“Gonzagas valientes”
Hoy desperté
tiníticamente recordando la letra y música del himno del Colegio que decía… “Somos
Gonzagas valientes llenos de fe y de ilusión, y en nuestros pechos arraiga el
más puro y patrio amor. Arriba siempre gritemos, que es consigna juvenil, por
la patria lucharemos hasta vencer o morir”. Me puse en mi duermevela a
analizar aquellas canciones guerreras de mi infancia y adolescencia y completé
una estrofa que me faltaba… “La
patria ya nos espera, redimirla es nuestro afán, Gonzaga presto a la lucha por
un nuevo despertar”, y volvíamos con “Arriba siempre gritemos”…
Quedé entonces
queriendo pensar en los creativos jesuitas, los jóvenes maestrillos, los
hermanos, y los sacerdotes en ejercicio formal, pero no logré saber quiénes
fueron los que se inspirarían para inculcarnos musical y marcialmente aquellos
cantos de confrontación y lucha, por una patria nueva que debería ser redimida
para que despertase, y además deberíamos aprender, que teníamos que ser nosotros,
niños y jóvenes, quienes habríamos de lograrlo, hasta vencer o morir... Después
vino a mi mente la historia real, y calculé los años, 1946 a 1955, o 56 y
aunque pudiesen sonarme las letras un tanto “fachas”, y me dije, puede que sean
vestigios del franquismo o de la falange, pero tuve que completar el recorrido
de mi niñez y adolescencia en el Colegio Gonzaga con otras evidencias que me
obligaron a volver sobre algunas realidades más sociales que guerreras,
perdidas en la maraña neuronal.
De manera general,
creo que desde siempre fue muy evidente que, aunque teníamos la suerte de estar
recibiendo una educación excelente con formación moral y religiosa de primera,
no obstante, se nos recordaba que esa ventaja no era accesible para la mayoría
de los niños que en barriadas y con menor suerte que nosotros, también
crecerían en el entorno de nuestra ciudad. Recordé en los diversos escenarios
donde me vi, de nuevo, “dando catecismo” a niños en algunos barrios,
especialmente recordé la iglesia de Santa Cruz de Mara, y estábamos convencidos
de que la escuela nocturna para los obreros (la que más adelante se
transformaría en Fe y Alegría), aunque con escasa promoción, prometía ser una
obra magna. Sabíamos de las necesidades
de la gente sin recursos, que eran muchas, y que ninguna sería cubierta por el gobierno. Nadie mencionó jamás
en el colegio la palabra “dictadura”, ni se hablaba de “perezjimenismo”, aunque todos supimos que el Padre Rector del
Colegio, era Pinto Salinas y conocimos que a su hermano lo habían asesinado a
tiros, los del gobierno. Debo hablar por mí y mis hermanos quienes crecimos en
una familia absolutamente apolítica, pero quienes terminamos por estar convencidos
de que en nuestro medio existían grandes desigualdades sociales y que algo
andaba muy mal, en el país, y pensábamos que éramos nosotros los que habríamos
de cambiarlo. Los años mostraron como emergería una pléyade de jóvenes
dedicados a la política, mayormente socialcristianos, pero todos con sinceros
propósitos de cambiar el país… ¿Los Gonzagas valientes?
¡Los jesuitas! La Real
Compañía creada por el guipuzkoano Ignacio de Loyola en 1534, a las órdenes del Papa y que ha sido objeto de
rechazos y de temores, por muchos laicos y dentro del mismo seno de la Iglesia.
Hoy en día tenemos un Papa, Francisco Beroglio jesuita argentino y un Superior
General de la Compañía, Arturo Sosa, jesuita venezolano. Ambas situaciones
históricamente inéditas. Los jesuitas fueron expulsados hacia 1766, de América por orden
del rey Carlos III. Seis años después el
monarca español consiguió que el papaClemente XIV suprimiera la orden de los jesuitas..
Fue restablecida en 1814, pero los esuitas serían expulsados de España dos
veces más, en 1835, durante la regencia de Maria Cristina de Borbón,
y en 1932, bajo la Segunda República Española.
Los primeros jesuitas llegaron a Venezuela en 1916 a para dirigir el Seminario
de Caracas y para la formación de sacerdotes. En unos años crearían varios
colegios que son muy conocidos, el San Ignacio de Caracas (1923), el internado
San José de Mérida (1927), San Luis Gonzaga de Maracaibo (1945), Javier de
Barquisimeto (1953), Jesús Obrero de Catia, Caracas (1948), Loyola-Gumilla de
Puerto Ordaz (1965), el Centro Gumilla y la combativa Revista SIC.
El 1º de octubre de 1945, en la
avenida Las Delicias, de Maracaibo y con 32 alumnos inscritos en el primer
grado de educación primaria, inició sus actividades, el Colegio Gonzaga. El
Colegio cambió de sede a finales de la década del 60 y finalmente se ubicó en
la Avenida
35 con Calle 92F-250, Los Postes Negros del barrio San José. Después de 60 años por sus
aulas han pasado miles de muchachas y muchachos quienes han recibido una
educación de calidad y una formación cristiana inspirada en la Espiritualidad
Ignaciana, cada vez más imbuidos de ir a la lucha por la opción de los más
necesitados y propiciando así la construcción de una nueva sociedad
fundamentada en el servicio a los demás, a través de la educación y la
formación integral.
Maracaibo,
10 de mayo 2018
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