CUARENTA AÑOS EN LA S.L.A.P.
Esta
es una historia personal, sobre mi relación con la Sociedad Latinoamericana de
Patología (SLAP) y con los patólogos latinoamericanos. Creí conveniente iniciar
mi historia en el año 1969, y antes de
seguir adelante, me parece debo
presentarme. Soy un patólogo venezolano
graduado como médico-cirujano en la Universidad del Zulia, en Maracaibo, mi
ciudad natal, en julio del año 1963. Comencé en Anatomía Patológica desde entonces,
y en febrero del año 1964, ya había hecho 60 autopsias. Tenía un cargo
hospitalario sin sueldo, por lo que fue una suerte lograr una beca, que el
doctor Franz Wenger jefe del Servicio de Patología del hospital Universitario
de Maracaibo gestionó con un Club Rotario de Wisconsin. Así pude irme a los
Estados Unidos donde permanecí hasta el año 1967. Estuve haciendo la residencia
en patología en la Universidad de Wisconsin, pasé un año en el Philadelfia General
Hospital y en la Universidad de Pennsylvania, e hice un curso complementario de
microscopía electrónica en Berkeley.
Regresé a mi tierra en enero del año 1968 y tuve la suerte de poder
trabajar en microscopía electrónica en Maracaibo, iniciando lo que llamamos la patología
ultraestructural.
Al año siguiente de mi regreso trabajando en un recién instalado
Laboratorio de Microscopía Electrónica del hospital Sanatorio Antituberculoso
de Maracaibo, me enteré que había un Congreso de la Sociedad Latinoamericana de
Patología (SLAP) en Buenos Aires y con otros patólogos de mi ciudad decidimos
asistir a aquel evento. Viajamos por Aerolíneas Argentinas, en un avión donde
recuerdo también iba Sandro quien regresaba a su tierra después de una gira
artística.
El
Dr. Mauricio Rapaport, había fundado el año 1962 la División Argentina de la
Academia Internacional de Patología (IAP), y era el mismo doctor Rapaport quien
había organizado en Buenos Aires aquel
evento denominado Ier Congreso
Panamericano de Anatomía Patológica y al cual le correspondía ser el VII
Congreso Latinoamericano de la SLAP.
Este fue mi primer contacto con los patólogos de la SLAP. Llevé dos trabajos libres:
Histopatología
y ultraestructura del sistema nervioso en humanos y en animales con rabia, y Observaciones
sobre la ultraestructura del tejido nervioso en la encefalitis equina
venezolana. Desde ese entonces, tengo memoria de variadas situaciones
que se dieron en mis diversos encuentros con los patólogos latinoamericanos, especialmente
en las reuniones bianuales de la SLAP y en
varios eventos centroamericanos de patología. Con algunos de estos recuerdos preparé una
plática que por invitación me atreví a dictar en Managua en noviembre del año
2014, durante el XXXI Congreso Centroamericano y
del Caribe de Patología.
Espero complacer a mi amigo Martín Sangüeza actual presidente de la SLAP, al tratar
de escribir ordenadamente un recuento de mis conexiones con los patólogos
latinoamericanos y de los eventos a los que tuve la suerte de asistir, todos
ellos para mí de singular valor. Espero que su lectura sirva para dejar constancia
de hechos que en la memoria pudiesen con el tiempo desaparecer. Algunos
detalles de mi primer encuentro con los
amigos de la SLAP en el VII Congreso,
quedaron en letras en una de mis novelas, curiosamente denominada “La
entropía tropical”.
Al
año siguiente, en 1970, durante el mes de mayo, estuve en México para asistir
al VIII Congreso
Internacional de la International Academy of Pathology. Para la época ni sabía que
conexiones podría haber entre la
SLAP y lo que representaba la IAP, pero
el programa me llamó la atención y circunstancialmente, mi hermano mayor,
médico también, quien había estado durante 5 años haciendo investigación en
inmunología con el profesor Kumate de la UNAM, se había mudado a la ciudad de
México para trabajar con él, de manera que aproveché el viaje para visitarlo.
Como era aquel de la IAP un evento en inglés, llevé un trabajo libre con el
título de Ultrastructural and histochemical observations on the development of
Venezuelan Equine Encephalitis virus in the central nervous system of newborn
mice. Aquel Congreso, resultó para
mí muy interesante, y tuve la suerte de conocer a varios patólogos, algunos de
ellos venezolanos, de Caracas, conocí a Elio Casale Ochoa y su esposa Ulmary.
Especialmente me agradó conversar y trabar amistad con Luís Carbonell, un personaje
a quién para ese entonces todos los patólogos latinoamericanos respetábamos
pues era uno de los cuatro grandes maestros, quién con Pelayo Correa, Javier
Arias Stella y Ruy Pérez Tamayo había escrito el gran Texto de Patología, un
libraco en español que hacía furor pues era casi el único texto latinoamericano
y especialmente, estaba escrito en nuestro idioma. En el viaje de regreso, el doctor Carbonell
quien tenía una importante posición en el Instituto de Investigaciones
Científicas (IVIC) donde ya habían entrenado en 1969 a nuestro técnico en
microscopía electrónica, me ofreció su apoyo desinteresado para que pudiésemos
continuar en Maracaibo nuestros trabajos de investigación en patología ultraestructural.
Cuando le presenté el manuscrito de nuestro primer trabajo al doctor Gernot
Bergold el virólogo del IVIC, ya en inglés y con la intención de enviarlo a una
revista indexada, él quien no aceptó la coautoría, tras revisar el manuscrito
nos impulsó a remitirlo sin miedo al Journal of Virology. Se publicaría así:
García Tamayo J.
Acid Phosphatase activity in mouse brain
infected with Venezuelan equine Encephalomielitis virus. J Virology 8: 232-241, 1971.
En
el mes de diciembre, de ese mismo año 1970, visité por primera vez un país
centroamericano. Estuve en San José, de Costa Rica del 1 al 5 de diciembre en un evento que se denominó Segundo
Congreso Centroamericano y Mexicano de Patología, en el cual participé con
el trabajo libre; Desarrollo
del virus de la rabia en humanos y en animales. El evento estaba organizado por
el doctor Rodolfo Céspedes Fonseca, un patólogo costarricense con una energía y
capacidad de trabajo admirable. Este Congreso fue para mí la ratificación de
una verdad que habría de sostener durante toda mi vida. Me dije y lo divulgaría
entre los patólogos de mi país, que si queríamos aprender más y mantenernos
actualizados deberíamos asistir a esos eventos y a todos los de la SLAP.
Como
una muestra les señalaré que se presentaron en aquel Congreso Centroamericano, los
resultados de una revisión de miles biopsias del cuello uterino en Costa Rica,
desde 1962 a 1969, con 418 casos de cáncer invasor. Se mostró un trabajo con 10.000
biopsias sobre la patología tiroidea, y el doctor Rodolfo Céspedes del Hospital San Juan de Dios
informó sobre 12 casos de blastomicosis sudamericana sistémica, igualmente demostró que existía un 6% de
toxoplasmosis en el examen de 4.000 placentas, y presentó casos de
Angiostrongylus costarricenses, con angiostrongylosis abdominal provocada por este
parásito, enfermedad que no conocíamos en nuestro país. Por otra parte, el
doctor Héctor Márquez Monter, quien era muy respetado en México como importante
miembro de la SLAP, demostró en un estudio
ultraestructural, la participación mitocondrial en la absorción
intestinal de la rata. El profesor Ruy Pérez Tamayo dictaría una interesante
conferencia sobre la forma como el colágeno se desintegra y se autoelimina en
algunos granulomas desmoplásicos experimentalmente producidos por la inyección
subcutánea de Carragenina. También estuvo presente el profesor Javier Arias Stella
quien mostró 20 casos de linfomas endonasales, y me complació mucho ver la
presentación del doctor Alberto Angulo Ortega, de Venezuela, conocido experto
patólogo pulmonar quien demostró nódulos pulmonares calcificados con criptococos
neoformans y casos de blastomicosis suramericana
pulmonar.
Con
todas estas experiencias positivas, no nos demoramos mucho tiempo en planificar
para comienzos del siguiente año 1971, un evento local para darle su justo
valor a lo que ya comenzábamos a denominar, la patología ultraestructural. Del
18 al 21 de abril en Maracaibo hicimos en Primer Simposio Venezolano de
Patología Ultraestructural. Asistieron invitados profesores de la
Universidad de Buenos Aires, Enrique Valdivia de la Universidad de Wisconsin,
Julio Ospina del Instituto de Cancerología de Bogotá, Ruy Pérez Tamayo de
México, e investigadores del IVIC y patólogos de Caracas, los doctores Leandro
Potenza y César Alemán quienes también utilizaban el microscopio electrónico.
El Laboratorio de Microscopía Electrónica del Sanatorio Antituberculoso de
Maracaibo, había sido creado siguiendo las directrices del profesor Fernández
Morán, quien para la fecha trabajaba ya
en el Instituto Fermi de la Universidad de Chicago. Prepararíamos una
exposición de carteles para el evento y la misma exposición sobre patología y
ultraestructura sería mostrada ese mismo año en el mes de noviembre cuando la SLAP
lograría organizar su evento bianual en el hotel del lago de Maracaibo.
Sobre
este Congreso de la SLAP, lo dije en Managua y lo repetiré aquí por escrito, el
doctor López Corella me había propuesto en un par de ocasiones, que relatase
las incidencias que llevaron a la realización del VIII Congreso de la SLAP sobre el cual se pensó con temor que no que
no se iba a poder realizar, más a la postre resultó ser para la época, un exitoso
evento. Esa historia atendiendo a la solicitud de López Corella, creo que merece
una mención especial. La Revista de la SLAP venía funcionando en Colombia y
había tenido una serie de dificultades primariamente económicas y de
organización, por ello estaba planteado su traslado a otro país, pero una
decisión previa también había sido acordada sobre el VII Congreso de la SLAP,
el cual se debería hacer en Caracas, la capital de Venezuela y tal vez para
allí definir el destino de la Revista. Sobre el evento propuesto habían
conversado quienes para la época eran importantes patólogos venezolanos, los
jefes de los diferentes Servicios de Patología capitalinos. Al final y ya
avanzada la fecha, Leandro Potenza jefe del Servicio del hospital Militar,
Alberto Rivero director del Instituto Anatomopatológico (IAP) de la Universidad
Central y Blas Bruni Celli director del Instituto del Hospital Vargas, no
lograron ponerse de acuerdo para organizar el evento de la SLAP, por lo que todo parecía indicar que ese año no
habría Congreso Latinoamericano. Surgió entonces el doctor Franz Wenger, jefe
del Servicio de Patología del hospital Universitario de Maracaibo quien les
aseguró a los patólogos de Caracas que con la colaboración de los patólogos de la
ciudad de Maracaibo, se podría hacer el VIII Congreso en el Hotel del Lago de
Maracaibo. Resultó, y las ponencias quedaron en la Revista de la SLAP, por lo
que no voy a detenerme destacando los valiosos trabajos y los posters que se
presentaron. Me referiré tan solo al trabajo libre de Jorge Nagel y Elio
Casale, ginecólogo y patólogo, de Caracas, quienes mostraron como en unas denominadas
“displasias rosadas” del cuello uterino se veían papovavirus. Asistía a la
presentación con un ginecólogo de Maracaibo, JT Nuñez Montiel quien me propuso
que investigásemos sobre virus en el cérvix aprovechando que teníamos un
microscopio electrónico. Así preparamos
para el futuro congreso de la SLAP un par de trabajos sobre el virus del
papiloma y el cáncer cervical. El VIII
Congreso de la SLAP en Maracaibo tuvo muchas incidencias y hay variadas
anécdotas, diré tan solo que Hernando Salazar y un par de colegas patólogos
colombianos fueron detenidos por tomar fotografías del puente sobre el lago de
Maracaibo y el doctor Wenger tuvo que hablar con el gobernador del Estado Zulia
para identificarlos y liberarlos no como guerrilleros de “el hermano país”,
sino como lo que eran, buenos patólogos asistentes la VIII Congreso.
En
1973, el XIX Congreso de la SLAP se dio en la ciudad de Mérida, Yucatán,
México, y fue organizado por el doctor Álvaro Bolio Cicero. Este congreso
fue igualmente todo un suceso. Allá fuimos, JT Nuñez Montiel y yo, a presentar
el trabajo “Colposcopia, histopatología y ultraestructura de papilomas y
condilomas genitales” y otro titulado “Identificación de partículas
virales en el exudado de pacientes con papilomas y condilomas genitales”.
Lo anecdótico, ya referido en otras ocasiones, es que al final, el profesor
Javier Arias Stella quien había escuchado mi intervención, se acercó para
informarme que lo que había dicho era más importante de lo que yo creía y que
el tiempo demostraría que el cáncer del cuello uterino tenía mucho que ver con
los virus que habíamos presentado. En
realidad estaba en lo cierto como todos ya lo saben. Varios años después,
cuando Zur Hausen lo confirmó en 1980, el VPH ya era un tema trajinado por
todos en la patología universal. Arias Stella lo ratificaría como logro de los
patólogos latinoamericanos en un artículo publicado en la Revista de Patología
de la SLAP “Patología en un país en desarrollo. Experiencia de una vida”.
Patología (Mex) 1993,31: 1-5.
Aquí
se crea el primer paréntesis donde mi situación personal será la responsable de
que no pudiese mantener la regularidad para asistir a los congresos de la SLAP.
Me explico. En 1975 el X Congreso de la
SLAP se dio en Recife, Brasil, luego,
en 1977 el XI Congreso de la SLAP fue
en Quito, Ecuador y en el año 1979 el XII
Congreso de la SLAP se realizó en
Santo Domingo, República Dominicana. El año 1975 había dejado mi ciudad
natal, Maracaibo, para trabajar como neuropatólogo y para encargarme de un
viejo microscopio electrónico en el Instituto de Patología del hospital Vargas
de Caracas. Esta salida de mi región fue precedida por varios eventos, entre
otros fui electo Secretario de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica
(SVAP) durante el mismo VIII Congreso de
la SLAP con el doctor Alberto León en la presidencia y la directiva de la SVAP,
por vez primera salió del cenáculo capitalino. La SVAP continuaría seis años
más fuera de Caracas ya que en 1973, fui electo en la isla de Margarita como
Presidente de la SVAP. Paradójicamente, durante los dos años de mi gestión
frente a la SVAP, al pasar el Sanatorio Antitubercuoloso a ser el hospital
General del Sur de Maracaibo, la situación del laboratorio de microscopía electrónica
se deterioró terriblemente. El director del hospital, doctor Pedro Iturbe quien
le daba apoyo a nuestros trabajos de investigación, se iría para dedicarse a la
Medicina Familiar. Decidí pedir un año sabático en la Universidad y trasladarme
a Caracas para trabajar en el Instituto de Patología del hospital Vargas. Me
tocó vivir aquella época, cuando también el doctor Arias Stella, exiliado
político, hubo de salir del hospital Vargas para refugiarse en el IVIC gracias
a la ayuda de nuestro buen amigo Luis Carbonell. Tras haber recibido la
aprobación del CONICT para un microscopio electrónico que me permitiría
proseguir mi trabajo de investigación en enfermedades virales (encefalitis
equina venezolana experimental y sobre el VPH) debí dejar el hospital Vargas y
afortunadamente, el Instituto Anatomopatológico (IAP) de la UCV, me recibió
gustosamente. Allí, en lo que yo denominé durante mucho tiempo, “mi exilio
capitalino”, habría de desarrollar mi
trabajo sobre la patología ultraestructural tratando de estimular la
investigación en esa área. Permanecería en Caracas durante 28 años (1976-2004).
En estos años iniciales en la capital, tuve la suerte de conocer a Mario
Armando Luna y comenzamos en el IAP con una intensa actividad de invitaciones a
los patólogos latinoamericanos quienes llegaban a dictar cursos y conferencia
en el IAP o asistían a los Congresos de la SVAP. La lista de aquellos famosos
patólogos es interminable y se me escaparán nombres, por lo que prefiero no decir nada más para regresar al tema de los
Congresos de la SLAP.
En
1981, el XIII Congreso de la SLAP se realizó en La Paz, Bolivia y hasta
el altiplano llegaría con mi esposa Saudy
previo paseo por Cuzco y Machu Pichu, y supongo que quizás por ello no
nos afectó como a otros, la altura de la capital, el llamado “soroche”. Llevé
dos trabajos, “Patogenia de la infección intrauterina con el virus de la EEV”
y “Meningoencefalitis
por amibas de vida libre”. La discusión planteada en la asamblea fue de
gran interés por la importancia de la SLAP le otorgaría a la reactivación de la
Revista Patología de manera que Luis Benitez Bribiesca fue ratificado en la
dirección de la misma. Se planteó en la reunión el tema de la alternabilidad de
los congresos de la SLAP, ante una
solicitud de los patólogos uruguayos a la que se adhirió Hernando Salazar para
finalmente tras una larga discusión, prevalecer el criterio de los doctores Márquez
Monter y López Corella, de manera que el siguiente congreso fue aprobado para
realizarse en la ciudad de La Habana, en
Cuba.
El
XIV Congreso de la SLAP en La Habana fue realmente fastuoso. Se
dio en el Palacio de Convenciones de la capital cubana. Era un programa con
paseo a las playas de Varadero, y constituyó un rotundo éxito por lo bien
organizado del mismo. Participé en una “Mesa Redonda sobre encefalitis virales”
y en un “Curso de Microscopía electrónica diagnóstica”. Para la mayoría
de los patólogos venezolanos, la afortunada posibilidad de andar sueltos, por
nuestra cuenta en la ciudad, constituyó un doloroso descubrimiento sobre la
sufrida espartana vida de los habitantes de La Habana, y los contrastes, en
ocasiones grotescos, ante las expectativas que muchos teníamos sobre la tan
publicitada revolución cubana fueron esclarecedores. No quiero hacer más comentarios
por consideración a nuestro amigo de siempre, el profesor Israel Borrajero,
patólogo permanentemente solidario con la SLAP. Dos años más tarde, en 1985, el
XV Congreso de la SLAP se dio en San
José de Costa Rica. El volcán Irazú estaba reactivándose y asistimos a un
evento que estimuló el uso de la microscopía electrónica, en aquel momento desarrollándose
con gran auge en el país centroamericano. Estuve actuando de nuevo en Mesa
Redonda sobre Microscopía electrónica en el diagnóstico. Aquel fue igualmente
un evento muy bien organizado.
El
año siguiente, Hernando Salazar me convocó para el XVI Congreso
Internacional de la AIP en Viena. En aquel evento con expertos patólogos en
ginecología, conocí a Francisco (Paco) Nogales, y presentamos la ultraestructura
e inmunohistoquímica de un caso: “Vulvar intraepithelial neoplasia”
destacando la participación del VPH en estas lesiones. En aquella oportunidad,
nos reunimos con varios patólogos latinoamericanos, Mario Armando Luna, Carlos
Bedrossian, Luis Salinas Madrigal y otros quienes brindamos con Hernando por
una fraternal amistad. Viajamos Hernando y yo, hasta Budapest por el Danubio,
una aventura inolvidable que con las vividas en el Congreso de Viena quedarían también
plasmadas en mi novela “La entropía tropical”.
El
XVI Congreso de la SLAP sería en 1987, en
Salvador, Bahía. La asistencia de patólogos venezolanos a este evento fue
nutrida. Estuvimos casi todos reunidos en un mismo hotel y compartimos buenos
momentos. De los paisajes y las bellezas de Bahía, la música Saudade de Bahía,
el pelourinho y el recuerdo de las novelas de Jorge Amado se combinaron con las
vivencias en el evento, donde llevé un trabajo sobre los hemangioendoteliomas epitelioides,
y participé en una Mesa Redonda sobre microscopía electrónica. Era la época
de llevar varios carrousels llenos de diapositivas y si se volteaban y se
desparramaban, como le ocurrió en ocasión de comenzar a dictar un Seminario,
con un disgusto fácil de imaginar, a mi tocayo, el doctor Albores Savedra, un
detalle casi trágico del evento de la SLAP en tierras brasileñas. Recuerdo
particularmente las declaraciones de Mario Armando Luna a la prensa alrededor
del SIDA y los besos, que causaron conmoción. Nosotros nos bañamos en la playa donde las olas del
Atlántico me dieron un revolcón. Conservo fotografías que dan fe de que esos
momentos existieron.
El
año siguiente, en noviembre de 1988 estaba
programado para realizarse en Managua,
Nicaragua el XXIV Congreso
Centroamericano de Patología y tuve la suerte de regresar a tierras
centroamericanas. En aquella oportunidad descubriría la tierra de Sandino y
especialmente conocería a los nicas. Había llevado un par de trabajos sobre Lesiones
tumorales y pseudotumorales de partes blandas y sobre Infecciones
por el VPH en ginecología, en una época cuando el VPH comenzaba a dar
mucho que hablar. Pero la revelación fue para mí escuchar al Dr Fransen y su
pistola mágica para hacer biopsias por aguja fina y saber de su seguridad
diagnóstica que le permitía llevar los casos citológicos directamente a
cirugía. Años más tarde Vilma Pérez Valle quien estaba iniciando su residencia
se iría como su discípula a Suecia y a Noruega para transformarse en quién es
ahora una super-experta en citología. En aquellos días desde la azotea del
hotel que se alzaba como una pirámide sobre las ruinas aún presentes del
terremoto y frente al auditórium Olaf Palme, conversaría con Mario Armando Luna
y con el comandante Israel Borrajero sobre muchas cosas de la patología y de la
política, sobre el presente y el futuro de nuestros pueblos latinoamericanos.
Momentos inolvidables que me traen viejos recuerdos que siempre llegan a mí
recreados con el aroma del ron Flor de Caña.
Gracias
al evento centroamericano, para el mes de marzo del siguiente año, 1989, desde
la dirección del Instituto Anatomopatológico en la UCV organizamos un viaje
durante el único período que podíamos usar los patólogos para ausentarnos del
país todos juntos. Siete patólogos venezolanos aprovechamos la Semana Santa
para irnos a Nicaragua y dictar un Curso
de Actualización en Patología para todos los patólogos y los residentes de
aquella nación que vivía en la precaria situación de un conflicto armado. El
curso lo cuadraría el incansable Hugo Argüello y en aquellos días de “la guerra
de los contras”, María Elena Ruíz,
Arturo Rosas Uribe, Arturo Michelena, Jesús Enrique González, José Atahualpa
Pinto, Gilberto Berríos y quien narra esta aventura para la época en la
Dirección del IAP de la UCV, vivimos una inolvidable experiencia y gustosos ofrecimos
nuestra contribución para ayudar a la patología nicaragüense. En mayo de ese
mismo año, conocería en La Habana al doctor Horacio Oliva Aldamiz, estrella de
la patología ibérica quien tenía varios libros publicados. Asistíamos ambos al II
Congreso de la Federación Iberoamericana de Biología Celular y Molecular y
Horacio leyó mi manuscrito de “Reflexiones de un anatomopatólogo”, un proyecto
de libro que no había sido aceptado por la SVAP para publicarse y entusiasmado,
él, Horacio, me estimuló a seguir
escribiendo. De esta reunión, del Congreso de la SLAP del 83 y de otros eventos
a los que asistiría posteriormente en Cuba, nacería mi novela “Escribir
en La Habana” premiada en una Bienal de Literatura, diez años más
tarde, en 1994.
El
siguiente congreso de la SLAP se daría en Venezuela ese mismo año. Fue el XVII Congreso de la SLAP en Julio de 1989,
y se realizó en el hotel Hilton de Caracas. Su epónimo fue el doctor Blas
Bruni Celli y el evento estuvo muy concurrido. Como era de suponer participaría
con varios trabajos libres: Hemangioma histiocitoide y
hemangioendotelioma epitelioide, Observaciones ultraestructurales en SIDA,
Glándula suprarenal en SIDA, Histología y ultraestructura de un tumor glómico
de la tráquea. Los patólogos Martha Morales y Eric Barberena de
Nicaragua se estaba ya entrenando en el IAP UCV y fueron supervisados por el
doctor Hugo Argüello quien estuvo presente en el evento de la SLAP. Una jornada
frente al mar Caribe, trasladados en autobuses desde la capital nos ofreció un
día de asueto durante la festividad de “los diablos danzantes de Yare”, y puso
una nota folclórica al evento. Tengo fotografías de aquel paseo, una de ellas,
con Saudy, regalo de Hernando Salazar. En XVIII
Congreso de la SLAP se dio en Buenos Aires en noviembre del año
1991, y estaba yo invitado a participar
activamente en una Mesa Redonda y con varios trabajos a presentar, pero debí
suspender el viaje por un accidente de Francisco, el quinto de mis siete hijos,
quien había sido arrollado por un auto y estaba en condiciones críticas.
Afortunadamente se salvó sin daños colaterales, pero fallé en la asistencia a
los eventos de la SLAP y aunque me excusé con el doctor Juan Lechago por no
poder participar en una mesa redonda, la sensación de haberle fallado a la
SLAP, me duró muchos meses.
Debo
hacer un paréntesis para comentar que al año siguiente, 1992, por recomendación
de Arturo Rosas Uribe quien había asistido en España a un evento el año
anterior, hice contacto con los organizadores de una reunión que se denominaba el
II Curso de Patología de San Sebastián, y se daba en noviembre en el
País Vasco. Para mi sorpresa al llegar a Donosti me encontré con Mario Armando
Luna y Alberto Ayala y luego volvería a ver a Javier Arias Stella quien daría
una interesante charla sobre las dificultades de los patólogos latinoamericanos
para acceder a recursos para la investigación. Pronto conocería al organizador,
de los cursos, Eduardo Blasco Olaetxea y desde esa oportunidad Blasco, Luna y
yo, nos centraríamos en el propósito de crear una publicación sobre patología, que
“del Rio Grande a la Patagonia”, estuviese escrita en español y actualizada
para los patólogos latinoamericanos. De allí, y con grandes dificultades
nacería Avances en Patología una
colección que llegó a cinco volúmenes. El último aparecería el año 2009.
El
XIX Congreso de la SLAP del año 1993, se
realizó en México y yo no pude asistir. Tras haber iniciado la idea de
crear la colección de Avances en Patología, mi actividad durante los años 93 y
94 se dirigió a reforzar los nexos con la Fundación Gipuzkoa y asistiría a los
Cursos de Patología en el País Vasco, y a eventos de la Asociación Española de
Investigación sobre el Cáncer (ASEICA). En las XXXVII Jornadas de la SVAP en
octubre de 1994, estuvo invitado con Victor Reuter y José Jersorum, Eduardo
Blasco, y en noviembre asistiríamos al VII
Congreso Nacional de la Sociedad Cubana de Anatomía Patológica donde con Blasco presentaríamos un par de trabajos.
Al año siguiente, en octubre el año 1995, el XX Congreso de la SLAP se dio en
Santiago de Chile, y allí estuvimos presentes. Con Saudy disfrutaríamos
de la compañía de Henry González, y de
Julio Martínez, visitaríamos Isla Negra y la casa de Neruda, volveríamos a ver
a grandes amigos, Mario Armando, Vilma Pérez Valle quien ya no padecía los
rigores del socialismo, y me tocaría hablar sobre apoptosis en sangre
periférica en la infección con VIH y en la reunión sobre el SIDA (OPS-SLAP) conocería
a Alba Greco. En fin, fue un congreso de gratas experiencias. En 1996 estuvimos
de vuelta en Euskadi durante un Congreso sobre Oncogenes de ASEICA.
Durante
el mes de junio del año 1997, se le diagnosticó un cáncer en el colon sigmoides
a Saudy y fue intervenida quirúrgicamente para iniciar un proceso terrible de
quimioterapias y más de siete
intervenciones para remover metástasis, en ocasiones en ambos pulmones,
o en un ovario. Solo su espíritu de lucha con una sonrisa y la mejor
disposición para ayudar a otros pacientes en la misma situación, le permitió
acompañarme durante casi cuatro años a diversos eventos relacionados con la
patología. A los dos primeros Congresos, aquel año 1997, ella no pudo asistir.
Fueron en noviembre el IX Congreso Nacional de Patología en Quito, Ecuador, y el 3 y 4 de diciembre, se dio el XXI Congreso de la SLAP que se
escenificó en Panamá. Presentamos varios trabajos y recibí otra mala
noticia. Hernando Salazar nos informó que estaba padeciendo de leucemia. Esto
no fue impedimento para que bailase una cumbia en el escenario ante todos los
invitados. Mario Armando también estuvo solamente un par de días en un gran congreso,
comandado por Moisés Espino. en un lujoso hotel que nos comenzaba a mostrar la
gran urbe que en pocos años habría de transformarse Panamá.
Durante
el año 1998, comenzaría a viajar con Saudy, estuvimos en Canarias y en
Fuerteventura, por la circunstancia de haberse trasladado Eduardo Blasco de
Euskadi a esa isla Canaria. Allí comenzaría una gestión de reuniones que
reforzarían con Mario Armando Luna el proyecto de Avances en Patología ya con dos volúmenes publicados. Asistiríamos
a un Congreso de Cáncer en La Coruña, y comenzaríamos a preparar el 3ero sobre
La Patología del SIDA. En 1999 durante el mes de julio, Blasco y Nicolás Díaz
Chico crearían el Instituto Canario de Investigación sobre el Cáncer, produciendo
la llamada “Declaración de Fuerteventura” para la lucha contra el cáncer. El
año siguiente, el doctor Jaime Ríos Dallenz en Bolivia nos invitó al XX
Congreso Boliviano de Patología que se dio en Oruro, ciudad del altiplano
andino y dictamos allí y en La Paz, cursos de inmunohistoquímica. Un mes más
tarde, en octubre de 1999, se dio el XXI
Congreso de la SLAP en Lima, Perú y nos volvimos a encontrar con Javier
Arias Stella, quien con Ruy Pérez Tamayo y Pelayo Correa, nos invitarían a
Saudy y a mí, a sentarnos con ellos en la mesa, como para recordar la ausencia
de otro patólogo venezolano ya retirado de las lides, el doctor Luís Carbonell,
uno de los 4 famosos del libraco de Patología. Hernando no pudo asistir por
estar padeciendo de un Zoster y con Mario Armando, Nogales y otros amigos
brindamos por su pronta recuperación. En el mes de julio del siguiente año,
2000, recibimos la infausta noticia de que Hernando Salazar había fallecido. En
la Revista de la SLAP escribí su obituario: In Memoriam, Hernando Salazar un
caballero de la Patología universal. Patología (Mex) 38: 233-238, 2000. No había transcurrido un año, el 27 de marzo
del año 2001, cuando tras una tenaz lucha, fallecería mi esposa, Saudy
Escorihuela. Con Pablo y Fernando nuestros hijos, en aquellos días aún
estudiantes, la recordaremos siempre como la valiente luchadora que fue,
siempre llena de amor para enfrentar la adversidad con una sonrisa.
Los
editores de Avances en Patología, en mayo de ese mismo año 2001, nos
reuniríamos en Fuerteventura y bautizaríamos el volumen 3ro de Avances, como La
Patología del SIDA resumiendo en ese libro la experiencia del Instituto
Anatomopatológico de la UCV. En septiembre de ese año 2001, se daría en Ciudad
Bolívar el VI Congreso Científico Dr Gilberto Berríos, de la Sociedad
Venezolana de la SVAP con Nogales y y Mario Armando Luna como profesores invitados
y en noviembre del 2001 tendría la suerte de poder asistir con Ayarit Villaroel y con Ana Rita Zurba, jóvenes
histotecnólogas invitadas a participar dictando cursos de inmunohistoquímica en
el XXIII Congreso de la SLAP en Managua, Nicaragua. El evento se dio
a pesar de un preinfarto de nuestro infatigable Hugo Argüello quien estuvo al
frente sin flaquear y volvimos a ver a Vilma Pérez Valle, y también a Marta Morales y a Erick Barberena y
conoceríamos a Miguel Reyes y a Eduardo Zambrano quienes estaban en Yale y se
harían amigos inseparables de nuestro grupo de apoyo al proyecto de los libros
de Avances. Zambrano asistiría a un Congreso de la SVAP en Caracas y aunque no
he mencionado a Arfilio Martínez debo señalar sobre nuestro gran amigo,
proveedor de anticuerpos de la casa DAKO, que más que venezolano, es un
maracucho quien siempre estuvo ayudando y contribuyendo en todos los eventos de
anatomía patológica de los países latinoamericanos.
En
el XXIV Congreso de la SLAP el año 2003
se daría en Quito, Ecuador veríamos
de nuevo a muchos buenos amigos. Eduardo Zambrano en su tierra, de visita, pues
había decidido quedarse en Estados Unidos. Con Borrajero discutiríamos sobre
política. Estaban Mario Armando, Nogales, Jersorum, Arias Stella y otros patólogos
quienes me acompañarían, con Julia y con
AnaRita en aquel octubre, estaríamos rodeados
de volcanes y de picos nevados en el evento de la SLAP que se daba en la mitad
del globo terráqueo.
El
año 2004, se programó un Tercer encuentro de Investigadores Iberooamericanos
en Cáncer en Tenerife y luego en Fuerteventura un Seminario sobre
inmunohistoquímica. En el mes de
mayo asistí con Julia al XLVII Congreso Anual de la Sociedad Mexicana de Patólogos
en Cancum, estábamos reunidos con Miguel Reyes, Mario Armando Luna, Eduardo Zambrano,
Ruy Pérez Tamayo, Carlos Manivel, Carlos Bedrossian, Arfilio Martínez y muchos otros amigos quienes me oyeron hablar
sobre Rafael Rangel y Luis Daniel Beauperthuy, investigadores venezolanos de
los siglos XVIII y XIX con unas historias muy parecidas a las de otros
latinoamericanos que han luchado para hacer investigación. Gracias a la
recomendación del doctor Luna, fuimos en agosto a Puerto Vallarta para
participar en la Tercera Reunión de la Asociación Mexicana de
inmunohistoquímica y Biología Molecular aplicada a la Patología. Una
oportunidad única.
La
Primera Conferencia Atlántica de Patología Molecular, se dio en MorroJable,
Fuerteventura, en el mes de julio del año 2005; la Segunda Conferencia
Atlántica sería en Corralejo, Fuerteventura en junio del 2006. Ese año en
el mes de septiembre asistimos al 36 Congreso de la Sociedad Colombiana de
Patología en Cartagena de Indias, Colombia, un evento organizado por
Enrique López Loyo patólogo venezolano y le rendí homenaje a la memoria de
Hernando Salazar.
Yo
había decidido regresar en enero de ese año 2005 a mi ciudad natal. La mudanza, con el traslado de mi
Laboratorio de Patología Molecular a Maracaibo y la instalación del mismo, ya
jubilado de la universidad se combinaron para imposibilitarme asistir a otros
eventos. En realidad el XXV Congreso de la SLAP se
daría en La Habana, Cuba
en octubre de ese año 2005 y dada a situación política que atravesábamos los
venezolanos no fue posible asistir.
El
XXVI Congreso de la SLAP que se dio en
septiembre del 2007 en Punta del Este, Uruguay. Varios patólogos
venezolanos tuvieron la suerte de estar presentes en este evento y desde las cataratas
del Iguazú me harían llegar hermosas fotografías. En junio del 2007 se realizaría la Tercera
Conferencia Atlántica de Patología
Molecular en Fuerteventura, asistirían invitados Anaís Malpica y Víctor
Reuter. Me correspondería presentar un par de trabajos sobre Un
modelo experimental con el MMTV del tumor murino transplantable y aspectos
inmunopatológicos en el cáncer de cérvix. Al año siguiente, 2008, en el mes de Junio se
daría en Corralejo, Fuerteventura la Cuarta Conferencia Atlántica de
Patología Molecular. En esta ocasión estaban invitados a participar los
discípulos del doctor Luna que conformaban el Grupo de Cabeza y Cuello, y
asistirían acompañando al maestro las doctoras Minerva Lazos, Leonora Chávez,
con Guillermo Juárez y Alfredo Ávila. En la reunión se presentaría el cuarto
volumen de la colección de Avances en Patología coordinado por el mismo doctor
Mario Armando Luna quien fallecería el día 9 de noviembre de ese mismo año 2008
en Houston. En el quinto y último volumen de Avances, tendría ocasión de
relatar en una “Semblanza de mi amigo y hermano mexicano Mario Armando Luna” cómo
había sido su premonitoria despedida durante nuestro último encuentro en
Canarias. Habíamos perdido a un brillante patólogo, y especialmente una bella
persona, y gran amigo. El año siguiente,
2009, en su memoria, se editó el 5to volumen de la colección Avances en
Patología y en Managua el 26 de junio en el Congreso Nicaragüense de
Patología donde su compadre doctor Alberto Ayala nos hablaría sobre su vida
y su trayectoria profesional. En octubre, ese mismo año, en Maracaibo durante las XLVII Jornadas
Nacionales de la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica, en presencia
de sus discípulos del Grupo de Cabeza y Cuello y de amigos patólogos, volvimos
a recordar a Mario Armando Luna.
Se
darían dos Congresos de la SLAP, el
XXVII en noviembre de ese año 2009, en Guatemala, dirigido por Víctor Leonel Argueta, y
el XXVIII en octubre del año 2011 en Maceió, Brasil. A ninguno de los dos pude asistir,
a pesar de la gentil invitación del doctor Argueta, las dificultades cambiarias
en Venezuela hacían muy difícil lograr recursos para poder estar presentes. El XXX Congreso de la SLAP se hizo en
Oaxaca, México el año 2013 y allí estuve, con Julia y conversaría con
varios patólogos venezolanos que hacía años no les veía, y ¡ni que decir de los
viejos conocidos de la SLAP! Uno de ellos me habló de que mi presencia era como
ver los dinosaurios. Pero lo bueno era saber que estaba de vuelta, y hasta
llegué a participar presentando un caso en el Seminario de Cabeza y Cuello. En
realidad fue una gran oportunidad, volver a encontrarnos con tantos amigos y
disfrutar de su compañía. Finalmente allí mismo, reunidos con muchos amigos, decidimos
que asistiríamos el año siguiente al XXXI Congreso Centroamericano y del
Caribe de Patología que estaban organizando el doctor Argüello y Vilma
Isabel Pérez Valle y se nos ocurrió pensar en que podría hablar relatando todas
estas experiencias de vida, durante 40 años con los amigos de la SLAP. Tanto
Víctor Argueta como Martín Sangüeza, el actual presidente de la SLAP, me
plantearon la posibilidad de intentar escribir parte de la charla que había dado, ayudado por imágenes
recogidas en viejas fotografías. Espero haber cumplido sus deseos.
Maracaibo, marzo,
2015
Jorge García Tamayo
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