LA
CRUZADA DE LOS NIÑOS
Dos novelas
sobre una historia trágica
Peter Berling (1934) es un escritor alemán conocido por ser el autor de cinco
novelas denominadas Los Hijos del Grial
y de otras tantas sobre la Edad Media. En 1905 publicaría La Cruzada de los niños, a la que este artículo se refiere, sobre
un hecho histórico que se produjo a principios del siglo XII cuando dos
expediciones de niños partieron desde Alemania a Tierra Santa cuando en Francia
y Alemania, miles de niños y adolescentes creyeron escuchar la llamada de
Jesucristo y caminaron hacia Marsella para embarcar hacia Jerusalén.
Peter Berling iniciará su novela diez años después de los terribles sucesos, cuando uno
de los niños, Rik van de Bovenkamp, ya convertido al islam y siendo preceptor
del hijo del emir de Mahdia en Túnez, reconstruirá los hechos a través de
algunos supervivientes para que narrasen la historia, de algo que nunca debió
suceder. La novela comienza en 1221 en Madhia, una recóndita fortaleza de Túnez
administrada por Kazar al-Mansur, quien le contará a su hijo Karim la historia
de su madre Melusina de Cailhac muerta durante el parto y reúne a personajes
que la conocieron y acompañaron nueve años atrás en el sur de Francia cuando su
hogar fue arrasado en la cruzada contra los cátaros. El alemán Rick Van de
Bovenkamp, preceptor de Karim les relatará la historia del pastor iluminado que
en julio de 1212, inició la cruzada y arrastró en un viaje sin retorno a la
mayoría de los niños alemanes quienes cerca de Colonia, se reunieron alrededor
de Nicolaus, un muchacho de diecinueve años que portaba un bastidor, en el cual
iba montada una cruz semejante a la T latina. A esos primeros peregrinos
infantiles se les agregaron, en Borgoña y Francia, bastantes campesinos y
tunantes, con peligrosos aventureros, que iban sembrando el rumor de que los niños,
tenían de cruzar a pie el mar y establecer en Jerusalén un reinado de paz. Para
esto, solicitaban limosnas que se las gastaban en borracheras y juegos
tabernarios. En pocas semanas la expedición había llegado a veinte mil niños. Entre
bandoleros y embaucadores de la chusma de experiencia, iban los niños inocentes
que habían prestado oído a la llamada de la lejana Jerusalén. Muchos de ellos,
ya en Alemania, perecieron de hambre, muriendo al borde del camino, si se
habían rezagado. Incontables niños lisiados buscaban el remedio a sus tormentos.
Hombres sin conciencia los habían mutilado en la temprana infancia, privándolos
de una pierna o de un brazo, o saltándoles un ojo, para poder despertar con
ellos la compasión. Estos desdichados hallaban, alivio a su situación entre los
entusiastas expedicionarios. Las dificultades de las escarpadas pendientes alpinas
y la inclemencia del tiempo no entibió su loco entusiasmo y cuando muchos de
los mayores se retiraron ellos continuarían solos e indefensos. Por millares
fueron cayendo y quedando atrás, en espera de la muerte dolorosa de los
abandonados. Muchos perecieron de hambre y quedaron insepultos en el camino. De
veinte mil niños que habían emprendido la peregrinación, sólo algunos miles
11egaron el 20 de agosto hasta Piacenza, y cinco días después, hasta Génova. En
esta última exigieron que los peregrinos abandonasen inmediatamente la ciudad y
casi a rastras, se fueron alejando en dirección al puerto de Brindisi para esperar
allí a que se secase el Mediterráneo y les permitiese entrar a pie en la Tierra
de Promisión. El Obispo de Brindisi, les ordenó a los hambreados niños
restantes que regresasen al hogar. Cuando la expedición infantil alemana se
dirigía a Brindisi, llegaron a Marsella veinte mil niños franceses y
borgoñones, quienes buscaban la playa mediterránea mientras esperaban el prodigio
de la retirada de las aguas. Dos importantes mercaderes Ugo Ferri y Wilhelm des
Posqueres, después de haber estado esperando largo tiempo, le ofrecerían al Consejo
Municipal marsellés, el servicio gratuito de evacuarlos en siete barcos a
Siria. Por el "amor de Dios" Ugo Ferri evacuaría a los niños hasta
Tierra Santa, por 80.000 ducados de oro. Junto a la isla de San Pietro, cerca de
Cerdeña, dos de los barcos naufragaron en una tempestad. Los otros cinco barcos
arribaron a Bugía y Alejandría, donde los millares de niños restantes fueron
conducidos, con cuatrocientos religiosos que habían acompañado la expedición,
al mercado de esclavos y puestos a la venta. Eustaquio, el hijo de unos nobles,
y Conrado, de una cortesana, alcanzaron retornar a la ciudad de Colonia,
descalzos y en los huesos, como dos fantasmas.
Marcel Schwob (1867–1905), (Mayer André Marcel Schwob) fue un joven escritor
judío-francés que se caracterizó por sus historias cortas y se ha dicho que por
su forma de escribir, fue un precursor del surrealismo, y que influenciaría a importantes
escritores como Jorge Luís Borges y Roberto Bolaño. El exquisito escritor
francés, basó en los hechos terribles que hemos relatado su obra La Cruzada de los Niños, una de las
cotas más altas y más delicadas de su producción. Schwob, fiel a la estética se
dedicó a imaginar y seleccionar los momentos clave que, una vez reunidos,
narran lo esencial de una historia que ha sido hermosamente traducida al español
por Luis Alberto de Cuenca ( 2012 Editorial Reino de Cordelia, o en EDICIONES DE
AQUI).
Maracaibo, 12 de julio de 2016
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