AVENTURAS DE UN ESCOSÉS EN AMERICA ( II )
El sábado 4 de febrero del año 2012, el escritor
nicaragüense Sergio Ramírez escribió desde su ciudad, Matagalpa, un artículo
titulado “Historia de un perseverante
estafador” donde hablaba sobre “Extrañas
historias, fantasmas tenaces. Ahora me he hallado con otra, cuyo escenario es
también Nicaragua, tierra fértil para enterrar los sueños de gloria, o para que
crezcan las mentiras más descomunales, y tiene que ver con un personaje… Se trata de Gregor
McGregor, escocés de pura cepa.”
En la primera parte de “Las aventuras de un escocés en América”, ayer finalizaba el texto comentando
acerca de cosas que se decían sobre Gregor MacGregor quien supuestamente había
firmado un tratado con el rey de la Costa de Mosquitia, George Frederic
Augustus I, quien le habría cedido 122.000 km2 para la colonización del
territorio de la Serranía de Payas, entre Trujillo y el Río Sico, y aunque
parece un chisme, supuestamente el territorio le fue cedido por dos botellas de
whiskey. No existe documento alguno que confirme las aseveraciones de
MacGregor, respecto al intercambio que tuvo con el rey George Frederick, pero
lo que sí se sabe, es que MacGregor se autodenominó “cacique de Poyais” antes
de retornar a Inglaterra. El gobierno del rey George III, quien era conocido también como George
Frederick formaba parte de la dinastía Misquita. El rey, era un negro puro
elegido por los ingleses para sustituir a Roberto I, quien según les parecía a
los ingleses tenía un carácter amistoso hacia los españoles. Fue durante el
efímero reinado de George III que se intentó colonizar la región cerca del río
Negro, colonia esta que terminó en un fracaso ya que nadie quería ni podría
jamás desarrollarse en las pantanosas costas de la Mosquitia. Pero el rey le
había concedido al escocés, Sir John McGregor, tierras en la referida región y los
indios y los caudillos de las tribus, ante las acciones temerarias y
disparatadas de su majestad George Frederic Augustus I, reclamaron que el trono
fuese ocupado por el legítimo heredero y así fue como la corona pasó a Roberto
II, su hijo (1823-1841), llamado también Roberto Carlos Federico, quien como
podía esperarse, también tenía la debilidad de entregar terrenos a cambio de
licores y trajes vistosos. De este asunto del reino de los Misquitos, llamados
también “los reyes moscos” nos ocuparemos con más tiempo en otra ocasión. La
historia del escocés seguirá en la pluma de Sergio Ramírez quien desde
Matagalpa, nos relataría en su artículo del año 2012, como fue que…
“McGregor llegó a Inglaterra ese mismo año
(1820) investido de su autoridad como soberano de Poyais. Abrió la embajada de Poyais
en el corazón de Londres, y a sus recepciones oficiales concurría la nobleza,
el cuerpo diplomático y los banqueros. Fue así como, entre brindis con champaña,
empezó a vender las tierras del principado fantasma, a 3 chelines por acre. Al
poco tiempo, el Tesoro Nacional de Poyais recibiría un préstamo bancario de
200.000 libras para fortalecer las finanzas del principado”. “En 1822, McGregor
hizo publicar un lujoso prospecto de cerca de 400 páginas en el que se
describía la naturaleza paradisíaca de Poyais, la fertilidad inagotable de sus
suelos, propios para criar ganado, sembrar trigo y cultivar la vid, la
inagotable riqueza de sus bosques de maderas preciosas, sus recursos minerales
abundantes en oro y plata, las bondades de su clima exento de ciclones y otras
molestias climáticas, y libre también de mosquitos y otras perniciosas
alimañas; lo mismo que se detallaban las maravillas de la capital, Saint
Joseph, con sus hermosos edificios neoclásicos, sus calles pavimentadas tiradas
a cordel, sus plazas, sus teatros y, sobre todo, su célebre ópera. Un país
sacado de la nada, o mejor dicho, de la imaginación.
En 1820 MacGregor regresó a Londres presentándose
como el príncipe de Poyais. La alta sociedad londinense apreciaba la colorida
figura de MacGregor considerado sin duda alguna parte del clan MacGregor, descendiente
Robert Roy MacGregor, el mismo de “Corazón Valiente”. Gregor ya era bien conocido
como luchador por la independencia de Venezuela y en particular por su exótica
consorte Josefa Aristeguieta y Lovera, prima del Libertador Simón Bolívar. Gregor
hablaba con desenfado del país de Poyais, en la costa de Mosquitos, e insistía
en que el mismo se hallaba bajo su comando, presentándose él mismo como Gregor
I, Príncipe Soberano de Poyais y cacique del pueblo de Poyais. Ese país se
había transformado en un estado próspero, y según aseguraba MacGregor, Poyais
tendría una gran capital con castillos, edificio de parlamento, ópera, catedral
y un puerto moderno. En el país habría grandes cantidades de oro y tierra muy
fértil para nuevos colonos. Nadie dudó de sus aseveraciones. Por una parte en
el Reino Unido se sabía muy poco sobre las antiguas colonias ibéricas y el país
buscaba nuevos mercados y terrenos para colonizar. Los historiadores creen, sin
embargo, que MacGregor pagó a algunas personas influyentes para conseguir el
apoyo político necesario. El encargado de asuntos del negocio de MacGregor era
John Richardson, un viejo amigo de los tiempos de la guerra de independencia, quien
fue recibido por el rey Jorge IV. MacGregor fue nombrado como Sir Gregor para
promover las relaciones entre ambos países. Ya para ese entonces, MacGregor
había comenzado a transformar el país de Poyais en dinero: realizó un cuadro de
la capital de Poyais y publicó un manual amplio y numerosos folletos publicitarios. Se
organizaron presentaciones en todo el Reino Unido. Se crearon oficinas de
inmigración que vendían a inmigrantes potenciales terrenos en Poyais por cuatro chelines el morgen (unidad
de área de ese tiempo) y Gregor I nombró a personajes británicos con mucho
dinero como empleados de su país. Previamente cambiaba libras esterlinas en
supuesto dinero de Poyais. A partir de septiembre de 1822 salieron los primeros barcos con emigrantes hacia Centroamérica. En octubre de 1822 MacGregor finalmente obtuvo un préstamo por
200 mil libras esterlinas de un conocido banco londinense para consolidar el
estado de Poyais, cuyas acciones fueron ofrecidas en la bolsa unas semanas
después.
El relato de Sergio Ramírez nos cuenta como… Muy pronto dos barcos con unos 300
ilusionados, o ilusos, inmigrantes, partieron hacia Poyais, no sin antes
cambiar sus libras esterlinas por la moneda de Poyais, que McGregor hizo
imprimir en Escocia. Tras una feliz y esperanzada travesía llegaron a la costa
oriental de Nicaragua, pero a la altura del Cabo Gracias a Dios una feroz
tormenta hundió uno de los dos barcos, y los náufragos sobrevivientes, perdidos
todos sus haberes, alcanzaron con dificultad la costa donde les esperaban los
pasajeros de la otra embarcación, y a todos no otra cosa que la impasible selva
virgen, sus pantanos, y las enfermedades que empezaron a diezmarlos. De los 300
nuevos ciudadanos de Poyais, porque a todos se les había concedido por decreto
la ciudadanía, ya había muerto más de la mitad cuando un barco de bandera
inglesa rescató en abril de 1823 a los que quedaban. Uno de los infelices
enterrados en la selva, víctima de la malaria, fue el músico escocés a quien
McGregor había prometido el puesto de director de la Opera de Saint Joseph”.
A finales de 1822 se produjo la catástrofe en la costa de Mosquitos. Los
primeros barcos con inmigrantes llegaron al Río Negro, donde debería de haber estado
la capital del país. No hallaron ni puerto ni capital de Poyais y los
empobrecidos indígenas no podían darles suficiente comida a los recién
llegados. Muchos de los nuevos colonos murieron y los sobrevivientes fueron
evacuados por una expedición en abril de 1823 que había oído rumores en la colonia de Honduras Británicas. La marina inglesa detuvo otros barcos de emigrantes. Los
primeros colonos decepcionados regresaron en otoño de 1823 al Reino Unido. El 8
de julio de 1824 la nueva República de Colombia declaró por decreto que no
existía tal estado. Pero la influencia de MacGregor aún era suficientemente grande
para evitar un escándalo público. Al contrario, logró vender más acciones entre
1825 y 1826. Sin embargo, por prudencia, Gregor I abandonó el Reino Unido y se fue a París, donde fundó más
asociaciones para la promoción del desarrollo de Poyais. En otoño de 1825 salió
el primer grupo de emigrantes franceses hacia Poyais. Como MacGregor
se creía muy seguro de todo, regresó a Londres en 1827 y fue apresado de inmediato. Sin embargo,
gracias a sus contactos pudo evitar un proceso tanto en el Reino Unido como en
Francia, donde previamente también había sido detenido y se había comenzado un
proceso. MacGregor se retiró a la provincia francesa y vivió algunos años de su
riqueza. Él y sus amigos siguieron ofreciendo acciones de Poyais. En 1834
apareció en Escocia, donde trató de nuevo de venderles certificados de tierra a
sus compatriotas. En 1836 publicó una Constitución
para los Habitantes de la Costa India en América Central, usualmente
llamada Costa de Mosquitos, que se orientaba mucho a la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos, pero que no obtuvo eco.
Sergio Ramírez nos
informó en su artículo del año 2012 que: “El príncipe, o cacique, sólo estuvo preso
un año bajo el cargo de "falsas promesas", y siguió obteniendo
préstamos para su principado, y timando incautos, hasta 1837, cuando decidió
batirse en retirada. El 4 de mayo de 1838 fallecerá su esposa en la
ciudad de Burghmuirhead, cerca de Edimburgo, y en agosto, una vez agotada su
riqueza, zarpa de nuevo a Venezuela para pedir la nacionalidad, la recuperación
de su rango de general y la pensión inmediata. En el año de 1838 de regreso en Venezuela,
presentó formalmente un Memorial al Gobierno nacional solicitando su
nacionalización y restauración de su antiguo rango militar. El 5 de marzo de
ese mismo año, el Congreso de Venezuela incorporó a Sir Gregor MacGregor al
Ejército con su grado de General de División, otorgándole la carta de
naturalización y reconociéndole parte de sus haberes militares. En 1839 publicó
en Caracas la "Exposición Documentada al Gobierno de Venezuela" y se
dedicó a la cría del gusano de seda. El 3 de diciembre de 1845 Sir Gregor
fallecerá en la ciudad de Caracas casi ciego, sin haber sido castigado por sus
negocios falsos. Fue sepultado con pompa y circunstancia en la catedral de
Caracas aunque era de fe protestante.
Dice uno de sus escasos biógrafos
venezolanos: "Pese a estar enterrado en el Panteón Nacional, hoy apenas se le
recuerda. Aventuraré un motivo para el olvido: McGregor no sólo era un maestro
masón con grados recolectados de Glasgow a Londres y un guerrero capaz de
derrotar a cuanto batallón español se le pusiera en frente; McGregor era,
además, un arriesgado, perseverante e ingenioso estafador".
Maracaibo,
14 de octubre del año 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario