lunes, 19 de octubre de 2015

Ella no era Kim Novack ( de la novela "Escribir en La Habana" )



ELLA NO ERA KIM NOVACK
Ella descansaba en el jardín sentada en una silla de extensión. Humeante, una taza de café negro esperaba por ella sobre la mesa. A un lado hay una rosa roja recién cortada y un plato con galletas cubiertas de azúcar. En el fondo del patio, el hombre se ocupaba diligentemente de rastrillar las hojas. Se había quitado la franelilla y sudoroso se detuvo un instante para secarse la frente con el dorso de la mano. Ella le miró de reojo y re­cordó a Bill Holden en una escena de “Picnic”. El torso desnudo y sudoroso... ¡Inolvidable!, dijo para si… Pero ella no era Kim Novack y quien barría la hojarasca no estaba dirigido por Joshua Logan. Él no era una ficción, era de carne y hueso y no sudaba en brillante technicolor, y ella se sorprendió a si misma al rememorar la imagen de un William Holden semidesnudo, joven, con su franelilla empapada...  Entonces pensó que, así son las cosas de la vida...
-Como dice aquella vieja canción, ay, pero que te parece... ¡Que pequeño detalle, yo la Novack! Jajá… Tan sólo un par de años después de “Picnic” el mismo Logan dirigió nada menos que una de mis películas musicales favoritas, ”South Pacific”. Maizales de Arkansas en Agosto y pastel de blueberries, una novia de punta en blanco y la luz de la luna brillando en las dunas... Claro que después de Kim Novack, fue Marylin, ya destacaba su clase en “Bus Stop”. Es que el tipo era un tremen­do director, ¡especializado en rubias! Suscessful Logan! Golden blondies, monas, güeritas, catirrucias, rubias platinadas, catiras... Just like me! Guao! Ay pero que te parece, enamorarme de ti, es lo que tantas veces... Muchas películas después el mismo Logan hizo nacer a Jane Fonda, sí, en “Tall Story”... La Fonda no me gusta. Será la hija del largo y seco vaquero Henry, el adusto señor de los doce hombres en pugna, pero, ella no es santa de mi devoción... ¿Será tal vez por ser un tanto huesuda y angulosa, como la Nancy Sinatra?, o quizás ¿será por lo contestataria? No lo sé, puede que este rechazo mío hacia la Fonda venga de su figura... Durante los últimos años Jane se ha dedicado a mortificarme la vida recordán­dome su slim trim figure! Con el bendito casette de los ejerci­cios aeróbicos que mis amigas, ¡vaya con ellas!, me regalaron en mi cumpleaños... En realidad yo les había prometido practicarlos... ¿Mentirosa? ¡Bah! La Fonda siempre fue la “Barbarella” de Vadim. Diós creó a Brigitte y Roger las juntó a todas. Se arrejuntó con todas, sin dejar afuera ni a la seductora Catherine... Todas ellas, listas para hacer sus papeles, bellas de día, bichas de noche... Actuaciones seductoras, siempre bordeando el tema del sexo, chicas morbosas, jajá, como decían en la tele, en realidad eran papeles de mujeres ociosas, siempre ansiadas por los hombres... Morboseadores... Ummm… Some enchanted evening... Uhumm, mis musicales predilectos… Sí... La pareja de músicos… Some enchanted evening... Esa canción es significativa, ¡tiene sentido! Él, un isleño francés, romántico y maduro, en los mares del Sur, eraaaa… ¿deBeque? ¿Como era el otro?... Liutenent Cable. Soñando con Liat, la jovencita tonkinesa... Younger than spring time are you... Jovencitas. Wonder how I feel... La isla llena de cocoteros, isla preciosa. Bali Hai... Living on an island, living on…
Ella se había aficionado a la música de George Gershwin y Cole Porter, le encantaban los arreglos y las composiciones de Henry Mancini, de Andre Kostelanetz, y tenía muchísimos discos de Percy Faith, pero quizás sus gustos mu­sicales más placenteros estaban asociados a la fusión de imágenes visuales con las melodías. En el cine, los musicales y especialmente cualquier obra de Broadway llevada a la pantalla eran sus favoritas y de todas ellas ninguna como las del dúo de Richard Rogers y Oscar Hammerstein. Era su secreto íntimo, le traían remembranzas de su niñez y juventud. Escuchaba su misma voz, su propio canto en sonetos de Oklahoma o las canciones de su recordada South Pacific. Podía transformarse en Ana la institutriz de los príncipes hijos del rey de Siam y por allí cantando, llegar hasta Salzburgo con el sin par sonido de la música. Ella durante años se soñó Deborah Kerr y le gustaba imaginar que estaba danzando sin parar en el set palaciego de The King and I, en los brazos musculosos de Yul Brinner. Se le ponía la carne de gallina al pensar que él le preguntaría: Shall we dance?,  y ella mirándolo, casi orinándose ante el pelón felino, escuchándolo decir displicentemente etcétera etcétera etcétera. A pesar de que las monjas no fueron nunca su debilidad, pues a ella no le gustaban las carmelitas por descalzas ni las hermanas de la caridad por pobretonas, “La novicia rebelde” era uno de esos filmes que había visto hasta la saciedad. Al recordar sus tiempos del Colegio de las hermanas Teresianas, la memoria la catapultaba a la odiosa figura de sor Julieta Buenaventura y las desavenencias que rodearon su rebeldía adolescente, conduciéndola casi a su expulsión del colegio, con enfado de las monjas y casi una tragedia familiar de sus tías beatas y su madrina, estupefactas ante la fractura de las tradiciones y de todo lo establecido. ¡Que remedio! Ella tuvo que ceder muerta de rabia y verle brillar las prótesis dentales a sor Julieta. No obstante bajo la regadera, ella se transmutaba en Julie Andrews y se decía a si misma. How do you solve a problem like Maria? Revivida en sus quince murmuraba: I am sixteen going on seventeen, imaginándose bajo la luz de la luna con un jovencito rubio, aunque fuese un nazi. ¡Un teutón bien le cuadraría a la reina de los Nibelungos! Ella se sentía cual valquiria catirrucia, puede que tetónica, mas que teutónica, pero nunca catiramalbañada... Así era, y ella en la ducha desplegaba sus dotes vocalistas y podrían haberla escuchado cantar desde afuera, I have confidence and confidence in me I have confidence in me! Con todo y ser la primera película de Rogers and Hammerstein que había visto, South Pacific era su favorita. Puede que la razón fuese haber leído el libro de James A Michener's en una colección de los premios Pulitzer que tenía su hermana Nora, o por poseer un viejo disco de la versión original en Broadway con Ezio Pinza a quien ella imaginaba como al italiano Rossano Brazzi interpretando al hacendado francés Emile deBeque. ¡Que contrasentido! La voz de Mary Martin, salía de los labios de Mitzi Gaynor, ¡todo el tiempo debajo de una ducha!, como ella, cantando bajo una regadera, I'm gona wash that man right out of my hair. Ella después se regodeaba figurándose tan rubia como Arkansas en Agosto o tan normal como un blueberry pai. No more smart little girl with no heart I have found me a wonderfull guy! ¿Lo habré hallado en esta isla encantada? Entonces adormilada en su silla de extensión ni sintió como el libro que había tenido abierto se deslizaba de sus manos…
Se encontró agitada, ante unas escalinatas de mármol y su amiga la tomó del brazo mientras le decía. No seas sata, arriba viven los mellizos Tweedledee y Tweedledum y ellos te esperan. Recuerda que uno vive arriba y el otro vive abajo. Dime si son de fiar, dímelo, le preguntó ella nerviosa y su amiga le respondió dubitativa.  Bueno uno es chulo y el otro cundango, pero a los dos les encanta el relajo, entran y salen del espejo a su antojo y cuando no te lo esperas, se disfrazan de reina, a veces, uno es la roja y otras veces es la blanca, pero es igual. Entonces ella suspiró al musitarle. Ay Mirian, yo veo estas escaleras sumamente empinadas… Seguramente que ella estaba buscando una excusa ante el interminable zaguán que se veía oscuro como boca de lobo, cuando Mirian le apretó el brazo y con su mano derecha señaló hacia arriba y le informó. Debes subir aunque encuentres tan sólo una colmena humana o una madriguera, y es que arriba los vas a encontrar. Ella percibió un intenso olor a huevo frito en aceite rancio que parecía descender por el túnel desde el primer piso, y no obstante se armó de valor y comenzó a ascender por la escalinata de mármol. Pronto comprendió que durante un trecho la madriguera se continuaba recta como un túnel pero luego... ¿Se bifurcaba? Ella detuvo su ascenso ante una escalera de caracol. Entonces sintió como poco a poco se hundía y antes de caer en un pozo profundo vio a Mirian escaleras abajo iluminada por el sol de la calle, pero ya no había nada que hacer, ella se iba hacia abajo, abajo y pensó que sería ridiculísimo encontrarse con un conejo que usara chaleco y reloj con leontina... Súbitamente se percató de que estaba en un pasillo lleno de puertas y de espejos. Es el que conduce a mi habitación se dijo, mientras escuchaba lejana la voz de Mirian dándole instrucciones. Creyó entenderle algo sobre el relajo y la singueta, pero las florecitas grises que separaban los espejos de las puertas la mareaban sin darle una oportunidad para comprender. Trató de darse ánimos cantando en voz baja una de sus canciones preferidas, pero lo que vino a su mente fue… Humpty Dumpty sat on a wall Humpty Dumpty fall from the wall. De espaldas se cayó, ella pensó, y al percatarse de que se refería a un hombre huevo, y no a su pelón felino, ella se abochornó… ¡Que le corten la cabeza! La orden retumbó en el pasillo y el eco del mandato de la reina roja se confundió con un nuevo rugido estridente. ¡Que le corten la cabeza! Fue entonces cuando le musitaron al oído, -como no despiertes nunca de este largo sueño, voy a perder la cabeza por tu amor... Ella pensó en él y sonrió, pero poco a poco se fue aclarando su mente… 
Abrió los ojos y todavía demoró unos segundos en enterarse el que estaba aún sentada en el jardín y que había una brisa ligera que le refrescaba el rostro. De tal modo que suspiró, y cerró nuevamente sus párpados…
Los rusos, ya llegan. La música de un violín suspiraba. Si yo fuera rico, si yo fuera rico... El hombre estaba sentado en el tejado y dentro de la habitación se aspiraba un aroma de ajos y de albahaca. The rusians are coming. Eso estaban diciéndole... Los rusos ya están aquí para ayudarnos le dijo Mirian y ella volteó y sí, era su amiga. Luego detrás de ella, pudo ver a Alexis vestido con una sotana y estaba abriendo una puerta. El crujido de los goznes se prolongó en el espacio y se mantuvo como un diapasón. Ella sabía que él venía a pedirle los diez mil rublos a su padre, el viejo Karamazov. Conozco muy bien la historia, pensó… Le dirá que son para la iglesia, insistirá en que los necesita para pagar diezmos y primicias, a la iglesia de Dios. En realidad ella sabía que él se los daría a Dimitri... Puede que el viejo acceda, al fin y al cabo será a cuenta de lo que les dejó su madre... Súbitamente Mirian interrumpió sus pensamientos para decirle. Que vacilón Alicia, tu soñando con el hombre de tus años verdes y deseando al camarada Dimitri de nuestros años rojos. Entonces, ella decidida, volteó a mirarlo. Su cabeza le brillaba reluciente. ¿Humpty Dumpty? Le preguntó mortificada a su amiga y de inmediato añadió… Es que Mirian, entiéndeme, the rusians are coming. Tras repetirlo, su amiga le tomó del brazo, avanzaron unos pasos y penetraron en la taberna. Un mujic bailaba con un oso y a pesar de las risotadas y de la música, ella percibió como se escuchaban los dados rodando sobre el tapete. Les debo cuatrocientos treintaicinco rublos, le dijo Yul Brinner impávido a su fraternal hermano el cura Alexei Baseheart. Entonces ella captó con emoción entre el sonido de las balalaikas y las voces de los parroquianos, seguramente marinos del Volga, la brillante y cantarina risa de la otra. Pudo verla, era una María Schell rubia como ella, pero mucho más joven y muy hermosa. Mirian la tomó nuevamente por el brazo y le dijo. Atiéndeme, quiero decirte algo, escúchame aunque te duela el alma, chica, tu sabes muy bien que Dimitri, el camarada cocopelao es muy tiposo pero, ¡coñoo!, he is not cuban! Deja que yo te lo presente... ¿En inglés o en ruso? Meiai introdusky yuskitroski koskitelo meloyou? El pelón que las observaba riéndose de ellas, levantó en alto un vaso repleto de vodka. Sentados en una mesa estaban los mellizos Tweedledee y Tweedledum, quienes al instante lanzaron sus copas hacia atrás y se hicieron añicos contra la pared de piedra y madera. Salgamos de aquí Mirian, le dijo ella a su amiga, pues estaba sintiéndose muy agitada. La música de las balalaikas se hacía cada vez más ensordecedora, pero al abrir la puerta, se comenzó a escuchar suavemente el tema de Lara, y ella notó complacida que la tonada le traía remembranzas e imaginó la cara de Juri Zhivago y su sonrisa... Las amigas salieron pero igual la música sonaba afuera… Ella se quedó extasiada. Un campo infinito de girasoles se extendía ante sus ojos. Notó como cabeceaban los tallos y las flores acompasadamente con el viento y se sintió muy emocionada y con unas ganas horribles de llorar. Entonces buscó con la mirada a su amiga Mirian quien tan sólo le dijo pausadamente. La reina roja era la Catalina y era ella quien pedía que te cortaran la cabeza. Óyeme compañera, creo que así como están las cosas, ni Alexei ni Dimitri te podrán salvar. Tú necesitas un apoyo irrestricto de nuestra gente, los compañeros cedreristas o los milicianos, ¿tú me entiendes? Ella cada vez mas acongojada sentía que todo se le estaba complicando y le preguntó con inocencia. ¿Esa reina roja, acaso es Catalina la O? Entonces Mirian comenzó a reírse con todas sus ganas. Esa Cata elareina delguaguancó, reina del son, esa mulata pide bachata, ¡esa morena pide sabor! Óyeme tú, escucha el repique de la tumbadora, óyelo, ¡coñooo! ¡Pero, si es el tema de Lara!, dijo ella toda confundida. No niña, queva, es el requinto y son las claves, ¡esto es el güiro chica! ¿Como es el güiro? ¡Compañera! ¡Vámonos de rumba! La orquesta de Tito Rodriguez en el fondo, cambió el tono... Si pudiera expresarte como es de inmenso... Era ella otra vez, Kim Novack y quiso sentirse como la propia reencarnación rubia de la Guillot, una Carmen Delia Dipini de oro, y quiso cantar con el corazón en la mano, pero se asustó al imaginarse transformada en una Celia Cruz enharinada, e hizo un esfuerzo… Así fue como prefirió despertarse rotundamente y con gran sobresalto.
Ella tenía la mente en blanco. Entonces ya conciente de no estar envuelta en las brumas de un sueño, se dijo intentando serenarse:
-Que murmuren, no me importa que murmuren, ese no es mi problema. Si dicen que es después de vieja, que se vayan a freír monos, jajaja! ¿Hasta cuando dármelas de estricta?, ¿a costa de lo que yo misma deseo? No puedo ser obtusa, ¿obtrusa?, alcuza, como el aceite sí, aceite y agua, eso decían, ¡jaja!, niveles, meniscos, pensarán que ilusa soy, ¡boba no!, seré una funny girl, yo toda una señora, dama, yo más bien una fair lady y él tendrá que ser mi Henry Higgins, ¿un caduco Rex Harrison? Un sólo orgasmo, ¡jajajá! ¡yo haciendo de la Hepburn! Yo una Kim Novack, ¡de esa flaca!... ¡Sauna de eternidad! ¿Audrey yo? Un imposible. ¿Como podría él tratar de moldearme a mi?, con sus manos enérgicas, ay mija… ¡A estas alturas! ¿Será capaz? Ni me lo quiero imaginar. Pero existe esa chiquilla y yo intuyo que lo tiene atarantado... El divino tesoro, ¿y yo?, ¿a veces llorando sin querer? No mija, eso no va conmigo. Él me diría, repítelo mil veces. Él me dirá, quiero oírtelo cantado, oírme a mi cantando… The rain in Spain stays mainly in the plains. Ese papel tan Pigmaliónico, a él no le cuadra… Yo le diría, direin inspein steismainli indipleins, pero ni sueño con encarnar a la flaca Audrey, ¿por exceso de carnes? Está bien, no la encarno, ¡que ironía! Pero eso si, yo juego limpio, un juego fair, no es un fairplace, chimeneas, donde fuego hubo, fair play, ¿cenizas quedan? Pero es fair el punto y yo una dama, como en el film. I could have dance all night... Lástima que él  ha sido siempre un asco como pareja de baile. Es algo incuestionable, ¿bailando?, siempre fue lo peor, cualquiera en realidad lo haría mejor. ¿Cómo querer hacer de él un Gene Kelly?, ¡No juegue!, ¡Que singing in the rain ni que carrizo!… La verdad es que todo es un teatro y cada quien se la pasa actuando, aparentando, igual que los actores, como en las películas, como en las tablas... Vivir en esta fantasía y quizás la ficción es lo real y lo fingido es cada día más verdadero, cada quien es la protagonista de su propio destino, eso lo sé y yo y voy a llegar hasta el final, poqui­to a poco hasta el final, y caerá el telón. Como si me estuviese dirigiendo el mismo Stanislawsky, como si fuese yo Lee Strasberg tutelada por un Elia Kazán, yo se que soy una Kim Novack seductora, o como Marylin ante el gran Joshua Logan dirigiéndome en el set de Bus Stop, yo de pié, gigante Marylin, en una balsa, ante un río crecido, y yo cantando metida en mis bluyines... Across the river, the river of no return... Necesito un Fellini, un maestro que me lleve de la mano dirigiéndome, como a su piccola donna, la diminuta Giulietta Massina, sentirme yo como Cabiria en sus noches romanas para finalizar llena de amor y de felicidad... No como una Giullietta Gelsomina porque ya es suficiente con un sólo Zampanó, no me calo otro más. Tremendo director era Fellini y claro está, también en el actor está el secreto. ¡Anthony Queen de Zampanó!.. Que diferente en La Hora Veinticinco, ¡cuanto sufrir!, era con Virna Lisi, creo, otra catira...
Entonces fue cuando ella les vio acercándose y quiso incorporarse en la silla y en eso estaba cuando se le ocurrió pensar…
¿Y que hago yo pensando tonterías mientras ellos andan de su cuenta?, tal vez ahoritica mismo son capaces de tomarse de las manos, ya sólo faltaría que se escapasen juntos... ¿Estaré exagerando? Ya vamos a aclarar este asuntito. Hey, ven acá. Chist, psst, ¡hey!, si tú mijo, sí, ven acá. Si sólo un momento, acércate un instante...
Modificado de “Escribir en La Habana” premio de Bienal de Literatura José Rafael Pocaterra 1994.
Publicado en agosto del año 2013, ahora que estamos en una onda de cine, valdrá pues nunca es tarde para releer fragmentos de "Escribir en La Habana"

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