viernes, 6 de enero de 2023

Modernas y viejas utopías


La modernidad pareciera querer fundarse sobre utopías y es justo y necesario preguntarnos... ¿En cuales utopías se basa la modernidad venezolana? Isaac Pardo analizó muy bien este tema en su obra Fuegos bajo el agua: La invención de la utopía, pero han pasado los años y la pregunta para la actualidad de este año que recién se inicia, sería: ¿Queremos seguir viviendo de utopías irrealizables en Venezuela?, o quizás preferiremos vivir en un mundo menos idealizado, pero más provechoso...

La obra Utopía de Tomás Moro (https://bit.ly/3YUe1lm), es un clásico ejemplo de cómo el hombre siempre ha buscado un mundo ideal y feliz. Pero, la utopía resulta ser un lugar que no existe. El logos griego niega su existencia por definición. La utopía siempre representa una promesa que no llega, pero pensamos que no importa, porque nos llena de esperanza.

En Venezuela hay muchos ejemplos que ilustran ese sembrar de esperanzas “Democracia con energía” fue la promesa de Carlos Andrés Pérez. Los publicistas brasileños José Dirceu y su equipo idearon para Chávez “El corazón del pueblo” … “Jaime es como tú”, fue creado también por Napolitan, y prometía que Lusinchi sería uno más del pueblo. La esperanza siempre se puede plasmar en palabras o en slogans publicitarios, alimentando así el imaginario colectivo… Son las utopías, aquellas acaso verdaderas o tan solo populistas engaños, como lo de “el mar de la felicidad”.

Existen muchos estudios sobre las utopías; la Nueva Atlántida de Bacon, la Ciudad del Sol de Tomás Campanella, la Montaña Mágica de Thomas Mann, Por eso, todas las utopías son parecidas. A todos nos gusta soñar con un mundo mejor, y para socorrernos en esta angustia humana, viene al rescate la religión, y hay entonces una Ciudad de los Hombres aquí en la tierra, que contrasta con la Ciudad de Dios de San Agustín, que está allá en el cielo. Las utopías modernas no centran su foco en Dios, son utopías antropocéntricas. Ese centro humano ya lo ofrecía el Mundo Feliz de Aldous Huxley, o puede verse en la película Matrix, y así veremos que la mezcla de ambas corrientes, terminará por estar centradas al mismo tiempo en Dios y en los hombres,

En el Número 4 del primer año (2021) de la excelente revista venezolana “Carcava”, Carlos Yusti analizó el tema de las Utopías en un artículo titulado “Utopía, distocia y pandemia” donde nos habló de Tomas Moro a quien “la Iglesia certifica como santo por sus servicios prestados como incinerador de herejes y preservador de los consagrados dogmas eclesiásticos. Afirmación esta que le lleva a destacar que: “Tomas Moro estaba más cerca del esbirro policíaco que del humanista”.

Según Carlos Yusti, “La utopía escrita por Moro es la concepción de un gobierno ideal concebido por un individuo blindado por lo religioso, por un burócrata gubernamental obtuso y cerrado a todo mínimo cambio y su obra puede considerarse como el primer boceto de un Estado totalitario. Ese Estado utópico bosquejado por Moro ha dejado sus secuelas y nefastas influencias… Esa utopía surgida de una mentalidad tan retrógrada como la de Moro sigue bastante vigente, sin contar las distopías apocalípticas que siempre han tenido mayor y mejor buena prensa y que son el caldo de cultivo predilecto para los escritores de ciencia ficción”.

Aquel “Estado ideal”, el de Moro, parece ser un “borrador político” sobre un “Estado”, o imaginaria ínsula, bastante distinta al sitio donde a él le tocó vivir. No es casual que Savater escriba que “Utopía es una crítica al orden social establecido en la Europa de la época de Moro”. Yusti asegura que el sistema político que Moro propone, -y que además describe minuciosamente en las páginas de su libro-, es a la postre una alternativa a ese orden, de tal forma que la contradicción de la obra, reside en considerar como un programa político lo que en realidad es un ejercicio literario de denuncia moral que, dice ser revolucionario en sí mismo, pero que no admite la revolución ni la disidencia, y «el hecho de que Moro obvie en sus planteamientos el reconocimiento de la libertad humana, le confiere a su Utopía la irracionalidad de la que huye, y la imprevisibilidad que le niega el autor. Porque más allá de la utopía colectivista siempre está el ideal de la persona libre».

En mayo del 2019, en este mismo blog, escribí… “Una serie de ficción distópica, bien podría enunciarse asi: …”Érase una vez un país muy pobre que logró dominar a un país muy rico”... Uno diría para sí: creo que la he visto en la pantalla de un cine, o quizás en una serie en la TV… Cree uno recordar que el argumento mostraba una isla arruinada por una dictadura comunista y como con un plan muy bien pensado lograba controlar a toda una potencia petrolera, diez veces más grande que la isla y con el triple de su población... Entonces uno cree estar entendiendo… El parásito no vivía oculto en un almohadón como en el cuento de Horacio Silvestre Quiroga. Esa bestia es real, y al decirlo así, uno comienza a percibir que ella está dispuesta a desangrar a su presa hasta matarla… Es entonces cuando, uno entiende y acepta apesadumbrado que ahora mismo es cuando el verdadero anfitrión de la bestia, se desmorona, y que esto no es ciencia ficción, ni hablábamos de una engañosa distopía. Vemos con dolor, como La Habana hace lo imposible por sostener al régimen narco-dictatorial y genocida de su títere, y lo hace, a costa de prolongar la agonía de los venezolanos”.

Savater ha afirmado que “Las utopías se parecen a los domingos en que se esperan con anhelo, pero, cuando al final se tienen, ya no gustan”. Lo cierto es que según el escritor venezolano Carlos Yusti (Valencia 1959), refrenda lo dicho por Ursula K. Le Guin, “La Utopía, y la Distopía, son lugares intelectuales”... y en tal sentido, es mejor que ellos se queden allí, y que nunca se conviertan en sitios reales. Que la utopía y la distopía sean solo ejercicios floridos de la imaginación. A fin de cuentas, una pandemia puede arrasarlo todo, pero no aquello que imaginamos. ¿O no?

Maracaibo, viernes 6 de enero del año 2023

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