martes, 12 de julio de 2016

La Cruzada de los niños: dos novelas sobre una tragedia.





LA CRUZADA DE LOS NIÑOS
Dos novelas sobre una historia trágica

Peter Berling (1934) es un escritor alemán conocido por ser el autor de cinco novelas denominadas Los Hijos del Grial y de otras tantas sobre la Edad Media. En 1905 publicaría La Cruzada de los niños, a la que este artículo se refiere, sobre un hecho histórico que se produjo a principios del siglo XII cuando dos expediciones de niños partieron desde Alemania a Tierra Santa cuando en Francia y Alemania, miles de niños y adolescentes creyeron escuchar la llamada de Jesucristo y caminaron hacia Marsella para embarcar hacia Jerusalén.

Peter Berling iniciará su novela diez años después de los terribles sucesos, cuando uno de los niños, Rik van de Bovenkamp, ya convertido al islam y siendo preceptor del hijo del emir de Mahdia en Túnez, reconstruirá los hechos a través de algunos supervivientes para que narrasen la historia, de algo que nunca debió suceder. La novela comienza en 1221 en Madhia, una recóndita fortaleza de Túnez administrada por Kazar al-Mansur, quien le contará a su hijo Karim la historia de su madre Melusina de Cailhac muerta durante el parto y reúne a personajes que la conocieron y acompañaron nueve años atrás en el sur de Francia cuando su hogar fue arrasado en la cruzada contra los cátaros. El alemán Rick Van de Bovenkamp, preceptor de Karim les relatará la historia del pastor iluminado que en julio de 1212, inició la cruzada y arrastró en un viaje sin retorno a la mayoría de los niños alemanes quienes cerca de Colonia, se reunieron alrededor de Nicolaus, un muchacho de diecinueve años que portaba un bastidor, en el cual iba montada una cruz semejante a la T latina. A esos primeros peregrinos infantiles se les agregaron, en Borgoña y Francia, bastantes campesinos y tunantes, con peligrosos aventureros, que iban sembrando el rumor de que los niños, tenían de cruzar a pie el mar y establecer en Jerusalén un reinado de paz. Para esto, solicitaban limosnas que se las gastaban en borracheras y juegos tabernarios. En pocas semanas la expedición había llegado a veinte mil niños. Entre bandoleros y embaucadores de la chusma de experiencia, iban los niños inocentes que habían prestado oído a la llamada de la lejana Jerusalén. Muchos de ellos, ya en Alemania, perecieron de hambre, muriendo al borde del camino, si se habían rezagado. Incontables niños lisiados buscaban el remedio a sus tormentos. Hombres sin conciencia los habían mutilado en la temprana infancia, privándolos de una pierna o de un brazo, o saltándoles un ojo, para poder despertar con ellos la compasión. Estos desdichados hallaban, alivio a su situación entre los entusiastas expedicionarios. Las dificultades de las escarpadas pendientes alpinas y la inclemencia del tiempo no entibió su loco entusiasmo y cuando muchos de los mayores se retiraron ellos continuarían solos e indefensos. Por millares fueron cayendo y quedando atrás, en espera de la muerte dolorosa de los abandonados. Muchos perecieron de hambre y quedaron insepultos en el camino. De veinte mil niños que habían emprendido la peregrinación, sólo algunos miles 11egaron el 20 de agosto hasta Piacenza, y cinco días después, hasta Génova. En esta última exigieron que los peregrinos abandonasen inmediatamente la ciudad y casi a rastras, se fueron alejando en dirección al puerto de Brindisi para esperar allí a que se secase el Mediterráneo y les permitiese entrar a pie en la Tierra de Promisión. El Obispo de Brindisi, les ordenó a los hambreados niños restantes que regresasen al hogar. Cuando la expedición infantil alemana se dirigía a Brindisi, llegaron a Marsella veinte mil niños franceses y borgoñones, quienes buscaban la playa mediterránea mientras esperaban el prodigio de la retirada de las aguas. Dos importantes mercaderes Ugo Ferri y Wilhelm des Posqueres, después de haber estado esperando largo tiempo, le ofrecerían al Consejo Municipal marsellés, el servicio gratuito de evacuarlos en siete barcos a Siria. Por el "amor de Dios" Ugo Ferri evacuaría a los niños hasta Tierra Santa, por 80.000 ducados de oro. Junto a la isla de San Pietro, cerca de Cerdeña, dos de los barcos naufragaron en una tempestad. Los otros cinco barcos arribaron a Bugía y Alejandría, donde los millares de niños restantes fueron conducidos, con cuatrocientos religiosos que habían acompañado la expedición, al mercado de esclavos y puestos a la venta. Eustaquio, el hijo de unos nobles, y Conrado, de una cortesana, alcanzaron retornar a la ciudad de Colonia, descalzos y en los huesos, como dos fantasmas.

Marcel Schwob (1867–1905), (Mayer André Marcel Schwob) fue un joven escritor judío-francés que se caracterizó por sus historias cortas y se ha dicho que por su forma de escribir, fue un precursor del surrealismo, y que influenciaría a importantes escritores como Jorge Luís Borges y Roberto Bolaño. El exquisito escritor francés, basó en los hechos terribles que hemos relatado su obra La Cruzada de los Niños, una de las cotas más altas y más delicadas de su producción. Schwob, fiel a la estética se dedicó a imaginar y seleccionar los momentos clave que, una vez reunidos, narran lo esencial de una historia que ha sido hermosamente traducida al español por Luis Alberto de Cuenca   ( 2012 Editorial Reino de Cordelia, o en EDICIONES DE AQUI).

Maracaibo, 12 de julio de 2016

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