresiva. Rubén siente que
lo van a botar de PDVESA y está muy preocupado. Él cree que lo van a despedir,
ya que ahora tienen un nuevo gerente.
10 de diciembre, 2002: Se veían venir cosas muy graves y
se produjo un paro General auspiciado por la llamada Coordinadora Democrática,
los partidos políticos, la iglesia, Fedecámaras, y el grupo de directivos
despedidos de PDVSA denominado “la gente del petróleo”. El paro se inició el 2
de diciembre. Todos los trabajadores de PDVSA se sumaron al paro. El 5 de
diciembre la tripulación de un buque petrolero, el “PilinLeón” también se
declaró en paro. Se ha paralizado la industria petrolera. En la noche del 6 de
diciembre hubo una plomazón en la
Plaza de Altamira, tiros, con varios muertos y ahora dicen
que un portugués loco es el culpable. Su apellido es Gouveia, y el presidente
se refiere a él como “el caballero”.Todas las televisoras muestran estos
horrores. Al “caballero Gouveia”, ya lo han puesto preso, tras un cruce de
acusaciones entre el gobierno y la oposición quienes alegan que Gouveia es un
sicario contratado por el alcalde del Municipio Libertador de Caracas
políticamente vinculado al presidente. El gobierno comenzó a importar gasolina
del Brasil y hay largas fi las para cargar combustible, todo el país padece por
esta situación. Hay “cacerolazos” en todas las ciudades en protesta y las
universidades suspendieron clases. Rubén ya está fuera de PDVSA.
20 de febrero, 2003: El día 21 de diciembre del año
pasado, ya el gobierno había recuperado el buque “Pilín León” y detuvo a los
marinos mercantes en huelga. En realidad el gobierno en el mes de enero retomó
el control de la industria petrolera con la ayuda de los empleados que no se
sumaron al paro. Nos duele mucho todo cuanto nos ha ocurrido, pero se me ocurre
que debo decir que a los venezolanos se nos solicitó el paro y la gente lo
acató, pero igual que “la renuncia”, nunca se dio. Así que vivimos una
temporada de angustia, con una huelga General indefinida por 62 días y sabemos
que el país y PDVSA se paralizaron, con luchas en las calles, con marchas y
grupos que se pelearon, muchos rumores y cacerolazos, hasta el momento cuando
el gobierno el 23 de enero convocó a una marcha de respaldo, la cual fue
masiva, de manera que ya el 3 de febrero pudo decirse formalmente que terminó
el paro petrolero. El presidente y la industria han despedido ya a entre 15 y
20.000 trabajadores, quienes como Rubén, quedan en la inopia, sin prestaciones,
y casi sin opciones, a pedir ni cacao. Así también, indirectamente perdió
Brinolfo su cargo. Por hablar en voz alta, fue despedido del ICLAM. Sergio
quien insiste en casarse con Zulay pese a toda esta grave situación, logró para
Brinolfo unas supervisiones en varias polleras, unas granjas avícolas de amigos
y de algún familiar de Zulay que los conocen a ambos, y que tienen sus
instalaciones de cría de pollos por la Cañada y en la Concepción…
***
Debo concretar, ahora ya en la
distancia de los hechos cumplidos, algunos aspectos relativos a la conversación
que sostuve con el presbítero Omar Yagüe Oliva, en mi casa de habitación, la
noche del 3 de diciembre del año 2011. He
preferido no hacerlo de manera coloquial para evitar la
necesidad de precisar algunos detalles (me temo que si
los coloco como transcritos,
tal y como fueron expuestos, podrían acarrear inconvenientes
futuros a terceras personas). Inicialmente debo expresar
que la confesión que me hiciera
el padre Yagüe sobre lo que su sobrino Zacarías
decía haber descubierto, realmente me alarmó. Los hechos
relatados aparentemente trastocaban el futuro
de su “Insula Barataria”. Si lo revelado por Yagüe era cierto (y no tenía yo
por que dudar de la sinceridad de quien lucía
molesto, pero asustado y al parecer contrito), el proyecto
del parque infantil en la isla de Lázaros parecía haberse
transformado para él en un monstruoso y complejo
asunto. (Evidentemente la situación se le escapaba
de las manos a quien hasta el momento parecía ser
un hábil, perspicaz y siempre efi ciente negociante, el
cura Omar Yagüe). Había pactado
con una empresa y (aparentemente sin saberlo) les abría
un camino expedito a quienes dirigirían la fabricación de
ciertos medicamentos genéricos (esto era lo que estaba en el papel) para tener
a la mano un orfanato utilizable con fi nes perversos. De allí a lo
inicialmente acordado, había mucho trecho. Ciertamente. Era algo
desproporcionado, pensar en que pudiese ser realidad la idea de que alguien
quisiera utilizar niños indígenas, huérfanos wayúus, con la finalidad de
determinar la eficacia de algunas drogas para poder luego comercializarlas con
éxito. (Esto era lo que aparentemente, según Yagüe había detectado su sobrino
Zacarías y yo no tenía evidencia alguna que me llevase a ir más allá como para
plantearme asuntos relacionados con el plutonio o con la energía nuclear). Tal
vez Omar tenía razón al acusarme de ser un fanático contrarevolucionario, enemigo
de la robolución en la que supuestamente él creía. …
No podrás tú, aseverar de momento, si de veras el profesor Arístides había aceptado tu historia. Tú
mismo inicialmente no habías creído en Zacarías y solo fue después que te diera
a leer la traducción de los protocolos de experimentación sobre diversas
drogas, cuando aceptaste la verdad. A pesar de las irónicas insinuaciones del profesor
Sarmiento y sus eternas críticas sobre tu proyecto, te parecerá que luego de
haberte escuchado con atención había creído en ti y sus palabras seguramente
fueron sinceras...
Esto, de un proyecto para aprovechar
niños huérfanos para experimentar, a mí, a Arístides, me sonaba como algo ruin,
casi insólito, y era justamente lo que aquella noche parecía haber llevado al
presbítero Yagüe hasta mi casa, en medio del desespero que lo embargaba luego
de de la lectura de los documentos confidenciales traducidos y facilitados por
su sobrino Zacarías.
… Preferirás tú, pensar que Arístides, el profe, estuvo
más proclive a creer en ti, pero luego tú dudarás y regresarás a preguntarte si
por el contrario, él no podría jamás creer en tus palabras. ¿Por qué habría de hacerlo?
Él, quien durante años fue tu más decidido adversario, el contestatario opositor
de tu proyectada isla de la fantasía, de aquella jauja para los niños, una
esperanza de felicidad para los huérfanos, wayúus…
Creí de momentos entender la angustia
del cura Yagüe, aunque debo
confesar que no me conmovió (es
posible que las diatribas sostenidas previamente con él, durante el curso de
varios años, me forzasen a verlo como un personaje poco confiable). Yo le
veía como el tipo que clásicamente denominamos “el vivito criollo”,
aprovechador de oficio, de apariencia correcta
y hasta circunspecta, pero siempre
listo para lograr beneficios económicos en cualquier situación que se hiciese
presente. Lamentablemente, esa era la fama que le precedía.
…Tú calcularás
de momento como habrías podido padecer con terribles consecuencias, por el hecho, tal vez estúpido de haberte
atrevido a abrirle tu corazón al profesor. Te preguntarás por tu actuación
previa ante el profesor Sarmiento, frente a tu implacable perseguidor, llegaste
y lo hiciste. ¿Habrá sido un error? Pero hablaste, sucedió, fueron hechos cumplidos.
Entonces, ¿habías acaso claudicado ante tu peor enemigo?, y seguramente esa
habrá de ser tu estocada final, con toda seguridad… Tú lo pensarás y te
convencerás de que has cometido un error garrafal...
Atormentado lucía Omar quien realmente
parecía vivir una situación crítica. Arrastraba la fama de ser un pequeño Midas
criollo pero las cuentas no parecían haberle cuadrado bien en el negocio en que
se encontraba inmerso.
…Tú regresarás entonces a buscar el hilo negro en la
estopa de tus desdichas y no cesará tu mente de volver y volver sobre la figura
del General retirado Alcides Henares. Le verás como es él, ¡un muérgano podrido
en cobres!, y le dedicarás por instantes especial atención a la imagen de tu
amiguito, desdibujada ahora cuando te has enterado de que no le han bastado tus
confidencias. Comprenderás ahora, tristemente, cuanto representó todo tu negocio
para él y te dolerá su doblez, ¡cuanto ha valido todo para postrarse ante el
General! Como uña y mugre, así son, y recién te enteras, tú, ¿y él?, quizá más
mugre, o ¿el General mismo?, tan mugre como él, y así, amargamente tendrás que
aceptarlo, esta es una nueva pero tremenda percepción, aparentemente ya bien consolidada,
a tus espaldas, este viceversa canallesco, es un golpe bajo a tu proyecto, al
tremendo negocio de la isla, mas sobretodo, a tu amor propio, a tu amor, que se
torna en temor ahora, precisamente en este momento cuando sientes haber flaqueado
emocionalmente, cuanto te has expuesto, te has abierto de par en par ante tu
enemigo, sin pudores, y es ahora cuando pareces haber captado como se te está
desmoronando todo, cuanto posees, cuanto escondes y lo que conoces. Tal
pareciera, cual si todo se desbaratase ante ti. Las malas noticias te
encuentran inerme y es que recién captas cuan metido estás, hasta el cuello, y
sin poder escapar. No hay remedio y creerás escuchar un susurro profundo, ¡no
hagan olas!, el pleamar de las excretas, un sube y baja, y todo parece presagiar
que irá en ascenso. Comprenderás que si de momento tomas aire, pronto ascenderá la marea y estarás solo, porque ya
lo sabes, tu Cheo te ha volteado. Tú dirás para tranquilizarte, que no es nada
nuevo, que los negocios de ambos siempre fueron turbios, y no por eso te desconcertabas,
pero ahora, si de algo estás seguro, es del camino que ha elegido tu amiguito
con su socio, él quien conoce el jardín donde están sembradas tus lechugas, lo
sabes, solo él conoce tus intimidades, y ahora sucede que no estás tan seguro
de su cariño, que los años de amistad, de estar regando tus jardines, al fi n y
al cabo, una amistad entregada a confidencias siempre puede correr ese riesgo,
lo repites para ti, todas las acciones, tantas, resabiadas, las buenas y las
malas artes, a la perfección, ambos las han vivido así como las ha denominado
él mismo, hasta “la intimacoya”, compenetrados, hasta “los tequeteques”, ¡tan
ocurrente Cheo!, los billetes del Tío Sam, nuestras lechugas como les dice él,
pueden correr peligro, y al recordar sus carcajadas, no podrás olvidar que Henares
tiene demasiado poder. Pero no terminarás de creerlo, ¿que ha sido de él?, él
tan chispeante, tu JoséLuisito, mi Cheito como le llamas tú, cariñosamente, en
la intimidad de ambos, esa amistad profunda que de momento parece ya no valer
un céntimo, ahora tras tantos años de chismes y de secretos grandes, de
secretitos menudos, tras años de proyectos comunes, de cariño y de respeto
mutuo, él… Resulta que es ahora, precisamente cuando recibes el golpe de la
traducción de Zacarías, ahora mismo es cuando te enteras de como es la cosa. La
verdad. Recordarás de momento una frase del primer mandatario, “nada es más peligroso
que la verdad”. Comprenderás que el buen Cheo tiene también sus conexiones,
tanto aprecio, tan especial, “la intimacoya” de él, y te dejó al descampado, y
es recién cuando captas como las cosas se venían sucediendo desde un tiempo
atrás, con sus contactos, los de él, ellos quienes tanto les han ayudado, él
quien sabe codearse con los tipos más aguerridos, él, tu Cheo, ahora cuando ha
quedado expuesto ante ti. Sin remedio. Rebobinarás entonces tus ideas y en
medio de tus recuerdos las evidencias surgirán por si solas. Desde el momento
mismo cuando logró afianzar su conexión con el General Alcides Henares,
Alcidito como te lo nombró una vez él, cuadró todo el negocio y te dejó entendiendo.
¡Como una guayabera! Tu amigo del alma. ¡Maldición! Con tantos malandros malvivientes
como los que él se gasta, el mismísimo Cheo, ¡la partidapatrás!, ¿como podías
tú imaginarlo?, ¡y claro está, habría de ser con el propio Alcides!, a ti te
consta que entre los compinches de José Luís hay mucha lacra, tipos del bajo
mundo y tú que le has visto codearse con ellos, los choros de Cheo, te obligan
a caer en una de terror, él puede ser capaz de cualquier cosa y tú, tú estás crisiándote,
habían sido ellos por lo demás y para ambos, siempre, como una especie de
seguro, tranquilidad comprada, “full estabilidad”, protección para los dos, así
les veías tú, eso te decía él, una mampara, viéndolo bien, no es cualquier cosa
haber contado con tamaña protección. Pero esto es otra cosa. Son ambos dos, son
Cheo y Alcides juntos, ellos están encompinchados… Por eso… ¿Que dirán ellos si
llegan a saber que has recurrido al profesor?, ¿que te acercaste a Sarmiento?
¿A llorarle? Acaso, ¿se te ha ido la lengua? ¿Que te dirá Cheo? La lengua, ida,
su lengua…
…Tú siempre recordarás Omar la manera como Mamaina te lo dijo.
Aquel día ella quiso hacerlo cariñosamente en la seguridad de que serías capaz
de entender todo, o quizás de aceptar la explicación del porqué no podías irte
a vivir con Renata y sus niñas. Mamaina te había criado como a un hijo, tan
amorosamente que en ocasiones te daba por pensar que ella era tu verdadera
madre y no tu abuela, por imaginar que Renata era solamente una señora que aparecía
a visitarte algunas veces por la tarde en aquel gran auto negro con “chauff
eur”. Renata quien desde hacía ya un par de años que se aparecía en la casa de
Mamaina con dos niñas bien vestiditas que decían ser tus hermanitas. Tú estabas
claro al entender que Mamaina era la madre de Renata y que Lucero y Estrella
eran sus hijas y llegaban con ella casi siempre al atardecer cuando ya la
neblina había comenzado a descender sobre Táriba. Luego, en la noche, cuando
estabas solo, te sentías molesto y regresabas a los sucesos diarios y a las
palabras trucadas y a las simulaciones, y te negabas a aceptar que pudiese existir
razón alguna que te impidiese salir con ellas y pasear como ellas en el auto
negro con “chaufeur”. Cuando terminaba la visita y te abandonaban en la salita
para perderse en el zaguán, Mamaina iba a despedirlas hasta la puerta y tú te
quedabas malhumorado y rumiando conjeturas. En ocasiones, antes de perderse en
la penumbra del zaguán, Renata te miraba de una manera especial que tú juzgabas
como de una extraña tristeza y te estrujaba hasta dejarte sin aire y algunas veces
llorosa te besaba y te decía mi hijito. Eran esos instante de contacto con ella
los que regresaban a ti en las noches trayendo hasta tu almohada su perfume
para llenarte de inquietante angustia que terminaba en una rabia sorda e
intentabas sofocarla al inventar tú mismo historias disparatadas en la
oscuridad de tu pequeña habitación, allí donde veías nacer versiones
personalizadas por ti, trasmutado en alguno de aquellos poderosos personajes de
los cuentos de hadas y de las vidas de los santos y de los mártires con las que
desde muy niño Mamaina te inducía al sueño. Entonces pasabas a ser un caballero
de armadura brillante y dorada, de mandoble en mano, quien iba a rescatar a
Renata y aniquilaba al “chauff eur” y despachaba a tus hermanitas sin piedad alguna para escapar hacia un reino lejano donde tan solo
con Renata y Mamaina podrías vivir en paz. Su perfume era parecido al que
exudaban al amanecer las matas de nardos que plenaban el patio central de la
casita de Mamaina y tú lo aspirabas soñoliento mientras esperabas, sabías que
llegaría un momento cuando las cosas habrían de cambiar, quizás sería ese
instante que tu abuela llamaba “el de adquirir el uso de la razón” y aspirabas
a que seguramente alguien vendría a ofrecerte una versión aceptable para tu
historia personal. Fue Lucerito, en la inocencia de sus cinco años quien te
informaría con impoluta claridad, a ti, quien suponías ser tan solo su
hermanito mayor de nueve años, la cruda realidad de tu sino. Te enteraste de
que tú para ella eras únicamente “su medio hermanito”. Repasarías aquella
aritmética absurda por la que no eras uno solo, sino medio, y te preguntabas
cuanto serían de ti Lucero y Estrella, quizás un cuarto y ¿cuanto significarías para
Rebeca?, ¿una ñinga? Esas “cuentas” que no te cuadraban, te llevaron a exigirle
a tu abuela una explicación plausible con toda la seriedad que ameritaba el caso.
En la escuela parroquial venías sosteniendo entre tus compañeros la versión de
que Mamaina era tu madre y que era “un poco vieja” por lo que había sufrido.
Padeció mucho, decías, cuando tu padre se murió “desbarrancado” en los desfiladeros
de un páramo andino. Tus amigos del tercer y cuarto grado en la primaria de la
escuela del párroco Don Hilarión, te habían comprado la historia, hasta un día
lluvioso y gris cuando Mamaina decidió que ya estabas listo para hablarte “como
a un hombrecito” y aprovechó para hacerlo en presencia de Don Hilarión quien
visitaba ese día la casa de tu abuela. Había llegado en medio de su rutina a
tomarse un cafecito, como acostumbraba a hacerlo, un par de veces a la semana.
El cura párroco ya conocía de oídos el cuento del “desbarrancamiento” de tu padre postizo y fue muy
enérgico al prohibirte continuar “diciendo mentiras”. Mamaina y Don Hilarión
insistieron en recalcarte sobre la fealdad del pecado de la mentira y de cómo, si
continuabas inventando disparates, podrías perder tu puesto como monaguillo en
la iglesia del pueblo. Tras la prohibición de continuar imaginando historias
fantasiosas, esa misma noche Mamaina decidió secar tus lagrimones y tras
soplarte los mocos, pareció estar dispuesta a sincerarse contigo. Te explicó
entonces y en detalle el signifi cado de ser “hijo natural”. Fuiste informado
allí mismo sobre la existencia de Don Heliodoro Contreras, el esposo de Rebeca
quien no quería recibirte en su casa por la sencilla razón de que no eras su
hijo, como si lo eran tus hermanitas, Lucero y Estrella, quienes deberían
crecer lejos de ti en aquella casona blanca que habitaban en las montañas
frente a San Cristóbal. Comprendiste Omar, que las hijas de Rebeca no eran
“naturales” porque ellas tenían a su padre, Don Heliodoro, un señor muy rico y muy
bueno quien tenía trapiches y un carro negro muy grande con “chaufeur”. Antes
de que pudieses indagar sobre tu padre desconocido, Mamaina te abrumó con las
incontables virtudes de Renata y de cuanto sufría la pobre por no poder tenerte
a su lado como sí podían hacerlo Lucerito y Estrellita, quienes tenían la
suerte de vivir con ella y con Don
Heliodoro,
el señor muy rico dueño del auto negro y del “chaufeur”. Tu abuela te llamó a
la reflexión, te recomendó dedicarte a rezar y a la aceptación de tu destino.
Al reiterarte su cariño, insistió en que supieras que siempre tendrías a tu
“mamá vieja” y si seguías los consejos de Don Hilarión, si eras buen niño, si
rezabas y no mentías, te enrumbarías por el camino de la salvación eterna pues
solo para eso veníamos al mundo, para portarnos bien y poder ingresar al final
en el Reino del Señor. Eso debería ser siempre lo más importante pues este
valle de lágrimas estaba lleno de pecadores y de malhechores. Tu destino habría
de ser estudiar para irte al Seminario y ser sacerdote como Don Hilarión y al
renunciar a las mentiras y alejarte de un mundo de falsedades, la oración te
abriría las puertas del cielo.
***
Es todavía viernes y es de noche, ya
muy tarde y estáis que no te aguantáis vos mismo Víctor Pitaluga, y no
sabéis si es por el temor de lo que tendréis que enfrentar mañana en la noche,
o si es la excitación que te provoca, cual si fuese un preludio musical, creer
en las truculentas historias que Rubén ha sembrado en tu mente sobre lo que
realmente sucede en la isla, en tu isla, en la de ambos, la de Ruth y tuya… Tengo
que prepararme para lo peor, siento
que no es normal que la isla esté siendo custodiada de
una manera tan exagerada, y además es que hace ya muchos
meses que se dicen demasiadas cosas y Rubén
está convencido de que el asunto es más grave de lo
que creemos. Hace ya más de un año que los militares
controlan la isla, la tienen como sitiada, vigilada desde
el puente, y desde Punta de Leiva.
La gente dice que han visto moverse embarcaciones
desde El Tablazo y nadie se atreve a hablar. Pero Rubén
sabe más de lo que nos puede
informar. Le creo, y es que no pueden existir razones
que sean sanas para tener esa tapadera. No sé si habrá
algo podrido en esa Dinamarca
donde cientos de leprosos vivieron y murieron durante
tantos años. Mañana en la noche resolveremos este lío.
Pero primero debe ser lo primero, no podremos
llevar adelante el plan sin informarle al profesor
Arístides Sarmiento, él es la cabeza de todos nosotros y con seguridad él será
involucrado si se tuercen las cosas, a espaldas de él,
no me atrevería a hacer nada y menos si es cierto lo que
cree Rubén, tengo que avisarle antes de ir a ver
que hay en la isla. Lo llamaré por teléfono…
***
Arístides notaba como cada vez más Omar parecía estar
compungido y se removía inquieto. Le propuso entonces que dejasen la
conversación para el día siguiente. Será sábado y podemos vernos al mediodía si
quiere usted. Esto le dijo, pero el cura parecía no querer ponerle punto final
a la reunión, era como que existía una fuente inagotable para recibir sus
cuitas. Todavía hay cosas que necesito decirle. Esto fue lo que murmuró con un
hondo suspiro. En ese preciso momento repicó el teléfono en la habitación
contigua. Arístides se levantó y tras pedirle permiso a Omar salió de la sala
de estar. Era Víctor Pitaluga quien le planteaba su viaje hacia la isla para el
día siguiente. Al informarle que ya tenían planificado acercarse desde la costa
oriental del lago hasta la isla de Lázaros, por la noche, él joven investigador
insistió en que necesitaba tener el visto bueno de él como director del
Instituto, puesto que si acaso tenían algún inconveniente, él quería que aunque
supiese de sus andanzas, no se diese por enterado. Entonces le expresó enfáticamente
que aunque la vigilancia de la guardia existía, ya habían buscado la manera de burlarla
y que no tenía que preocuparse pues el domingo ya le estarían dando los
detalles precisos de cuanto hallasen y entonces habrían de cesar las
especulaciones. Vamos definitivamente a liquidar ese asunto. Víctor se lo dijo
al profesor Sarmiento con énfasis y su entusiasmo hizo que el profesor se
sintiese feliz momentáneamente. Al despedirse, Arístides prefirió no comentarle
nada a Víctor sobre la entrevista que sostenía con el cura Yagüe. Sin embargo
le pidió que antes de salir al día siguiente, le llamase por teléfono
nuevamente. Hay algunas cosas que tengo que informarte y son muy importantes,
creo que te convendrá conocerlas antes de que vayan a la isla, no se te olvide,
mira que es algo grave. Así le dijo Arístides antes de colgar el teléfono. Cabizbajo
regresó a la sala de estar para hallarse con un Omar pálido quien estaba
bebiendo de nuevo café.
***
Víctor
colgó el teléfono y decidió contactar a Ruth. No le había dicho nada y al día
siguiente, sábado, quizás saldrían desde muy temprano. El plan estaba ya
cuadrado y justamente era con Brinolfo, el hermano de Ruth y con Sergio con
quienes esperaba acercarse hasta la orilla oriental del lago. Recapacitó
entonces si de veras funcionaría el plan, si sería posible que Rubén lograse
contactarles en la taguara de los hermanos Cardozo, allá en los Puertos de
Altagracia, y sobretodo si al tratar de conectarse telefónicamente con Ruth, a
tan altas horas de la noche, no le causaría cierto desasosiego. No estaban las
cosas como para crearle más mortificaciones a “su doctora”…
***
El
presbítero continuó su cháchara inclemente y Arístides le escuchó de momento
como si estuviese perdido, a ratos pensó estar creyendo interpretar otras cosas
sin mucho sentido hasta que finalmente Omar arribó a los detalles para
explicarle, dándole vueltas y revueltas al asunto, de como había logrado enterarse
sobre la necesidad imperiosa de efectivo que de momento había surgido, lo cual
transformaba todo en una situación crítica. Arístides aguardaba por mayor
claridad en sus informaciones. Iba y venía y en medio de todo cada vez sonaba
más incoherente. Realmente creía él que había sido una suerte de oportunidad, también
era la otra manera de ver la cuestión, y seguramente por ello
fue que Cheo se había decidido por lo más seguro, según él, Cheo se había
volcado hacia su nuevo amigo del alma, ¿Cómo decirle quien?, nada menos que el
General Henares, pero así y todo, muy a pesar de las múltiples conexiones del
militar, parecería que Cheo no podía desprenderse de su amistad original, y así
fue como, sin avisarle, le había entrado a las lechugas, a sus lechugas, las de
su huerto, o del de ambos. ¿Cómo poder explicarle?…
Omar
Yagüe no había podido resistir más tiempo con aquello en el buche y parecía que
el dolor por la pérdida de la confianza en Cheo fuese mucho mayor que el
desgarro de sus lechugas, seguramente por ello sintió de momento la necesidad
de confiarle a su más acervo crítico toda aquella terrible realidad. Cheo, le
expresó casi lloroso.
–Es
el único que conoce el sitio donde las sembramos, él escarbó y de allí mismo
las extrajo. Sacó más de la mitad de lo que era nuestro tesoro y eso es en este
momento lo que ha venido a constituir la tapa del frasco. El negocio se dará
con el General ese… Todo de un solo trancazo, en un solo día, sin tener
premoniciones, ni sospechas, él me ha traicionado…
Arístides
tan solo fue capaz de sugerirle que hablase de nuevo con su socio y que tal vez
él pudiese entrar en razón.
–Imposible,
–exclamó Omar. –No ve usted que esto es un asunto de vida o muerte. La
inversión es millonaria y los narcotraficantes no perdonan. Si no se resuelve
la semana entrante ya no habrá remedio.
CONTINUARÁ
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