sábado, 14 de septiembre de 2024

Desidia vs Crimen

 

En 1989 asistiendo a presentar un trabajo en el II Congreso de la Federación Iberoamericana de Biología Celular y Molecular en La Habana, le di a leer el manuscrito de este libro cuya publicación venia de ser rechazada por la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica (SVAP)por considerar que las verdades que decía ( mis reflexiones ) no eran publicables y lo dejé en manos del Dr Horacio Oliva Aladamiz, reconocido patólogo español a quien recién conocía. Al día siguiente me dijo que su lectura lo había desvelado y me conminó a publicarlo, cosa que se hizo realidad un par de años más tarde cuando la Dra Laura Real de Piñero era la primera patólogo mujer que elegida para presidir la SVAP.


Este es un artículo del libro cuya gestación les he relatado: “Reflexiones de un anatomopatólogo” Impreso en ARS Grafica de Maracaibo en 1991, con presentación de la Dra Laura Real de Piñero, presidente de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica y Prólogo del Dr Rubén Ballesteros ViceRector Académico de la Universidad de Carabobo.

 

“Hace un par de semanas regrese después de once años de ausencia a visitar el Laboratorio de Microscopia Electrónica del Hospital General del Sur, sitio que fuera por años mi mayor ilusión y el orgullo de muchos colegas zulianos. Era casi el medio día y como un vaho sofocante la desesperación estremeció mi calma habitual. Llegue por la autopista, ahora hay un desvío, un puente, una trilla engranzonada con trechos de asfalto, y se encuentra uno como si estuviera en el patio trasero de un gran hospital, en vías de crecer, cabillas retorcidas, bloques, varios cujíes y arcilla brillando como el oro. Una torre se yergue entre la vieja edificación del Sanatorio. Se construye con afán en los alrededores. Son signos de progreso, pensé… Antes era refugio de indígenas “picados”, la tisis doblegada por el gigante Iturbe. Sanatorio de amor que floreciera entre la arena y cerros de tunas y cujíes. Ayer tan solo era una inigualable maravilla, campañas sanitarias, laborterapia activa, Rayos X, la venta de estampillas; allí por vez primera en Venezuela, lo galenos zulianos se atrevieron y se abrió el corazón, se operaban los niños, se salvaban las vidas, se hicieron tantas cosas insólitas y nadie la sabia, eran años de mística rodeando aquel gigante de corazón inmenso, se luchó con tesón…

 

Ahora, pensé, las cosas han cambiado, el viejo Sanatorio ha sido transformado, es un flamante, renombrado, popular y famoso Hospital General. Yo que regreso iluso, tras once años de ausencia, a mis azules palmas, mi tierra del lago de cristal, he querido volver al sitio de mis luchas, de mis años dorados, sentir mis pies hollando arena, malezas y cascajos que rodean silenciosos los lugares sagrados para mi….

 

Un silencio que aturde. Soledad. Paredes con pegostes, gritas enmarañadas. Desde afuera, a través de cristales polvorientos, divisé las bocas mudas de ductos herrumbrosos, las paredes manchadas dejaban ver cicatrices do fueran arrancados de cuajo los equipos, aun se ven las señales del área de trabajo, no hay micrótomos, ni mesas, no hay estantes, allí donde se usaron cuchillas de diamante. Mi espíritu estrujado acallaba un gemido. ¿Qué peste había llegado que todo cuanto hubo estaba destruido? Tener que presenciarlo, ha de tocarme a mí la mala hora, vivir para contarlo…

 

Sintiendo cual, si un rayo me hubiese fulminado, observe con asombro ductos de refrigeración que cuelgan fracturados, el cascaron vacío del equipo perfecto, fabricante de un clima de montañas, tan solo un aire infecto e hirviente y ver como en la tierra se escurren alimañas. Tal era aquel desastre que enmudecí. No pueden las palabras humanas expresar, al presenciar aquello, cuan hondo fue el pesar… Depuse pensé: esto es lo que ha quedado de lo que fuera, en el decir de algunos, el orgullo de la ciencia zuliana. I a mi mente volvían Iturbe y Fernández Morán y Rui Pérez Tamayo, pensé en Henri Fosaert. Cuantos trabajos, premios, tantísimos congresos, el virus de la rabia, amibas que atacaban el cerebro, equina encefalitis, tricomonas y virus en el cuello uterino, y el cáncer,.. Tantísimos esfuerzos, mirando los escombros de lo que fuera otrora, laboratorio activo de trabajo febril y producir e investigar. ¡La fama! Cuantas veces entonces lo dijo el Panorama. Camine tras mis huellas de once años ausente, un dolor lacerante me desgarraba el alma. Del fondo de los frascos con tejidos resecos la vaharada tibia del formol ascendía, penetre bajo techo; las puertas ni siquiera existían. Es tan grande el descaro, lo pensé, que cualquiera se acerca y puede ver todo esto si pagar, un grotesco espectáculo ¿A quién le va a importar? Sobre algunos mesones rotos, entre mugre y ratones, arañas diligentes trataron de ocultar con sus hilos la terrible verdad. No es el costo, me dije, no es el hecho de ser varios millones, dinero desbastado, no es ley de salvaguarda, dirán que es la desidia para ser excusados, impunidad obscena de un crimen deleznable, no es el horror de ver lo que estuvo por años en tus manos y floreció con lucha y fue luz para todos y fue faro de ciencia convertido en chatarra, seccionados los cables, arrancados con furia los circuitos eléctricos, las bombas rotatorias destrozadas, turbos, tornillos, tuercas, mangueras, lentes.

 

¡Ah que momento infausto! ¡Han debido golpear algunas piezas hasta quedar exhaustos! Las maquinas sangraron y se secó el aceite entre el polvo, linóleo despegado. Cual vísceras protruyen las entrañas de los microcircuitos, los cables en maraña, los tubos recortados, disueltos pequeñitos circuitos integrados… ¡Canallas! Lo pensé. ¿A quién clamar justicia? Hasta a la pobre estufa gigantesca, le arrancaron las puertas y sus tripas brotaban cual greñas retorcidas, ella no era un equipo de esos, sofisticados, pero le dieron duro también. El aparato para hacer el sombreado con oro y con platino, yacía despanzurrado; la pieza más valiosa, la de hacer criofractura, dormía sobre una mesa polvorienta llena de orín y arañas y el evaporador mostraba, emergente cableaje enmarañado, las entrañas afuera cual horrible asadura. De pie, ante tanto desastre irreparable, me atreví a tocar otra vez al responsable… Era en un tiempo ido, el orgullo de Iturbe. Lo habían cubierto con una manta gris, lo asieron con mecates. Su inmensa mole había sido velada… Tal vez alguien sintiera un soplo de vergüenza. Saqueado y en total abandono, allí estaba escondido entre trapos, el cuerpo del delito, el más grande, el que fuera, un famoso microscopio electrónico.

 

El microscopio electrónico fue donado al Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo por la Junta de Beneficencia Pública del Estado Zulia el año 1968. Desde esa época y hasta 1975, gracias al apoyo y al entusiasmo del Dr Pedro Iturbe, el Laboratorio de Microscopia Electrónica de ese hospital, funciono como una dependencia el Servicio de Anatomía Patológica y produjo más de 150 trabajos de patología que fueron presentados en diversos congresos y reuniones científicas médicas, tanto en el país como en el exterior. El Laboratorio estaba equipado con los más importantes adelantos para la época y durante esos años fue el centro de mayor productividad científica en patología y microscopía electrónica del país. De sus investigaciones se publicaron mas de 25 trabajos de investigación en revistas calificadas del país y del exterior alcanzando prestigio nacional e internacional y recibiendo por sus investigaciones entre 1969 y 1075 diversos premios y distinciones que avalaban la calidad científica de las mismas.

 

Hoy día (1991) se cumplen 20 años del inicio de aquella obra visionaria del Dr Pedro Iturbe y también han pasado doce años desde la fecha cuando el patólogo encargado de ese laboratorio tuvo que renunciar a su cargo e irse de su ciudad natal, Maracaibo. Con el devenir de los años, asombre que el Servicio de Anatomía Patológica bajo cuya responsabilidad estaba el Laboratorio de Microscopia Electrónica, haya permitido que este se encuentre en un deplorable estado de abandono, con sus equipos terriblemente mutilados e irreparablemente dañados. Cualquier venezolano responsable podría considerar estos hechos como un crimen contra el Estado, pues es notoria la forma irresponsable como se ha permitido que la situación descrita llegara a existir.

 

Este hecho que merece el repudio de la colectividad zuliana y fue presentado como un ejemplo para tomar conciencia sobre el manejo despreocupado y alegre de los bienes de la Nación, en la oportunidad de considerar esta situación como una tragedia para la Anatomía Patológica nacional. Por ello, estos hechos fueron denunciados formalmente ante la SVAP el año 1986, y se nombraría una comisión designada por la Asamblea anual de la SVAP el año 1986, solicitando una investigación y un voto de censura para los anatomopatólogos que resultasen responsables de estos hechos. Una comisión designada por la Asamblea Anual de los anatomopatólogos en 1986 investigó los hechos y un año después en la Asamblea anual de 1987, no se habían pronunciado sobre los mismos. Todavía, nadie dice nada, nadie parece estar enterado de nada… ¿Sera desidia? 

                          

“Como han pasado los años”

 

Estas son unas simples reflexiones sobre una situación triste que pregona el mal que corroe a los venezolanos, la impunidad. Quien tenga ojos que observe y si tiene oídos que oiga… No pasa nada.

Maracaibo, sábado 14 de septiembre del año 2024

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