La hematofagia es una estrategia evolutiva que viene de antiguo. En estos días -diciembre del 2023- una noticia en la prensa internacional informaba... “Hallan un garrapata agarrada a una pluma de saurio en ámbar desde hace 99 millones de años”. Todo parece indicar que hace millones de años algunos insectos que se alimentaban con el néctar, melazas o la savia de las plantas, se pasaron a otro fluido, la sangre de los animales.
En la boca de los insectos que contaban con todo lo necesario: una larga probóscide, con su aguijón hueco, mandíbulas denticulares (en forma de sierra) afiladas y apéndices perforadores, las pulgas hematófagas,pertenecientes a un linaje que se separó de otra familia, los mecoptéridos que eran y son nectarívoros, andaban chupando sangre...
Los mosquitos hembra son conocidos por su forma de alimentarse de sangre, lo que los ha convertido en un importante vector de propagación de enfermedades infecciosas. Se cree que la hematofagia en los insectos surgió como un cambio en las piezas bucales perforadoras y chupadoras que eran utilizadas para extraer fluidos vegetales. Por ejemplo, las pulgas chupadoras de sangre probablemente surgieron de insectos que se alimentaban de néctar. Pero la evolución de la alimentación sanguínea ha sido difícil de estudiar, en parte debido a lagunas en el registro fósil de insectos.
El insecto picador por excelencia, por todas las molestias y potenciales peligros como vector de enfermedades, es el mosquito, o zancudo, cuyas 3.500 especies conocidas pertenecen a la familia de los culícidos. Pero a diferencia de otros insectos hematófagos, solo las hembras chupan la sangre. Para ellas, las proteínas presentes en el torrente sanguíneo son la clave para el inicio de la puesta de sus huevos. De hecho, tras la picadura y la ingesta es cuando se inicia el ciclo ovárico de ellas. Así que si no hay sangre, no hay nueva generación.
Los machos no pican, se limitan al néctar. No hablo de humanos que beben caña clara, no... De hecho, un experimento realizado hace unos años, logró que mosquitos macho libaran sangre. En dos o tres días, empezaron a morir como si los hubieran rociado con insecticida. Pero no siempre fue así... Quizás de allí viene ese regusto por las bebidas espirituosas de los seres humanos... Digo yo...
Hace 130 millones de años, en lo que hoy es el Líbano, en el mundo Mediterráneo, era muy diferente. Entonces, aquellas tierras se encontraban en el nordeste de Gondwana, uno de los dos supercontinentes que existían, bañados por el mar de Tetis. A diferencia de su clima y paisaje mediterráneos actuales, era una región de bosques tropicales de auracarios u otras coníferas, como los extintos Cheirolepidiaceae. La resina de uno de estos árboles atrapó a dos mosquitos despistados y, ahora, siglos después, los científicos han descubierto que chupaban la sangre, algo que en las especies actuales solo hacen las hembras. Es un misterio por qué dejaron de hacerlo aunque se adapta a este siglo de humanoides, hembros y hembras.
Los ejemplares de mosquitos hallados en el ámbar pertenecen a la familia de artrópodos Culicidae, que incluye más de 3.000 mosquitos. Su existencia extiende la aparición definitiva de esa familia hasta el Cretácico temprano. También sugiere que la evolución de la hematofagia fue más complicada de lo que se había sospechado, existiendo machos hematófagos en un pasado lejano.
De manera modo y forma que, unos mosquitos atrapados en ámbar hace 130 millones de años nos estan demostrando que los machos también chupaban la sangre, un curioso descubrimiento sobre los zancudos más antiguos que complica la historia de la evolución de la hematofagia, hasta estremecer a los fanaticos del conde Drácula debido a esta nueva especie de culícido descubierta por un grupo de investigadores quedó atrapada en ámbar libanés hace unos 130 millones de años.
Como dice uno de los autores del descubrimiento, el entomólogo de la Universidad de Líbano, Dany Azar, “estos mosquitos son los más antiguos que se han encontrado y pertenecen a una nueva subfamilia que creamos y que tiene una posición basal entre los Culicidae”. Lo han llamado Libanoculex intermedius. Dos de los ejemplares son machos y, lo que es más intrigante, tienen toda la maquinaria relatada más arriba: una larga probóscide, mandíbulas afiladas denticulares y apéndices perforadores, según detallas en la revista científica Current Biology.
“Descubrí este material hace unos 15 años y al principio pensé que pertenecía a los Chaoboridae -unos mosquitos fantasma, que no pican-, aunque son un grupo hermano de los culícidos. En ese momento no tenía un buen microscopio”, reconoceria Azar... Pero durante la pandemia de Covid-19, tuvo tiempo para revisar los ejemplares que tenía en casa tratando de poner algo de orden en su colección (ahora depositada en el Museo de Historia Natural de la universidad libanesa).
“Observé y preparé los especímenes y me sorprendió enormemente ver que pertenecen a los Culicidae. Y mi mayor sorpresa fue ver que tienen dientes en las piezas bucales, que creemos firmemente eran funcionales, con lo que se alimentaban de sangre”, completa Azar sus declaraciones, ahora cuando está trabajando en el Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, de la Academia China de Ciencias.
La datación de 130 millones de años, en el Cretácico inferior, convierte a estos dos mosquitos macho en los más antiguos culícidos encontrados en el registro fósil. Como ya comentamos, hay constancia de garrapatas que chupaban la sangre a los dinosaurios hace unos 100 millones de años, pero estos nuevos mosquitos añaden complejidad a la evolución de la hematofagia entre los insectos y esto es algo que interesa conocer. Más allá de las molestas picaduras, distintas especies de culícidos transmiten distintas enfermedades, como los Aedes aegypti por ejemplo, que transmiten el virus del chikunguña, el dengue y el Zika. Mientras, algunos del género Culex propagan el virus de la encefalitis equina venezolana, el del Nilo Occidental y los anofeles, la malaria.
Entre los insectos dípteros (con dos alas) nematóceros (antenas filamentosas) en el que se engloban las moscas y los mosquitos hay otros grupos hematófagos. Son los psicódidos, entre los que se encuentran las moscas de la humedad o los amigos de pared. Uno de sus géneros, el Lutzomyia, incluye moscas que transmiten la leishmaniasis. También entre los braquíceros hay especies que se alimentan de sangre y hay otros que lo hacían y dejaron de hacerlo como es el caso de los quironómidos, tan parecidos a los mosquitos que se los llama así sin serlos.
Pero ya esta bien por hoy, y como ven, esta semana, les he seguido regalando datos curiosos.
Maracaibo, martes 6 de diciembre del año 2023
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