El viernes, 2 de
agosto del año 2013, en este mismo blog,
La Peste Loca blogspot.com, publiqué copia de un artículo de la Revista
Biomédica Digital de la UCV, Vitae, titulado: HUMBERTO FERNÁNDEZ MORAN. Legado científico de Venezuela invaluable
para el mundo.
http://caibco.ucv.ve/Vitae/VitaeCatorce/Portada/homevitae.htm
www.caibco.ucv.ve/Vitae/catorce/
Para aquellos
días estaba recién publicada mi penúltima novela “Ratones desnudos” la cual con “El
año de la lepra” constituían la sexta y séptima y ellas tuvieron la fortuna de
ser editadas por “el otro @ el mismo”,
una editorial de Mérida dirigida por el profesor Víctor Bravo. Las novelas,
todavía están siendo distribuidas por Edic-Ven y se encuentran en algunas
librerías del país.
Voy a aprovechar este breve conversación con mis lectores, y habiendo
ya transcurrido más de dos años desde aquella ocasión, quiero referirme a un detalle que tiene que ver
con la ficción y a la realidad en las novelas. Quiero mostrarles una tarjeta de
presentación que guardo con respeto pues es la original de otra tarjeta ficcional
presentada por un personaje, Eduardo Soriano,
en la novela “Ratones desnudos”, a
Hernando Salazar un acucioso periodista quien buscaba información sobre una
institución neuropsiquiátrica desaparecida diez años atrás y donde se habían
realizado valiosos trabajos de investigación usado un microscopio electrónico.
Por esa circunstancia, del uso de un microscopio electrónico, surgirán los
comentarios sobre el doctor Fernández
Morán a quien el personaje Soriano dice haber conocido personalmente e insiste
que recibió una misiva del sabio en su tarjeta de presentación. Soriano parece
apropiarse parcial y temporalmente de la identidad del autor quien para
desvelar el secreto, se ha sentido obligado a ofrecerle a los lectores de este blog
la posibilidad de leer el texto de la tarjeta para que puedan quedarse pensando si acaso
todo no ha sido más que un divertimento ficcional...
EL TEXTO QUE
APARECE EN “RATONES DESNUDOS” ES EL SIGUINETE:
–Conservo esta
tarjeta personal del sabio fechada el 29 de octubre de ese año 1974. La recibí
unos días después de nuestra entrevista. En ella con su minúscula caligrafía me
escribió un mensaje, lea usted...
Yo leí cuidadosamente:
“ He
estado pendiente de sus trabajos y le felicito por sus
recientes trabajos sobre virus neurotrópicos, especialmente rabies; yo puedo asegurarle
que próximamente instalaremos parte de mi laboratorio de electronmicroscopía
en esta región. Desearía mucho hablar con usted, para considerar
que podamos lograr una colaboración satisfactoria sin necesidad de
trasladarse a Caracas. Perdóneme si sugiero que nos veamos en el Hotel del
Lago, cuarto 468, si es posible a las 5.00pm. Reciba un cordial saludo extensivo
a su apreciada familia”.
La firma decía:
Humberto Fernández Morán.
Soriano paladeó
un trago de gin y continuó.
–Estaba yo
convencido de que nuestro sabio Quijote estaba, como el Libertador, destinado a
arar en el mar. Asistí a la cita en el Hotel del Lago y él me pidió que no
cometiese el mismo error en el que él había incurrido años atrás. Que no
saliese del terruño. Que lo más importante tenía que ser florecer en la
provincia. Que irse a la capital sería un disparate. Estaba persuadido, y creo
que me hablaba con toda sinceridad, de que a más tardar en dos años ya sus laboratorios
estarían instalados y marchando en el occidente del país. A pesar de mi
incredulidad no quise ser drástico, callé sobre mis temores y acepté esperarle,
tal vez uno o dos años. Serán suficientes, eso le dije. Pero internamente tenía
el doloroso convencimiento de que otra vez le estaban engañando con falsas promesas.
Cuatro años después, en 1978, él regresó al Primer Congreso de Neurociencias en
su ciudad natal y sus conferencias fueron destacadas en la prensa nacional,
pero ya habíamos perdido las enseñanzas y la ilustración de aquel auténtico
valor científico nacional. Como dijera Acosta Saignes del Libertador, él
parecía ser en su tiempo “el hombre de las dificultades”.
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