martes, 6 de junio de 2023

El duque de Marlborough


Mambrú se fue a la guerra” es la versión en español de una canción popular infantil francesa, “Marlbrough s'en va-t-en guerre”. La canción fue compuesta tras la batalla de Malplaquet (1709), que enfrentó a los ejércitos de Gran Bretaña y Francia, durante la guerra de sucesión española. A pesar de su derrota, los franceses creyeron muerto en la batalla a su enemigo John Churchill, el duque de Marlborough, que es a quien le dedicaron la canción burlesca. Este asunto ya lo había previamente relatado en este blog (lapesteloca) pero hace ya 5 años en 2019 (https://tinyurl.com/4dza3vxe), de modo que si lo has leído ya, podrás releerlo, que no estará de más…

La melodía de la canción parece ser aún más antigua de lo que se ha dicho y según Chateaubriand, es de origen árabe y habría llegado a Francia llevada por los cruzados. La canción se popularizó en tiempos de Luis XVI. Cuentan que una de las nodrizas del delfín solía cantarla, y la canción que les agradó a los reyes, pronto se difundió por Versalles y luego por todo el país. A España llegó por influencia de los Borbones, y comenzaría a sonar con el nombre de Marlborough reducido a un más pronunciable Mambrú en “la madre patria” y en los países hispanohablantes. Solían cantarla sobre todo las niñas, típicamente acompañando al juego de rayuela. El tema de la canción fue empleado por Beethoven en su obra La Victoria de Wellington, sobre la derrota napoleónica de Vitoria en 1813 para simbolizar a Francia.

Existen también versiones en otros idiomas. La inglesa, cantada con el estribillo “For he is a jolly good fellow” ha dado lugar a la canción del mismo nombre, conocida en España como “Es un muchacho excelente” y en Argentina, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay (entre otros países de Hispanoamérica) como “Porque es un buen compañero”. Es interesante señalar que, si bien la música de Malbrough s'en va-t-en guerre”, “For he is a jolly good fellow” y la versión española de “Es un muchacho excelente” son prácticamente iguales, no ocurre lo mismo con la versión española de “Mambrú se fue a la guerra” que ha sufrido una adaptación musical diferente. En Argentina, la poetisa y cantautora María Elena Walsh popularizó esta melodía entre los chicos, durante las décadas de 1960 y 1970 fundamentalmente. También la misma autora escribió otras canciones en homenaje a Mambrú como “La canción del estornudo”.


Ante tantas versiones y tras saber que hasta en el cine las aventuras del duque marido de Sarah Churchill y de sus amigas Abigail Masham y Ana, la reina de Inglaterra cuyas andanzas han intrigado a cineastas (https://tinyurl.com/5fjapfvc) e historiadores, hoy he decidido copiar textualmente la manera como finaliza el Capítulo I de mi novela “LaPesteLoca” (Maracaibo, 1978) donde coincide al final mi reláfica con los versos de Quevedo “del Amor constante más allá de la muerte” aunque en realidad tan solo he querido recordar estas cosas sobre Mambrú, o Mambrún como las escribí hace años para referirme a la canción popular infantil francesa.

“Mambrún ya está bien muerto y lo llevan a enterrar. Venimos al sepelio, lo tiene en capilla, tras luchas y batallas y guerra de guerrillas, combatir hasta el fin, abrazar con pasión la justicia, tomarla como causa, después de aquella afirmación, los ideales revolucionarios consolidados, después de... El Presidente ratificó en su cargo al ciudadano Ministro de la Defensa. Atención, ¡firm! Presenten armm. Aplausos, abrazos, besos, también consternación, suspiros y gemidos. A discreeeción...

Envuelto como un tequeño en el pabellón nacional, el duque de Malborough ensordeció ante la retumbante presencia de las autoridades, se estremeció vibrante por las salvas, el fuego chisporroteante y las cenizas rodeadas por humo blanquecino, que fue naciendo en la boca de los veinte cañones y casi lo hacen estornudar. Escuchó el rumor de cientos de miles de palomas aleteando, sin misiva, torcazas al aire sin destinatario, tuptucú, ellas ascendiendo, rucptucú, remontando su vuelo, como espesa cobija alada y plumosa, y el celestial cobertor nubló El Paseo de Los Próceres; lógicamente algunos corrieron asustados, era un fenómeno inusual, se desparramaron para ubicarse alrededor de las fuentes, para resguardarse como si fuesen paraguas las mismísimas estatuas de piedra, fornidas mujeres semiocultas bajo la capa de moho y algas, para guarecerse entre los jarrones gigantescos, debajo de las palmeras y de los chaguaramos, corrieron pasando sobre los helechos de un verdor exuberante y allí esperaron...

Dentro del catafalco, imponente, un muerto elegante, Mambrún, aspiraba su propio denso perfume, aroma de inquilino difunto y consideró seriamente la necesidad de incorporarse, lo pensó porque sin lugar a dudas, él tenía una curiosidad natural irrefrenable, él hubiese querido divisar a través del vidrio, la facies de cada uno de los gordos truhanes de leontina y paltó levita y las de los gendarmes con sus gorras ribeteadas de espigas de oro, todos ellos con sus sonrisas empalagosas, empero lo que percibía era tan solo el tener sobre el rostro aquel pañuelo. Es el blanco lienzo, pensó, más calmado.

Entretanto el cortejo marchaba y unos sollozaban y otros silenciosos, se organizaban, reculaban, hormigueaban, murmuraban ante la pira. Es por todos y cada uno de los del pueblo, los que fenecieron, y gajo pelaron, es por los que se piraron, también es por ellos... Eso comentaba la gente; otros hablaban del último deseo, lo del epitafio de Mambrún, ¿del adefesio? Indalecio con otro maracucho le sugirieron a José Alipio, una idea más a lo gocho, escribir sobre la tumba su último adiós con mil balas.

¡Ora pues! ¿Acaso no ve usted que el que se fue no vuelve? Chivo que se devuelve sesnuca. ¿Volver, volver, volver? Venga y vea, ¿acaso vuelve el polvo al polvo?, ¡quizás va el alma al cielo!... Girando ahora, la nube aleteante descendió vertiginosamente. ¡Birsia atendele que se vienen en picada! "Su cuerpo dejarán, no su cuidado, serán cenizas, más tendrá sentido, polvo serán, más polvo enamorado." Alas Alipito, ¿se me está enamorisqueando? Otro cañonazo, luego chispas, lengüetas, ¿cómo él?, ¿lengüeteo dice?, en volutas tenues, ascendió al morir...

Ahora enfilan todas hacia arriba, un cardumen alado, hacia el fúlgido cenit disparado. ¡Soñador! Hasta quedar desecho, vuelto polvo de amor, desintegrado para el porvenir.


Voy a trascribir lo que dice AMAZON sobre la 2da impresión de mi novela “La Peste Loca” sin que yo haya percibido, pero ni medio de “los royalties” de la novela, aunque todavía espero explicaciones sobre el asunto, pero entretanto, ellos promocionan la venta de mi novela con estas acertadas palabras: “Se ha afirmado rotundamente que el protagonista de la novela “La Peste Loca” es el lenguaje. Utilizando un barroco muy consubstancial con los personajes, García Tamayo ha escrito una novela que explora las vivencias de médicos, periodistas, profesores universitarios y de políticos, en la Venezuela de los años 60, 70 y 80. La trama se desenvuelve a través de la pasión por la investigación científica, y en particular sobre el estudio de “la peste loca de las bestias”, denominación para una encefalitis equina, pero también pareciera englobar a otra peste loca, la del consumismo, del derroche y de la corrupción, en un país intoxicado por el “oro negro”, el petróleo transformado en “el excremento negro del diablo”.

Como decía mi querido primo Ernesto “Quien tenga ojos, que vea”…

Maracaibo, martes 6 de junio del año 2023

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