miércoles, 10 de marzo de 2021

Sábato, la elipsis y el voseo.

 Sábato, la elipsis y el voseo.

 

En el mes de noviembre del año 2014, quise responder un par de preguntas que me había hecho un amigo a quien les di a leer unos retazos de una novela inédita, sobre “los amores elípticos” de un médico investigador de esta tropical región del planeta, concretamente de nuestra ciudad amada por el sol. Me preguntaba él, por qué consideraba yo como elípticos aquellos amores y por qué me atrevía a utilizar el voseo para relatarlos. Yo intenté buscar explicaciones para responderle…

 


 

Le señalaría, y así lo asenté en el blog, que cada uno de los planetas del Sistema Solar describe una órbita elíptica, así lo asevera la primera Ley de Kepler (y les muestro a Johannes en colores) uno de cuyos focos está ocupado por el Sol, y recordé que un elipsoide es el equivalente tridimensional de una elipse. Le dije entonces que una elipsis puede ser descrita como una esfera achatada y su volumen puede ser calculado a partir de la longitud de sus tres ejes. No entiendo nada, me respondió él… Era comprensible.

 

Traté de complementar mi peregrina explicación relatándole como hacía ya unos años que había escrito un relato intitulado “Elipse” donde  hablaba de un indígena quien se marcha de su casa en medio de la selva para olvidarse de sus penurias pero terminaba regresando a sus orígenes a través de un viaje nocturnal con lluvia, y reflejos de la luna en escenarios fantasiosos… Ese fue un viaje de ida y vuelta, insistí queriendo darle cuerpo a mi explicación y señalando que el personaje se acerca y se aleja, y ese giro elipsoidal, nunca es parabólico por lo que al hablar de su elipse, yo no pretendía fin didáctico alguno...

 

Mi amigo, que es versado en temas de lingüística, me dijo que en la gramática tradicional se dice a veces que la elipsis consiste en suprimir algún elemento del discurso sin contradecir las reglas gramaticales; cuando se habla de elipsis en lingüística, prosiguió, se trata de ciertas construcciones sintácticas en las que no aparece alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria para darle sentido a una frase. Ahora soy yo el que se está enredando en tus explicaciones, le dije y él se metió en honduras de la siguiente manera: 

 


 

 

Karl Vossler, dijo mí amigo, en su análisis teórico de la sintaxis, participó en una polémica histórica concerniente a la naturaleza de la elipsis lingüística. Vosler quien vivió entre 1872 y 1949, (y verán su fotografía con su firma), era un romanista e hispanista alemán, creador de La escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística. ¡Achanta un pelo!, le dije yo. Era que se me había encendido el bombillo… Recordé entonces que precisamente sobre Vossler, y el lenguaje, había leído yo algo que escribiera Sábato en un artículo titulado “El voseo” donde señalaba que: y lo citaré textualmente: “Ya Karl Vossler, con dialéctica hegeliana, nos ha dicho que el lenguaje es una estructura que oscila entre dos polos opuestos, entre el individuo y la sociedad, entre la creación y la tradición, entre la originalidad y la convención, entre la libertad y la determinación, entre la poesía y la acomodación social, entre el espíritu y la cultura hecha, entre la psicología y la gramática”. Sábato escribió aquel artículo en Santos Lugares, Argentina, el año 1966 e insistió en que, “el único idioma general y universal es el de las matemáticas, porque se refiere a entes lógicos y helados, no a seres humanos calientes y contradictorios. Así como bien afirma Rosenblat, hay un castellano de Madrid otro de Bogotá y otro de Buenos Aires, y todos son igualmente lícitos”. 

 

Años más tarde en 1989 refiriéndose a “La lengua de Castilla en el Nuevo Continente”, en una conferencia dictada en Buenos Aires Ernesto Sábato precisaba que “cuando hablamos del castellano tenemos que tener presente lo que afirmaba Humboldt, que el lenguaje no es un hecho cristalizado, sino una energía en permanente creación, porque esa lengua, como todas, difiere de un lugar a otro, sino hasta de un hablante a su vecino, motivo por el cual hay un castellano cervantino, otro quevediano y otro gongorino. Y así hasta el infinito”. 

 

Estos comentarios me parecieron pertinentes para discutir el hecho de atreverme a utilizar el voseo para redactar mi novela y busqué apoyo en Jesús Ángel Parra quien había ya señalado que: “el voseo usado en Maracaibo es diptongado, lo que lo hace genuino, utilizado sólo por algunas comunidades en la sierra del Ecuador; es único en el mundo y no rompe totalmente con el voseo español de los siglos XII-XVI, que no es totalmente diferente de aquella modalidad latina, que comenzó a propagarse en tiempo del Bajo Imperio Romano. El vos que se fortalecerá en América es el vos que ya había comenzado a declinar y desaparecer en la Península”. El mismo Jesús Ángel Parra en un artículo reciente para aquella fecha(2014), nos había referido la existencia de movimientos literarios que propugnaban el rescate del habla cotidiana de la calle, e informaba cómo era que había irrumpido cierta literatura en el Zulia en ese sentido. Este tipo de movimiento o  corriente literaria siempre conllevará “sus aliados y detractores” decía Jesús Ángel. Vaya pues este artículo ahora remozado, para alimentar la polémica, exista o no, sobre el uso del voceo en la literatura regional y nacional.

 

Maracaibo, miércoles 10 de marzo, del año 2021

 

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