¿Duerme usted, señor presidente?
Por : Víctor Vielma Molina
Quienes de alguna manera creemos
en los que usan el humor y la sátira. Nunca nos alejamos de las parodias de
Homero, de Pigres de Helicarnaso, de las comedias de Aristófanes y Menandro, de
humoristas como Luciano de Samosata, Plauto, Terencio, Horacio, Marcial y
Petronio, entre otros que jamás serán caterva.
Entendemos la sátira y el humor
del estudioso Matthew A. Howard, de Charles Chaplin, Woody Allem, Job-Pim, Leo,
Rafael Guinand, los Nazoa o Laureano Márquez. Es por ello que podemos advertir
y advertirnos, los peligros y lo mal que gobiernan algunos hombres sobre la
tierra. Sí, nos protegemos con el escudo del humor y la sátira; pero hemos de
cuidarnos de los Gargantúa retratados por François Rabelais, de los
encantadores revelados por Miguel de Cervantes Saavedra y de los blacaman o
vendedores de milagros, puestos en evidencia, por Gabriel García Márquez. Hacen
reír, pero pueden cargar con todo, hasta hacernos padecer y llorar. Pues no hay
pueblo ni gente que no sea engatusada mediante sus triquiñuelas, prodigiosos
ungüentos y pomadas. Y si tratamos del humor fino, no podemos eludir a los
maestros, que no sólo nos sacan la tibia sonrisa; pues muchos, nos llevan a la
hilaridad. En 1979, Jorge Luis Borges,
al recibir el Premio Cervantes, en su discurso cribó lo siguiente: “… ese
hidalgo que se impone esa tarea que algunas veces consigue: ser don Quijote, y
que al final comprueba que no lo es; al final vuelve a ser Alonso Quijano, es
decir, que hay realmente ese protagonista que suele olvidarse, este Alonso
Quijano.” Y pocos dejan de reír, ante la ironía de ver a tantos quijotes,
tornar a su anterior y verdadera identidad.
Recuerden que de gargantúas,
encantadores y blacamanes está cargada la actual realidad política. Y
disculpen, que para intentar demostrarlo, ose intervenir a la tan descomunal
joya literaria de la literatura universal, Don Quijote de la Mancha. Lo hago,
porque al parecer, a los venezolanos se les han quijotizado los sentidos. Y, no
precisamente, por leer novelas de caballería; sino porque “Es, pues, de saber,
que”, dado el pueblo en leer, poco o nada, que era más los ratos que estaba
ocioso “(que eran los más del año)” se daba “a leer libros de” poca monta “con
tanta afición y gusto, que” se olvidó “casi de todo” (…), y peor fue con, “la
administración de su hacienda;” llegó “a tanto su curiosidad y desatino en
esto”, que sus gobernantes vendieron y descuidaron “muchas fanegas de tierra de
sembradura” y petróleo, “para así” llevar “a su casa” a “todos cuantos pudo
haber” de presidentes y diplomáticos de otras naciones para que apoyaran a su
reino de Barataria, en lides internacionales, a costa de la soberanía nacional
y del bienestar de coterráneos. Y así, por falta de información oficial, pocos
o nadie sabe, si por último ya se perdió la Guayana Esequiba. Para colmo, la
cancillería venezolana, reclama a “los enanos (Exxon Mobil) y no a los dueños
del circo”. ¡Qué bochorno! Lo hace con la más pasmosa debilidad y falta de
humor.
Nuestros gobernantes y
funcionarios, sanchificados o castrificados, por un lado, dicen que gobiernan;
pero, cuando los aturde la culpa y vergüenza de su mal gobierno, advierten, con
“adarga en ristre”, que son otros los que tienen el poder de la ínsula Barataria.
Lo peor, sin la acción de los Sancho, el sastre sigue haciendo los gorros más
pequeños para quedarse con gran parte la tela.
Con el Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, inferimos que Cervantes nos advertía, de alguna manera, lo enigmático
que es estar entre la realidad y la ficción. De pronto para unos las verdades
creídas pueden ser abandonadas a la hora de sentir lo inevitable. Y en otra
dimensión, los Sancho Panza resultan quijotizados, desde un comienzo, pues a
merced de la burla que ofrece el destino y bulones, recibieron el poder de
Barataria sin proyecto ni qué hacer. Mientras los Quijano o Castro, resultan
sanchificados, porque las luchas le son insustanciales por carecer de asidero.
Los peor es creer, como habitantes de a pie, que estamos ante escenas
tragicómicas; donde anestesiados por la propaganda política, la enajenación
revolucionaria y la intimidación, apenas podemos balbucear sus delitos.
Los Sanchos “revolucionarios”,
que los hay de varias ideologías, advierten que no tenemos objetividad en lo
que vemos, oímos ni sentimos. Porque, propios y extraños, ofuscados por la Era
Moderna y el capitalismo, somos víctimas del encantamiento de los enemigos de
la patria. Pero los ciudadanos, tal vez, “quijotizados”, con todos los sentidos
puestos y sin alguna ideología que los torne en seres parciales, saben que ven,
oyen y sienten con todos sus sentidos en perfectas condiciones.
¿Por qué no decirlo? Los Sancho
Panza, cuando se den cuenta, que de verdad gobiernan, que todo lo que
administraron, únicamente y solo ellos, serán los verdaderos responsables.
Porque, para escapar de la culpa, no vale evadirse bajo el paragua de una
disculpa sin arrepentimiento. Por último, los que creemos en el buen humor, en
un desiderátum caprichoso, decimos que cuando un presidente de la República
pueda contestar, sin simulación, la pregunta que lanzara el poeta Caupolicán
Ovalles, desde el Techo de la Ballena, en aquel poema publicado en 1962:
¿Duerme usted, señor presidente? En ese cuando, el pueblo vivirá “del sudor de
la frente” y del celo de la ética.
mayo 31, 2015 11:30 am Publicado en: Opinión
¿DUERME USTED SEÑOR PRESIDENTE?
Si en vez de dormir
bailara tango
con sus ministros
y sus jefes de amor
nosotros podríamos
oir
de noche en noche
su taconeo
de archiduque
o duquesa.
Podríamos reír
sólo de verle,
ridículo como es,
esperar los aplausos
de toda la gendarmería
frenética.
Claro que uno está cansado
y quiere un poco de diversión
monstruosa,
como ésta
de verle
con la lira en el cuello
colgada,
como un romano
o como una romana
ciega de absurdas creencias geniales.
Si en vez de prometer
el descubrimiento de la piedra
filosofal
que ha de producir pan
y billetes de veinte
se dedicara,
por lo soberbio que es,
a vender patatas podridas
o maíz rancio,
los indios de esta nación
le llamarían
Cacique Ojo de Perla.
Si en vez de llorar
te murieses un día de estos,
como una puerca elegante con sus grasas
importadas del Norte,
nosotros,
que estamos cansados
de tanta estúpida confesión,
pondríamos a bailar las piedras
y los árboles darían frutos manufacturados.
Con tu vieja y putrefacta osamenta,
alimento de ratas,
llenaremos un solo lugar de esta tierra
y la llamaremos
la Cueva Maldita
y será proscrita de ver
y de acercarse a ella
por temor a despertar tus histéricas
ternuras.
Te llaman
José el de los sueños,
el de las vacas sagradas,
el dueño de las vacas más flacas
y
Presidente de la "Sociedad Condal del Sueño".
Tus amigos te llaman
Barbitúrico.
¿Hasta cuándo duerme usted, señor Presidente?
Si adora la vaca,
¡duerme!
Si al becerro adora,
¡duerme!
Y si el General le da su almuerzo,
duerme como una lirona
o le da una pataleta de sueño.
Cara de Barro,
Ojo para ver las Serpientes
y llamarlas,
Ojo para hacer compañía
y quemarte
con el humilde Kerosene,
Ojo para tenerse a mi servicio
como mozo de alcoba
barato.
¿Duerme usted, señor Presidente?
Le pregunto por ser joven apuesto
y no como usted, señor de la siesta.
Ojo de barro y Water de Urgencia.
bailara tango
con sus ministros
y sus jefes de amor
nosotros podríamos
oir
de noche en noche
su taconeo
de archiduque
o duquesa.
Podríamos reír
sólo de verle,
ridículo como es,
esperar los aplausos
de toda la gendarmería
frenética.
Claro que uno está cansado
y quiere un poco de diversión
monstruosa,
como ésta
de verle
con la lira en el cuello
colgada,
como un romano
o como una romana
ciega de absurdas creencias geniales.
Si en vez de prometer
el descubrimiento de la piedra
filosofal
que ha de producir pan
y billetes de veinte
se dedicara,
por lo soberbio que es,
a vender patatas podridas
o maíz rancio,
los indios de esta nación
le llamarían
Cacique Ojo de Perla.
Si en vez de llorar
te murieses un día de estos,
como una puerca elegante con sus grasas
importadas del Norte,
nosotros,
que estamos cansados
de tanta estúpida confesión,
pondríamos a bailar las piedras
y los árboles darían frutos manufacturados.
Con tu vieja y putrefacta osamenta,
alimento de ratas,
llenaremos un solo lugar de esta tierra
y la llamaremos
la Cueva Maldita
y será proscrita de ver
y de acercarse a ella
por temor a despertar tus histéricas
ternuras.
Te llaman
José el de los sueños,
el de las vacas sagradas,
el dueño de las vacas más flacas
y
Presidente de la "Sociedad Condal del Sueño".
Tus amigos te llaman
Barbitúrico.
¿Hasta cuándo duerme usted, señor Presidente?
Si adora la vaca,
¡duerme!
Si al becerro adora,
¡duerme!
Y si el General le da su almuerzo,
duerme como una lirona
o le da una pataleta de sueño.
Cara de Barro,
Ojo para ver las Serpientes
y llamarlas,
Ojo para hacer compañía
y quemarte
con el humilde Kerosene,
Ojo para tenerse a mi servicio
como mozo de alcoba
barato.
¿Duerme usted, señor Presidente?
Le pregunto por ser joven apuesto
y no como usted, señor de la siesta.
Ojo de barro y Water de Urgencia.
Caupolicán Ovalles
De Duerme usted, señor presidente?
Caracas: Ediciones del Techo de la Ballena, 1962. s. npp.
Biblioteca Nacional de Venezuela. Cota: V-43 C-442
De Duerme usted, señor presidente?
Caracas: Ediciones del Techo de la Ballena, 1962. s. npp.
Biblioteca Nacional de Venezuela. Cota: V-43 C-442
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