miércoles, 16 de junio de 2021

Alejandra Pizarnik

 

Alejandra Pizarnik

 


En la ciudad de Avellaneda en Argentina, un 29 de abril de 1936 nació Flora Alejandra Pizarnik (1936-1972), hija de emigrantes ruso-judíos, cuyo apellido original, Pozharnik, se perdió al instalarse su familia en Argentina. Desde muy pequeña y debido al acné en su rostro y una tendencia a engordar hicieron que la llamaran Bluna y se trasformó en un ser un apartado y solitario.

 

Su hermana mayor Miryam Pizanik, quien aún sobrevive, cuenta que su madre un día le dijo: “Miryam sabes que tenemos una escritora en la familia, su hermana pregunta ¿y quien es?, y la mamá le respondería: tu hermana Alejandra”. Después de cursar estudios de filosofía y periodismo, que no terminó, Pizarnik comenzó su formación artística de la mano del pintor surrealista Batlle Planas.

 

Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde trabajó para la revista Cuadernos, realizó traducciones y críticas literarias y prosiguió su formación en la prestigiosa universidad de La Sorbona y formó parte del comité de colaboradores extranjeros de Les Lettres Nouvelles y de otras revistas europeas y latinoamericanas. Durante sus años en Francia comenzó su amistad con el escritor Julio Cortázar y con el poeta mexicano Octavio Paz, que escribió el prólogo de su libro de poemas Árbol de Diana (1962).

 

Las obras más notables de Alejandra Pizarnik son; Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y La condesa sangrienta (1971). Alejandra fue Premio Municipal de Poesía (1965) y recibió una Beca Guggenheim en Artes para América Latina y Caribe (1969) y la Beca Fulbright (1971).

 

La poesía de Alejandra Pizarnik, es eminentemente surrealista, con bellas imágenes poéticas que a cualquier pintor le llevaría a alucinar. Antes que la imagen física, la que el ojo humano está acostumbrado a ver, ella crearía otras a las que invita a descubrir  con la palabra y a través de sus versos, a todo aquel que quiera introducirse en las imágenes pizarnianas.

Cenizas: La noche se astilló de estrellas /mirándome alucinada /el aire arroja odio /embellecido su rostro /con música.  Pronto nos iremos/Arcano sueño /antepasado de mi sonrisa /el mundo está demacrado /y hay candado pero no llaves /y hay pavor pero no lágrimas./¿Qué haré conmigo?   ...   Despedida: Mata su luz un fuego abandonado. /Sube su canto un pájaro enamorado. /Tantas criaturas ávidas en mi silencio /y esta pequeña lluvia que me acompaña. 

Hija del viento: Han venido. /Invaden la sangre. Huelen a plumas, /a carencias,/a llanto. Pero tú alimentas al miedo /y a la soledad /como a dos animales pequeños m/perdidos en el desierto. Han venido /a incendiar la edad del sueño. /Un adiós es tu vida. /Pero tú te abrazas /como la serpiente loca de movimiento /que sólo se halla a sí misma /porque no hay nadie.   Tú lloras debajo del llanto, /tú abres el cofre de tus deseos /y eres más rica que la noche. Pero hace tanta soledad /que las palabras se suicidan.

Tras varios episodios depresivos durante su vida, a los 36 años, tras aprovechar la salida con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, Alejandra se suicidó. Si Alejandra Pizarnik viviera, cumpliría 85 años y sería tan famosa como lo es ahora, y seguramente que hubiera ganado muchos premios literarios, y su obra fuera mucho más extensa, pero ella decidió irse y dejarnos un magnífico legado poético que ha influenciado en la literatura, y sobre todo en la poesía del siglo XXI. 

 

NOTA: Tanto la fotografía como algunos detalles bibliográficos fueron tomados de un trabajo de Yandri Mosquera en internet.

 

Maracaibo, miércoles 16 de junio del año 2021

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