sábado, 3 de junio de 2017

Acercándonos al Sol …



Acercándonos al Sol …

Las erupciones solares, con partículas energéticas solares y perturbaciones geomagnéticas, se producen regularmente, y se notan a través del Sistema de Posicionamiento Global (GPS), los satélites, la aviación y la red de energía eléctrica. El astrónomo inglés Richrad Carrington, fue el primero en observar la que hasta ahora es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia. La tormenta solar en 1859, sería conocida como el “evento Carrington”. La llamarada solar, denominada gran eyección de masa coronal y a finales del mes de agosto se vieron auroras que llegaban hasta el norte de Colombia aumentando de intensidad  el 1 y 2 de septiembre, con fallos de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Comenzando el mes de agosto cuando por toda Norte América desde Maine hasta Florida, se vieron auroras boreales con intensas cortinas de luz. En Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del firmamento.  En 1859 los cables del telégrafo, recién habían empezado a funcionar en los Estados Unidos, y sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, en Europa y en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de latitud media, como Roma y Madrid e incluso en zonas de baja latitud como La Habana, y las islas Hawái  y ciudades de Colombia entre otras. Si una tormenta solar de estas dimensiones se produjese en nuestros días, los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían durante semanas y los apagones eléctricos tendrían proporciones continentales. 

En 1989, un transformador en Nueva Jersey quedó inutilizado dejando a 6 millones de personas en la provincia de Quebec (Canadá) sin energía eléctrica a causa de una eyección de plasma solar. En una sociedad como la nuestra muy dependiente de la tecnología, el caos llegaría sin remedio. El año 2012, una gran eyección de masa coronal (CME), fue probablemente más poderosa que el famoso «evento Carrington» de 1859, cuando el Sol golpeó la atmósfera de la Tierra dos veces lo suficientemente fuerte como para iluminar el cielo desde el Polo Norte hasta América Central, permitiendo que los ciudadanos de Nueva Inglaterra leyeran el periódico por la noche a la luz de las auroras. Un bombazo solar rompió el escudo magnético de la Tierra nuevamente el año en 2015, y la nube de plasma lanzada por el Sol golpeó nuestro planeta a 2,5 millones de km por hora, comprimió la magnetosfera y provocó apagones de radio en muchos países. No es posible predecir estos eventos, ni cuándo sucederán exactamente, ni con qué intensidad nos golpearán. Sólo los vemos después de haberse producido y para tomar las debidas precauciones el tiempo de reacción es mínimo, de apenas unas horas. Comprender por qué el Sol emite ocasionalmente esas mortíferas oleadas de partículas ayudaría a los científicos a saber con antelación cuándo esas partículas solares golpearán la Tierra y poder predecir el "tiempo espacial". Este sería de gran ayuda para, desconectar las centrales eléctricas o poner en marcha los protocolos de emergencia entre la población.


Durante muchos años, los astrónomos han estudiado el Sol desde la distancia. Ahora será la primera vez que puedan hacerlo desde dentro de su ardiente atmósfera. La NASA para terminar con estas peligrosas incertidumbres, se dispone a lanzar, entre el 31 de Julio y el 19 de agosto de 2018, su nueva sonda Solar Probe Plus, una nave que será capaz de llegar hasta donde ninguna otra ha podido hasta ahora. La nave, diseñada y construida en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins, llevará a cabo 24 "pasadas" sobre el Sol a lo largo de una misión de siete años, que se contarán a partir de su llegada a destino, a principios de Noviembre de 2018. La Solar Probe Plus, además, se moverá a 724.000 km/h. y se convertirá, por lo tanto, en la nave más veloz construida hasta ahora por el hombre. De esta forma, la primera nave podrá recoger, sobre el terreno, valiosos datos sobre los mecanismos que calientan la corona y aceleran el viento solar, el flujo constante de partículas emitidas por nuestra estrella. Ni que decir tiene que el buen funcionamiento de los sistemas de la Solar Probe Plus depende, en gran medida, de su escudo térmico frontal, de 11,43 cm. de grosor, construido con fibra de carbono y capaz de soportar tanto la infernal temperatura como el intenso bombardeo de radiación. A menos de tres metros tras el escudo, el resto de la nave permanecerá a temperatura ambiente. Las 24 aproximaciones llevarán a la Solar Probe Plus a algo menos de seis millones de km. del Sol, o lo que es lo mismo, más de siete veces más cerca (37,6 millones de km. menos) que la sonda Helios, la que más se había acercado al Sol hasta ahora. A esa distancia, suficiente para destruir cualquier otra sonda, la nueva nave de la NASA tendrá que soportar y trabajar a una temperatura cercana a los 1.500 grados centígrados, y el disco solar parecerá 23 veces más grande de cómo lo vemos desde la Tierra.

Maracaibo, 2dejuniodelaño2017                                                                    REF: Madrid31/05/2017 ABC,Ciencia)

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