martes, 5 de diciembre de 2023

Matemáticas “cachicamera”


Después de conversar los últimos días en el blog (lapesteloca) sobre nuestro famoso escritor Ibsen y de el guerrero persa Mardonio, creo que es importante y necesario que les avise a mis consecuentes lectores, que ahora, como decía el tango aquel “me toca a mí emprender la retirada” - no sé si gloriosa- pero si será una retirada... ¡Que no panda! Tranquilos... 

Es que habiendo redactado diariamente durante cinco años -2019 al 2023(con mínimas fallas)- artículos de 2 y media cuartillas (3 páginas), esto hace la cantidad de 1.823 artículos que resultan ser unas 5.175 páginas donde he venido escribiendo reiteradamente y para ustedes en el blog, de todo un poco lo que hace un monto -al menos de papel- considerable. Maracuchamente, un palabrerío loco o “un mollejero... Digo yo, y se me ocurrió sacando la cuenta, que era “matemática cachicamera” pura y dura.    

“¿Aonde barro si no ha llovío?”, fue lo que pensé imaginando aquel dicho llanero que me enseñó el Maestro José Ángel Suarez, y lo cotejé con otro más humano donde afirmaba que “de las muchachas bonitas, la cincha y la gurupera”, pero lo de cachicamera para considerar anómalas mis “cuentas” por abultadas cifras sobre páginas escritas que se me transformarían en un oficio diario, era digno de averiguar si de veras cuadraba. A falta de la RAE que me apoyase lo consulté con mi amigo VíctorGatosalom quien me aseguró que yo estaba completamente “out of the perol”.

Cachicamero se le podría llamar al que caza cachicamos… Esto me dijo, el Gato y recordé entonces…“del cachicamo no te digo nada porque la trampa se la tengo armada”… “Ese palo está muy mal picao y ese palo quién lo picaría?”... Eso cantan los larenses, le dije y averigüé luego que, en los llanos orientales de Colombia, hay perros amaestrados para cazar cachicamos y son los perros cachicameros”, y que en los Andes venezolanos, cachicamero se refiere a una persona poco sociable, a quien también se le puede llamar montuno. Según el “Diccionario abierto”, cachicamero en el Táchira significa “persona nada elegante, mal vestido, mal hablado, y sin modales”… “El Cachicamero” es también un restaurante abierto en la Plaza de los Museos en Los Caobos, en Caracas, donde describen una gran variabilidad culinaria (el “menú” no incluye cachicamo) pero muestra un excelente diseño del local…

Con los cachicamos, nada es casual todo es causal… “Es como si aquí nos diera por denominarles los cusucos, en Panamá así les dicen, igual en Costa Rica, les conocemos como los sabanícolas, son como los conejos, cachicamos escavadores, Dasypus, raíz griega, animalitos acorazados, son ellos quienes albergan los bacilos, puede que los trasmitan, se dio la gran sorpresa, súbitamente, mis cachicamos se brotaron… Es un secreto, hace ya muchos meses, ¡no puede haber dasypus leoninos!, separamos las cepas, no era posible, sabemos que no se pueden cultivar. Silvester el gran maestro, presto lo decidió, ¡inoculemos pues!, presentimos que les bastaba un solo inóculo, por otra parte preparados estábamos, organizamos tremendo bioterio”…

En el texto del largo párrafo previo, quise mostrar la llamada “corriente de pensamiento”, con una especie de reláfica, que no es otra cosa más que un “monólogo interior del texto extraído del primer Capítulo de mi novela “El año de la lepra” y quien discurre es Víctor Pitaluga, un investigador que con el profe Silvester Korzeniowski trabajaba en un bioterio creado en La Cañada de Urdaneta para experimentar con los bacilos de la lepra en cachicamos, animales estos que son portadores asintomáticos, o sea que ellos no se infectan, quizás por poseer una muy baja temperatura corporal...  

Los armadillos o cachicamos son unos animales blindados, nativos de El Nuevo Mundo, donde no había lepra hasta que llegaron los exploradores europeos, lo que significa que los armadillos adquirieron la lepra de los seres humanos en los últimos 400 a 500 años. Estos armadillos o cachicamos no son roedores ni marsupiales, ellos son animales placentarios únicos de América, y tienen un ancestro en común con los osos-hormigueros y los perezosos en un camino evolutivo que se remonta a unos 59 millones de años en el periodo del Paleoceno.

En los Estados Unidos se registran cada año cerca de medio centenar de nuevos casos de lepra en pacientes que no han estado en contacto con enfermos ni han viajado a otros países; el bacilo de Hansen se propaga en EUA gracias a los armadillos de nueve bandas. Estos cachicamos o armadillos, son los mamíferos más populares de Texas, pero allá si saben que ellos pueden contagiar la lepra a los seres humanos. Según reveló un estudio realizado por microbiólogos suizos y publicado en The New England Journal of Medicine hace un par de años, se  habian descrito un número inusual de casos de lepra cosechándose en la Florida y los expertos señalaron que ese repunte era por el contacto de los humanos con los armadillos.

Complementaré  esta información cachicamera hablándoles de un armadillo que vive entre los bosques secos del Gran Chaco de Argentina, Bolivia y Paraguay, le dicen el pichiciego chaqueño o culotapado, considerado el “santo grial” de los conservacionistas pues es uno de los armadillos más raros del mundo, y es de color rosado. Los guaranís del Chaco boliviano lo llaman tatu o coseberu. Sus descubridores en el siglo XVIII lo llamaron “el llorón”. Científicamente se le conoce también como “el armadillo de Burmeister”. Era 1859 se descubrió la primera población de culotapados casi en el centro de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, pero no se describió hasta el año 1863.

La historia de un investigador que insistía en Venezuela en que la lepra era transmitida por un microbio causal -en tiempos cuando las enfermedades se creía eran trasmitidas por las emanaciones de los pantanos, o sea los miasmas”-. La lepra que él trataba y quería curar en sus enfermos lo llevaría finalmente a seguir luchando por hacer investigacion en una isla del rio Esequibo y moriría allí, a la orilla de ese río que es el límite de nuestra nación, recordada en estos días por el narcorégimen con fines politiqueros, pero “el médico de Cumaná” en aquella islita donde curaba a los leroso buscando descubrir un tratamiento adecuado para el mal bíblico fue el destino final del doctor Luis Daniel Beauperthuy (https://bit.ly/2rjMKhr) cuya vida está presente en los capítulos impares de mi novela “El año de la lepra”.

Finalmente, para casi comenzar a despedirme de estas citas diarias con mis asiduos lectores, les prometo que no será definitiva mi ausencia y que tan solo tendremos  una variación en la periodicidad de mis entregas, les aseguro que seguiré aunque no sea a diario, escribiendo en mi blog mientras pueda hacerlo. Reciban un cordial saludo agradecido por su atención.

Maracaibo, martes 5 de diciembre del año 2023 

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