martes, 27 de junio de 2023

Identidad de género y cáncer


Cuando hace apenas un mes (https://bit.ly/3W6eTmh) hablamos del cromosoma Y y de su gen DMRT1, dijimos que en 1990 se descubrió otro gen, el SRY (del inglés sex-determining región Y), que ese gen de determinación sexual está localizado en el brazo corto del cromosoma Y, y va a ser el gen que determinará si el embrión se desarrollará como macho (XY) o como hembra (XX). Ademes, si retrocedemos 166 millones de años en el tiempo, hasta los primeros mamíferos, descubriremos que el cromosoma "proto-Y" de antaño tenía originalmente el mismo tamaño que el cromosoma X actual y contenía todos los mismos genes.

Ahora sabemos que los actuales cromosomas Y tienen un defecto fundamental: solamente están presentes en una copia, esa que se pasa de padres a hijos. Dijimos que el cromosoma Y porta el gen "maestro" SRY que determina el sexo codificando la proteína TDF (testis-determining factor), que es una de las responsables de que las aproximadamente cuatro mil células germinales de los órganos genitales del embrión empiecen a formar los testículos, pero la existencia de mutaciones en este gen, pueden provocar alteraciones tanto genotípicas como fenotípicas. ​

Cuando el sexo no encaja en el comportamiento de acuerdo con lo que debería ser femenino o masculino, se habla de “intexesualidad” y puede hablarse de “intersexo” cuando los órganos sexuales no están bien definidos. Hablar de, el “Género” es algo más complejo, ya que esta definición se basaría en el comportamiento de cada individuo.

La “Identidad de género” se refiere a “cómo se siente el individuo en su interior”, cuando hay XX que actúan como “marimachos” o son XY afeminados, que se comportan como “mariquitas”, estos tipos de comportamiento son los que se refieren a la identidad de género. Ese sentimiento es algo que se inicia temprano en la vida. Cuando se habla de diversidad sexual se refiere a formas de expresar sus ideas y sentimientos. La identidad de género de cada persona puede ser diferente y (usando la frase del viejo Ripley) “aunque usted no lo crea”, será independiente del sexo con el que el individuo fue etiquetado al nacimiento. Lo sexual en este sentido “genérico” corresponderá a heterosexualidad, homosexualidad, y /o bisexualidad.

Para completar este cuadro que puede parecer ya de por sí bastante complejo, hay estudios que han analizado cómo la desaparición del cromosoma Y o la expresión de sus genes pueden agravar algunos tumores. El Dr. Dan Theodorescu, director del área de oncología del hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles (EUA), se ha fijado en lo que sucede en hasta el 40% de los tumores de vejiga cuando las células pierden el cromosoma Y. La información en 300 pacientes con cáncer de vejiga demostró correlación entre la pérdida del cromosoma Y, y un peor pronóstico para esta neoplasia. Los tumores de los animales en los que había desaparecido el cromosoma Y crecieron más rápido y también se vio una relación similar en células de las que se había sacado el Y con edición genética.

Afortunadamente, ni en el cultivo sin células inmunes ni en ratones inmunosuprimidos hubo diferencia en el crecimiento tumoral en presencia o ausencia del cromosoma Y, más sin embargo, entre ratones sanos, la falta del cromosoma Y hizo que el cáncer fuese mucho más agresivo. “Estos resultados nos dicen que cuando las células pierden el cromosoma Y, agotan los linfocitos T, y sin ellas para combatir el cáncer, los tumores crecen de forma agresiva”, afirma el profesor Theodorescu.

Para el doctor Óscar Fernández-Capetillo investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid, lo más interesante del estudio es su aplicación práctica. “Se conocía la pérdida del cromosoma Y como una especie de marca, pero no se sabía cómo afectaba al desarrollo de los tumores”…“las células tumorales que pierden el Y apagan el sistema inmune que va a comérselas, pero también esos tumores responden mejor a la inmunoterapia”. “Este trabajo ayuda con el gran dilema de identificar qué pacientes van a responder a la inmunoterapia”.

Juan Ramón González, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), publicó en 2020 un estudio epidemiológico con datos de 9.000 hombres en el que se observó que la pérdida de función de seis genes clave del cromosoma Y incrementaban el riesgo de desarrollar cáncer. “En este estudio que se publica hoy se demuestra fehacientemente el vínculo entre la pérdida del cromosoma Y y la desregulación del sistema inmune en la agresividad del cáncer de vejiga”.

La pérdida del cromosoma Y está afectada por la metilación, y en esta línea, dice el profesor González “nosotros hemos visto que hay factores ambientales que influyen y otros autores han demostrado que los fumadores, por ejemplo, tienen más pérdida del cromosoma Y. Las consecuencias terapéuticas de este trabajo son inmediatas. Al reestimular las células T por intervenciones conocidas es posible reducir la agresividad el cáncer”.

En un segundo artículo que aparece también este miércoles 21 de junio en Nature, un equipo liderado por Ronald De Pinho, del MD Anderson Cancer Center, en Houston (EUA), ha estudiado la influencia de un gen del cromosoma Y en la mayor gravedad del cáncer de colon en los hombres. Utilizando ratones, vieron que el gen KRAS, incrementaba la actividad del gen KDM5D del cromosoma masculino, y facilitando la progresión del tumor dificultaba su detección por el sistema inmune.

Estos trabajos, como el recientemente publicado en Nature ayudan a reconsiderar la diferente reacción de hombres y de mujeres ante determinadas enfermedades, a conocer mejor su genética y específicamente a examinar las neoplasias donde la investigación estará destinada a precisar mejor el diagnóstico y buscar mejoras en el tratamiento de las mismas.

Maracaibo, martes 27 de junio, del año 2023

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