lunes, 13 de marzo de 2017

Los barrios porteños y el tango




Los barrios porteños y el tango

El Abasto sobre la Calle Lavalle,  fue inaugurado en 1893 y  está indisolublemente unida a la historia del tango. A principios del 1900 en Agüero y Lavalle, o en la esquina de Tucumán y Anchorena, tenían su paradero el acordeonista Angel Villoldo autor del famoso "El Choclo", y Enrique Cadìcamo, o se podía ver a Ovidio Josè Bianquet,, conocido como El Cachafaz, considerado el mejor bailarín de la historia del tango. Más adelante, ya por los años 20 en esta zona eran frecuentes las peleas entre rufianes y malevos, y los bailes frecuentemente eran interrumpidos por grandes trifulcas que comenzaban en los bares para terminar luego a tiros y a puñaladas. En uno de estas peleas José "Cielito" Traverso, famoso guapo del Abasto y uno de los dueños del Bar O'Rondeman en Agüero y Humahuaca, mató a uno de la familia Argerich por lo que debió exiliarse en Uruguay. En este bar fue donde allá por 1910, precisamente debutó Carlos Gardel bajo el amparo de Alberto "Don Yiyo" Traverso, hermano de "Cielito". Sabemos poco de las andanzas porteñas del adolescente Carlos Gardel cuando era un joven muchacho apodado “El Francesito”, y más tarde “El Morocho del Abasto” quien aprendió a bailar el tango y lo bailaba muy bien. Sin embargo, el baile es una cosa y la música es otra. La íntima conexión entre Gardel y el tango no se estableció sino años después. Anibal Troilo, “el bandoneón mayor de Buenos Aires” nació en 1914 en el barrio del Abasto y los cantantes Roberto Rufino y Virginia Luque también. En los alrededores siempre hubo fondas y bares, hospedajes, conventillos, prostíbulos y, comités políticos. 
 
Por aquellos años, los comités eran uno de los principales lugares para la difusión del arte local. Importantes payadores cantaban en esos llamados comités y Gardel no solamente cantaba en el café de los caudillos Traverso, también lo hacía en el comité conservador contiguo. En el Abasto él conoció a José Betinotti y a Ambrosio Río que eran payadores y cantores criollos. Allí también conocería en ocasión de celebrarse una reunión privada en casa de un pianista de apellido Gigena, nada más y nada menos que al uruguayo José Razzano quien fue su amigo, compañero artístico y administrador. Razzano fue un referente valioso para varias generaciones de autores y compositores. Estuvo 20 años junto a Gardel, compuso con él alrededor de 100 temas, algunos de mucha repercusión entre los seguidores del tango. El tango porteño hizo furor en los años siguientes y los cantores de cafetines y comités pasaron con la ayuda de la edición de discos a ser los grandes portavoces del canto criollo, desplazando así a los payadores.

“Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quién soy? El malevaje extrañao, me mira sin comprender... Me ve perdiendo el cartel de guapo que ayer brillaba en la acción... ¿No ves que estoy embretao, vencido y maniao en tu corazón? Te vi pasar tangueando altanera con un compás tan hondo y sensual que no fue más que verte y perder la fe, el coraje, el ansia 'e guapear. No me has dejao ni el pucho en la oreja de aquel pasao malevo y feroz... ¡Ya no me falta pa' completar más que ir a misa e hincarme a rezar! Ayer, de miedo a matar, en vez de pelear me puse a correr... Me vi a la sombra o finao; pensé en no verte y temblé... ¡Si yo, -que nunca aflojé- de noche angustiao me encierro a llorar!... Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quién soy?”  

Esta es la letra de "Malevaje"(1929) con música de Juan de Dios Filiberto y letra de Enrique Santos Discépolo, autor también de  Cambalache”(1934), quizás  el tango más emblemático de Enrique Santos Discépolo. El hecho de que Carlos Gardel grabara casi todos sus primeros tangos ayudó en gran medida a la difusión y legitimación de Discépolo como autor y compositor de un género lleno de autores y compositores. En ese sentido, la versión gardeliana del 10 de octubre de 1930 de “Yira yira” figura entre los grandes momentos de la música argentina. Filiberto era un compositor del barrio de La Boca, y fue un creador de tangos exitosos internacionalmente, su música se la llamó canción porteña y esta devino del barrio en el que nació y se crió donde vivió toda su vida. El barrio de La Boca (en la zona sur de Buenos Aires), a fines del siglo pasado, arrinconado contra el río, era un arrabal poblado de italianos, en especial genoveses y criollos, gauchos y gente del campo. El arrabal era una línea que separaba la ciudad del campo y ambos se confundían en sus gustos y costumbres. La misma música se destacaba a uno y otro lado y los ritmos tradicionales, que  confluyeron en el espíritu creativo de Filiberto fusionándose con el tango, que éste escuchó y mamó desde su propia creación.

Maracaibo, 13 de marzo de 2017

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