jueves, 3 de noviembre de 2022

El sol sonreído


El pasado día 27 de octubre la NASA mostró, una foto del astro rey, y se le veía feliz. La NASA captó al Sol “sonriendo”… El Observatorio de Dinámica Solar de Visto a través de la luz ultravioleta, mostró que unos parches oscuros en el Sol conocidos como “manchas coronales” que no son otra cosa que regiones “donde el viento solar brota de forma rápida hacia el espacio”, toda una fenomenología que los físicos solares aún no llegan a conocer en detalle.

El viento solar es común en nuestro Sistema Solar y representa corrientes de partículas cargadas que viajan a enorme velocidad y que son liberadas desde la corona del Sol, -la atmósfera superior de nuestra estrella-. El viento solar viene siendo como una corriente de partículas que cargadas, se liberan desde la atmósfera superior del Sol, la llamada corona solar. Este plasma consiste mayormente en electrones, protones y partículas alfa con energías térmicas entre 1,5 y 10 eV. El campo magnético interplanetario está incrustado en el plasma solar-eólico. El viento solar ha variado en densidad, temperatura y velocidad a lo largo del tiempo, y sobre la latitud y la longitud solar. Sus partículas pueden escapar de la gravedad del Sol por su alta energía fruto de la alta temperatura de la corona, que a su vez resulta del campo magnético coronal.

En la Tierra no notaremos los efectos del viento solar, ya que sus partículas chocan contra nuestro campo magnético, que hace de barrera. Sin embargo, en algunas ocasiones, cuando se producen fuertes eyecciones coronales de masa o fulguraciones que nos pueden alcanzar en forma de tormentas solares, sus consecuencias más usuales son percibidas desde nuestro planeta como las auroras boreales. La gran cantidad de partículas cargadas llegadas desde el Sol chocan con nuestra atmósfera, interactuando con nuestra magnetosfera y creándose las vistosas luces celestes que normalmente solo se dan en altitudes polares, si bien se pueden dar en otras regiones más inusuales si la tormenta es más fuerte de lo normal.

El viento solar crea la heliosfera, una burbuja que rodea el sistema solar en el medio interestelar. Otros fenómenos son las tormentas geomagnéticas, que pueden destruir redes de energía en la Tierra, las auroras (luces del norte y del sur), y el plasma de las colas de los cometas que siempre apuntan lejos del sol. Existen otros efectos más nocivos, aunque normalmente más raros: en el caso de las tormentas solares más extremas, estas partículas cargadas pueden dar de lleno contra nuestros satélites en órbita. El pasado mes de marzo, SpaceX reportó que cuarenta de sus 'soldados satelitales' de Starlink quedaron literalmente 'fritos' por una tormenta solar.

También pueden afectar a las redes terrestres, como ocurrió durante el conocido como “evento Carrington”, que en 1859 provocó que colapsaran las incipientes líneas telegráficas del mundo entero. Richard Carrington detectó un evento inusual en el Sol en 1859, y esa eyección de luz blanca sobre la superficie del astro le pareció, al menos, inquietante. Sin saberlo, había detectado una de las tormentas geomagnéticas más poderosas que han azotado a nuestro planeta en la historia contemporánea. Según Live Science, los registros de la época documentaron, cómo fue que incluso en el Ecuador se vieron auroras boreales. Aquella tormenta solar fue tan poderosa, que según los científicos actuales, hubiera generado estragos significativos en las tecnologías de comunicación que tenemos hoy en día.

Relataba antes, como en el siglo XIX, el astrónomo británico Richard C. Carrington cien años antes del descubrimiento del viento solar sugirió la existencia de un flujo continuo de partículas, las cuales fluyen hacia el exterior del Sol. En 1859 Carrington y Richard Hodgson observaron por primera vez lo que más tarde se conocería como llamarada solar. Un estallido repentino de energía de la atmósfera solar se denomina llamarada solar. Al día siguiente se observó una tormenta geomagnética y Carrington sospechó de una conexión entre ambas (la llamarada solar y la tormenta electromagnética). Luego, George Fitzgerald sugirió que la materia expulsada de forma acelerada desde el sol, llega a la Tierra varios días más tarde.

En 1910, el astrofísico británico Arthur Eddington esencialmente sugirió la existencia del viento solar, sin nombrarlo así, en una nota sobre un artículo en Comet Morehouse. La idea nunca quedó configurada por completo, aunque Eddington también había hecho una sugerencia similar en una dirección de la Royal Institution el año anterior. En este último caso, postuló que el material expulsado consistía en electrones, mientras que en su estudio del Cometa Morehouse suponía que serían iones. ​El verdadero descubridor del viento solar fue Eugene Parker que en 1958 publicó su teoría de que la corona solar se movía en un flujo supersónico desde el Sol al cual llamó Viento Solar. Esta publicación creó una polémica entre los que pensaban que Parker tenía razón y los que pensaban que estaba equivocado. Se requirieron cuatro misiones espaciales rusas y siete estadounidenses para resolver la controversia. La prueba definitiva se obtuvo en 1962 con los datos de la sonda Mariner 2 en ruta hacia Venus. ​ En 1990 se lanzó la sonda Ulysses para estudiar el viento solar desde altas latitudes solares. Todas las observaciones anteriores se habían realizado en o cerca del plano de la eclíptica del sistema solar.

Si regresamos a la corona solar, esta se compone de plasma y representa una atmósfera de gas ionizado, que no es estática, se mueve llegando incluso a abandonar a la estrella y este movimiento de la corona, que vale para toda estrella genérica es el llamado viento solar o viento estelar. El flujo de movimiento de estas partículas variará según temperatura y tiempo que lleven activas tras ser eyectarlas el astro, e incluso pueden escapar a la gravedad del Sol por a su alta energía cinética y la alta temperatura de la corona solar. Los agujeros coronales preceden muchas veces a las tormentas solares que pueden alcanzarnos en apenas horas, de ahí que los expertos estén muy atentos a cada una de las manchas que surgen en la superficie del Sol. La foto del pasado día 26 antecedió a una tormenta que golpeó la Tierra el viernes, tan solo dos días después, según explicó “SpaceWather.com”.

Maracaibo jueves 3 de noviembre del año 2022


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