José Ignacio
Hoy sábado, quiero decir algo sobre un
venezolano que desde siempre me ha interesado y a quién admiré en sus múltiples
y muy humanas facetas como dramaturgo, director, actor, guionista y articulista
de prensa; quien según su dilecto amigo Ibsen Martínez “en
nuestra gesticulación de fracasados felices y elocuentes” nos dijo : “somos barrocos porque somos incapaces
de expresarnos y entendernos”. Lo que yo, un neófito en teatro y en muchas otras
cosas diga sobre Cabrujas será siempre insuficiente, pero hoy quiero contarles que
durante mi vida en Caracas, tuve la suerte de ver dos veces “El día que me quieras” y con cierta
frecuencia reviso su obra en “El teatro
de Cabrujas” de la Editorial Pomaire (1991) y más reciente en el libro de Leonardo
Asparren Giménez “José Ignacio Cabrujas y su teatro” (bi&CoEds 2012), y
revivo, con la misma emoción que lo admiré por primera vez en el teatro Baralt
de Maracaibo haciendo de Ricardo III, a José Ignacio, en el papel de Pío
Miranda y a Tania Sarabia como Matilde, y a Gloria Miros de María Luisa Ancizar
y Freddy Galaviz como Plácido y Simancas haciendo de Carlos Gardel, quizás por
estas razones, escribo hoy esta breve crónica.
“Su
formación jesuítica, su conversión comunista y su ingreso a la UCV donde se encontró
con el teatro” dijo Asparren Giménez que todo aquello fue para él: “fait accompli ”. Sobre el tema de la
izquierda desenmascarada, el año 1986 diría el mismo José Ignacio: “en el 65 dábamos lástima ya, estábamos liquidados,
en el 65 la historia nos había caído a patadas”. En 1967 Cabrujas fue
encarcelado por el Servicio de Inteligencia Militar de las FuerzasArmadas (SIFA),
donde estuvo preso 21 días y nadie le dio una explicación del porqué. Un capitán
le mostró una carpeta para que leyese la transcripción de lo declarado por
todos los guerrilleros que lo habían delatado como persona peligrosa…”gente que yo había ayudado”…”y me dolió mucho y lloré, me sentí libre”.
Azparren Giménez ha dicho, “Uno de los discursos más valiosos del nuevo teatro venezolano es el propuesto por José
Ignacio Cabrujas. Su obra tiene como centro una mirada al país orientada a
encontrarse con la gente… Es el universo dramático que lo define ante el gran público,
en particular por las obras descritas entre 1971 y 1986. Quadrivium:profundo
1971, Acto Cultural 1976, El día que me quieras 1979 y El Americano ilustrado 1986. Pero
Cabrujas es mucho más que todo esto: el teatro en Cabrujas es el alma de sus
personajes, la calidad del lenguaje que hablan, el carácter paradisíaco de sus
situaciones básicas, el atractivo paisaje físico y espiritual de su estrategia
discursiva en una realidad que pareciera siempre ser cotidiana y que hacen de José
Ignacio Cabrujas uno de los más importantes autores del teatro venezolano.
Regresando a “El día que me quieras”,
donde Cabrujas hace de Carlos Gardel un recuerdo histórico de la mitología del país
y lo vinculó con nuestro gusto por los triunfadores. “El primer contacto de los venezolanos con el siglo XX, con un
triunfador”, escribió Germán Rodríguez, en 1979. En la obra, el viaje a
Ucrania propuesto por Pío a su prometida María Luisa no sería una aventura: “…no es lo mismo entrar al Kremlin como Pedro
por su casa que con una carta Romain Rolland”, le decía con esa conducta patética
de Pío, que es cruel e irónica, porque él sabe que todo lo que dice, es
mentira. Ese torbellino de contradicciones donde la vida y la historia real se
le impondrían a José Ignacio sobre cualquier consideración ideológica.
Finalizaré con algunas cuitas de José Ignacio
a Milagros Socorro en 1961 sobre el cine al comentar sobre “el gesto de Humprey Bogart cuando se da
cuenta de que no puede llegar a una conclusión con Ingrid Bergman”, o
cuando vio al “macho telúrico” que
era Pedro Armendariz. En 1963 le confesó que cuando vio a Pedro Infante en “Nosotros los pobres” y le oyó decir
aquello de que “Malditos los ricos”; “me
metí al Partido Comunista por Infante, que maldecía a los ricos y los
comunistas eran los que decían eso o algo muy parecido a eso, con su tono
pomposo, protocolar y “científico”. El año 1971, José Ignacio comentaría con
gran franqueza a Milagros Socorro. “Muy pocos escritores pueden señalar el día,
y la hora en que decidieron ser escritores, yo sí. Fue exactamente en el
instante en que terminé de leer “Los Miserables” de Víctor Hugo, cosa que hice
en medio de un mar de llanto”.
Maracaibo 10 de marzo del año 2017
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