María Calcaño
Luisa Cándida del Carmen Nebot y Troconis
fue mi abuela paterna, y le decíamos cariñosamente Mamaña. Era doña Luisa, la madre de los García Nebot. Ella era hermana de María Encarnación Nebot y Troconis, la abuela de María Calcaño... Es decir, el papá de María Calcaño, era primo hermano de mi padre Jesús García Nebot.El Árbol
Genealógico de los hijos de María Calcaño entroncan ambos con las hermanas
María Encarnación y Luisa Cándida Nebot Troconis, respectivamente. Los hijos de María Calcaño son la
cuarta generación de una Nebot Troconis, al igual que lo son, los García Tamayo (Fernando, Jorge,
Lorenzo y Carlos).
La diferencia
de edad entre generaciones que más o menos hubiesen podido haber sido
contemporáneas estriba en que doña Luisa Nebot, se casó en el año de 1889, esto
quiere decir unos 16 años después que lo hiciera su hermana mayor, María
Encarnación, la abuela Nebot de María Calcaño.
De modo que cuando María se casó a los 14 años de edad en 1920, unos
diez y siete años antes de que se casara mi padre Jesús
García Nebot con María Amelia Jacinta del
Monte Carmelo Tamayo García, conocida como Maruja.
He aquí algunos
datos sobre María Calcaño, según una recopilación hecha por mi hermano Lorenzo,
hace un par de años, y que yo ahora, aprovechando las ventajas del Tweeter y de
mi blog La Peste Loca puedo divulgar.
María José Francisca del Carmen Calcaño Ortega; MODERNIDAD Y ESCRITURA FEMENINA
EN VENEZUELA
Juliana Boersner (Revista Nacional de Cultura) No.327 Año LXV,
2003 (Tomado entre líneas de este ensayo) (Extractos)
El desafío
erótico de la poesía de María Calcaño, por encima de las limitantes represivas
de su entorno provinciano, ponen de manifiesto que nos encontramos en un
momento bisagra, de ruptura y desencanto con respecto a los estereotipos
tradicionales de la “mujer buena”.
María Calcaño
tampoco tuvo, hasta donde sabemos, una cercanía militante con las luchas
feministas, a pesar de lo cual logra, desde su poesía, hacer llegar un mensaje
de clara rebeldía contra los estereotipos femeninos. Citamos aquí las palabras
de Márgara Russotto, quien dice que María es la primera poetisa venezolana que asume la modernidad a través de la
libertad y el goce de la expresión, desde una conciencia de género asertiva,
jubilosa y desvinculada de todo misticismo, que no teme un tratamiento osado de
lo erótico, pionero para la Venezuela de su tiempo (Russotto, 1997:
114).
Notorio en este
sentido es el caso de María Calcaño quien aun respondiendo al modelo claramente
tradicional de mujer (fue casada sin su consentimiento a los catorce años y ya
para los 27 tenía seis hijos, enviudó y se volvió a casar) nos presenta una
fachada de modernidad exquisita; su pasión por los vestidos, o más bien por los
disfraces, la utilización casi fetichista que hacía de las corbatas de su
marido y, sobre todo, su gran pasión por posar para sesiones fotográficas, nos
hablan de un claro rasgo de modernidad en ella: el retrato y la
transfiguración: la representación de sí como otro(s).
Por otro lado,
es interesante ver que fue también de la mano de un hombre como pudo ser
publicada la obra de María Calcaño, cuyo primer poemario, Alas Fatales, apareció en Chile en el
año 1935. Previamente, sin embargo, ya habían circulado en publicaciones
periódicas nacionales (como la Revista
Nacional de Cultura, en su primer número) algunos de sus poemas, lo cual
delata, más allá del desconocimiento que se tiene sobre el punto, su acceso a
un cierto circuito de contactos en el mundo literario.
De todos es
conocido el rol que jugó en este sentido el presidente del Zulia, Héctor
Cuenca, quien la pone en contacto con Pablo Neruda, permitiéndole de esta
manera acceder a las redes editoriales latinoamericanas, en las cuales Chile
representaba, en ese momento, uno de los nodos más importantes.
Será después de
la publicación de Alas Fatales
que se sumerge en un largo mutismo en su hato “Marijuana”, del cual no emergerá
sino hasta el año de su muerte, cuando se publica su segundo poemario. Es claro
que no soportó el peso de la crítica, al menos no como para hacer presencia en
la palestra pública en defensa de sus escritos. Tampoco hubo nadie que lo
hiciera con firmeza por ella, lo que motivó que pasaran “bajo la mesa” las
innovaciones estilísticas de su poesía.
El veto, o más
bien, el repercutir asordinado de su poesía, sustentado en lo escandaloso de
sus temas, las más de las veces sensuales e insinuantes, pero por momentos
francamente eróticos e irreverentes para la provincia del momento.
Maracaibo, jueves 16 de junio del
año 2022.
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