sábado, 26 de junio de 2021

Franz Taut (1908-1985)


Franz Taut (1908-1985)

Lo que voy a referir es tomado de un trabajo de Miguel Ángel Campos quien en su afán de continuar explorando una parte fundamental de su proyecto investigativo sobre las culturas del petróleo en la región zuliana, el 7 de enero, del 2020 publicaría un extenso artículoMaracaibo: la ciudad junto al lago presentido” donde nos presentó a la interesante figura de el escritor alemán Franz Taut (Múnich, 1908–Bad Tölz, 1985).

 

La historia del señor Taut, descrita por Miguel Ángel Campos como la crónica de un “recién llegado” al corpus de la literatura del petróleo, vendría a sumarse a la obra de Hesnor Rivera, Díaz Sánchez, Uribe Piedrahita y la de Enrique Bernardo Núñez, quienes con sus observaciones marginales sobre la novedad petrolera inicial, habrían de trazar aquello que conllevaba la fascinación por la riqueza fácil: “la bonanza como ocasión para la ostentación de un día, en fin, la Venezuela nuestra”.

Retrato de Franz Taut (Múnich, 1908 – Bad Tölz, 1985). Autor desconocido.

Cuando Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa entraron por la barra el 24 de agosto de 1499, darían inicio a la aventura atlántica europea. Ese sería uno de los momentos estelares de aquella expansión. La vida urbana de Maracaibo atrincherada en su cuadrícula, se españolizaría pronto, y más allá de la República, “será la ciudad venezolana mejor dispuesta a interactuar con una inmigración europea ajena a las movilizaciones de la Guerra de Emancipación”. Desde mediados del siglo XIX ya veremos a alemanes e ingleses, italianos y franceses interactuando con solvencia en Maracaibo. Los dibujos y pinturas de Ferdinand Bellermann darán fe de todo aquel interesante tiempo.  

En el fondo del lago mucho de lo visto era desconocido; en el firmamento, el Relámpago del Catatumbo sería llevado a insignia nacional y la información de los datos retendría como en un sello la conmoción de la poesía… “El ojo de gas verde del petróleo/ andaba suelto alrededor de la casa./ Se veía su silbo de lagarto encantado/ cuando entraba para arder en las salas”.   En las cercanas montañas de Perijá, la avanzada ganadera se instaló en medio de territorios poblados por sus silenciosos dueños: japrerias, yucpas y baris. Guajiros y mestizos al fin se encontraron en “la barriada pegada al puerto se asienta en sus hábitos adquiridos en una paz de resguardo”…

La ciudad que en aquella segunda mitad del siglo XIX prometía ser un emporio. “Maracaibo: la ciudad junto al lago presentido”, se estancará en los años de entrada sujeta a una contemporaneidad de otras exigencias. La barriada “será barrida en la séptima  década del siglo XX, casas y plazas de El Saladillo y El Empedrao serán trituradas y sus restos apilados como si fueran los de un campamento”.

Franz Taut tuvo un cuarto reservado por largo tiempo en algún hotel de la Plaza Baralt  -el Victoria- o tal vez en aquel de la Plaza Sucre, de Harry Middleton. Poco, o nada sabemos de su paso, tan sólo las referencias de sitios y actividades de la ciudad, consignados en su novela, La Canaan del petróleo, publicada en 1935, impresa en papel periódico -la edición tiene el sello de los talleres de La Esfera, el diario caraqueño-

La Canaan del petróleo según nos relata Miguel Ángel Campos, “es un novelín de 80 páginas en la perspectiva del relato que nos muestra el imaginario de la ciudad, de su identidad simbólica, y en abierta disensión de la perspectiva realista o costumbrista”. Un alemán llega a Maracaibo atraído por el ruido del petróleo y un incendio en el lago lo deja sin una mano; la inminente llegada de su prometida ya en camino lo hace saltarse la convalecencia en el hospital de la Lago y embarcarse en una aventura. A su alrededor veremos a un patrón de piragua, a todas luces maracucho acostumbrado a lidiar con guajiros; y un indígena indefinible, dominado por la superstición y alentado por sentimientos de venganza contra el patrón expoliador, y contra los parroquianos de la ciudad donde languidece.

El alemán Brandt es descrito como un mendigo, “Mezcla de Cabeza de Vaca y Melquíades, es sobre todo la encarnación antiprometeica de la redención”, el desamparo del hombre perseguido por el fracaso. “Su figura era extravagante…“Tan falto de carnes estaba el hombre que parecía más bien una momia”, pero tan alemán como el Adelantado de los Welser, este Brandt, dirá MiguelÁngel Campos que: “se me figura el fantasma de micer Ambrosio Alfinger”… La ranchería que instaló Alfinger en 1529 (y que Federmann despoblaría luego) persiste hasta hoy, es la misma; tan solo resultaría que Gonzalo Fernández de Oviedo descartó eso de ranchería y la llamaría “Villa de Maracaibo”.

Desde la ciudad que acogería la reorientación de un país entero, modificando desde sus hábitos hasta su topografía, el fantasmal Brandt va en busca de un tesoro sepultado en el pantanal. Desplazado y desesperado, él, quien ha perdido una mano y necesita amparar una futura esposa, en conflicto abierto con la prosperidad de comerciantes especuladores que consagran entre los transeúntes la idea del bienestar como consumo, como un paria más de los que van en busca de un hilo perdido y en la tradición esa, la de la aventura y del mito regenerador, irá buscando “integrarse al magma de lo pantanoso”. Como si retomase el hilo cortado de aquella expedición del siglo XVI, que consumida por el caos primordial sería aniquilada en su determinación predatoria. La expedición que sale del puerto y su mercado de luz mortecina en el siglo XX encontrará las pisadas de Alfinger y pronto entrará en su dimensión del horror; la fascinación de una redención gratuita los hace descender en un tiempo congelado de crimen y violencia.

En el libro de Taut, el indio estalla en un rapto de venganza, y así cuando Brandt regresa y consigue al malherido, se encuentran ya dispuestos a perecer en la vorágine del verdor, tragados por la linfa; cuando no han dado con el oro, aunque sí, en cambio, con más vertederos de burbujas iridiscentes que estallan cuando el sol en el cenit las licúa; una riqueza fabulosa y ciega de recursos, ante los hombres que serán aplastados por el entorno, y estragados por la naturaleza. El petróleo seguirá aflorando en una conciliación de abundancia mientras el traidor regresa a Maracaibo, y rebautiza su balandro dispuesto a iniciar una nueva gestión; sintomático esto de sepultar el pasado renombrando: “es el nominalismo prestigioso entre los incapaces de ver de dónde vienen”.

La Canaan del petróleo es una novela gótica y en el clímax de su capítulo selvático, despliega la síntesis de una aventura capaz de traer a escena elementos del pasado suspenso y de articularse en un presente indeciso, carente de prestigio, que busca el rumbo. Finalmente Miguel Ángel Campos, destaca que poco o nada conocemos de Franz Taut –periodista y escritor, miembro de la nobleza bávara–, más allá de su variopinta bibliografía llena de novelas de aventura que, se inspiraron en sus viajes por el Caribe, por Colombia y Venezuela, libros, que parecieron tener el aprecio de los lectores alemanes de su tiempo. 

De su paso por Maracaibo y Venezuela quedará la enumeración de los lugares públicos de la cuadrícula de la ciudad, la postal urbana de los afanes de la naciente explotación. Sus observaciones de la novedad petrolera lejos de ser superficiales, muestran junto a la ruda exigencia que padece la masa laboral, y anota el espíritu hedonista de los martirizados, mientras observa cómo los obreros hacen de la bonanza sólo ocasión para la ostentación de un día. “Han perdido la sensibilidad y el buen sentido social, no pensando más que en sí mismos, en el dinero que cobrarán a fin de mes y en cuántas cervezas se van a tomar cuando toque el pito y cese el trabajo”. Taut reparará en el ritmo de todo el conjunto, la obsesión de la riqueza vaciada de sentido de bienestar. “Gente de imaginación embotada, cuyo único ideal es el sondeo de un nuevo pozo”. Una reflexión, tal vez orientaora… (¿?).

Nota: dentro de su abundante producción literaria se muestra otra de las novelas de Taut que retiene en el título alemán el nombre del río Catatumbo (Öl am Catatumbo, Berlin: Herbert Fischer Verlag, 1935).

Maracaibo, sábado 26 de junio, del año 2021

No hay comentarios: