jueves, 1 de febrero de 2018

Antonio y Cleopatra




Antonio y Cleopatra

En estos tiempos de politiquería infamante, viviendo en una dictadura que cree tener veladas sus
acciones por el populismo y que se impone por la traición a la patria de quienes deberían proteger a los ciudadanos, tristemente he recordado la shakesperiana frase de que, “el mal que en vida hacemos sobrevive, el bien, baja a la tumba con los huesos”… Y es que como contrapartida de la realidad, vino a mi mente una época lejana y feliz, cuando cumplíamos una intensa y productiva labor docente… Recordé las reuniones que hacíamos los jueves, para y con los “médicos-residentes” que eran estudiantes del curso de postgrado de Anatomía Patológica en el IAP de la UCV; reuniones éstas que denominábamos “las dife”, porque eran sencillamente diferentes, donde se hablaba de las propiedades de la piña (Ananas comosus), de la salsa (la del libro de César Miguel o “la bologña”), sobre la Ópera, o de la poesía de Machado, de “el zorzal”, o sobre el cine; en fin, recordé mi charla sobre Marco Antonio tras haberme leído su historia en “Las vidas paralelas” de Plutarco y donde  aproveché la circunstancia de saberme de memoria el monólogo de Shakespeare en “Julio César” para finalmente recordar su aventura con Cleopatra, con comentarios al margen sobre Burton y su mujer Elizabeth Taylor y de cómo se había dado la transformación, o debacle del personaje quien según “el Bardo de Avon” habría dicho ante el cadáver de Julio César : “soy un hombre sencillo y rústico que bien quiere a su amigo, y esto bien lo saben quiénes me dieron permiso para habla aquí, porque no tengo palabra, ingenio ni valía, ni voz ni mímica ni la facundia que incendie vuestra sangre, yo solo digo lo que ya sabéis, os muestro las heridas del buen César, pobrecitas bocas mudas, y las hago hablar por mí”…
 
Me entero ahora, luego de tantos años, que cuando Shakespeare escribió su drama “Antonio y Cleopatra” en 1607, lo hacía ocho años después de haber presentado su famoso “Julio César”(1599), y que si bien ambos dramas han sido llevados al cine varias veces, la tragedia shakesperiana de la mortal pareja, será esa, la única ocasión cuando ambos morirán a destiempo, no los dos amantes en el sitio, como en sus otros dramas. “Antonio y Cleopatra” se hizo realidad después de haber fallecido la reina Isabel I en 1603, y se ha pensado que quizás este hecho condicionase la decisión de Shakespeare para crear el drama de Antonio y Cleopatra. Una teoría interesante, no solo porque se atreviese a escribir una obra sobre una reina y su amante, sino por las similitudes de ambas reinas, quizás en algunas cosas, demasiado parecidas, y de cómo ese Antonio, no sería ya quien cinematográficamente fuera el Tasker de 1950, ni el Marlon Brando del 53, o Heston en el 70, el mismo Charlton Heston quien en 1972 le veremos derrumbarse ante Hildegarde Neil haciendo de Cleopatra, tal y como como tendrá que aparecer Richard Burton ante su mujer Elizabeth Taylor en la monumental “Cleopatra” de Mankiewicz premiada con 4 Óscars en 1963, con un texto que Shakespeare había poetizado apoyándose, en ocasiones casi literalmente  en la prosa de Plutarco.

Antonio y Cleopatra, la tragedia de William Shakespeare, escrita en 1606 y representada por primera vez en 1607 está basada en la traducción de la obra de Plutarco Vida de Marco Antonio, y que fue traducida por sir Thomas North en 1579. Muchas de las frases de la obra de Shakespeare repiten literalmente el texto de North, y siempre se menciona como ejemplo la hermosa descripción que Enobarbo hace de la barcaza de Cleopatra, comenzando con: “La barcaza en la que ella se sentaba, como un trono bruñido / ardía sobre el agua”. Esta tragedia está caracterizada por los cambios bruscos en las localizaciones geográficas, alternando entre Roma, Alejandría y Egipto. En ella, Cleopatra pasa a ser uno de los más complejos personajes femeninos en las obras de Shakespeare. La reina que se presenta como vana e histriónica, en ocasiones provoca situaciones que rayan en lo ridículo, y a la vez aparece como una gran reina, sin que sea totalmente claro si es su amor por Antonio pudiese ser tan grande como el dolor de perder su reino, situación ésta que se ha planteado según diversos críticos como la presencia de rasgos contradictorios en el personaje femenino. Cleopatra, por otra parte ha sido llevada al cine como personaje histórico y de ficción, pero sobre este tema, podremos conversar en otra ocasión.

Maracaibo 2 de febrero, 2018,

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