viernes, 13 de noviembre de 2015

Frankenstein: Abbot y Costello y William Ospina



      FRANKENSTEIN Abbot y Costello y William Ospina

Antes de haber leído el libro de Mary Shelley “Frankenstein o el Moderno Prometeo” la magia del cine en mi infancia me presentó a Frankenstein en un film del año 1948 que mis hermanos y yo vimos muchas veces. En esa película conoceríamos también a  Béla Lugosi, el real y verdadero Drácula y a Talbot, el sufrido personaje interpretado por Lon Chaney Jr en la película titulada en español “Abbot y Costello contra los fantasmas”. En ella sucintamente se narraba cómo los cuerpos del Conde Drácula y de Frankenstein viajaban a los Estados Unidos desde Londres para ser exhibidos en un Museo del Terror y para disfrute y risa veíamos al flaco Chick (Bud Abbot) y en particular al gordito Wilbur (Lou Costello), los dos desastrosos transportistas encargados de llevar los cuerpos inertes hasta el museo, mientras ya la luna estaba llena y seguramente el acónito había florecido, y estas situaciones llevaban a Talbot a transformarse en el hombre lobo. Pero en la noche, las temibles criaturas volverían a la vida: el Conde Drácula (Béla Lugosi) escaparía del Museo y se llevaría al monstruo de Frankenstein (Gleen Strange) para buscarle un nuevo cerebro. Después para poder atraparlos, Chick y Wilbur con la ayuda de Larry Talbot y el problema de la luna llena, llegarán al castillo donde sucederán las escenas de terror y de risa que nos llevaban a ver el film cada vez que lo ponían en cartelera. Han transcurrido muchos años y todavía, la expresión de Wilbur repitiendo que sí, que había visto al monstruo, o a Drácula, “vi lo que vi, lo que vi, lo ví”, está presente en el recuerdo tanto como cuando al final de la película en un bote, una figura con un cigarrillo le dice “permítame presentarme, soy el hombre invisible”…

Pensé en esa película de nuestra lejana infancia en estos días, a enterarme de que Frankenstein realmente existió y que había un castillo que terminaría por transformarse en una leyenda. Se llamaba Konrad Johann Dippel, y había nacido el 10 de agosto del año 1673 en el Castillo de Frankenstein, cerca de Darmstadt, Alemania. Konrad Johann Dippel fue, o intentó ser un científico. Le interesaba la física, la química, y la alquimia; había estudiado teología, filosofía y alquimia en la Universidad de Giessen, obteniendo el grado en teología en el año1693 y crearía un laboratorio en su Castillo de Frankenstein donde practicó la alquimia, Entre otras cosas, descubrió un aceite animal conocido como aceite empireumático, el aceite de Dippel, empleado como antiséptico y para desnaturalizar los alcoholes. Luego trabajando con nitroglicerina, Dippel destruyó una torre, sin lograr probar que el compuesto podría aplicarse con fines medicinales. La gente decía que Dippel realizaba cruentos experimentos con cadáveres en el castillo y se hablaba de que intentaba transferir el alma de un cadáver a otro. Estos rumores llevaron a que los pobladores decidiesen expulsarlo del castillo y debió finalmente abandonar la región. Luego lo veremos en el año 1704, residiendo en Berlín, donde volvería Dippel con Heinrich Diesbach a utilizar su aceite de Dippel para substituir el carbonato potásico trabajando con textiles para producir tintes rojos y obtuvieron un tinte azul que se conoció como azul berlinés, azul prusiano o azul de Prusia, de manera que ambos, Dippel y Diesbach crearon en París, una fábrica del colorante azul de Prusia, hoy día muy conocido y utilizados por los pintores. A pesar de todas estas peripecias, nuestro personaje, Konrad Johann Dippel, nunca abandonó sus recuerdos ya que firmaba las cartas con el addendum "Frankensteinensis". La leyenda sobre su vida en el Castillo de Frankenstein se fue expandiendo entre los pueblos vecinos. 

Son numerosas las películas sobre el monstruo de Frankenstein, más de un centenar desde el film de 1910 de J. Searle Dawly, destacando algunas, como la ya mencionada de 1948 de Charles Barton y “El joven Frankenstein” de Mel Brooks 1974, por cuanto han tomado el asunto en una vena cómica, y decenas de films para la televisión. Evidentemente es controversial pensar que existe alguna relación entre Dippel como personaje real y la inspiración del mosntruo prometeico de la novela de Mary Shelley. Los historiadores germanos creen con mejor criterio que la leyenda sobre este hombre que hacía experimentos en el castillo de Frankenstein se extendió entre las poblaciones en los alrededores y habiéndola conocido, el escritor de cuentos infantiles Jacobo Ludwig Karl Grimm quien con su hermano Wilhelm crearía las historias infantiles de Blancanieves, La Cenicienta, Barba Azul, Hänsel y Gretel, La Bella Durmiente, La fuente de las hadas, Juan sin miedo y Pulgarcito. Jacobo le haría llegar la leyenda a la traductora de sus cuentos, Mary Jane Clairmont quien estaba casada con el escritor inglés William Godwin y era la madrastra de Mary Wollstonecraft. El escritor Godwin fue inicialmente anarquista y liberal también fue famoso por las mujeres con las cuales estuvo casado. Primero con la escritora feminista Mary Wollstonecraft en 1797 con quien tuvo una hija, también llamada Mary, que sería la compañera del poeta Shelley y la autora de la novela “Frankenstein o el Moderno Prometeo”, después, en 1801 se casó con Mary Jane Vial Clairmont y a partir de entonces, Godwin habría de escribir cuentos dedicándose a la literatura infantil. En 1805 fundó una librería, que dirigió durante casi 20 años. 

Mary y Percy Shelley con su hijo, habían viajado a Ginebra con Claire Clairmont, para pasar el verano con el poeta Lord Byron, pues su reciente romance con Claire había devenido en el embarazo de ésta. El grupo llegó el 14 de mayo de 1816 a Ginebra, en donde Mary comenzó a llamarse a sí misma «Sra. Shelley». Byron se les unió el 25 de mayo, con su joven médico y secretario, John William Polidori, y alquilaron la Villa Diodati. Entre otros temas, las conversaciones de los veraneantes en la Villa Diodati se basaban en los experimentos del filósofo del siglo XVIII Erasmus Darwin, del cual se decía que había animado materia muerta, y de la posibilidad de devolverle la vida a un cadáver o a distintas partes del cuerpo. Sentados alrededor del fuego de la chimenea en la villa de Byron, el grupo también se entretenía leyendo historias alemanas de fantasmas. Esto llevó a Byron un día a sugerir que cada uno escribiese su propia historia sobrenatural. Años después, en 1831, Mary Shelley describiría aquel verano como «húmedo y poco amable en lo que respecta al clima, ya que la lluvia incesante nos obligó a encerrarnos durante días en la casa». Hoy sabemos que las tormentas violentas de ese año 1816 considerado uno de los más fríos de la historia, fueron la repercusión de la erupción volcánica del monte Tambora en Indonesia, ocurrida el año anterior. (Sunstein, Emily W. Mary Shelley: Romance and Reality. 1989. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1991). Esta circunstancia climatológica y geográfica daría origen al título de la reciente novela (2015) del escritor colombiano William Ospina “El año del verano que nunca existió”.
 
Fue entonces cuando Mary Shelley escribió Frankenstein y Polidori su relato El Vampiro, que han dado pie a numerosas lucubraciones sobre monstruosas criaturas nacidas de la literatura fantástica y presentes en el cine. La reciente novela de William Ospina es una recreación de esta anécdota y se transforma apoyándose en sucesos históricos en un ensayo literario de corte autobiográfico. El escritor, ganador de un Rómulo Gallegos, sin rechazar ninguna de las herramientas que le ofrece el proteiforme espacio de la novela, ahondará en la vida y personalidad de los personajes asistentes a la villa Diodati y en las repercusiones que la creación de Frankenstein y de los vampiros suponen en la actualidad a través de una brillante y compleja obra literaria.
Más adelante ya habrá oportunidad para conveersar sobre el joven doctor Polidori, sobre los vampiros de Bram Stoker o Las piadosas de Andahasi. Por ahora, es suficiente.
Gracias por leerme.
JGT

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