miércoles, 13 de mayo de 2015

40 años en la Sociedad Latinoemericana de Patología (SLAP)



CUARENTA AÑOS EN LA S.L.A.P.

Esta es una historia personal, sobre mi relación con la Sociedad Latinoamericana de Patología (SLAP) y con los patólogos latinoamericanos. Creí conveniente iniciar mi historia en el año 1969,  y antes de seguir adelante, me  parece debo presentarme. Soy un   patólogo venezolano graduado como médico-cirujano en la Universidad del Zulia, en Maracaibo, mi ciudad natal, en julio del año 1963. Comencé en Anatomía Patológica desde entonces, y en febrero del año 1964, ya había hecho 60 autopsias. Tenía un cargo hospitalario sin sueldo, por lo que fue una suerte lograr una beca, que el doctor Franz Wenger jefe del Servicio de Patología del hospital Universitario de Maracaibo gestionó con un Club Rotario de Wisconsin. Así pude irme a los Estados Unidos donde permanecí hasta el año 1967. Estuve haciendo la residencia en patología en la Universidad de Wisconsin, pasé un año en el Philadelfia General Hospital y en la Universidad de Pennsylvania, e hice un curso complementario de microscopía electrónica en Berkeley.  Regresé a mi tierra en enero del año 1968 y tuve la suerte de poder trabajar en microscopía electrónica en Maracaibo, iniciando lo que llamamos la patología ultraestructural.
Al año siguiente de mi regreso trabajando en un recién instalado Laboratorio de Microscopía Electrónica del hospital Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo, me enteré que había un Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología (SLAP) en Buenos Aires y con otros patólogos de mi ciudad decidimos asistir a aquel evento. Viajamos por Aerolíneas Argentinas, en un avión donde recuerdo también iba Sandro quien regresaba a su tierra después de una gira artística.
El Dr. Mauricio Rapaport, había fundado el año 1962 la División Argentina de la Academia Internacional de Patología (IAP), y era el mismo doctor Rapaport quien había organizado en Buenos Aires  aquel evento denominado  Ier Congreso Panamericano de Anatomía Patológica y al cual le correspondía ser el  VII Congreso Latinoamericano de  la SLAP. Este fue mi primer contacto con los patólogos de la SLAP. Llevé dos trabajos libres: Histopatología y ultraestructura del sistema nervioso en humanos y en animales con rabia, y  Observaciones sobre la ultraestructura del tejido nervioso en la encefalitis equina venezolana. Desde ese entonces, tengo memoria de variadas situaciones que se dieron en mis diversos encuentros con los patólogos latinoamericanos, especialmente en las  reuniones bianuales de la SLAP y en varios eventos centroamericanos de patología.  Con algunos de estos recuerdos preparé una plática que por invitación me atreví a dictar en Managua en noviembre del año 2014, durante el  XXXI Congreso Centroamericano y del Caribe de Patología. Espero complacer a mi amigo Martín Sangüeza actual presidente de la SLAP, al tratar de escribir ordenadamente un recuento de mis conexiones con los patólogos latinoamericanos y de los eventos a los que tuve la suerte de asistir, todos ellos para mí de singular valor. Espero que su lectura sirva para dejar constancia de hechos que en la memoria pudiesen con el tiempo desaparecer. Algunos detalles de  mi primer encuentro con los amigos de la SLAP en el VII Congreso, quedaron en letras en una de mis novelas, curiosamente denominada “La entropía tropical”. 
Al año siguiente, en 1970, durante el mes de mayo, estuve en México para asistir al VIII Congreso Internacional de la International Academy of Pathology. Para la época ni sabía que conexiones podría haber entre  la SLAP  y lo que representaba la IAP, pero el programa me llamó la atención y circunstancialmente, mi hermano mayor, médico también, quien había estado durante 5 años haciendo investigación en inmunología con el profesor Kumate de la UNAM, se había mudado a la ciudad de México para trabajar con él, de manera que aproveché el viaje para visitarlo. Como era aquel de la IAP un evento en inglés, llevé un trabajo libre con el título de Ultrastructural and histochemical observations on the development of Venezuelan Equine Encephalitis virus in the central nervous system of newborn mice.  Aquel Congreso, resultó para mí muy interesante, y tuve la suerte de conocer a varios patólogos, algunos de ellos venezolanos, de Caracas, conocí a Elio Casale Ochoa y su esposa Ulmary. Especialmente me agradó conversar y trabar amistad con Luís Carbonell, un personaje a quién para ese entonces todos los patólogos latinoamericanos respetábamos pues era uno de los cuatro grandes maestros, quién con Pelayo Correa, Javier Arias Stella y Ruy Pérez Tamayo había escrito el gran Texto de Patología, un libraco en español que hacía furor pues era casi el único texto latinoamericano y especialmente, estaba escrito en nuestro idioma.  En el viaje de regreso, el doctor Carbonell quien tenía una importante posición en el Instituto de Investigaciones Científicas (IVIC) donde ya habían entrenado en 1969 a nuestro técnico en microscopía electrónica, me ofreció su apoyo desinteresado para que pudiésemos continuar en Maracaibo nuestros trabajos de investigación en patología ultraestructural. Cuando le presenté el manuscrito de nuestro primer trabajo al doctor Gernot Bergold el virólogo del IVIC, ya en inglés y con la intención de enviarlo a una revista indexada, él quien no aceptó la coautoría, tras revisar el manuscrito nos impulsó a remitirlo sin miedo al Journal of Virology. Se publicaría así: García Tamayo J. Acid Phosphatase activity in mouse brain infected with Venezuelan equine Encephalomielitis virus. J Virology  8: 232-241, 1971.
En el mes de diciembre, de ese mismo año 1970, visité por primera vez un país centroamericano. Estuve en San José, de Costa Rica del 1 al 5 de diciembre  en un evento que se denominó Segundo Congreso Centroamericano y Mexicano de Patología, en el cual participé con el trabajo libre; Desarrollo del virus de la rabia en humanos y en animales. El evento estaba organizado por el doctor Rodolfo Céspedes Fonseca, un patólogo costarricense con una energía y capacidad de trabajo admirable. Este Congreso fue para mí la ratificación de una verdad que habría de sostener durante toda mi vida. Me dije y lo divulgaría entre los patólogos de mi país, que si queríamos aprender más y mantenernos actualizados deberíamos asistir a esos eventos y a todos los de la SLAP.
Como una muestra les señalaré que se presentaron en aquel Congreso Centroamericano, los resultados de una revisión de miles biopsias del cuello uterino en Costa Rica, desde 1962 a 1969, con 418 casos de cáncer invasor. Se mostró un trabajo con 10.000 biopsias sobre la patología tiroidea, y el doctor Rodolfo Céspedes del Hospital San Juan de Dios informó sobre 12 casos de blastomicosis sudamericana sistémica,  igualmente demostró que existía un 6% de toxoplasmosis en el examen de 4.000 placentas, y presentó casos de Angiostrongylus costarricenses, con angiostrongylosis abdominal provocada por este parásito, enfermedad que no conocíamos en nuestro país. Por otra parte, el doctor Héctor Márquez Monter, quien era muy respetado en México como importante miembro de la SLAP, demostró en un estudio  ultraestructural, la participación mitocondrial en la absorción intestinal de la rata. El profesor Ruy Pérez Tamayo dictaría una interesante conferencia sobre la forma como el colágeno se desintegra y se autoelimina en algunos granulomas desmoplásicos experimentalmente producidos por la inyección subcutánea de Carragenina. También estuvo presente el profesor Javier Arias Stella quien mostró 20 casos de linfomas endonasales, y me complació mucho ver la presentación del doctor Alberto Angulo Ortega, de Venezuela, conocido experto patólogo pulmonar quien demostró nódulos pulmonares calcificados con criptococos neoformans y casos de  blastomicosis suramericana pulmonar. 
Con todas estas experiencias positivas, no nos demoramos mucho tiempo en planificar para comienzos del siguiente año 1971, un evento local para darle su justo valor a lo que ya comenzábamos a denominar, la patología ultraestructural. Del 18 al 21 de abril en Maracaibo hicimos en Primer Simposio Venezolano de Patología Ultraestructural. Asistieron invitados profesores de la Universidad de Buenos Aires, Enrique Valdivia de la Universidad de Wisconsin, Julio Ospina del Instituto de Cancerología de Bogotá, Ruy Pérez Tamayo de México, e investigadores del IVIC y patólogos de Caracas, los doctores Leandro Potenza y César Alemán quienes también utilizaban el microscopio electrónico. El Laboratorio de Microscopía Electrónica del Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo, había sido creado siguiendo las directrices del profesor Fernández Morán, quien  para la fecha trabajaba ya en el Instituto Fermi de la Universidad de Chicago. Prepararíamos una exposición de carteles para el evento y la misma exposición sobre patología y ultraestructura sería mostrada ese mismo año en el mes de noviembre cuando la SLAP lograría organizar su evento bianual en el hotel del lago de Maracaibo.
Sobre este Congreso de la SLAP, lo dije en Managua y lo repetiré aquí por escrito, el doctor López Corella me había propuesto en un par de ocasiones, que relatase las incidencias que llevaron a la realización del VIII Congreso de la SLAP sobre el cual se pensó con temor que no que no se iba a poder realizar, más a la postre resultó ser para la época, un exitoso evento. Esa historia atendiendo a la solicitud de López Corella, creo que merece una mención especial. La Revista de la SLAP venía funcionando en Colombia y había tenido una serie de dificultades primariamente económicas y de organización, por ello estaba planteado su traslado a otro país, pero una decisión previa también había sido acordada sobre el VII Congreso de la SLAP, el cual se debería hacer en Caracas, la capital de Venezuela y tal vez para allí definir el destino de la Revista. Sobre el evento propuesto habían conversado quienes para la época eran importantes patólogos venezolanos, los jefes de los diferentes Servicios de Patología capitalinos. Al final y ya avanzada la fecha, Leandro Potenza jefe del Servicio del hospital Militar, Alberto Rivero director del Instituto Anatomopatológico (IAP) de la Universidad Central y Blas Bruni Celli director del Instituto del Hospital Vargas, no lograron ponerse de acuerdo para organizar el evento de la SLAP,  por lo que todo parecía indicar que ese año no habría Congreso Latinoamericano. Surgió entonces el doctor Franz Wenger, jefe del Servicio de Patología del hospital Universitario de Maracaibo quien les aseguró a los patólogos de Caracas que con la colaboración de los patólogos de la ciudad de Maracaibo, se podría hacer el VIII Congreso en el Hotel del Lago de Maracaibo. Resultó, y las ponencias quedaron en la Revista de la SLAP, por lo que no voy a detenerme destacando los valiosos trabajos y los posters que se presentaron. Me referiré tan solo al trabajo libre de Jorge Nagel y Elio Casale, ginecólogo y patólogo, de Caracas, quienes mostraron como en unas denominadas “displasias rosadas” del cuello uterino se veían papovavirus. Asistía a la presentación con un ginecólogo de Maracaibo, JT Nuñez Montiel quien me propuso que investigásemos sobre virus en el cérvix aprovechando que teníamos un microscopio electrónico. Así  preparamos para el futuro congreso de la SLAP un par de trabajos sobre el virus del papiloma y el cáncer cervical. El VIII Congreso de la SLAP en Maracaibo tuvo muchas incidencias y hay variadas anécdotas, diré tan solo que Hernando Salazar y un par de colegas patólogos colombianos fueron detenidos por tomar fotografías del puente sobre el lago de Maracaibo y el doctor Wenger tuvo que hablar con el gobernador del Estado Zulia para identificarlos y liberarlos no como guerrilleros de “el hermano país”, sino como lo que eran, buenos patólogos asistentes la VIII Congreso. 
En 1973, el XIX Congreso de la SLAP se dio en la ciudad de Mérida, Yucatán, México, y fue organizado por el doctor Álvaro Bolio Cicero. Este congreso fue igualmente todo un suceso. Allá fuimos, JT Nuñez Montiel y yo, a presentar el trabajo “Colposcopia, histopatología y ultraestructura de papilomas y condilomas genitales” y otro titulado “Identificación de partículas virales en el exudado de pacientes con papilomas y condilomas genitales”. Lo anecdótico, ya referido en otras ocasiones, es que al final, el profesor Javier Arias Stella quien había escuchado mi intervención, se acercó para informarme que lo que había dicho era más importante de lo que yo creía y que el tiempo demostraría que el cáncer del cuello uterino tenía mucho que ver con los virus  que habíamos presentado. En realidad estaba en lo cierto como todos ya lo saben. Varios años después, cuando Zur Hausen lo confirmó en 1980, el VPH ya era un tema trajinado por todos en la patología universal. Arias Stella lo ratificaría como logro de los patólogos latinoamericanos en un artículo publicado en la Revista de Patología de la SLAP “Patología en un país en desarrollo. Experiencia de una vida”. Patología (Mex) 1993,31: 1-5. 
Aquí se crea el primer paréntesis donde mi situación personal será la responsable de que no pudiese mantener la regularidad para asistir a los congresos de la SLAP. Me explico. En 1975 el X Congreso de la SLAP se dio en Recife, Brasil, luego, en 1977 el XI Congreso de la SLAP fue en Quito, Ecuador y en el año 1979 el XII Congreso de la SLAP se realizó en Santo Domingo, República Dominicana. El año 1975 había dejado mi ciudad natal, Maracaibo, para trabajar como neuropatólogo y para encargarme de un viejo microscopio electrónico en el Instituto de Patología del hospital Vargas de Caracas. Esta salida de mi región fue precedida por varios eventos, entre otros fui electo Secretario de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica (SVAP) durante el mismo VIII Congreso de la SLAP con el doctor Alberto León en la presidencia y la directiva de la SVAP, por vez primera salió del cenáculo capitalino. La SVAP continuaría seis años más fuera de Caracas ya que en 1973, fui electo en la isla de Margarita como Presidente de la SVAP. Paradójicamente, durante los dos años de mi gestión frente a la SVAP, al pasar el Sanatorio Antitubercuoloso a ser el hospital General del Sur de Maracaibo, la situación del laboratorio de microscopía electrónica se deterioró terriblemente. El director del hospital, doctor Pedro Iturbe quien le daba apoyo a nuestros trabajos de investigación, se iría para dedicarse a la Medicina Familiar. Decidí pedir un año sabático en la Universidad y trasladarme a Caracas para trabajar en el Instituto de Patología del hospital Vargas. Me tocó vivir aquella época, cuando también el doctor Arias Stella, exiliado político, hubo de salir del hospital Vargas para refugiarse en el IVIC gracias a la ayuda de nuestro buen amigo Luis Carbonell. Tras haber recibido la aprobación del CONICT para un microscopio electrónico que me permitiría proseguir mi trabajo de investigación en enfermedades virales (encefalitis equina venezolana experimental y sobre el VPH) debí dejar el hospital Vargas y afortunadamente, el Instituto Anatomopatológico (IAP) de la UCV, me recibió gustosamente. Allí, en lo que yo denominé durante mucho tiempo, “mi exilio capitalino”, habría de desarrollar  mi trabajo sobre la patología ultraestructural tratando de estimular la investigación en esa área. Permanecería en Caracas durante 28 años (1976-2004). En estos años iniciales en la capital, tuve la suerte de conocer a Mario Armando Luna y comenzamos en el IAP con una intensa actividad de invitaciones a los patólogos latinoamericanos quienes llegaban a dictar cursos y conferencia en el IAP o asistían a los Congresos de la SVAP. La lista de aquellos famosos patólogos es interminable y se me escaparán nombres, por lo que prefiero  no decir nada más para regresar al tema de los Congresos de la SLAP.
En 1981, el XIII Congreso de la SLAP se realizó en La Paz, Bolivia y hasta el altiplano llegaría con mi esposa Saudy  previo paseo por Cuzco y Machu Pichu, y supongo que quizás por ello no nos afectó como a otros, la altura de la capital, el llamado “soroche”. Llevé dos trabajos, “Patogenia de la infección intrauterina con el virus de la EEV” y “Meningoencefalitis por amibas de vida libre”. La discusión planteada en la asamblea fue de gran interés por la importancia de la SLAP le otorgaría a la reactivación de la Revista Patología de manera que Luis Benitez Bribiesca fue ratificado en la dirección de la misma. Se planteó en la reunión el tema de la alternabilidad de los congresos de la SLAP, ante  una solicitud de los patólogos uruguayos a la que se adhirió Hernando Salazar para finalmente tras una larga discusión, prevalecer el criterio de los doctores Márquez Monter y López Corella, de manera que el siguiente congreso fue aprobado para realizarse en  la ciudad de La Habana, en Cuba.
El XIV Congreso de la SLAP en La Habana fue realmente fastuoso. Se dio en el Palacio de Convenciones de la capital cubana. Era un programa con paseo a las playas de Varadero, y constituyó un rotundo éxito por lo bien organizado del mismo. Participé en una “Mesa Redonda sobre encefalitis virales” y en un “Curso de Microscopía electrónica diagnóstica”. Para la mayoría de los patólogos venezolanos, la afortunada posibilidad de andar sueltos, por nuestra cuenta en la ciudad, constituyó un doloroso descubrimiento sobre la sufrida espartana vida de los habitantes de La Habana, y los contrastes, en ocasiones grotescos, ante las expectativas que muchos teníamos sobre la tan publicitada revolución cubana fueron esclarecedores. No quiero hacer más comentarios por consideración a nuestro amigo de siempre, el profesor Israel Borrajero, patólogo permanentemente solidario con la SLAP. Dos años más tarde, en 1985, el XV Congreso de la SLAP se dio en San José de Costa Rica. El volcán Irazú estaba reactivándose y asistimos a un evento que estimuló el uso de la microscopía electrónica, en aquel momento desarrollándose con gran auge en el país centroamericano. Estuve actuando de nuevo en Mesa Redonda sobre Microscopía electrónica en el diagnóstico. Aquel fue igualmente un evento muy bien organizado.
El año siguiente, Hernando Salazar me convocó para el XVI Congreso Internacional de la AIP en Viena. En aquel evento con expertos patólogos en ginecología, conocí a Francisco (Paco) Nogales, y presentamos la ultraestructura e inmunohistoquímica de un caso: “Vulvar intraepithelial neoplasia” destacando la participación del VPH en estas lesiones. En aquella oportunidad, nos reunimos con varios patólogos latinoamericanos, Mario Armando Luna, Carlos Bedrossian, Luis Salinas Madrigal y otros quienes brindamos con Hernando por una fraternal amistad. Viajamos Hernando y yo, hasta Budapest por el Danubio, una aventura inolvidable que con las vividas en el Congreso de Viena quedarían también plasmadas en mi novela “La entropía tropical”.  
El XVI Congreso de la SLAP sería en 1987, en Salvador, Bahía. La asistencia de patólogos venezolanos a este evento fue nutrida. Estuvimos casi todos reunidos en un mismo hotel y compartimos buenos momentos. De los paisajes y las bellezas de Bahía, la música Saudade de Bahía, el pelourinho y el recuerdo de las novelas de Jorge Amado se combinaron con las vivencias en el evento, donde llevé un trabajo sobre los hemangioendoteliomas epitelioides, y participé en una Mesa Redonda sobre microscopía electrónica. Era la época de llevar varios carrousels llenos de diapositivas y si se volteaban y se desparramaban, como le ocurrió en ocasión de comenzar a dictar un Seminario, con un disgusto fácil de imaginar, a mi tocayo, el doctor Albores Savedra, un detalle casi trágico del evento de la SLAP en tierras brasileñas. Recuerdo particularmente las declaraciones de Mario Armando Luna a la prensa alrededor del SIDA y los besos, que causaron conmoción. Nosotros  nos bañamos en la playa donde las olas del Atlántico me dieron un revolcón. Conservo fotografías que dan fe de que esos momentos existieron.
El año siguiente, en noviembre de 1988 estaba programado para realizarse en Managua, Nicaragua el XXIV Congreso Centroamericano de Patología y tuve la suerte de regresar a tierras centroamericanas. En aquella oportunidad descubriría la tierra de Sandino y especialmente conocería a los nicas. Había llevado un par de trabajos sobre Lesiones tumorales y pseudotumorales de partes blandas y sobre Infecciones por el VPH en ginecología, en una época cuando el VPH comenzaba a dar mucho que hablar. Pero la revelación fue para mí escuchar al Dr Fransen y su pistola mágica para hacer biopsias por aguja fina y saber de su seguridad diagnóstica que le permitía llevar los casos citológicos directamente a cirugía. Años más tarde Vilma Pérez Valle quien estaba iniciando su residencia se iría como su discípula a Suecia y a Noruega para transformarse en quién es ahora una super-experta en citología. En aquellos días desde la azotea del hotel que se alzaba como una pirámide sobre las ruinas aún presentes del terremoto y frente al auditórium Olaf Palme, conversaría con Mario Armando Luna y con el comandante Israel Borrajero sobre muchas cosas de la patología y de la política, sobre el presente y el futuro de nuestros pueblos latinoamericanos. Momentos inolvidables que me traen viejos recuerdos que siempre llegan a mí recreados con el aroma del ron Flor de Caña.
Gracias al evento centroamericano, para el mes de marzo del siguiente año, 1989, desde la dirección del Instituto Anatomopatológico en la UCV organizamos un viaje durante el único período que podíamos usar los patólogos para ausentarnos del país todos juntos. Siete patólogos venezolanos aprovechamos la Semana Santa para irnos a Nicaragua y dictar un Curso de Actualización en Patología para todos los patólogos y los residentes de aquella nación que vivía en la precaria situación de un conflicto armado. El curso lo cuadraría el incansable Hugo Argüello y en aquellos días de “la guerra de los contras”,  María Elena Ruíz, Arturo Rosas Uribe, Arturo Michelena, Jesús Enrique González, José Atahualpa Pinto, Gilberto Berríos y quien narra esta aventura para la época en la Dirección del IAP de la UCV, vivimos una inolvidable experiencia y gustosos ofrecimos nuestra contribución para ayudar a la patología nicaragüense. En mayo de ese mismo año, conocería en La Habana al doctor Horacio Oliva Aldamiz, estrella de la patología ibérica quien tenía varios libros publicados. Asistíamos ambos al II Congreso de la Federación Iberoamericana de Biología Celular y Molecular y Horacio leyó mi manuscrito de “Reflexiones de un anatomopatólogo”, un proyecto de libro que no había sido aceptado por la SVAP para publicarse y entusiasmado, él, Horacio,  me estimuló a seguir escribiendo. De esta reunión, del Congreso de la SLAP del 83 y de otros eventos a los que asistiría posteriormente en Cuba, nacería mi novela “Escribir en La Habana” premiada en una Bienal de Literatura, diez años más tarde, en 1994.
El siguiente congreso de la SLAP se daría en Venezuela ese mismo año. Fue el XVII Congreso de la SLAP en Julio de 1989, y se realizó en el hotel Hilton de Caracas. Su epónimo fue el doctor Blas Bruni Celli y el evento estuvo muy concurrido. Como era de suponer participaría con varios trabajos libres: Hemangioma histiocitoide y hemangioendotelioma epitelioide, Observaciones ultraestructurales en SIDA, Glándula suprarenal en SIDA, Histología y ultraestructura de un tumor glómico de la tráquea. Los patólogos Martha Morales y Eric Barberena de Nicaragua se estaba ya entrenando en el IAP UCV y fueron supervisados por el doctor Hugo Argüello quien estuvo presente en el evento de la SLAP. Una jornada frente al mar Caribe, trasladados en autobuses desde la capital nos ofreció un día de asueto durante la festividad de “los diablos danzantes de Yare”, y puso una nota folclórica al evento. Tengo fotografías de aquel paseo, una de ellas, con Saudy, regalo de Hernando Salazar. En XVIII Congreso de la SLAP se dio en Buenos Aires en noviembre del año 1991,  y estaba yo invitado a participar activamente en una Mesa Redonda y con varios trabajos a presentar, pero debí suspender el viaje por un accidente de Francisco, el quinto de mis siete hijos, quien había sido arrollado por un auto y estaba en condiciones críticas. Afortunadamente se salvó sin daños colaterales, pero fallé en la asistencia a los eventos de la SLAP y aunque me excusé con el doctor Juan Lechago por no poder participar en una mesa redonda, la sensación de haberle fallado a la SLAP, me duró muchos meses. 
Debo hacer un paréntesis para comentar que al año siguiente, 1992, por recomendación de Arturo Rosas Uribe quien había asistido en España a un evento el año anterior, hice contacto con los organizadores de una reunión que se denominaba el II Curso de Patología de San Sebastián, y se daba en noviembre en el País Vasco. Para mi sorpresa al llegar a Donosti me encontré con Mario Armando Luna y Alberto Ayala y luego volvería a ver a Javier Arias Stella quien daría una interesante charla sobre las dificultades de los patólogos latinoamericanos para acceder a recursos para la investigación. Pronto conocería al organizador, de los cursos, Eduardo Blasco Olaetxea y desde esa oportunidad Blasco, Luna y yo, nos centraríamos en el propósito de crear una publicación sobre patología, que “del Rio Grande a la Patagonia”, estuviese escrita en español y actualizada para los patólogos latinoamericanos. De allí, y con grandes dificultades nacería Avances en Patología una colección que llegó a cinco volúmenes. El último aparecería el año 2009.
El XIX Congreso de la SLAP del año 1993, se realizó en México y yo no pude asistir. Tras haber iniciado la idea de crear la colección de Avances en Patología, mi actividad durante los años 93 y 94 se dirigió a reforzar los nexos con la Fundación Gipuzkoa y asistiría a los Cursos de Patología en el País Vasco, y a eventos de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA). En las XXXVII Jornadas de la SVAP en octubre de 1994, estuvo invitado con Victor Reuter y José Jersorum, Eduardo Blasco,  y en noviembre asistiríamos al VII Congreso Nacional de la Sociedad Cubana de Anatomía Patológica donde  con Blasco presentaríamos un par de trabajos. Al año siguiente, en octubre el año 1995, el  XX Congreso de la SLAP se dio en Santiago de Chile, y allí estuvimos presentes. Con Saudy disfrutaríamos de  la compañía de Henry González, y de Julio Martínez, visitaríamos Isla Negra y la casa de Neruda, volveríamos a ver a grandes amigos, Mario Armando, Vilma Pérez Valle quien ya no padecía los rigores del socialismo, y me tocaría hablar sobre apoptosis en sangre periférica en la infección con VIH y en la reunión sobre el SIDA (OPS-SLAP) conocería a Alba Greco. En fin, fue un congreso de gratas experiencias. En 1996 estuvimos de vuelta en Euskadi durante un Congreso sobre Oncogenes de ASEICA.
Durante el mes de junio del año 1997, se le diagnosticó un cáncer en el colon sigmoides a Saudy y fue intervenida quirúrgicamente para iniciar un proceso terrible de quimioterapias y más de siete  intervenciones para remover metástasis, en ocasiones en ambos pulmones, o en un ovario. Solo su espíritu de lucha con una sonrisa y la mejor disposición para ayudar a otros pacientes en la misma situación, le permitió acompañarme durante casi cuatro años a diversos eventos relacionados con la patología. A los dos primeros Congresos, aquel año 1997, ella no pudo asistir. Fueron en noviembre el IX Congreso Nacional de Patología en Quito, Ecuador,  y el 3 y 4 de diciembre, se dio el XXI Congreso de la SLAP que se escenificó en Panamá. Presentamos varios trabajos y recibí otra mala noticia. Hernando Salazar nos informó que estaba padeciendo de leucemia. Esto no fue impedimento para que bailase una cumbia en el escenario ante todos los invitados. Mario Armando también estuvo solamente un par de días en un gran congreso, comandado por Moisés Espino. en un lujoso hotel que nos comenzaba a mostrar la gran urbe que en pocos años habría de transformarse Panamá. 
Durante el año 1998, comenzaría a viajar con Saudy, estuvimos en Canarias y en Fuerteventura, por la circunstancia de haberse trasladado Eduardo Blasco de Euskadi a esa isla Canaria. Allí comenzaría una gestión de reuniones que reforzarían con Mario Armando Luna el proyecto de Avances en Patología  ya con dos volúmenes publicados. Asistiríamos a un Congreso de Cáncer en La Coruña, y comenzaríamos a preparar el 3ero sobre La Patología del SIDA. En 1999 durante el mes de julio, Blasco y Nicolás Díaz Chico crearían el Instituto Canario de Investigación sobre el Cáncer, produciendo la llamada “Declaración de Fuerteventura” para la lucha contra el cáncer. El año siguiente, el doctor Jaime Ríos Dallenz en Bolivia nos invitó al XX Congreso Boliviano de Patología que se dio en Oruro, ciudad del altiplano andino y dictamos allí y en La Paz, cursos de inmunohistoquímica. Un mes más tarde, en octubre de 1999, se dio el XXI Congreso de la SLAP en Lima, Perú y nos volvimos a encontrar con Javier Arias Stella, quien con Ruy Pérez Tamayo y Pelayo Correa, nos invitarían a Saudy y a mí, a sentarnos con ellos en la mesa, como para recordar la ausencia de otro patólogo venezolano ya retirado de las lides, el doctor Luís Carbonell, uno de los 4 famosos del libraco de Patología. Hernando no pudo asistir por estar padeciendo de un Zoster y con Mario Armando, Nogales y otros amigos brindamos por su pronta recuperación. En el mes de julio del siguiente año, 2000, recibimos la infausta noticia de que Hernando Salazar había fallecido. En la Revista de la SLAP escribí su obituario: In Memoriam, Hernando Salazar un caballero de la Patología universal. Patología (Mex) 38: 233-238, 2000.  No había transcurrido un año, el 27 de marzo del año 2001, cuando tras una tenaz lucha, fallecería mi esposa, Saudy Escorihuela. Con Pablo y Fernando nuestros hijos, en aquellos días aún estudiantes, la recordaremos siempre como la valiente luchadora que fue, siempre llena de amor para enfrentar la adversidad con una sonrisa.
Los editores de Avances en Patología, en mayo de ese mismo año 2001, nos reuniríamos en Fuerteventura y bautizaríamos el volumen 3ro de Avances, como La Patología del SIDA resumiendo en ese libro la experiencia del Instituto Anatomopatológico de la UCV. En septiembre de ese año 2001, se daría en Ciudad Bolívar el VI Congreso Científico Dr Gilberto Berríos, de la Sociedad Venezolana de la SVAP con Nogales y y Mario Armando Luna como profesores invitados y en noviembre del 2001 tendría la suerte de poder asistir con  Ayarit Villaroel y con Ana Rita Zurba, jóvenes histotecnólogas invitadas a participar dictando cursos de inmunohistoquímica en el XXIII Congreso de la SLAP en Managua, Nicaragua. El evento se dio a pesar de un preinfarto de nuestro infatigable Hugo Argüello quien estuvo al frente sin flaquear y volvimos a ver a Vilma Pérez Valle, y también  a Marta Morales y a Erick Barberena y conoceríamos a Miguel Reyes y a Eduardo Zambrano quienes estaban en Yale y se harían amigos inseparables de nuestro grupo de apoyo al proyecto de los libros de Avances. Zambrano asistiría a un Congreso de la SVAP en Caracas y aunque no he mencionado a Arfilio Martínez debo señalar sobre nuestro gran amigo, proveedor de anticuerpos de la casa DAKO, que más que venezolano, es un maracucho quien siempre estuvo ayudando y contribuyendo en todos los eventos de anatomía patológica de los países latinoamericanos.
En el XXIV Congreso de la SLAP el año 2003 se daría en Quito, Ecuador  veríamos de nuevo a muchos buenos amigos. Eduardo Zambrano en su tierra, de visita, pues había decidido quedarse en Estados Unidos. Con Borrajero discutiríamos sobre política. Estaban Mario Armando, Nogales, Jersorum, Arias Stella y otros patólogos quienes  me acompañarían, con Julia y con AnaRita en aquel octubre, estaríamos  rodeados de volcanes y de picos nevados en el evento de la SLAP que se daba en la mitad del globo terráqueo. 
El año 2004, se programó un Tercer encuentro de Investigadores Iberooamericanos en Cáncer en Tenerife y luego en Fuerteventura un Seminario sobre inmunohistoquímica.  En el mes de mayo asistí con Julia al XLVII Congreso Anual de la Sociedad Mexicana de Patólogos en Cancum, estábamos reunidos con Miguel Reyes, Mario Armando Luna, Eduardo Zambrano, Ruy Pérez Tamayo, Carlos Manivel, Carlos Bedrossian, Arfilio Martínez  y muchos otros amigos quienes me oyeron hablar sobre Rafael Rangel y Luis Daniel Beauperthuy, investigadores venezolanos de los siglos XVIII y XIX con unas historias muy parecidas a las de otros latinoamericanos que han luchado para hacer investigación. Gracias a la recomendación del doctor Luna, fuimos en agosto a Puerto Vallarta para participar en la Tercera Reunión de la Asociación Mexicana de inmunohistoquímica y Biología Molecular aplicada a la Patología. Una oportunidad única.
La Primera Conferencia Atlántica de Patología Molecular, se dio en MorroJable, Fuerteventura, en el mes de julio del año 2005; la Segunda Conferencia Atlántica sería en Corralejo, Fuerteventura en junio del 2006. Ese año en el mes de septiembre asistimos al 36 Congreso de la Sociedad Colombiana de Patología en Cartagena de Indias, Colombia, un evento organizado por Enrique López Loyo patólogo venezolano y le rendí homenaje a la memoria de Hernando Salazar. 
Yo había decidido regresar en enero de ese año 2005 a mi ciudad natal. La mudanza, con el traslado de mi Laboratorio de Patología Molecular a Maracaibo y la instalación del mismo, ya jubilado de la universidad se combinaron para imposibilitarme asistir a otros eventos. En realidad el XXV Congreso de la SLAP se daría en La Habana, Cuba en octubre de ese año 2005 y dada a situación política que atravesábamos los venezolanos no fue posible asistir.  
El XXVI Congreso de la SLAP que se dio en septiembre del 2007 en Punta del Este, Uruguay. Varios patólogos venezolanos tuvieron la suerte de estar presentes en este evento y desde las cataratas del Iguazú me harían llegar hermosas fotografías.  En junio del 2007 se realizaría la Tercera  Conferencia Atlántica de Patología Molecular en Fuerteventura, asistirían invitados Anaís Malpica y Víctor Reuter. Me correspondería presentar un par de trabajos sobre Un modelo experimental con el MMTV del tumor murino transplantable y aspectos inmunopatológicos en el cáncer de cérvix.  Al año siguiente, 2008, en el mes de Junio se daría en Corralejo, Fuerteventura la Cuarta Conferencia Atlántica de Patología Molecular. En esta ocasión estaban invitados a participar los discípulos del doctor Luna que conformaban el Grupo de Cabeza y Cuello, y asistirían acompañando al maestro las doctoras Minerva Lazos, Leonora Chávez, con Guillermo Juárez y Alfredo Ávila. En la reunión se presentaría el cuarto volumen de la colección de Avances en Patología coordinado por el mismo doctor Mario Armando Luna quien fallecería el día 9 de noviembre de ese mismo año 2008 en Houston. En el quinto y último volumen de Avances, tendría ocasión de relatar en una “Semblanza de mi amigo y hermano mexicano Mario Armando Luna” cómo había sido su premonitoria despedida durante nuestro último encuentro en Canarias. Habíamos perdido a un brillante patólogo, y especialmente una bella persona, y  gran amigo. El año siguiente, 2009, en su memoria, se editó el 5to volumen de la colección Avances en Patología y en Managua el 26 de junio en el Congreso Nicaragüense de Patología donde su compadre doctor Alberto Ayala nos hablaría sobre su vida y su trayectoria profesional. En octubre, ese mismo año,  en Maracaibo durante las XLVII Jornadas Nacionales de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica, en presencia de sus discípulos del Grupo de Cabeza y Cuello y de amigos patólogos, volvimos a recordar a Mario Armando Luna.
Se darían dos Congresos de la SLAP, el XXVII en noviembre de ese año 2009, en Guatemala, dirigido por Víctor Leonel Argueta, y el XXVIII en octubre del año 2011 en Maceió, Brasil. A ninguno de los dos pude asistir, a pesar de la gentil invitación del doctor Argueta, las dificultades cambiarias en Venezuela hacían muy difícil lograr recursos para poder estar presentes. El XXX Congreso de la SLAP se hizo en Oaxaca, México el año 2013 y allí estuve, con Julia y conversaría con varios patólogos venezolanos que hacía años no les veía, y ¡ni que decir de los viejos conocidos de la SLAP! Uno de ellos me habló de que mi presencia era como ver los dinosaurios. Pero lo bueno era saber que estaba de vuelta, y hasta llegué a participar presentando un caso en el Seminario de Cabeza y Cuello. En realidad fue una gran oportunidad, volver a encontrarnos con tantos amigos y disfrutar de su compañía. Finalmente allí mismo, reunidos con muchos amigos, decidimos que asistiríamos el año siguiente al XXXI Congreso Centroamericano y del Caribe de Patología que estaban organizando el doctor Argüello y Vilma Isabel Pérez Valle y se nos ocurrió pensar en que podría hablar relatando todas estas experiencias de vida, durante 40 años con los amigos de la SLAP. Tanto Víctor Argueta como Martín Sangüeza, el actual presidente de la SLAP, me plantearon la posibilidad de intentar escribir parte de  la charla que había dado, ayudado por imágenes recogidas en viejas fotografías. Espero haber cumplido sus deseos.
Maracaibo, marzo, 2015
Jorge García Tamayo

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