No es de “la mágica montaña” de Thomas Mann de
la que vamos a hablar hoy, pero creo puedo comenzar planteando una pregunta: Si
les doy a leer este breve texto: me dicen si reconocen “la fuente”… O sea, ¿Cuál
es el origen del mismo?
“Hace un momento, envuelto aún entre
las sábanas, estaba recapitulando mis recientes experiencias en la fiesta, con
música de la pequeña pero sonora orquesta de charanga, cuando sentí el frescor
del agua. Me desplazaba raudo, yo sumergido como un Tarzán Weismuller en un
clásico crawell australiano, pensaba en la lejana Scarpa Mutia. Siempre
presente, mi puñal al cinto, tenerlo a mano porsiacaso para cualquier artero
cocodrilo. Bajo el agua, glublublu, podía escuchar los monos chillando allá
arriba entre las ramas y la Chita haciendo cabriolas y berreando en la orilla.
Entretanto yo burbujeaba blublublu ella brincaba haciendo morisquetas. Iba
ascendiendo, nadaba hacia la superficie braceando a un lado y al otro, ya
divisaba el techo reluciente, espejo fulgurante, las burbujas brotaban por mi
nariz y las largaba por la boca hasta que finalmente lo astillé en mil pedazos.
Tomé aire y me vi bajo un cielo límpido. Estaba bañado por húmedos fragmentos
de luz, chorreando y salpicando en derredor. De pie frente al espejo irisado. Ante
la resma de papel, sentado…”
¿Alguien reconoce el origen de esta aventura
de Tarzán el hombre mono? Si no ha sido posible, les informo que está copiado
textualmente de mi novela “Escribir en La Habana” (premiada en la Bienal
JR Pocaterra de 1994 en Valencia), y con 3 ediciones publicadas… Suena como
curioso, ¿verdad? Pero es una muestra nuevamente, de la importancia de la
re-lectura en la práctica de la, cada vez más olvidada costumbre de, leer en los
libros.
Don Rodolfo Izaguirre, el 24 de enero de 2016 en un artículo
titulado “El barranco”, relataría como eran las cosas… “En
tiempos de Johnny Weissmuller, Tarzán, el hombre mono de sus seis primeras
películas de la Metro y las otras seis de la RKO, nos acostumbramos a ver a los
africanos, es decir, a los animales de carga del safari británico o de la
presunta expedición colonial que solo busca el marfil oculto en la Scarpa
Mutia, la montaña sagrada donde van a morir los elefantes, resbalar por el
borde del desfiladero y caer al abismo con el enorme peso de la carga sobre sus
espaldas”.
Dos años más tarde, el 11 de marzo del año 2018, don Rodolfo recordó nuevamente
a Tarzán, titulando “La Scapra Mutia”
a un artículo donde comentaría que… “Si algo aprendí de niño mientras disfrutaba
de las películas de Tarzán con Johnny Weissmüller en una África inventada por
Edgar Rice Burroughs fue que los elefantes mueren solos en la Scarpa Mutia, la
montaña sagrada que infunde respeto y temor reverencial a los naturales del
lugar. Los elefantes cruzan la poderosa cortina de agua que oculta la entrada a
su ignorado cementerio y allí mueren, heridos por los disparos de unos falsos
exploradores que solo buscan los tesoros del marfil”.
Hace un tiempo y en este mismo blog les mostré a Tarzán con su familia a
todo color, (ver) en la portada del libro de JoséEduardo Espinosa
publicado por la UNICA en Maracaibo el año 2006 y titulado: “Mil y una
noches en el Colón”. José Eduardo me dijo imaginarse que poca gente lo
había leído, y un par de meses atrás ya en este 2024 me relató los detalles de
aquella edición que él creía ya desaparecida. Pero allí estaba mi libro y en el
mismo encontré detalles sobre el Tarzán del cine, que me parecen deben ser los
más completos que se hayan publicado, al menos en español…
Traigo el tema a lapesteloca
de nuevo, para volver sobre la bendita Scarpa Mutia, la cual brilla por su
ausencia en las 13 páginas que en el libro de mi amigo que sobre las películas
en el cine Colon, se ocuparon de Tarzán. Me preguntaba para aquel entonces si acaso
el tema de la montaña sagrada, con una entrada tapada por una pequeña catarata,
sería un invento de mi mente calenturienta de adolescente. Regresé a don
Rodolfo y a las referencias ya citadas y me dije... ¿Cómo dilucidar este
misterio? Supongo que ya aparecerá algún amable lector que me de, las
coordenadas geográficas del cementerio de los elefantes, y entretanto, me quede
pensando…
Esperaremos atentos, me dije y así, quizás, todo este asunto, ya
publicado en este blog en el mes de mayo del 2021, se fundirá o se secará, como
las “lágrimas en la
lluvia” de la novela de ciencia ficción de Rosa Montero (2011), lágrimas derivadas de Blade Runner (1982),
la película de Ridley Scott. Lo cierto era que, en las películas de Tarzán en el África imaginada por Edgar
Rice Burroughs, todos los elefantes se van a morir solos y sin una lagrima
interpuesta, en la montaña sagrada que infundía un larvado temor reverencial a
los naturales del lugar. Esa es: la Scarpa Mutia.
Debo destacar que mi búsqueda de la montaña sagrada y cementerio de los elefantes
en África fue infructuosa, mas, sin embargo, vino a mi memoria un detalle de
cuando estudiaba anatomía en el primer año de Medicina puesto que existe
el triángulo de Scarpa, o triángulo femoral. Un área que
tiene una forma triangular descrita por el anatomista italiano Antonio
Scarpa (1752–1832) como un punto de referencia anatómico que está
situado en el tercio superior de la cara anteromedial del muslo. La arteria
femoral puede palparse en el triángulo femoral de Scarpa, justo por debajo del
ligamento inguinal y del arco crural.
Antonio Scarpa tuvo como profesores nada menos que al famoso
anatomopatólogo Giovanni Battista Morgagni (1682-1771) y a Marco Antonio
Caldani (1725-1813) quien más tarde llegaría a ser el ayudante y secretario
personal de Morgagni, o sea que por escarpada que fuese la montaña, había
poderosas razones anatómicas para considerar que tal vez en el origen del
nombre de la montaña sagrada alguna evidencia patológica podría triangularse…
Cuando
Antonio Scarpa tenía 17 años, ingresó en la Universidad de Padua para estudiar
Medicina y obtuvo el grado a los 18 años. En 1772, fue contratado como profesor
de anatomía y clínica quirúrgica en la Universidad de Módena donde comenzó
tanto su carrera docente y de investigación. Cinco años más tarde le fue
asignada la cátedra de obstetricia y ginecología. Fue cirujano del Hospital
militar de Módena. Viajó a Francia e Inglaterra en1780-1781 donde asistió a las
clases de William y John Hunter. A los treinta años, en 1783, ocupo la
cátedra de anatomía de la Universidad de Pavía. En 1805 cuando Napoleón visitó
Pavía preguntó por él y le informaron que había sido despedido por negarse a
jurar lealtad al nuevo rey. Napoleón ordenó su reposición y Scarpa estuvo
enseñando en Pavía hasta 1812, y llegó a ser decano y luego fue rector de la
Universidad.
En
1791 Scarpa fue nombrado miembro honorario de la Royal Society en Londres por
sus logros, y miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias en 1821. También
perteneció a la Real Academia de Ciencias de París y fue condecorado con la
Legión de honor. Llegó a tener gran clientela y acumuló riqueza. Nunca se casó,
aunque engendró varios hijos ilegítimos. Murió el 31 de octubre de 1832 tras un
largo proceso de litiasis renal e insuficiencia renal que comenzó diez años
antes. Carlo Beolchin, uno de los pocos amigos que le quedaban, y el
naturalista Mauro Rusconi, realizaron su autopsia y encontraron alteraciones de
la próstata, del riñón y un cálculo. Se le cortó la cabeza, el dedo índice y el
pulgar, y con estas partes se hicieron preparaciones anatómicas. Como evidencia
de que esto es cierto, su cabeza se conserva en el Museo de la historia de la
Universidad de Pavía.
Para concluir este asunto, en castellano, escarpa,
y escarpadura pueden también significar una cuesta muy
pronunciada en un terreno abrupto, pero en vista de que geográficamente no existe en el África ninguna montaña
sagrada, ni hay un cementerio de elefantes que hayan denominado Scarpa Mutia,
recordé que en italiano scarpa significa ¡zapato! Así
por asociación de ideas, llegó a mi mente una serie de HBO muy prestigiosa, de
dos amigas, una de ellas “La amiga brillante”, donde existía una zapatería y en
el italiano del asunto, usaban frecuentemente palabra “scarpa”…
Finalizo así, casi a zapatazos, este cuento, con
una autopsia y un curioso trabajo de unos anatomistas, dizque amigos del
difunto, cuando hablabamos sobre Tarzán, Scarpa, y los zapatos italianos,
mientras andábamos en busca de la montaña sagrada, un supuesto cementerio para
elefantes in articulo mortis.
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