CASTIGO DIVINO la novela de
Sergio Ramírez Mercado
Finalizando la década de los 80,
me tocó leer la magnífica novela Castigo divino de Sergio Ramírez (Masatepe,
Masaya, Nicaragua, 1942), llena de códigos penales, de acusaciones y de
acumulación de pruebas, con esas vertientes tan características del legalismo
de nuestros países, que suponemos basado en El Derecho Romano, pero afianzado
en la realidad de la práctica latinoamericana del Derecho. Excúsenme, porque sé
que hay quienes disienten de ésta mi humilde opinión, pero para mí las historias
de nuestros “legisladores” son las de estos tiempos. Los he visto iniciándose
en conocimientos no de los libros ni aprendidos en los claustros universitarios,
plagiarios de las experiencias de tinterillos y plumíferos, los leguleyos se
van consolidando en bufetes, en prefecturas y jefaturas civiles, hasta llegar a
moverse en los tribunales. Desde allí, indefectiblemente como nube de cuervos,
revolotearán sobre los campos y las ciudades de Latinoamérica para hacer de
“las leyes” su modus operandi y de paso vivendi, hasta ubicarse, bajo aquel
conocido lema de “que me pongan donde haiga”. Para muestra el botón de nuestro políticamente
degenerado sistema judicial. Insisto en que no es solo por la terrible
situación que atravesamos como nación que digo estas cosas que parecieran ser
un castigo divino…
Recuerdo que en 1988, regresaba
en un avión desde Nicaragua donde había estado en un Congreso Centroamericano
de Patología y pensé en Vilma quien días antes me había relatado algunas
historias sobre “las plutocracias leonenses”, que “son de alcurnia” me había
dicho ella sonriendo, mientras veíamos llorar a el león de mármol que ornamenta
la tumba de Rubén Darío. En aquel avión, de regreso a mi patria, “se me ocurrió
pensar en la impunidad y en la degradación del poder judicial” y lo escribí,
por eso uso comillas para auto-citarme(1), pues insistí en que nuestros jueces
habían sido “las peores lacras que nuestra partidocracia nos dio a los
venezolanos en aquellos últimos 30 años de nuestro querido, defendido cacareado sistema democrático”. Es triste
para mí recordarlo, y hacerlo ahora, ya que escribía en los albores del segundo
gobierno de CAP y todos bien sabemos lo que nos sucedió y hasta donde hemos
llegado. Sergio Ramírez el escritor de Castigo
divino, fue capaz de ver con ironía, distancia, y extraordinario sentido
del humor, el proceso contra Oliverio Castañeda, un joven diplomático y abogado
guatemalteco acusado en 1933, en la ciudad de León de haber envenenado a su
esposa, al distinguido impresor leonés que lo alojó en su casa, y a una hija de
éste. Con esa historia Sergio Ramírez inventaría su novela, donde la familia se
apellidará Contreras y él fue agregando detalles e involucrando a personas y
escritores de su tiempo, simulando la estructura de una novela decimonónica,
sobre los vericuetos de la justicia y el castigo, divino o humano.
La construcción de un discurso
narrativo usando artículos periodísticos y basándose en cartas y documentos
legales, en deposiciones jurídicas, o en testimonios y declaraciones, para la
época cuando nació la novela, tal vez nos lleva a pensar en Yo el Supremo de Roa Bastos, o en El beso de la mujer araña de Manuel
Puig, y hasta la impresionante novela Abaddón
el exterminador de Ernesto Sábato. Sergio Ramírez se basó en hechos reales,
como hicieran Stendhal en Rojo y negro
y Flaubert en Madame Bovary.
Stendhal, conocería sobre el crimen del seminarista Antoine Berthot leyendo los
reportes de los tribunales y lo transformó en la pasión de Julien Sorel.
Stendhal en su novela, terminará igual que en los hechos reales donde Berthot,
como lo haría Sorel, dispararán contra sus amantes mientras ellas rezan en una
iglesia. Sergio Ramirez, nos ofrecerá otro desenlace en la jeringonza judicial de
su novela. La ambigüedad, quizás por la incertidumbre política y el abuso de
autoridad, son probabilidades abiertas en nuestros sistemas judiciales, y ellas
afloran una vez que se da a conocer la situación del supuesto envenenador. Ramírez
usando la técnica flaubertiana de Madame
Bovary, extiende a la sociedad entera de la América Central las
circunstancias de la novela desarrollada en León, donde se dio la verdadera
historia, y permite percibirla cual si se hubiese dado en Costa Rica o en
Guatemala, con los atributos pueblerinos
de cursilería e hipócrita mojigatería, en medio de la violencia e impunidad que
ya conocemos. El título de la novela, lleva a pensar en una película de 1932,
protagonizada por Charles Laughton y Maureen O'Sullivan y dirigida por Lothar
Mendes, y el escritor se refiere a ella en la novela, un film que trata sobre
un envenenador que muere en la silla eléctrica sin habérsele comprobado sus
crímenes.
El libro Castigo Divino escrito por Sergio Ramírez en 1988, relata una serie
de asesinatos ocurridos en León, Nicaragua en el año 1933, cuando un joven
abogado guatemalteco, Oliverio Castañeda quien había vivido un tiempo en
Managua inicia con su esposa Marta, su estadía en la ciudad de León. Dos años
antes Oliverio, joven apuesto, elegante, educado y refinado conocería a los Gurdian
(en libro los Contreras), y enamoradas de él estaban las mujeres de aquella
familia. Marta, su esposa era de familia adinerada, pero al llegar a León,
Oliverio comprendió que los Gurdian tenían bastante más dinero, y el joven
Castañeda quien enamoró a las dos hijas leonesas, tuvo que envenenar a Martha
su esposa con estricnina el 13 de febrero de 1933, para unas semanas después poder
mudarse, invitado a vivir en la casa de los Gurdian. Sucedió que varios meses
más tarde morirá la hija mayor y a la semana en circunstancias similares
fallecerá el padre y cabeza de la familia. El doctor Atanasio Salmerón, el
detective, intuía que Oliverio planeaba algo, pero casi nadie le creyó. Cuando
se demuestra que Oliverio es culpable y lo condenan a muerte, el doctor
Atanasio se sentirá culpable y lo ayudará a escapar. Oliverio morirá trágicamente
pero su historia se convertiría en un mito en toda Nicaragua.
Sergio Ramirez Mercado es un
escritor que había abandonado su carrera literaria para incorporarse a la
revolución sandinista que derrocó la dictadura del general Anastasio Somoza, en
ese tiempo fue vicepresidente de Nicaragua. Había publicado su primer volumen
de relatos Cuentos en 1963, y sus
primera novelas, fueron Tiempo de fulgor
(1970), y ¿Te dio miedo la sangre?(1977).
Reinició su carrera narrativa para aquel entonces con Castigo Divino(1988), novela que mereció el Premio Dashiel Hammett.
Después su carrera literaria ha sido brillante, Un baile de máscaras(1998) premio Laure Bataillon a la mejor novela
extranjera traducida en Francia, En 1999 publicaría sus memorias sobre la
revolución sandinista en Adiós muchachos,
y al año siguiente Cuentos completos(1998),
Margarita está linda la mar(1998) Premio
Alfaguara y Latinoamericano José María Arguedas, Catalina y Catalina(2001), Sombras
nada más(2002), Mil y una muertes(2005),
El Reino animal(2007), Tambor olvidado(2007), Juego perfecto(2008), El cielo llora por mí(2008), Perdón y olvido, antología de cuentos(2009),
La fugitiva(2011), Flores oscuras (2013), Juan de Juanes(2014), Sara(2015). Ha publicado además una
veintena de ensayos sobre política y literatura y ha sido distinguido con
numerosos reconocimientos entre los que destacan el premio Casa Las Américas(2000),
el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso(2011 en Chile), el Premio
Internacional Carlos Fuentes a la creación literaria en idioma español(2014 en
México)
1-García Tamayo J.Reflexiones de un anatomopatólogo, SVAP, Ars Garáfica, Maracaibo.1991
Maracaibo 9 de julio del año 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario