jueves, 8 de octubre de 2015

De nuevo Fernández Morán, realidad y ficción en las novelas.






   El viernes, 2 de agosto del año  2013, en este mismo blog, La Peste Loca blogspot.com, publiqué copia de un artículo de la Revista Biomédica Digital de la UCV, Vitae, titulado:                                                 HUMBERTO FERNÁNDEZ MORAN. Legado científico de Venezuela invaluable para el mundo.
http://caibco.ucv.ve/Vitae/VitaeCatorce/Portada/homevitae.htm www.caibco.ucv.ve/Vitae/catorce/

     Para aquellos días estaba recién publicada mi penúltima novela “Ratones desnudos” la cual con “El año de la lepra” constituían la sexta y séptima y ellas tuvieron la fortuna de ser editadas por “el otro @ el mismo”, una editorial de Mérida dirigida por el profesor Víctor Bravo. Las novelas, todavía están siendo distribuidas por Edic-Ven y se encuentran en algunas librerías del país. 

Voy a aprovechar este breve conversación con mis lectores, y habiendo ya transcurrido más de dos años desde aquella ocasión, quiero referirme a un detalle que tiene que ver con la ficción y a la realidad en las novelas. Quiero mostrarles una tarjeta de presentación que guardo con respeto pues es la original de otra tarjeta ficcional presentada por un personaje, Eduardo Soriano, en la novela “Ratones desnudos”, a Hernando Salazar un acucioso periodista quien buscaba información sobre una institución neuropsiquiátrica desaparecida diez años atrás y donde se habían realizado valiosos trabajos de investigación usado un microscopio electrónico. Por esa circunstancia, del uso de un microscopio electrónico, surgirán los comentarios sobre el doctor  Fernández Morán a quien el personaje Soriano dice haber conocido personalmente e insiste que recibió una misiva del sabio en su tarjeta de presentación. Soriano parece apropiarse parcial y temporalmente de la identidad del autor quien para desvelar el secreto, se ha sentido obligado a ofrecerle a los lectores de este blog la posibilidad de leer el texto de la tarjeta para que puedan quedarse pensando si acaso todo no ha sido más que un divertimento ficcional...




EL TEXTO QUE APARECE EN “RATONES DESNUDOS” ES EL SIGUINETE:

–Conservo esta tarjeta personal del sabio fechada el 29 de octubre de ese año 1974. La recibí unos días después de nuestra entrevista. En ella con su minúscula caligrafía me escribió un mensaje, lea usted...
 Yo leí cuidadosamente:
“ He estado pendiente de sus trabajos y le felicito por sus recientes trabajos sobre virus neurotrópicos, especialmente rabies; yo puedo asegurarle que próximamente instalaremos parte de mi laboratorio de electronmicroscopía en esta región. Desearía mucho hablar con usted, para considerar que podamos lograr una colaboración satisfactoria sin necesidad de trasladarse a Caracas. Perdóneme si sugiero que nos veamos en el Hotel del Lago, cuarto 468, si es posible a las 5.00pm. Reciba un cordial saludo extensivo a su apreciada familia”.
La firma decía: Humberto Fernández Morán.
Soriano paladeó un trago de gin y continuó.
–Estaba yo convencido de que nuestro sabio Quijote estaba, como el Libertador, destinado a arar en el mar. Asistí a la cita en el Hotel del Lago y él me pidió que no cometiese el mismo error en el que él había incurrido años atrás. Que no saliese del terruño. Que lo más importante tenía que ser florecer en la provincia. Que irse a la capital sería un disparate. Estaba persuadido, y creo que me hablaba con toda sinceridad, de que a más tardar en dos años ya sus laboratorios estarían instalados y marchando en el occidente del país. A pesar de mi incredulidad no quise ser drástico, callé sobre mis temores y acepté esperarle, tal vez uno o dos años. Serán suficientes, eso le dije. Pero internamente tenía el doloroso convencimiento de que otra vez le estaban engañando con falsas promesas. Cuatro años después, en 1978, él regresó al Primer Congreso de Neurociencias en su ciudad natal y sus conferencias fueron destacadas en la prensa nacional, pero ya habíamos perdido las enseñanzas y la ilustración de aquel auténtico valor científico nacional. Como dijera Acosta Saignes del Libertador, él parecía ser en su tiempo “el hombre de las dificultades”.

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