En un foro de Internet, el pasado
agosto (2024), Montero Glez del diario El
País, comentaba que una persona escribiendo una novela que se desarrolla en
el año 2080, con cierta preocupación se preguntaba
si poner o no a la Gran Mancha Roja que luce característicamente y tan hermosa el
planeta Júpiter, o si, por el contrario, la da por desaparecida… En el decir de
Montero Glez, la pregunta no es baladí,
porque resulta que sobre “la Gran Mancha Roja” del planeta Júpiter han detectado
los astrónomos que está reduciéndose en tamaño y adquiriendo un tono anaranjado...
La Gran Mancha Roja no es otra cosa que un remolino
gigante -más grande que la Tierra- ( y por este dato pueden imaginarse de las
dimensiones de lo que estamos hablando), donde los vientos alcanzan los 450 km
por hora. Es una especie de vórtice desmedido, el más grande de todos los conocidos
existentes en los planetas del sistema solar, siendo, de paso su origen un
misterio y quizá sirve de muestra para simbolizar el empeño de la ciencia por
conquistar la lejanía. Existe una
sonda llamada JUNO, que nos mostraría a Júpiter muy de cerca desde el 5 de
julio del año 2016 cuando llegó a la órbita del planeta (https://tinyurl.com/5n7c77yp) y en este Blog lapesteloca relatamos este fenómeno en
mayo del 2017.
El vórtice de la gran mancha, se
divide en dos partes, existe un anillo exterior que continúa siempre ganando
velocidad y por otro lado tenemos un anillo interior cuyos vientos se mueven
cada vez con más lentitud. Esta tensión de velocidades y sus variantes podrían
tener relación con el tamaño y el color de la citada mancha que, con el tiempo,
no sólo ha ido reduciendo su tamaño, sino haciéndose cada vez más circular.
Según algunas fuentes, la Gran Mancha Roja fue observada la primera vez por el científico inglés Robert Hooke en mayo de 1664, aunque es un dato poco preciso; no se ha podido comprobar que fuese ese mismo punto y no otro situado más hacia el norte del planeta. Sería, un pintor italiano, Donato Creti (1671-1749) quien llegó muy joven a Bolonia al taller de Lorenzo Pasinelli, discípulo a su vez de Simone Cantarini, donde Creti estuvo muy activo como pintor durante la época del barroco tardío y se sabe que sus pinturas de tema astronómico, le fueron encargadas por el conde boloñés Luigi Marsili como regalo para el papa Clemente XI. Donato Creti, pintó a Júpiter en 1711, pero situó la mancha en el hemisferio norte (ver), curiosamente como lo citaba Robert Hooke.
La eficiente máquina, del MareNostrum del Barcelona Supercomputing Center, es capaz de manejar datos de observaciones realizadas desde el siglo XVII, con el apoyo de los ordenadores del Grupo de Ciencias Planetarias en Bilbao, para desentrañar la mancha más exótica del cosmos, un gigantesco anticiclón rojizo que convierte Júpiter en un planeta inconfundible. Ahora hemos desvelado su edad y su origen. La Mancha Roja tiene al menos, y por ahora, una longevidad de más de 190 años. Se reportaría en 1879 con un tamaño de 39 000 km en su eje más largo y ha ido contrayéndose a la vez que se ha redondeado, hasta alcanzar actualmente unos 14 000 km.
El estudio ha sido un trabajo conjunto
con investigadores de la Universidad del
País Vasco, de la Universitat
Politècnica de Catalunya –BarcelonaTech (UPC) y del Barcelona
Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación (CNS-BSC). Donde han analizado las observaciones históricas desde el siglo XVII y
desarrollado modelos numéricos para explicar la longevidad y naturaleza de este
impresionante fenómeno meteorológico en la atmósfera del planeta gigante
gaseoso. Existe un
trabajo que ha sido publicado por la revista Geophysical Research Letters, de la American Geophysical Union.
La Gran Mancha Roja de Júpiter -conocida
como GRS por sus siglas en inglés (Great Red Spot)- es
un enorme remolino anticiclónico por cuya periferia los vientos circulan a 450
km/h. Es el vórtice más grande y longevo de todos los existentes en las
atmósferas de los planetas del sistema solar, pero su edad es objeto de debate
y el mecanismo que dio origen a su formación permanece oculto. También es probablemente
la estructura atmosférica más conocida, hasta ser un icono popular entre los
objetos del sistema solar.
Su gran tamaño (actualmente con el
diámetro de la Tierra) y el contraste de su color rojizo frente a las nubes
pálidas del planeta, hacen que sea un objeto detectable sin por ello pasar por alto las
observaciones previas de Robert Hooke las primeras observaciones telescópicas
del astrónomo Giovanni
Domenico Cassini, quien en 1665 descubrió un óvalo oscuro en la misma latitud que la
Gran Mancha Roja y le puso el nombre de “Mancha Permanente”; luego vendrían las
luego las pinturas de Donato Creti. Tanto G.D. Cassini como otros astrónomos
la observaron hasta 1713, hasta que posteriormente se perdió su rastro durante
118 años.
En 1831 y en años posteriores Samuel Heinrich Schwabe observó de nuevo una estructura
clara, de forma aproximadamente ovalada y en la misma latitud, que puede
considerarse como la primera observación de la Gran Mancha Roja actual, quizás
del momento en que comenzó a formarse.
La Gran Mancha Roja ha sido observada por las diferentes
misiones espaciales que han visitado el planeta hasta nuestros días y en estos
estudios han analizado la evolución del tamaño, su estructura y los movimientos
de ambas formaciones meteorológicas a lo largo del tiempo. La antigua Mancha
Permanente y la Gran Mancha Roja, según fuentes históricas que se remontan a
mediados del siglo XVII, poco después de la invención del telescopio, de sus
tamaños y movimientos se deduce que es improbable que la actual Mancha Roja sea
la misma que observó G. D. Cassini.
Probablemente la Mancha Permanente no
lo fue del todo, y desapareció en algún momento entre mediados de los siglos
XVIII y XIX. Así, que la Mancha Roja que hoy observamos en Júpiter tiene al
menos 190 años y se ha venido reduciendo. En 1879 tenía un tamaño de
39 000 km en su eje más largo y ha ido contrayéndose a la vez que se ha
redondeado hasta alcanzar los 14 000 km actuales.
Desde la década de los 70 diferentes
misiones espaciales han estudiado de cerca este fenómeno meteorológico con diferentes
instrumentos a bordo de la misión Juno de la NASA, en órbita alrededor de Júpiter, y han
mostrado que la Gran Mancha Roja es poco profunda y delgada cuando se compara
con su tamaño horizontal, pues verticalmente se extiende unos 500 km. Para averiguar
cómo pudo formarse este inmenso torbellino, se han hecho simulaciones numéricas
en superordenadores españoles como el MareNostrum
IV del BSC, integrado en la Red Española de Supercomputación (RES), y los del Grupo de Ciencias
Planetarias en Bilbao, con dos tipos de modelos complementarios del
comportamiento de vórtices delgados en la atmósfera de Júpiter.
En el planeta gigante dominan intensas
corrientes de vientos que fluyen a lo largo de los paralelos alternando en su
dirección con la latitud. Al norte de la Gran Mancha Roja los vientos soplan
hacia el oeste con velocidades de 180 km/h mientras que por el sur lo hacen en
sentido contrario, hacia el este, con velocidades de 150 km/h. Esto genera una
enorme cizalla de norte a sur en la velocidad del viento, que es un ingrediente
básico para que crezca el vórtice en su seno.
Explorando distintos mecanismos para
explicar la génesis de la Gran Mancha Roja, como la erupción de una gigantesca
super-tormenta, semejante a las que muy rara vez se observan en el planeta
gemelo Saturno, donde los estallidos
de tormentas convectivas en flujos cortantes de anticiclón, generan vórtices
ovalados, o bien la fusión de múltiples vórtices más pequeños engendrados por el
viento, se sabe que una reciente gran
tormenta generó un anticiclón que
perdura en la actualidad.
El tamaño y la duración de las
inyecciones de energía y masa produce formas ovaladas redondas poco realistas y
velocidades de rotación mucho más altas que las observadas en la Gran Mancha
Roja. ¿Podría la Gran Mancha Roja de Júpiter haber sido generada por una “super-tormenta”
convectiva húmeda y energética? Las simulaciones generan un único anticiclón
ovalado, pero su longitud es siempre menor a la que pudo dar lugar a la
formación de la Gran Mancha Roja. Un tercer grupo de experimentos numéricos han
explorado la generación de la Gran Mancha Roja a partir de la conocida
inestabilidad en los vientos capaz de engendrar una célula alargada que los
encierra y atrapa, especie de un embrión del anticiclón.
Maracaibo, miércoles 11 de septiembre del año 2024
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