miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cuatro Milpas

 


“Cuatro milpas tan solo han quedado del ranchito en que viviaaaaay”…  Así decía la canción aquella de Antonio Aguilar, y cuando la escuchaba o la cantaba (al menos yo) ni idea tenía para aquellos lejanos tiempos, sobre el interés agronómico de “las milpas”, ni como era que funcionaba la agricultura tradicional en Mesoamérica, con un sistema basado en la simbiosis de tres plantas: el maíz, el frijol y la calabaza.

 

“Cuatro milpas tan solo han quedado del ranchito que era mío, ¡ay yai yai yai!/ de aquella casita tan blanca y bonita lo triste que está./ Las palmeras lloran por su ausencia, la laguna se secó,¡ayyai yai yai!/ la cerca de alambre que estaba en el patio/ también se cayó./ Me prestaras tus ojos morena en el alma los llevo, que miren allá/ los despojos de aquella casita/ tan blanca y bonita lo triste que está”.

 

Cuando en el siglo XVI los españoles llegaron a conquistar lo que actualmente es México, observaron las prácticas indígenas y conocerían la milpa. En una de las crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo, quien en su obra Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, de 1535, se refiere a la trilogía milpera dada por el maíz, el frijol y la calabaza. También otros son importantes, dependiendo de cada región y clima y“el chile”, quizás es el más importante, no solo porque se encuentra omnipresente en el sistema milpero, sino porque también está en la base de la alimentación y la gastronomía mesoamericanas.

 

El maíz es una planta gramínea originaria  de Mesoamérica cuya infrutescencia  femenina se llama mazorca, elote o choclo, donde crecen granos que son comestibles. El maíz fue introducido en Europa en el siglo XVI y actualmente, es el cereal con mayor volumen de producción en el mundo, superando al trigo y el arroz. En la mayor parte de los países de América, el maíz constituye la base histórica de la alimentación regional y uno de los aspectos centrales de las culturas mesoamericana y andina.


Los frijoles, son las semillas comestibles de Phaseolus vulgaris, una especie anual de la familia de las fabaceas. Es una planta originaria de América que se cultiva en todo el mundo. Existen numerosas variedades y de ellas se consumen tanto las vainas verdes (Ejotes, judías verdes o chauchas) como los granos secos. Los frijoles comunes empezaron a cultivarse aproximadamente 7000 años a. C. en el sur de México. En México, los nativos cultivaron los frijoles blancos, negros, y todas las demás variedades de color. También las semillas pequeñas y la de mayor tamaño.

 

La calabaza, o calabacín, es una de las dos variedades de Cucurbita pepo, la planta herbácea anual de la familia de las cucurbitáceas oriunda del Nuevo Mundo, cuyo fruto se emplea como alimento. En la actualidad es también cultivada extensamente en toda Europa como calabazas de verano, cuyos frutos se consumen inmaduros. Es una planta rastrera que puede llegar a los 10 m de longitud, de tallos acanalados y de aspecto áspero sarmentoso hojas pubescentes, lobuladas y acorazonadas.

 

El chile, que es un género botánico denominado Capsicum, comprende varias especies de plantas, emparentadas con el tomate, oriundas del Continente Americano, cuyo fruto es llamado de manera diversa en los diferentes países: ají, pimiento, chile, guindillamorrónpeperonchino. Se consume en diferentes preparaciones y se emplea también como base para colorantes en alimentos y cosméticos. En México, el chile está normalmente presente en la milpa, dependiendo de la región y el clima y, desde luego, también se encuentra en la base de la alimentación y de la gastronomía.


Minimizando el impacto ambiental a través de la maximización de los recursos, el mecanismo de “La Milpa” tradicional mesoamericano combina tres cultivos principales: maíz, frijol y calabaza, en un sistema que se basa en una relación simbiótica entre estas plantas, maximizando los recursos del suelo y minimizando el impacto ambiental. El maíz: actúa como soporte estructural, ya que su tallo alto permite que las enredaderas del frijol trepen hacia la luz solar. El frijol enriquece el suelo al fijar nitrógeno, un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas. Además, al trepar sobre el maíz, optimiza el espacio vertical, y la calabaza, con sus hojas grandes cubren el suelo, reduciendo la evaporación del agua, controlando las malezas y protegiendo el suelo de la erosión.


Se elige una zona con suelo fértil y buena exposición al sol. Tradicionalmente, se realiza un desmonte ligero si el área está cubierta de vegetación. El terreno se limpia y se afloja manualmente o con herramientas sencillas, preservando la materia orgánica superficial y se siembra: primero el maíz, y se le dará más tiempo para germinar y crecer, de manera que cuando el maíz tiene unos 20 cm de altura, se siembra el frijol alrededor de las plantas de maíz para que puedan usar su tallo como soporte y como última fase, se planta la calabaza entre las hileras de maíz y frijol, asegurándose de cubrir bien el espacio en el suelo. Se realiza un control mínimo de malezas y plagas, ya que la biodiversidad del sistema ayuda a mantener el equilibrio natural y se debe monitorear la humedad del suelo ya que, en casos de necesidad, se aplica el riego. El sistema es eficiente y refleja el profundo conocimiento ecológico de las culturas indígenas mesoamericanas.

 

La milpa es un agroecosistema mesoamericano a veces apodado, “de las tres hermanas”, complementado por el chile en algunas regiones, su nombre deriva del náhuatl milli, parcela sembrada, y pan, encima, “lo que se siembra encima de la parcela”. ​ Milpa es, tanto el espacio físico de tierra, la "parcela", como las especies vegetales. La milpa es también reflejo de los conocimientos, tecnología y prácticas agrícolas necesarias para obtener de la tierra y del trabajo humano los productos necesarios para satisfacer las necesidades de la familia campesina.

 

Los sistemas de siembra practicados por los campesinos milperos tradicionales, derivan de costumbres arraigadas en las comunidades maiceras. Recientemente al colocarse, los métodos para preparar el suelo, en el centro de un debate teórico ecológico, aunque hay quienes afirman el carácter nocivo de estos sistemas de cultivo ancestrales, como el de los milperos, mientras se proponen esquemas de producción protectores del medio ambiente, cuando son practicados racionalmente. La práctica común en el ejercicio milpero, es el de preparar la tierra para su cultivo mediante el procedimiento denominado de roza, tumba y quema, que es el método tradicional que está en entredicho. Hay que reconocer sin embargo que la milpa como concepción agronómica integral no necesariamente está asociada a tal procedimiento de preparación del terreno para su cultivo.

 

El sistema de cultivo de la milpa, ha sido calificado de rudimentario e improductivo. Aunque está en la base de la cultura popular en muchas regiones de los países mesoamericanos, desde México, hasta Costa Rica, la milpa es aún usada para la siembra manual en unidades pequeñas, con mezclas de semillas. Esta es una diferencia evidente de lo que ocurre en los grandes plantíos maiceros del Cinturón maicero (el llamado Corn Belt​ estadounidense), con técnicas mecanizadas que se auxilian de agroquímicos y/o del uso de semillas transgénicas con gran rendimiento en superficies enormes de cultivo del maíz y soja. ​

 

La tecnología agrícola “milpera” ha estado en constante adaptación y durante siglos ha venido modificándose en el calendario agrícola, en la práctica de cultivo, en la preparación y uso de las semillas, así como en los instrumentos y las diversas técnicas usadas. Aunque la milpa sea susceptible de cambios, la naturaleza y el factor etnológico, impiden su transformación radical y sigue habiendo muchos autores que consideran que la milpa es su esencia una técnica ecológicamente correcta.

 

Existen expertos con un sesgo etnocéntrico por su educación agroindustrial quienes acusen a la milpa y sus practicantes de ser agentes destructores del bosque y por ello que sean vistos como agresores ecológicos. No obstante, el valor social y cultural de la milpa también es garantía para preservar la diversidad del maíz. Los campesinos milperos han desarrollado variedades de maíz en diversas condiciones ambientales de manera tal que hay que aceptar el hecho de que la milpa protege tal biodiversidad..

 

Maracaibo, miércoles 4 de diciembre del año 2024

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