jueves, 13 de octubre de 2016

Aventuras de un escocés en América ( II )




 
AVENTURAS DE UN ESCOSÉS EN AMERICA ( II )

El sábado 4 de febrero del año 2012, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez escribió desde su ciudad, Matagalpa, un artículo titulado Historia de un perseverante estafadordonde hablaba sobre “Extrañas historias, fantasmas tenaces. Ahora me he hallado con otra, cuyo escenario es también Nicaragua, tierra fértil para enterrar los sueños de gloria, o para que crezcan las mentiras más descomunales, y tiene que ver con un personaje… Se trata de Gregor McGregor, escocés de pura cepa.”

En la primera parte de “Las aventuras de un escocés en América”, ayer finalizaba el texto comentando acerca de cosas que se decían sobre Gregor MacGregor quien supuestamente había firmado un tratado con el rey de la Costa de Mosquitia, George Frederic Augustus I, quien le habría cedido 122.000 km2 para la colonización del territorio de la Serranía de Payas, entre Trujillo y el Río Sico, y aunque parece un chisme, supuestamente el territorio le fue cedido por dos botellas de whiskey. No existe documento alguno que confirme las aseveraciones de MacGregor, respecto al intercambio que tuvo con el rey George Frederick, pero lo que sí se sabe, es que MacGregor se autodenominó “cacique de Poyais” antes de retornar a Inglaterra. El gobierno del rey George III, quien era conocido también como George Frederick formaba parte de la dinastía Misquita. El rey, era un negro puro elegido por los ingleses para sustituir a Roberto I, quien según les parecía a los ingleses tenía un carácter amistoso hacia los españoles. Fue durante el efímero reinado de George III que se intentó colonizar la región cerca del río Negro, colonia esta que terminó en un fracaso ya que nadie quería ni podría jamás desarrollarse en las pantanosas costas de la Mosquitia. Pero el rey le había concedido al escocés, Sir John McGregor, tierras en la referida región y los indios y los caudillos de las tribus, ante las acciones temerarias y disparatadas de su majestad George Frederic Augustus I, reclamaron que el trono fuese ocupado por el legítimo heredero y así fue como la corona pasó a Roberto II, su hijo (1823-1841), llamado también Roberto Carlos Federico, quien como podía esperarse, también tenía la debilidad de entregar terrenos a cambio de licores y trajes vistosos. De este asunto del reino de los Misquitos, llamados también “los reyes moscos” nos ocuparemos con más tiempo en otra ocasión. La historia del escocés seguirá en la pluma de Sergio Ramírez quien desde Matagalpa, nos relataría en su artículo del año 2012, como fue que…

“McGregor llegó a Inglaterra ese mismo año (1820) investido de su autoridad como soberano de Poyais. Abrió la embajada de Poyais en el corazón de Londres, y a sus recepciones oficiales concurría la nobleza, el cuerpo diplomático y los banqueros. Fue así como, entre brindis con champaña, empezó a vender las tierras del principado fantasma, a 3 chelines por acre. Al poco tiempo, el Tesoro Nacional de Poyais recibiría un préstamo bancario de 200.000 libras para fortalecer las finanzas del principado”. “En 1822, McGregor hizo publicar un lujoso prospecto de cerca de 400 páginas en el que se describía la naturaleza paradisíaca de Poyais, la fertilidad inagotable de sus suelos, propios para criar ganado, sembrar trigo y cultivar la vid, la inagotable riqueza de sus bosques de maderas preciosas, sus recursos minerales abundantes en oro y plata, las bondades de su clima exento de ciclones y otras molestias climáticas, y libre también de mosquitos y otras perniciosas alimañas; lo mismo que se detallaban las maravillas de la capital, Saint Joseph, con sus hermosos edificios neoclásicos, sus calles pavimentadas tiradas a cordel, sus plazas, sus teatros y, sobre todo, su célebre ópera. Un país sacado de la nada, o mejor dicho, de la imaginación.
 
En 1820 MacGregor regresó a Londres presentándose como el príncipe de Poyais. La alta sociedad londinense apreciaba la colorida figura de MacGregor considerado sin duda alguna parte del clan MacGregor, descendiente Robert Roy MacGregor, el mismo de “Corazón Valiente”. Gregor ya era bien conocido como luchador por la independencia de Venezuela y en particular por su exótica consorte Josefa Aristeguieta y Lovera, prima del Libertador Simón Bolívar. Gregor hablaba con desenfado del país de Poyais, en la costa de Mosquitos, e insistía en que el mismo se hallaba bajo su comando, presentándose él mismo como Gregor I, Príncipe Soberano de Poyais y cacique del pueblo de Poyais. Ese país se había transformado en un estado próspero, y según aseguraba MacGregor, Poyais tendría una gran capital con castillos, edificio de parlamento, ópera, catedral y un puerto moderno. En el país habría grandes cantidades de oro y tierra muy fértil para nuevos colonos. Nadie dudó de sus aseveraciones. Por una parte en el Reino Unido se sabía muy poco sobre las antiguas colonias ibéricas y el país buscaba nuevos mercados y terrenos para colonizar. Los historiadores creen, sin embargo, que MacGregor pagó a algunas personas influyentes para conseguir el apoyo político necesario. El encargado de asuntos del negocio de MacGregor era John Richardson, un viejo amigo de los tiempos de la guerra de independencia, quien fue recibido por el rey Jorge IV. MacGregor fue nombrado como Sir Gregor para promover las relaciones entre ambos países. Ya para ese entonces, MacGregor había comenzado a transformar el país de Poyais en dinero: realizó un cuadro de la capital de Poyais y publicó un manual amplio  y numerosos folletos publicitarios. Se organizaron presentaciones en todo el Reino Unido. Se crearon oficinas de inmigración que vendían a inmigrantes potenciales terrenos en Poyais por cuatro chelines el morgen (unidad de área de ese tiempo) y Gregor I nombró a personajes británicos con mucho dinero como empleados de su país. Previamente cambiaba libras esterlinas en supuesto dinero de Poyais. A partir de septiembre de 1822 salieron los primeros barcos con emigrantes hacia Centroamérica. En octubre de 1822  MacGregor finalmente obtuvo un préstamo por 200 mil libras esterlinas de un conocido banco londinense para consolidar el estado de Poyais, cuyas acciones fueron ofrecidas en la bolsa unas semanas después.
 
El relato de Sergio Ramírez nos cuenta como…  Muy pronto dos barcos con unos 300 ilusionados, o ilusos, inmigrantes, partieron hacia Poyais, no sin antes cambiar sus libras esterlinas por la moneda de Poyais, que McGregor hizo imprimir en Escocia. Tras una feliz y esperanzada travesía llegaron a la costa oriental de Nicaragua, pero a la altura del Cabo Gracias a Dios una feroz tormenta hundió uno de los dos barcos, y los náufragos sobrevivientes, perdidos todos sus haberes, alcanzaron con dificultad la costa donde les esperaban los pasajeros de la otra embarcación, y a todos no otra cosa que la impasible selva virgen, sus pantanos, y las enfermedades que empezaron a diezmarlos. De los 300 nuevos ciudadanos de Poyais, porque a todos se les había concedido por decreto la ciudadanía, ya había muerto más de la mitad cuando un barco de bandera inglesa rescató en abril de 1823 a los que quedaban. Uno de los infelices enterrados en la selva, víctima de la malaria, fue el músico escocés a quien McGregor había prometido el puesto de director de la Opera de Saint Joseph”.
 
A finales de 1822 se produjo la catástrofe en la costa de Mosquitos. Los primeros barcos con inmigrantes llegaron al Río Negro, donde debería de haber estado la capital del país. No hallaron ni puerto ni capital de Poyais y los empobrecidos indígenas no podían darles suficiente comida a los recién llegados. Muchos de los nuevos colonos murieron y los sobrevivientes fueron evacuados por una expedición en abril de 1823 que había oído rumores en la colonia de Honduras Británicas. La marina inglesa detuvo otros barcos de emigrantes. Los primeros colonos decepcionados regresaron en otoño de 1823 al Reino Unido. El 8 de julio de 1824 la nueva República de Colombia  declaró por decreto que no existía tal estado. Pero la influencia de MacGregor aún era suficientemente grande para evitar un escándalo público. Al contrario, logró vender más acciones entre 1825 y 1826. Sin embargo, por prudencia, Gregor I abandonó el Reino Unido y se fue a París, donde fundó más asociaciones para la promoción del desarrollo de Poyais. En otoño de 1825 salió el primer grupo de emigrantes franceses hacia Poyais. Como MacGregor se creía muy seguro de todo, regresó a Londres en 1827 y fue apresado de inmediato. Sin embargo, gracias a sus contactos pudo evitar un proceso tanto en el Reino Unido como en Francia, donde previamente también había sido detenido y se había comenzado un proceso. MacGregor se retiró a la provincia francesa y vivió algunos años de su riqueza. Él y sus amigos siguieron ofreciendo acciones de Poyais. En 1834 apareció en Escocia, donde trató de nuevo de venderles certificados de tierra a sus compatriotas. En 1836 publicó una Constitución para los Habitantes de la Costa India en América Central, usualmente llamada Costa de Mosquitos, que se orientaba mucho a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, pero que no obtuvo eco. 

Sergio Ramírez nos informó en su artículo del año 2012 que: “El príncipe, o cacique, sólo estuvo preso un año bajo el cargo de "falsas promesas", y siguió obteniendo préstamos para su principado, y timando incautos, hasta 1837, cuando decidió batirse en retirada. El 4 de mayo de 1838 fallecerá su esposa en la ciudad de Burghmuirhead, cerca de Edimburgo, y en agosto, una vez agotada su riqueza, zarpa de nuevo a Venezuela para pedir la nacionalidad, la recuperación de su rango de general y la pensión inmediata. En el año de 1838 de regreso en Venezuela, presentó formalmente un Memorial al Gobierno nacional solicitando su nacionalización y restauración de su antiguo rango militar. El 5 de marzo de ese mismo año, el Congreso de Venezuela incorporó a Sir Gregor MacGregor al Ejército con su grado de General de División, otorgándole la carta de naturalización y reconociéndole parte de sus haberes militares. En 1839 publicó en Caracas la "Exposición Documentada al Gobierno de Venezuela" y se dedicó a la cría del gusano de seda. El 3 de diciembre de 1845 Sir Gregor fallecerá en la ciudad de Caracas casi ciego, sin haber sido castigado por sus negocios falsos. Fue sepultado con pompa y circunstancia en la catedral de Caracas aunque era de fe protestante.

Dice uno de sus escasos biógrafos venezolanos: "Pese a estar enterrado en el Panteón Nacional, hoy apenas se le recuerda. Aventuraré un motivo para el olvido: McGregor no sólo era un maestro masón con grados recolectados de Glasgow a Londres y un guerrero capaz de derrotar a cuanto batallón español se le pusiera en frente; McGregor era, además, un arriesgado, perseverante e ingenioso estafador".

Maracaibo, 14 de octubre del año 2016

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